PERDIDOS II (CAP 9) EL FIN DE UNOS DÍAS EN LA CIMA DEL PLACER:
La “luna de Miel” entre madre e hijo llega a su fin, y justo a tiempo. Porque debido al nivel de pasión, lujuria y calentura entre ambos, Ya no podrán volver a alojarse en el hotel..
Ellos durmieron varias horas hasta que Judith despertó repentinamente muy temprano de mañana. Ella se levantó de la cama y corrió al baño donde descargó el semen que su hijo le había depositado en la barriga durante la enorme eyaculada que le descargó a su mamá hacía ya algunas horas cuando hicieron el amor por última vez.
Luego de echarse el aliviador cago, Judith se metió en la bañera y abrió la ducha para bañarse y despejarse antes de arrancar el que sería el último día de “Luna de Miel” en New York con su hijo Tomás.
El ruido de la ducha del baño despertó a Tomás, quien verificó que se encontraba solo en la cama matrimonial, y al darse cuenta de que mami se estaba duchando, tras unos minutos se volvió a quedar completamente dormido esperándola regresar a la cama con él.
Pasaron entonces unos 20 minutos y luego de secarse con el toallón del baño, Judith aparece completamente desnuda en la habitación y se llena de amor y ternura al ver a su Tomi durmiendo tan plácidamente en la cama.
Ella tenía planeado ese día arrancar bien temprano, pero la ternura del momento y la escena que presenciaba en ese instante, fueron más fuertes que ella y se acostó a su lado completamente desnuda, tal cómo lo estaba él.
Ella no tenía nada de sueño, muy por el contrario, estaba pensando en que cómo ese sería el último día “a solas” con Tomás antes del regreso a casa con el resto de la familia, sería bueno “aprovecharlo” al máximo.
Entonces recordando justamente lo que los chicos una vez le dijeron en la carpa (cuando estaban en la isla cómo náufragos) sobre cómo hubieran disfrutado ellos si mami les hubiera dado “los buenos días” y las “buenas noches” a cada uno de ellos desde pequeños y antes de naufragar en aquella isla que cambió sus vidas para siempre.
Pensaba en esto mientras lo veía dormir profundamente bocarriba en el mero centro de la cama y a su lado, entonces una idea le vino inmediatamente a la cabeza: Ella le daría los “buenos días” cómo mujer a su propio hijo:
Entonces tras pensarlo unos segundos en cómo hacerlo o más bien en cómo empezar, Tomó con su mano derecha el flácido pene de Tomi y empezó a acariciarlo suave y tiernamente, logrando que con los minutos el pene comience a reaccionar lenta y progresivamente aun con el chico completamente dormido.
La verga de Tomi comenzó a crecer y ponerse dura en las suaves manos de mamá quien, mientras lo estaba empezando a masturbar, lo miraba llena de amor y creciente deseo por él.
Una tierna sonrisa se instaló en los labios de Judith al ver que un muy sorprendido Tomi empezaba a despertar poco a poco frente a ella.
Judith comienza a besarlo tiernamente en los labios dándole piquitos dulce y suavemente, besos que son correspondidos por el chico, mientras disfruta de la suave y amorosa paja que le hace mamá.
- ¡Buenos días mi amor! … ¿te gustó cómo te despertó mami hoy? Le murmuró ella entre dulces besos en los labios.
- Buenos días mami ¡si claro, me encanta esto mamá …. ¡Quiero despertarme así todas las mañas de mi vida! ¡Me gustaría que a partir de hoy lo hagas siempre cada mañana! Le murmura respondiéndole él.
- ¡Jijijiji! Y ¿cómo hacemos? ¡porque tus hermanos también van a querer cada uno su “dulce despertar! ¿no lo pensaste? Le responde Judith entre picaras risitas, mientras lo sigue besando en los labios y masturbando suavemente.
- No lo sé mami, eso Ya es asunto tuyo, cómo vas a repartir el tiempo de tus mañanas entre nosotros 4, pero Yo y los demás vamos a querer esto cada mañana. Le responde muy seguro Tomás.
- Bueno mi amor, y ahora que mami ya te despertó, ¿Bajamos a desayunar? Le pregunta Judith con mucha picardía y una calentura en aumento.
- ¿Bajar a desayunar?… ¿Por qué no desayunamos acá? No me gustan los desayunos del hotel ¡ quiero que a partir de hoy seas mi desayuno mamá! Le responde él, cuando su madre al escucharlo, lo interrumpe con un apasionado beso en la boca metiéndole la lengua hasta la garganta primero, y después recorriéndole toda la boca rincón por rincón.
Ellos empiezan a besarse desenfrenadamente comiéndose la boca mutuamente durante un largo rato en el que también intercambian tiernas caricias y groseros y apasionados manoseos por todo sus cuerpos desnudos y el largo y húmedo pelo castaño de la mamá.
Transcurridos varios minutos de aquellos besos, caricias y manoseos, Judith lo monta y se dispone a cabalgarlo.
- ¡Prepárate hijito, porque mami te va a dar el mejor desayuno de tu vida! Le dice ella ya totalmente dominada por la calentura mañanera que traía encima.
- ¡Ay mami, si algún día me caso o tengo novia, prométeme que le vas a pasar la receta de tus desayunos a ella! Le pide él cuando Judith se estaba rosando su verga en la concha.
- ¿Tener novia, casarte Vos? ¿de que estás hablando? ¡Vos vas a ser solo de mamá toda tu puta vida! ¡Tus hermanos, que se casen y me den nietos, a Vos te quiero dándome leche todos los días de mi vida! ¡Aaaaaaaaahhhhh, no te enseñé a coger para que te me vayas de casa con otra, te enseñe a cogerme para que me cojas el resto de mis días! ¿entendiste boludo? ¡AAaaaaaaaa, ¡Vos Sos todo mío, todo de mamá, ahahahahahahahahahaha, te amo Tomás, te amo carajo, te amo, ahahahahahahaha! Le dijo ella entre gemidos y jadeos mientras comenzaba a cabalgarlo.
- ¡Aaaaaaaaaaaahhhhh, mami, te amo, dame tu conchita de desayuno todas las mañanas, aaaaahhhh, así mami, así mi reina, así mi angelito bello, así mi amor! Le dice su hijo casi a gritos y entre gemidos, mientras Judith se concentraba ya en cabalgarlo y aumenta el ritmo de la cabalgata mañanera en aquel cuarto de hotel.
- ¡Aaaaaahhhhh, aaaaaaaaaahhhhhh, aaaaaaaaaaahhhhh, aaaaayyy te amo, mami también te ama Tomi hijo mío, aaaaaaaaaaaaaaahhhh, aaaaaaaaaahhhhh, aaaaaaaaahhhh! Gemía Judith ya sin poder controlarse y al borde del llanto que siempre le causaban el placer extremo en las más intensas cogidas con sus hijos.
- ¡Aaaaaayyy, mami, si mi amor, llorá, llorá que me encanta verte llorando de placer con mi verga bien adentrooooo! Le dijo el chico al ver las lágrimas que caían sin control desde sus ojos, mojando hasta casi bañar sus mejillas.
Ella ya no dijo más nada, solo aumentó el ritmo de su cabalgata y mirándolo fijamente a los ojos a su hijo se abandonó en un profundo y conmovedor llanto de amor y placer, solo para complacerlo a él
Tomás la veía llorar cómo si su verga la estuviera lastimando por dentro, y si bien era la primera vez que la veía llorar así a mamá mientras él o alguno de sus hermanos se la cogía, lo tranquilizó saber que en última instancia era la misma Judith quien se provocaba tal dolor o placer cabalgándolo ella misma de ese modo tan intenso, y eso le devolvió la calma y el placer al chico, quien poco a poco empezó a aproximarse al orgasmo con aquella salvaje cabalgata y esas escenas de mamá invadida hasta el llanto por el placer.
Por la parte de Judith, aquel llanto exageradamente liberado particularmente en aquella mañana, se debían no solo al placer de tamaño polvazo con el que estaba arrancado su última mañana en New York, sino también a una serie de emociones y tenciones que estaba liberando en ese momento, tenciones producidas por el estrés laboral y las responsabilidades que había tenido en aquellos días, y sentimientos de nostalgia por la vida que dejó en aquella isla hoy tan lejanas de ella, y que veía tan difícil de poder volver a recuperar.
Esa vida tan liberal, tan sentimental, tan vibrante de emociones y “aventuras” y tan prohibida y perversa, que a ninguna de sus más íntimas amigas le podría contar jamás.
- ¡Aaaaaaaaaahhhh, mamáaaaa Sos la mejoooor, te amooo! Gritó Tomás con su orgasmo, volviendo a Judith a la realidad externa, sacándola de las profundidades de sus pensamientos.
Entonces, ella aun no habiendo tenido un orgasmo, pero si habiendo disfrutado cómo pocas veces, al punto de no sentirse segura de que, si lo había tenido o no, salió de la cama, y fue al baño a higienizarse y tranquilizarse después de tamaño placer que tanto la hizo llorar.
- Mamá ¿estás bien? Preguntó preocupado Tomi del otro lado de la puerta del baño.
- ¡Jajaja, si mi amor no te preocupes, Sos tan hermoso en la cama, que hacés emocionar y llorar a mami. Le contesta ella desde el baño.
- ¿Nos cambiamos y vamos a desayunar? Le propone Tomás.
Unos instantes después ella sale del baño, y se visten y bajan a desayunar.
Después del desayuno, fueron a dar un largo paseo por la gran ciudad Neoyorquina y aprovecharon para hacer algunas compras para ellos y el resto de la familia.
Llegado el medio día fueron a comer a un muy fino restaurante, a caminar otro poco y regresaron al hotel, donde se darían el último revolcón antes del regreso a Crisao.
Ambos estaban muy satisfechos con todo lo vivido hasta ahora, y ni hablar del hecho que habían podido tener su tan ansiado reencuentro sexual, con lo que Judith llegaba a la “triste” conclusión de que no había sido capaz de mantener lo pactado con sus hijos al regresar a la civilización, tras el traspié con Jonás en la isla y todo en lo que él terminó, cuando no fue capaz de negárseles al resto de sus hijos, y lo que empezó con un prohibido desliz sexual con su hijo mayor y posterior “noviazgo”, provocados por la falta de vida sexual en ambos. Finalmente se terminara convirtiendo en la más burda, descontrolada y liberal vida de orgía de una madre y sus 4 hijos, solos en una remota isla en sabe Dios qué lugar del mapamundi.
De camino al hotel y sabiendo perfectamente a lo que volvían, Tomás no podía dejar de mirarla a Judith, quien ya de por sí era hermosa naturalmente, no solo porque eso decían sus propios 4 varoniles hijos, sino porque solo bastaba caminar al lado de ella y prestar un poco de atención a cómo robaba la mirada de los hombres, provocando en algunos de ellos, hasta groseros comentarios entre dientes sobre la apariencia de la dama, despertando reacciones varias en la propia dama, reacciones que iban desde el insulto hasta alguna sonrisita a quien le profiriera tales observaciones sobre su apariencia física.
Al llegar al hotel después de aquella prolongada salida, en la que Judith había tenido que ir en reiteradas veces a orinar a los distintos baños públicos (cómo buena y verdadera meona) no había olvidado a Tomi en cada ida a mear al baño, y cómo prueba de ello, no había higienizado su vagina, dejándole el trabajo de la absorción de la humedad que cada meada dejaba en su peluda concha, a la bombacha que llevaba puesta en ese momento, con lo que se aseguraba que su concha esté bien condimentadita por sus meadas y su bombacha blanca estuviera bien humedecida y perfumada con sus aromas a meo de hembra, listas (tanto concha cómo bombacha) para ser disfrutadas por su amado hijo a la hora de hacer el amor con mamá, momento en el que Judith tenía pensado pedirle que le de una buena lamida y por qué no una apasionada comida de concha en aquel último revolcón antes del regreso a casa.
Llegaron a la recepción del hotel, y cómo de costumbre al esperar que les den las llaves en la recepción, Judith empezó con la “actuación” para dar inicio al “jueguito” que tanto calentaba a su Tomi.
- ¡Aaaaayyy, me estoy meando, que este tipo se apure a darnos las putas llaves! Le murmura ella a su hijo.
- Tranquila mami, no creo que se demore mucho ¿estás muy apurada? Le responde él tratando de tranquilizarla.
- ¡Es que me estoy re contra meando parada esperando esas putas llaves! Le responde ella moviendo sus piernas y mirándolo de reojo sin que él se dé cuenta de la exageración de su mamá que, si bien tenía la necesidad de ir al baño, solo buscaba excitarlo allí mismo y frente a todos los presentes.
El recepcionista estaba muy ocupado con una llamada telefónica, y antes que Judith y Tomás había otras personas que esperaban ser atendidas también.
Tomás observaba el bailecito de piernas que mamá había iniciado disimuladamente. Mientras que lo que él no se había percatado es que Judith no le despegaba la mirada al bulto que empezó a protuberar en su pantalón con ver a su hermosa mamá “meandose” parada frente a todos en la recepción de aquel coqueto hotel repleto de adinerados, elegantes empresarios y hombres y mujeres de negocios.
- ¡ay mi amor, me parece que mami va a tener que ir a agacharse detrás de aquellas plantas! Comenta Judith señalando unos grandes maceteros ubicados no muy lejos de ellos como decoración del lugar.
- ¡Esperá mamita hermosa, te juro que si pudiera me pondría debajo de ti para tragarme todo ese meo! Le comenta él ya muy excitado.
- ¡Jajaja! ¿Enserio mi amor te lo tragarías? Le pregunta ella tiernamente.
El solo le señala su ya voluminosa erección en su pantalón.
- ¡Jijijijiji, si mi amor, mami ya lo había notado! ¿Tanto te calienta que mamá se esté por mear? Le preguntó Judith.
- Sí, me encanta verte aguantado las ganas, disfruté mucho cuando en la isla en el mar me meabas la mano, ¡y no sabes cómo me gustaría ver que te…! Le dice él.
- ¿Que me meara encima? Lo interrumpe horrorizada ella.
- ¡Jajajaja, sí, perdón mamita, pero hasta tengo la fantasía de tener que cambiarte, cómo Vos hacías con nosotros cuando éramos chicos! Le confiesa con algo de vergüenza.
- ¡Jajajaja, bueno déjame decirte que no falta mucho para que se te haga realidad la fantasía, creo, que, con tanta espera, y tantas risitas, ya se me escaparon varios chorritos en la bombacha, asique, si creo que mami va a necesitar que su hijito la cambie antes de cogérsela, jajaja! Le dice Judith muy sorprendida cómo siempre cada vez que le ponía atención a este fetiche de su hijito.
- ¿Te mearías encima solo para complacerme? Le pregunta él.
- ¿Pero tiene que ser acá y ahora frente a toda esta gente? Le pregunta ella poniéndose colorada.
- Una pregunta no se contesta con otra. Se contesta con una afirmación o negación. La presiona él por una respuesta a su pregunta.
- Lo haría, pero en otro momento y lugar. Le responde ella.
- ¿Por ejemplo? Insiste él.
- Por ejemplo, ¿te gustaría saber que mami se meó en el trabajo y tuvo que llegar a casa para que su hijito le lave la conchita y la colita para que no se le paspe a mami y le tengas que cambiar la bombacha meada? Le propone Judith cómo un “jueguito” para jugarlo en un futuro próximo.
- ¡Me encantaría! ¿enserio te mearías en la oficina para tener que volverte a casa para que Yo te cambie? Le pregunta Tomás muy emocionado y entusiasmado con el “jueguito”.
- A ver, imaginemos algo así: Son la 8 y media de la noche, mami sale del trabajo con ganas de ir al baño (cómo buena meona que soy) y pensando en las ganas que tengo de llegar a casa a descansar, me subo al auto y tomo camino a casa. Por el camino el tránsito es tanto y tengo que manejar tan despacio por los semáforos, que en el camino tengo que aguantar las ganas de mear, pero digamos que en un momento un semáforo más se me pone en rojo, y mamá simplemente no aguanta más y se re contra mea encima sentada al volante del auto, y llega a casa toda meada y su hijito tiene que cambiarla, cómo si se le hubiera meada la nena ¡Te parece que juguemos a eso?, ¡podríamos hacerlo seguido, jajaja! Le propone ella.
- ¡Sería genial, me encantaría! ¿cuándo lo empezaríamos a jugar? ¿serías mi “nena mamá”?. Le pregunta él.
- ¡Jajajaja! Nena-mamá ¡cómo es eso? ¿una mamá nena, las dos a la vez? ¡si por qué no, todo por mi Tomi, mientras me cajas como me coges, todo bien! Le responde su mama.
Muy excitados con la conversación finalmente ambos suben a la habitación. En el camino, él le pide que finalmente se meara en el ascensor, aprovechando que estaban solos, ella por poco accede, pero finalmente dice que no se anima, que en cualquier momento alguien puede subir o verlos bajar a ellos mismos del ascensor, y verla toda meada a ella o encontrar el semejante charco dentro del ascensor y quejarse en la recepción, y eso provocaría que finalmente los echen del dichoso hotel.
Ellos bajan del ascensor, y el chico intenta realizar el mismo jueguito de no poder abrir la puerta de la habitación, pero esta vez la mamá le saca las llaves y es ella misma quien abre la puerta,
- ¿Otra vez el jueguito de que no podés abrir esa puerta de mierda cuando sabes bien que me estoy meando? ¡no mi amor, esta vez mami esta apurada de verdad y no quiero mearme parada en la puerta. Le dice Judith, entrando a la habitación, parándose frente a él y abrazándolo tiernamente.
- ¡Perdón mami…!. Le alcanza a decir el chico, cuando ella lo interrumpe.
- ¡Aaaaaaaaaaahhhhhh, no aguantaba más hijito mío mami se está meando en los pantalones! Le dice Judith mientras ciertamente mojaba su hermoso y delicado pantalón de vestir color blanco que traía puesto ese día.
- ¡Guuuuuuuuuuaaaauuuuuu mami que semejante meada te estás echando en la alfombra! Le dice él muy sorprendido y excitado al ver que Judith no solo mojaba su pantalón con la bestial meada que no paraba de fluir de su concha, sino que estaba mojando la alfombra de la habitación.
- ¡Perdón hijito, mami se meo toda y ahora se le va a paspar la conchita y la colita! … ¿me cambiás? Le pide ella en tono muy sensual y con carita de angelito triste, que volvió loco a su hijo, quien aún no salía del asombro por lo que mami había hecho.
- ¡Si mami, no te preocupes mi amor, ya te cambio! Le responde Tomás.
Antes de abocarse a la tarea de cambiar a mami, sacó del bolsillo su teléfono móvil y le tomó varias fotos a su mamá tan elegantemente vestida y totalmente meada. Mientras ella lo miraba sonriente y totalmente sorprendida de verlo disfrutar tanto de toda esta situación.
Tomás le tomó también unas fotos a la gran mancha en la alfombra que Judith había dejado con su abundante y excitante meada encima.
Entonces él la acuesta en la cama y comienza a desvestirla.
Comienza por sacarle los zapatos de tacón alto que traía puestos, y luego entonces llegó el momento de aquel pantalón vaquero totalmente empapado en meo.
Tomás le desabrochó el cinto, le desabotonó el pantalón y le bajó la bragueta. Todo esto lo estaba disfrutando al máximo, sin percatarse en ningún momento, que mami lo miraba muy atentamente, sin perderse ningún detalle de todo aquello.
Con mucha delicadeza, suavidad y lentitud, Tomás jala de las piernas el pantalón y Judith lo ayuda con algunos movimientos para que su hijo finalmente la despoje de aquella prenda tas lo cual Judith queda con una hermosa blusa blanca y una bombacha rosada, la cual estaba completamente empapada en meo.
Despojada la mama del pantalón, y yaciendo en la cama, bocarriba, con aquella bombacha rosada totalmente meada que asomaba por debajo de la blusa. Tomás vuelve a fotografiarla en esta posición y una vez hecho esto se arrodilla frente a la concha de su madre, cubierta solo por aquella meada bombacha rosa, y hunde su rostro en esa zona para empaparse la cara en meo y disfrutar de esa humedad, olor y sabor de mamá.
Al sentir el contacto de su vagina con el rostro de su hijo atreves de la bombacha, Judith le colocó suavemente sus manos en la cabeza a Tomás y lo empezó a acariciar muy tiernamente, mientras ya los dos disfrutaban plenamente de todo aquello.
El chico besaba y olfateaba la vagina de su mamá bebiéndose el meo fresco y abundante que había en aquella bombacha.
Esto hizo que instintivamente ella cerrara sus ojos y se relamiera los labios de placer mientras no paraba de acariciarle la cabeza a Tomi.
Esta escena se prolonga durante varios minutos en donde la calentura de Judith va progresivamente en aumento, viendo cómo su hijo le comía la concha a besos mientras se tragaba todo el meo que ella descargó sobre la bombacha.
- ¡Buen chico, buen chico, Aaaaaaahh, eso así mi amor dale muchos besitos a la concha de mami, aaaaaahhh, buen chico, buen chico, límpiale la bombacha a mami con la lengüita, aaaaaayyyy, si mi amor, te amo te adoro mi cielo, mi príncipe, así, así principito de mami, aaaaaaaaahhh! Le murmura muy excitada ya Judith disfrutando al máximo.
Entonces Tomás ya más que muy excitado con todo aquello, la despoja a Judith de la bombacha, y hunde su rostro ahora ya si sobre la propia cancha peluda de su hermosa madre.
Tomás olía, besaba y lamía con total ahínco pasión y lujuria esa misma concha que ya tantas veces le meó la mano allá en la isla cuando estaban perdidos cómo náufragos él y toda la familia. Esa misma concha que le enseñó a a coger, que le dio su primera vez y la misma que hace algo más de 23 años lo había parido.
- ¡Aaaaaahhhh, así mi amor, así mi principito bello de mamá, vamos, aaaaaaaahhhh, aaaaaahhh, vamos límpiale bien la concha a mamá que se meó solo para Vos mi bello principito, aaaaaaaaaahhhh, aaaaaayyy Tomiiiiii, cómo voy a extrañar esto, cómo voy a extrañar esto allá en casa mi amor! Se la oía diciendo a Judith entre gemidos de placer, mientras su hijo le olía, besaba, lamía y le comía literalmente esa velluda y meada concha.
El chico siguió haciendo esto unos largos instantes, deleitándose escuchando una y otra vez las mismas palabras y gemidos de su madre, y saboreando el meo y flujos de esa hermosa concha, mientras que Judith no dejaba de acariciarle la cabeza con ambas manos.
Entonces Tomás metió su lengua dentro del orificio vaginal y con ella empezó a escarbarle la concha a mamá.
Al sentir esto en su concha, Judith fue tomada por sorpresa, su cuerpo se estremeció y un inmenso y repentino escalofrío recorrió todo su cuerpo. Ella levantó sus piernas, le presionó con ambas manos la cabeza a su hijo, quien casi no podía respirar en esa posición.
- ¡Auuuuhhh, aaaaaaaaauuuuuuhhhh, aaaaaaaah, no te podés coger así a mami hijo, la vas a enloquecer, aaaaaaaaaaauuuuuuuu! Decía ella entre aullidos de placer teniendo su orgasmo en la mera cara de su hijo.
Inmediatamente después del orgasmo, Judith lo apartó e incorporándose de la cama, lo besó en la boca.
Ella lo besaba enloquecidamente tragándose sus propios jugos vaginales, los que incluían obviamente a su propia meada.
- ¡Vamos campeón cogete a tu madre, que para eso te traje en este viaje! Le pidió Judith a su hijo mirándolo con una expresión casi enfermiza en sus ojos.
Entonces ella se deja caer en la cama, luego de sacarse la blusa blanca y el corpiño rosado.
Ni falta que hacía para Tomás escucharle a Judith decirle esas palabras. A estas alturas con la calentura que traía el pobre chico, era más que obvio que se le iba a tirar encima a su madre, sin que ella se lo pidiera.
Al verla acostada en el centro de la cama, bocarriba con las piernas bien abiertas, completamente desnuda y entregada a él. Tomás le colocó un almohadón justo debajo de ella levantando su sexo, y acto seguido se arrojó sobre su bella y ardiente madre.
Una vez ya encima de la bellísima Judith, su tomó el pene con la mano y lo guio a la entrada delantera de mamá.
- ¡Ah! Se quejó Judith cuando la verga del chico se enterró en su concha toda y de un solo empujón.
Tomás permaneció inmóvil unos instantes inmóvil disfrutando de sentirla bien adentro de la “cuevita” de mami.
Y entonces comienza a moverse hacia arriba y abajo haciéndole palanca a su madre sin sacarle un solo centímetro de verga del interior de la concha.
- ¡ Oh, oh, oh, oh, ah, ah! Se quejaba ella de placer con ese palanqueo dentro de su concha.
- ¡Aaaahhh, aaaahhh, aaaayyyy, mamita preciosa, aaaaaaahhhh, aaaaaaaahhhh, hagamos el amor todos los días mi amor! Le dice Tomás ente gemidos balanceándose palanqueándola en la concha a Judith.
- ¡Ay, si, ay, si mi amor Yo también necesito esto todos los días, aaaaahhh, que hermoso me palanqueas, que divino Sos, que hermoso la movés allá adentro, aaaaaaahhhh, aaaaaaahhhh! Decía ella entre fuertes gemidos.
- ¡Quiero que todos los días llegues meada del trabajo, quiero cambiarle la bombachita a mi nena madura, quiero limpiarle la concha peluda de mujer adulta a mi nena meona, aaaaaaaaaaaaaaahhhhh, aaaaaaaaahhhhhh, mami prométeme que lo vamos a hacer, aaaaaaaaaahhhhh! Le dice él valanceandoce rítmicamente sobre ella, que abría lo más que podía sus piernas y le clavaba sus uñas en los hombros.
- ¡Aaaaaaahhhh, aaaaahhhhh, aaaayyyy, si, si buen chico, buen hijo, buen amante de mami, si, aaaaahhhh, claro que me voy a mear, todos los días voy a llegar meada a casa, me voy a mear pensando en Vos, en esa verga que ahora me está matandooooo! Dice Judith entre gemidos y teniendo un pequeño orgasmo.
Al notar el orgasmo de mamá Tomás deja de balancearse sobre ella y poniéndose de pie la penetra casi violentamente y de un brusco empujón la verga entra en la concha de Judith hasta que los huevos se estrellan con sus nalgas.
Ella no pudo gemir, gritar, ni nada solo abrió su boca y ojos tanto cómo pudo, y así en silencio y con esa expresión permaneció unos largos instantes, mientras Tomás la penetraba con todas sus fuerzas y ganas.
Llevaban tres minutos de la más intensa cogida en la vida de Tomás y una de las más intensas en la vida de la mamá. En este último caso quizás superada por las cogidas con su hijo Ronaldo o el propio Jonathan.
Ella por momentos perdía la noción del tiempo. Solo sentía cómo la cabeza de la verga de su hijo golpeaba su matriz, y los huevos se estrellaban una y otra vez contra su culo.
Tomás por momentos cuando sentía estar en lo más profundo de Judith, le hacía palanca con la verga, lo que provocaba esporádicos y fuertes gritos en ella, que incluso algunos parecían ser de dolor.
Entonces Tomás saca la verga de la concha de la mamá, la hace girar bruscamente para ponerla bocabajo, y antes que Judith pudiera reaccionar de modo alguno, lo sintió entrar por atrás hasta lo más profundo de su culo.
- ¡Aaaaaaahhhhh, aaaaaaaaauuuuuuu, aaaaaaauuuuuu, hijitoo me me me vas a matar cogiéndome así, aaaaaauuuuuuu! Le dijo ella aullando de placer, sintiéndolo taladrarle el culo.
En la mente de Judith, había sorpresa y conmoción, nunca pensó que un dulce total cómo Tomás, que le recordaba mucho a Jonás, fuera capaz de cogérsela con el mismo salvajismo y bravura que Ronaldo o Jonathan.
¿Habrá sido por mearse encima cómo una niña frente a él? ¿será por causa de prometerle llegar a casa totalmente meada para que él tenga que cambiarle la bombachita a su “nena madura”?
Estaba en estos pensamientos, cuando un potente chorro de semen empieza a entrarle por el ano, hasta sentir que le llegaba hasta las tripas.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaahhh! Le gimió o más bien le gritó en el oído, con una voz enronquecida a su madre, cuando estalló su orgasmo.
Después de descansar unos minutos. Tomás le lavó la concha a su mamá y le puso talco a la conchita peluda de su “nena” de 48 años de edad.
Ese día y hasta la hora de dejar el hotel con destino al aeropuerto, madre e hijo hicieron el amor tres veces más.
Al abandonar el hotel, cuando Judith fue a entregar las llaves, el encargado del hotel la hizo pasar a su oficina para tener una charla con ella.
Le dijo estar muy decepcionado con ella. Sabía que se trataba de una clienta tradicional e intachable del prestigioso hotel.
Pero que, debido a las constantes e insistentes quejas de los huéspedes, y a su caso omiso a la llamada de atención del hotel por los molestos ruidos y bullicios indecorosos que se oían constantemente desde su cuarto, ese hotel ya no volvería a recibirla cómo huésped en el futuro.
Ella le pidió mil disculpas y se fue de la oficina.
Al reencontrarse con Tomás, el chico la vio avergonzada y triste, pero ella se negó a comentarle algo sobre el asunto.
Ya en el avión y viendo a su mamá pensativa, Tomás insistió en saber a qué se debía su cara de pena.
- Es que nos terminaron echando del hotel, mi amor. Le explicó ella.
- ¿Enserio mami? Pregunta incrédula él.
- ¡Me sentí una puta barata, me di asco a mí misma! Le dijo ella sollozando
- Uuuuuyyy, mami. Responde el chico viendo cómo Judith lloraba y se limpiaba las lágrimas.
- Siempre me hospedé en ese hotel, nos han atendido de maravillas aun cuando ustedes eran chicos. Comentó ella.
- ¡Perdón mami! Le pide él y le besa la mejilla.
- ¡Bah, ya está, ya pasó, ahora esperemos a que vean cómo les dejé la alfombra del piso de la habitación con la meada que me eché! Dice ella cambiando de humor.
- ¡Jijijijijiji! Ríen ambos.
- ¿Queres que veamos las fotos? ¡las tengo en el teléfono. Le dice Tomás y ambos miran cómo quedó manchada aquella alfombra lujosa.
- ¡Jijijijijijiji! Vuelven a reír madre e hijo.
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