«Perversión»
Perversión, del latín pervertĕre, es un término que históricamente fue utilizado por la psiquiatría clínica clásica, por la psicopatología y por los pioneros de la sexología para designar un comportamiento o un conjunto de prácticas sexuales que no se ajustaban a lo socialmente establecido como sexu.
Cuando se escribe un relato que se considera que va contra “las buenas costumbres”, mostrando una sexualidad “insana” o fuera de lo normal, se dice que es un relato perverso o que puede pervertir a los lectores, excitando sus más bajos instintos o deseos inconfesables.
En este tipo de relatos se puede abordar el concepto de la perversión desde diferentes puntos de vista, la mayoría de ellos peyorativos o negativos, cuando lo relacionamos con la violencia, el sadismo, la tortura o la humillación y todas esas prácticas extremas que ciertas personas necesitan para lograr una máxima excitación, convirtiendo el sexo, en ocasiones, en algo dañino para ellos mismos y para los demás.
Pero esa palabra, proviene del latín “perversĭo” o “pervertĕre”, cuyo significado es invertir o cambiar algo que no tiene por qué ser a peor, aunque así se ha venido considerando desde el punto de vista moral, cuando en realidad, las verdaderas acepciones de la “perversión sexual” son:
1. Comportamiento o práctica sexual que se aparta de lo que en la sociedad se acepta como normal.
2. Patología que se caracteriza por la desviación en cuanto al objeto de la sexualidad o a los medios para satisfacerla.
Y de estos conceptos son de los que parto yo, a la hora de escribir mis relatos contando múltiples casos y situaciones que “pervierten” todas esas conductas normales, convirtiéndolas en todos esos tabús que llevamos arrastrando desde el origen de la Humanidad.
Por este motivo, la perversión tiene su principal origen dentro del núcleo familiar, que es donde primero se contravienen esas normas morales establecidas como normales, que dictan que no puede o no debe haber un intercambio sexual entre los miembros de una familia, excepto entre la pareja originaria de ella, para aumentar esa familia.
Y como todos sabemos que este quebrantamiento moral es más frecuente de lo que se pueda imaginar, voy a contaros como todos esos fenómenos empiezan a producirse en las familias de este relato.
Mi amiga Luisa conoce la perversión desde antes, incluso, que fuera consciente de ello, desde que siendo una niña, empezó a contravenir todas esas normas morales, que se le suponían por su edad y por la posición y educación de su familia, aunque no por ello, llegó a estar libre de caer en esos comportamientos ajenos a la moral, a semejanza por ejemplo, de todas esas perversas conductas practicadas en la intimidad de muchas acomodadas familias de la época victoriana en la Inglaterra del siglo XIX, en contraposición con el fuerte puritanismo reinante.
A Luisa no la pervirtió nadie, su instinto era ya perverso desde su nacimiento, al igual que otras muchas niñas y niños que causan alarma en sus padres, al descubrirse en ellos ciertas actitudes, por lo que en algunas épocas se consideró que estaban poseídos por el Diablo, requiriendo el correspondiente exorcismo.
Por suerte, Luisa no fue sometida a esa práctica religiosa, cuando a corta edad, se ponía a acariciarse su vagina delante de cualquier hombre o de su asombrado padre, que la miraba entre excitado y sorprendido, sin saber muy bien cómo reaccionar, aunque múltiples pensamientos pasaran por su cabeza en esos momentos.
La madre de Luisa, al observar su comportamiento, ante la aparente pasividad de su padre que la contemplaba, recriminaba a su hija primero y a su marido después:
—Luisa, no seas cochina, eso no se hace delante de los demás. —y dirigiéndose a su marido— ¿Por qué la cría hace eso? No habrás empezado a sobarla ya y la nena está excitada.
—No, mujer. Yo no la he tocado, aunque creo que ella lo está deseando.
—Ni se te ocurra ¡eh! Espero que no hagas igual que Jorge con la suya, que su mujer me dice que solo le falta meterle la polla ya.
—Es que la cría de Jorge es una zorrita de cuidado. Tú la conoces bien.
—¿Cómo puedes llamar zorrita a una niña? Ella está así, porque su padre no para de pasarle el dedo todo el día y la tiene encendida.
Pero el que la conocía bien, era el propio padre de Luisa, al que Jorge había permitido que también pasara sus dedos por la vagina de su hija, emputeciéndola y pervirtiendo a su amigo con ello, hasta el extremo de pensar en hacer lo mismo con su hija, viendo la actitud que mostraba con él, a pesar del control de su mujer, sabedora de que esas prácticas se podían producir, ya que ella también había sido protagonista de ellas en su niñez.
La perversión está presente en muchas familias. Basta con que uno de sus miembros se deje llevar por ella, para arrastrar a los demás, que se sentirán atraídos por sus lúbricas sensaciones repletas de una adrenalina que enerva tus sentidos.
Jorge, simplemente era continuador de esa perversión heredada de su familia, con esas conductas impresas en sus recuerdos, de la que había contagiado a su mujer, que inconscientemente también había llegado a encontrar excitantes esos actos y que a través de un pacto no escrito, permitía que sucedieran, disfrutando de ellos en la distancia, aunque cada vez se acercaba más a esa línea de no retorno, tras la cual, empezaría a participar con su marido y su hija, convirtiéndose en una nueva sacerdotisa de esa religión perversa, siempre en busca de nuevos adeptos.
La madre de Luisa, también era tentada por la lujuria de su amiga, quebrantando esos férreos principios morales inculcados por unos padres, que también tenían su lado oscuro, manifestado en una parte del cerebro de ella, inexplorado y adormilado, por temor a que esos recuerdos afloraran y empezaran a dominar sus actos.
La eterna lucha del yin y el yang, que nos va mutando entre ángeles y demonios, en la que todas las perversiones salen a relucir y a veces acaban siendo vencedoras, porque siempre encuentran alguna apropiada para cada persona.
Supongo que la perversión está dentro de nosotros desde siempre y siempre ha luchado por salir a la superficie, y por ese motivo, ha tratado de reprimirse a través de las religiones o normas sociales para que no acaben apoderándose de nuestros actos, dejándonos llevar por unos instintos que supondrían un problema para quien quiere una sociedad ordenada y disciplinada, dentro de un orden establecido, pero a pesar de esos intentos, sigue ahí presente, en muchas personas que ya nacen con esa característica, o se dejan envolver por ella en determinados momentos de su vida.
Un amigo me contaba, que cuando follaba con una mujer, madre de una niña, en esos momentos de máxima excitación, le decía que si no le gustaría que su hija empezara a probar su leche, dándole verga a las dos.
A ella parecía incomodarle esa proposición, aunque seguía follando, quizás imaginando como sería ese acto de máxima perversión, que la hacía excitarse más y provocarle un orgasmo más intenso.
Todo el mundo se puede imaginar actos perversos, pero la verdadera perversión se manifiesta cuando se hacen realidad, cuando la imaginación se lleva a la práctica, impulsados por ese estímulo de ir más allá y traspasar la línea prohibida.
Entonces, esa mujer, con la que follaba mi amigo, un día aceptó su proposición e hizo participar a su hija en sus juegos sexuales, mientras él no cabía en sí, porque una de sus mayores fantasías se estaba cumpliendo. Podía dar verga a esa cría, que ayudada y guiada por su madre, iba descubriendo lo que era el sexo, demostrando que no hay limitaciones de edad para disfrutarlo en su adecuada medida.
La madre era un modelo para su hija, que veía como era follada por mi amigo, como se comportaba ante el placer extremo que sentía, acrecentado por la presencia de su hija que miraba asombrada y excitada con gran curiosidad, el acto más íntimo que puede haber entre dos personas.
Su hija todavía no podía follar, pero si aprender a sacar la leche de un hombre, como lo hacía su madre, con las manos, con la boca, usando la lengua con esa maestría con la que se aprenden las cosas a cuanta menor edad, mejor.
En este momento, como decía antes, ya no hay retorno, sólo hay un camino hacia adelante en esa iniciada senda de perversión, que ha hecho que se perviertan o se cambien unas prácticas normales de sexo entre un hombre y una mujer, al introducir un elemento que lo cambia todo y que convierte todos esos actos en perversos.
Una vez tenida esta experiencia, mi amigo me decía que deseaba encontrar a una mujer que aceptara fundar una familia incestuosa, iniciando a sus hijos en esas prácticas, desde un punto de vista sin límites, enseñándoles a vivir el sexo en su faceta más completa, bisexual, en grupo, pero creo que él refleja mejor lo que supone la perversión familiar, transcribiendo sus palabras:
“”Me gustaría tener con ella una bonita relación donde ambos podamos tener una afinidad que nos pueda complementar y unir mucho como pareja. Quiero amar y querer a esa chica y yo espero que ella me corresponda de la misma manera porque de mi parte, lo voy a dar todo por ella y por la familia que podamos formar. Después de eso, me gustaría que tuviéramos hijos y a partir de ahí, si es que esto se da, tener relaciones sexuales con ellos desde el hecho de una crianza amorosa y cariñosa donde haya respeto, mucho cariño y comprensión, para que ellos puedan crecer abiertos, sin tabúes o prejuicios que limiten su sexualidad.
Me gustaría que en mi hogar hubiera un ambiente donde el sexo este en el aire, donde el nudismo se pueda dar con normalidad, donde el sexo se pueda hacer a puertas abiertas, para que mis hijos puedan ver y escuchar el amor que sus padres se tienen y con ello se puedan unir a nosotros.
A mi hija la quiero iniciar con juegos, caricias, toques muy ricos en sus partes íntimas y con ricos besos en su boquita. También le voy a dar la lechita y mientras esté creciendo, la voy a sexualizar para que disfrute de su cuerpo y del placer de ser una pequeña hembrita. Deseo que mi hija crezca sintiendo el placer de ser una mujer. Quiero que sea una niña alegre, risueña y que disfrute de los placeres que le ofrece su cuerpo.
Con mi hijo haré algo parecido. Pero como él es un varoncito, deseo darle amor como si fuera una nenita, ya que deseo que entienda que puede disfrutar dando placer con su penecito o puede recibirlo por sus nalguitas. A mi hijo lo voy a sexualizar como varoncito y como nenita, deseo verlo tomar los dos roles. Cuando él este con papá, será una nena: deseo follarlo bien rico por su anito, viendo como lo penetro mientras veo su rica y pequeña erección, su pollita paradita y, cuando él este con su mami, será un varoncito, ya que él la follará por donde su mami quiera. Por supuesto que también le daré la lechita en la boca y le comeré la boquita a besos.
La vaginita de mi hija y la pollita de mi hijo serán los dos caramelitos que mi pareja y yo disfrutaremos cuando haya que darles mucho amor, ¡ummm!””.
Como veis, este surrealista párrafo encierra toda esa perversión familiar difícil de igualar y que muchos buscan de forma real o como fantasía, pero mi amiga Luisa me dice que eso existe y que ella conoce a muchas familias así, con las que ha convivido y participado con ellos en sus momentos más íntimos, en los que se puede ver la grandeza de esa forma de vida y el placer que sienten todos los miembros de esa familia al comportarse así.
Ella, en realidad, forma parte de esa red invisible de familias con esta filosofía de vida, que se buscan entre ellas y contactan en esos lugares de libertad donde se encuentran, playas, camping, clubs o cualquier lugar en los que esos encuentros puedan producirse de una forma casual.
En mis relatos ya he descrito como se producen esos encuentros, como a veces, existen unas señales o códigos para comunicarse, sin importar el idioma, el país o lugar de donde se sea. Esa comunión con la naturaleza no entiende de razas ni clases sociales, simplemente del interés por pasar un buen rato, conocer a personas nuevas y ampliar ese círculo de perversión que te hace diferente a los demás disfrutando de unas relaciones que no son aprobadas por esa moral impuesta para vivir en sociedad, pero con las que se demuestra que otro mundo es posible y otra sociedad también.
Luisa sabe mucho de todo esto que estoy contando, aunque ella no se sienta perversa en el sentido “social” de la palabra, porque lo que ella siente es que vive esa “normalidad” que desearía para todos los demás y piensa que los realmente perversos son todos esos que se reprimen “contra natura”, no aceptando esos deseos innatos que todos tenemos desde que nacemos, por lo que me permito también reproducir sus propias palabras, con su enriquecedora visión, como ejemplo de todo lo que quiero transmitir en este relato:
“”Yo parto de la base de que lo que hacemos nosotros en mi familia, no es perversión en el término que se suele nombrar, con esa connotación peyorativa de algo malo, insano; al contrario, para mí y los míos es una liberación y una forma de vida que nos da otra perspectiva de la vida y nos ha enriquecido como personas a nivel humano y físico.
Pero eso no quita para que si haya un componente morboso muy grande, ese morbo, si está ahí y hace todo más fuerte y placentero. Lo que también sabemos es que estamos haciendo algo que los demás en general no ven bien, estás haciendo algo que rompe tabús y va contra las normas establecidas y eso también le da un punto de morbo. Todas esas cosas hacen del acto de follar con tu familia algo maravilloso, que te hacen más feliz y más plena, al menos así lo siento yo.
Y también si das ese paso y lo haces con la naturalidad que nosotros lo hacemos, el amor y esas relaciones son más fuertes de lo que una pueda haber sentido con otras personas, y aún con los años que han pasado, cuando Abel me folla, eso es algo que aunque ha cambiado de las primeras veces , sigue siendo algo fortísimo y pleno, sentirle dentro, mamarle esa polla, ver como se derrama su semen en mi boca, o en mi coño o culo, saber que tu hijo salió de tu coño y ahora entra dentro para darte placer….., es algo insuperable y que no me canso de sentirlo.
Por supuesto, esas primeras veces son algo sublime, es algo que no puedo explicar, y tenerlo como si fuera mi maridito a los trece años durante todo el día dándome sexo de una u otra forma, verlo como se esforzaba por darme placer y decirme a esa edad que lo que quería era que él fuera el mejor follador que hubiera tenido; pues eso me decía el cabroncete ya a esa edad, que quería ser el que mejor me follara, en eso era muy precoz, aunque claro, la enseñanza que había tenido era muy grande, con las señoras que ya se había follado, aparte de a mí, que ya le habían dado una experiencia que ya quisieran muchos, por eso digo que tenerle a esa edad, con esa energía y esas ganas de dejarte satisfecha, y no solo a mí, a su hermana también, aunque se decantara más por mí, pero Sara ya le buscaba también para que se la follara ya que con los amiguitos que la follaban no tenía bastante porque necesitaba mucho sexo, casi más que Abel.
Desde los doce hasta los diecinueve, mi hija era una ninfómana total, alguna vez se le escoció el coñito, porque le gustaban las pollas de los señores mayores, y hubo que darle cremas y parar algunos días, pero cuando le pasaba eso, como quería seguir follando, lo hacía por el culito y así seguía.
Pues eso que te cuento, si lo puedes vivir sin prejuicios y con amor es lo mejor que la vida nos ha dado a nosotros. Es algo que nos ha unido y que si viviéramos un millón de años seguiríamos unidos igual.
Por eso te decía al principio que a mí lo de perversión no lo tengo en mi diccionario, para mi perversión es usar la fuerza, violar, hacer algo contra una persona sin su consentimiento, sea lo que sea, pero esto no.””
Suele pensarse que los hombres son más perversos que las mujeres, pero por mi experiencia, la realidad no es esa, porque aparte de lo manifestado por esta amiga, he tenido contactos con otras mujeres que han dado rienda suelta a su perversión, de una manera que pocos podéis imaginar, como el caso de esta madre, que me contaba con gran sentimiento de culpa todo lo que hacía con su hijo:
“”He leído muchos de tus relatos, y aparte de felicitarte por ellos, me han sorprendido tus grandes conocimientos sobre estos temas de la sexualidad humana más transgresora o amoral, por lo que siento la confianza suficiente para contarte mi caso, que no he podido compartirlo con nadie más, por las razones que entenderás.
Desde que tuve a mi hijo Jaime, me han ido viniendo unos pensamientos a la cabeza que no lograba comprender, porque yo nunca había sentido ese tipo de cosas ni tenido esas inclinaciones un tanto raras, podría decir, aunque luego me di cuenta de que no lo eran tanto.
El caso, es que no sé por qué extraña razón, desde un principio me encantaba excitar a mi hijo, hacer que se le pusiera la pollita dura y el ver cómo le gustaba eso a él, me llenaba de morbo y no podía parar de hacerlo cuando tenía ocasión.
Cuando empezó a ser un poco mayor para bañarse en la bañera, yo me metía siempre con él, gustándome especialmente tenerle sobre mi cuerpo, sentir su piel resbaladiza por el jabón junto a la mía, ponerlo entre mis pechos, entre mis piernas, abrazarlo y hacerle sentir mi calor, subiendo mi excitación hasta unos límites insospechados que me hacían masturbarme allí mismo, sin importarme su compañía o quizás, motivada por ella, sintiendo un morbo como nunca había sentido.
Después de correrme, allí en la bañera con él, siempre me sentía culpable de haber hecho eso, pensando que no tendría que repetirse, pero volvía a pasar una y otra vez, siendo cada vez más atrevida y perversa con mi hijo, estimulando su pene sin complejos, lamiéndoselo y mamándoselo sin pudor, hasta hacerle temblar por las sensaciones de placer producidas en su cuerpo.
Yo le permitía que él también disfrutara de mis pechos, jugara con ellos y los mordiera con entusiasmo, metiera su mano en mi coño y torpemente fuera aprendiendo los secretos para hacer gozar a una mujer, provocando que mis orgasmos con él acabaran siendo más intensos que con mi marido, por lo que cada vez buscaba más esos momentos íntimos con mi hijo, ya no solo durante el baño, sino en su cuarto o cualquier lugar de la casa, cuando estábamos solos.
Me siento una mala madre pervirtiendo de esta forma a mi niño, pero no puedo evitar pajearle hasta que saca su juguito y deja mis manos pegajosas o lo saboreo con la lengua. ¿Qué pasará cuando crezca y quiera follarme? Pues creo que me abriré para él y le dejaré entrar dentro de mí para que se derrame en mi coño. Tendré que aceptar que me llame puta y zorra por dejarme follar mientras lo hace y yo me sentiré dichosa de que eso sea así. Pero, ¿cómo me sentiré cuando me entregue a mi marido, y se ponga a follarme, sabiendo yo que su hijo ha profanado su templo y que su polla me da más placer que la de él?””
Por suerte, a través de todos estos testimonios que me han llegado durante estos años, he podido conocer a personas con una vida muy intensa, llena de perversiones, si se pueden entender así, aunque un rasgo común de todas ellas, es que no las consideran así, sino que es algo normal que fue pasando en sus vidas, como las múltiples anécdotas de este otro amigo, mayor también, con toda una vida digna de contarla en múltiples relatos.
Iniciado en el incesto por su madre y su tía a corta edad, pudo presenciar a los 12 años, fuertes escenas de zoo y sexo extremo en esos campings liberales de la Francia de los años 60, 70, habituándose luego a todo tipo de ambientes de prostitución y espectáculos porno de lo más extravagante, aunque él nunca pagara a una puta, porque nunca lo necesitó, en una España puritana en la que se permitía ese “mundo paralelo”, como válvula de escape a tanta represión, supongo.
Luego, su trabajo, le permitió recorrer toda Europa, en la que se sintió atraído igualmente por esas mentalidades que le sorprendían cada día con sus costumbres, como cuando en Finlandia, un cliente le ofreció dormir con su mujer, como signo de hospitalidad, comentándole sus “especialidades sexuales”, o sus experiencias con otras mujeres casadas con relaciones abiertas, que eran ofrecidas por sus maridos y disfrutaban viendo cómo eran folladas, sin que faltara el zoo, BDSM, transexuales, etc, al igual que todo tipo de relaciones con otras familias incestuosas, que vivían su situación con total normalidad y le abrían su casa para integrarle en sus juegos sexuales en familia, así como muchas más experiencias a lo largo de todo el mundo, excepto en Oceanía, según me dice él mismo..
Aunque él no considere su vida como una sucesión de situaciones perversas, es obvio que si lo fueron, y así lo vería todo el mundo si fuéramos desgranándolas una tras otra al detalle.
El “Mundo Cuckold”, está lleno de perversión igualmente, con todo tipo de intercambios, ofrecimientos y fantasías que algunos llevan hasta sus últimos extremos, como que preñen a sus mujeres y que les den hijos de otros hombres. Mujeres muy putas, si queréis llamarlas así, o emputecidas por sus maridos para que disfruten de todo tipo de pollas, incluso con varios hombres a la vez, incluidos sus maridos, o como meros espectadores de ese espectáculo que les llena de adrenalina, al igual que esos otros hombres que la sienten ocupando en las camas de mujeres casadas el lugar del marido, disfrutando de ese privilegio concedido a ellos en el momento de su matrimonio.
Y como la perversión existe desde que el mundo es mundo, no podía faltar referirme a una cultura milenaria como la gitana, con unas tradiciones que en parte, continúan en nuestros días, y que igualmente pueden entenderse desde un punto de vista perverso, como en este pequeño extracto de una historia sucedida hace muchos años, que me contó un payo que se casó con una gitana muy joven, por lo que tuvo que adaptarse y asimilar esas costumbres para poder vivir entre ellos como un gitano más, algo que os muestro con todo mi respeto hacia quien me lo cuenta y a la cultura gitana, cuyo contacto surgió a causa de un relato sobre una familia gitana:
“”Las gitanas son unas mujeres muy calientes, expertas en transmitir morbo y siempre encuentran una amiga paya a la que removerle las ideas y escandalizar… Cuando conocí a mi esposa, saber de ella y su vida fue un shock que me costó años asimilar… y aún sigo en eso, la verdad. Como tú dices, lo maman desde niñas, y si me permites el chiste, en otras épocas la mamaban desde igual…
Los padres comprometían a sus hijas en matrimonio desde pequeñas….. Naturalmente, eso no las sacaba de la circulación y sus familiares y compadres tenían acceso a ellas. A mí, el Patriarca del pueblo me pidió a mi hija Rosa en matrimonio para su sobrino…, me negué, solo tenía ocho años!!! Mi mujer me dio la razón, pero me pidió que no me hiciera el escandalizado y respetara sus costumbres. A cambio, el Patriarca decidió que si no era para su sobrino, Rosa iba a ser para él… Y no tardo en llamarla a su casa a menudo…, pidiéndole que le hiciera “visiticas”….., a mí era algo que me alteraba en todos los sentidos posibles, pero las cosas eran así y cuando un Patriarca manda, ahí es la ley… Entonces, me sentía culpable… Hoy, supongo que entiendo que esas eran sus costumbres…
Su mujer, por su lado, no estaba nada intranquila…, al fin y al cabo, mi hija no iba a quitarle el marido. Y ella era una de esas gitanas orgullosas del poder de su marido…y también de su poderío sexual, que para ellos es tan importante. Pensé en protestar, pero mi mujer me quito la idea de la cabeza, diciéndome que si no aceptaba, nos expulsarían del pueblo… He de decir que me ayudo el haber visto que esas situaciones no eran nada nuevo entre ellos…, aunque si me asusto un poco el que no dejara a la nena ni a sol ni a sombra…””
Pero ahondando en este concepto de “perversión”, ¿qué puede ser más perverso que la transformación de un cuento infantil en un relato obsceno que un padre lee a su hija para excitarla y pervertirla, satisfaciendo sus deseos más libidinosos?, ya que dicen que los cuentos infantiles, en su origen, eran historias perversas para mayores, que posteriormente fueron modificados para adaptarlos al público infantil.
En uno de mis relatos hice una especie de versión perversa de un cuento infantil, al igual que hizo otro autor, amigo del Foro, la suya también con una gran maestría, haciéndonos pensar, atendiendo a esa definición de perversión de cambiar algo o invertirlo, sobre ¿dónde está la mayor perversión, en modificar una historia para adultos para que puedan leerla los niños, o en lo que hicimos nosotros, recrear un cuento infantil para volverlo obsceno y pervertido para mayores?
Extraigo unos párrafos de este magnífico relato que hizo este amigo, en el que puede que esté la respuesta a esa pregunta:
“”Alicia es una pequeña niña, ella es una nena un tanto retraída pues con frecuencia se evadía en los clásicos cuentos infantiles, todos le encantaban, pero había uno en particular que le fascinaba, ese era Alicia en el país de las maravillas.
Eso es un tanto raro porque este antiguo cuento del 1800, es una historia muy extraña, con un argumento e inquietantes personajes, que resulta de lo más extravagante y surrealista.
Quizás esa extraña fascinación que la niña sentía por ese cuento, era porque de misteriosa manera, su mamá siempre se lo leía por las noches antes de dormir, y parecía que ese cuento representaba algo especial para la madre, la cual por desgracia había muerto hacía poco más de un año, pero Alicia aún la recordaba, acordándose de cuando su mamá le solía leer esa historia todas las noches.
Mario por las noches continuó leyéndole sus cuentos favoritos, como hacía su madre, pero de extraña manera, la niña siempre le pedía que le leyera el cuento que mami le solía leer.
La madre de la cría le había puesto de nombre «Alicia» porque a ella también su madre solía leerle ese cuento por las noches antes de dormir, y también a ella le fascinaba dicha historia.
El secreto que la mujer celosamente guardaba y que nunca se lo había contado a nadie, era que su padre también la manoseaba y la comenzó a estimular desde que esta era muy pequeña, mientras le leía algún cuento, que ella escuchaba ensimismada, junto a esas sensaciones placenteras que le procuraban los manoseos de su padre.
Por eso, cuando su marido acudía todas las noches a comprobar si su hija estaba bien y a la vista de las largas dilaciones del marido al ir a revisar a la cría por las noches, su mujer se daba cuenta de que también estaría aprovechando para manosearla y se masturbaba en silencio, imaginando como su marido disfrutaba de la nena, sobándose el coño de manera frenética, teniendo obscenas y entrañables reminiscencias.
Recordaba llena de lujuria como su papá, con hábil lengua le comía el chochito, lo lamía y lo chupaba, igual que su marido estaría haciendo con su hija, hasta provocar que la niña tiritando de gozo y de placer, le entregara todo el elíxir de su jugoso e infantil coñito en deliciosos orgasmos, que en muchas ocasiones aparentaban ser orgasmos múltiples, ya que la niña pareciera nunca terminar de temblar y estremecer todo su cuerpo, y después de ser liberada de tal tortura de placer, el padre la descansaba desmadejada y atontada casi al borde del desmayo mismo por tan profundos y perversos deleites.
En el trascurso de esas perturbadoras noches de sobadas, manoseos y comidas de coño a la niña, papá le fue dilatando el coño y el culo, un poco cada noche, pues la quería tener preparada para cuando la cría fuera un poco mayorcita y poder montarla y follarla a entero placer. Y así fue, cuando la cría ya tuvo la edad adecuada, papá la comenzó a montar y a follar con sexo puro y duro, dándole por la raja y el culo, y en el silencio de esas interminables noches de intensas folladas, solo se escuchaban gemidos y jadeos, y el obsceno chapoteo al bombear una babeante verga dentro del encharcado chochito de la cría.
La mujer de Mario nunca se atrevió a confesar cómo papá la hacía gozar cuando ella era pequeña, y tampoco nunca le confesó que se daba cuenta de que él, gozaba de su nena, perdiendo la oportunidad de haber podido disfrutar los tres, de deliciosas sesiones y profundos goces en lujuriosas fiestas orgiásticas en familia.
Hasta que una noche en que le leía el cuento que a ella le fascinaba, el padre le preguntó cuál era su personaje favorito del mismo, la niña sin dilación respondió que era el conejo blanco, y a Mario se le ocurrió una idea de lo más perversa y perturbadora que pronto llevaría a la práctica.
En pocas semanas sería el cumpleaños de la nena, y a Mario se le ocurrió hacer una fiesta infantil de corte temático, y ¡Claro! el tema sería ese extraño cuento que a la nena tanto le fascinaba.
Los críos iban disfrazados acorde a los personajes de la historia, Ana, la amiga de Alicia, por su parte, se disfrazó de «Miranda La reina blanca» La cría se veía hermosa con su delicioso cuerpecito de adolescente y esos hermosos ojos color miel. Y cómo no podía ser de otra manera, Alicia, con un maravilloso disfraz de «Alicia en el país de las maravillas» con su amplio vestido azul, su moño y zapatillas negras, y el clásico delantal blanco.
La niña no podía creer lo que estaba viendo… El padre estaba de pie, a unos cuantos pasos de la cría, con un disfraz de conejo blanco, como el personaje del cuento, el disfraz era de lo más realista y perfecto, con un chaleco rojo y hasta tenía un gran reloj de bolsillo que sobresalía de una de las faltriqueras de la prenda como el del personaje del cuento, el disfraz le quedaba perfecto, hasta pareciera que se lo hubieran confeccionado a la medida, que no sería nada extraño, dadas las excentricidades y perversiones del padre.
El impecable disfraz de conejo tenía en la parte de la entrepierna un perfecto corte circular, de evidente manera hecho a la medida, porque esa parte del atuendo quedaba ajustado, de seguro apegado a los planes para lo que se había confeccionado.
La pequeña se limitó embobada a mirar con la boca abierta y con ojos grandes como discos, cómo papá se sacaba el enorme bicho con todo y huevos por el hueco de la entre pierna del disfraz de conejo, la cría se sonrojó y sintió que una oleada de calor fluía por todo su pequeño cuerpo.
Por el perfecto orificio circular, se presentaba de manera impetuosa y avasalladora, esa enorme polla de papá, de hinchadas y azules venas que se marcaban por toda la longitud del grueso tronco, con unos enormes huevos perfectamente depilados, con un profundo rubor, de seguro por la excitación o quizás por estar pletóricos y rebosantes de semen.””
Quizás pueda suponerse que todos estos relatos son inventados, y en parte lo serán, pero contrariamente a lo que se pueda suponer, la perversión no solo está en los más recónditos rincones de Internet, sino que también se encuentra a la vista de todos, en los periódicos o diarios digitales, en la TV o cualquier medio de comunicación que explota el morbo de estos casos para ganar audiencia y beneficio económico, reflejando realidades que superan ampliamente la perversión de esas supuestas ficciones, por lo que no es extraño encontrarnos con noticias o reportajes como estos:
“”Adolescente se queda embarazada de su hermano, ya que dormían juntos y hacían vida de pareja con la complacencia de sus padres, que lo permitían. Igualmente se investiga si el hijo puede ser de su padre, ya que también tenía sexo con su hija.
Estos hechos se venían produciendo desde siempre, alegando los padres, que eso es normal en su país, forma parte de su cultura y todo se va arreglando dentro de la familia.””
O estas otras, donde también se habla de niñas embarazadas, algo que siempre llama mucho la atención y el morbo de quien lo lee, porque ¿qué imagen hay más perversa que la de una niña embarazada?:
“”Una niña de 12 años da a luz en su casa. El embarazo se produjo durante el inicio del confinamiento y el parto llegó por sorpresa, mientras su familia asegura que no sabía que la niña estaba embarazada, desconociendo quien puede ser el padre.””
En los comentarios de la noticia, se dice irónicamente que haciendo un test de paternidad no sería difícil averiguarlo, al haberse producido el embarazo durante ese periodo más duro del confinamiento en el que no se podía salir de casa.
Otra más, cuya lectura te desarma completamente:
“”La niña de 12 años embarazada tuvo relaciones consentidas con un niño de su edad, por lo que no se apreciaron indicios de agresión sexual ni abuso, al ser el padre inimputable.””
Algo que puede suceder cada vez con más frecuencia, teniendo en cuenta el precoz acceso al porno de los niños, que ponen en práctica eso que ven y aunque este caso, dentro de sus graves consecuencias, pueda tener su gracia y suscitar ternura, hay otras que resultan realmente dramáticas:
“”Una menor de 11 años fue sexualmente abusada durante 10 meses por su abuelastro de 61 años y resultó embarazada, por lo que estaba acogida en una Institución de la Iglesia Católica, junto a otras “niñas en situaciones similares”, con el fin de que no abortara y llevara su embarazo a término.””
Una se pregunta dónde hay mayor perversión, si en el hecho de que una niña de esa edad resulte embarazada, o en el empeño de que acabe teniendo el bebé con el evidente riesgo para sus vidas.
Por otra parte, desde siempre, el sexo se ha utilizado como moneda de cambio, o como objeto de extorsiones, dando lugar a casos como este:
“”Una mujer tiende una trampa a un septuagenario, ofreciéndole tener sexo con su hija de 14 años. Demasiada tentación para un hombre de esa edad que aceptó a cambio de acogerlas en su casa, donde durante un tiempo tuvo relaciones con las dos, pero después, la madre empezó a chantajearlo, pidiéndole cantidades de dinero, que él le iba dando, hasta que le pidió poner su casa a nombre de ella, por lo que los hijos de este hombre acabaron enterándose, descubriendo las perversas prácticas de esa mujer.
Para calmarlos, esta mujer también les ofreció a su hija, lo que uno de sus hijos aceptó igualmente, pero el otro la denunció, con la desaprobación de su otro hermano y padre.””
En otros casos, la perversión suele manifestarse de forma más festiva, como esta:
“”En una localidad del centro de Argentina, un grupo de madres ofrecieron un espectáculo sexual a sus hijos menores de edad, durante la fiesta de cumpleaños de uno de ellos, como regalo. Ellas se excusaron alegando que el alcohol les había jugado una mala pasada, aunque al final acabó sabiéndose que también habían mantenido sexo con ellos y que posteriormente continuaron teniendo esas reuniones que se convertían en una especie de orgía familiar, mientras sus maridos eran ajenos a ello.””
Leyendo estas noticias, es fácil imaginarse y recrear todos esos sucesos, siendo inevitable excitarse para alguien que disfrute del morbo y de esa perversión que suscitan unos hechos que pueden pasar en cualquier lugar, cuando menos te lo esperas, e incluso pensar que puedas ser tú el protagonista en ese mundo soñado en el que los actos no tienen consecuencias, porque solo piensas en el placer que pueden ofrecer.
Y así podríamos seguir con muchos más casos, a cada cual más sorprendente, pero cada uno tendrá su opinión sobre cuál de estas visiones de la perversión, es la que más se acerca a lo que él entiende por ese concepto, o quizás todas lo sean en la misma manera, y solo cambia la forma de vivirlas.
Quiero dar las gracias a todos los que han colaborado conmigo, aceptando ser parte de este relato.
BRUTAL Bro! Excelente Introducción. no me esperaba que luego de esa introducción llegaría un comprimido de anhelos, anécdotas, comparativas y relatos, que me dificultaría el terminar el leer, puedo decir que está es mi segunda vez que tuve que luchar con las ganas de explotar cada tres minutos por leer en mi humilde opinión una obra maestra.
Te quiero Bro!
Increíble la calidad del relato, muy talentos@.
Me gustó tu relato felicidades de lo mejor que he leído