"Pídemelo, te escucho…"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
– Por favor no te vayas, no me dejes sola justo hoy – Dijo Anne hecha un ovillo sobre la alfombra roja del living, mientras clavaba sus ojos en John- te necesito – susurro.
– Tu sabes que no me necesitas Anne, solo necesitas a alguien, pero no es a mi justamente, no te aflijas más – bajo la mirada y se arrodillo a su lado – debo irme, ya es demasiado tarde y estarás bien, te repondrás – luego se levanto mientas ella dejaba que cayeran sobre el tapete algunas lagrimas, no estaba triste, eran lagrimas de cansancio y de bronca porque John ya había decidido irse a penas había llegado, él tomó su bolso que descansaba al lado de la mesa ratona, y le regaló una última sonrisa a la muchacha antes de cerrar la puerta de calle.
Luego Anne, se levantó del piso y sacudió de su calza negra algunas pelusas rojas que le había dejado la alfombra. Caminó hasta la barra de la cocina mientras se deshacía de su remera y quedaba solo con el sostén, estaba acalorada y cansada. Buscó algo para beber sobre la mesada, no había nada ya era hora de hacer las compras, decidió hurgar en la heladera, encontró una cerveza, la tomó y se sentó sobre la isla de la cocina. El mármol estaba frío, y eso la relajaba. La excitaba. Mientras sostenía la lata de cerveza con una mano, introdujo la otra debajo de la calza, corrió sus bragas y recorrió suavemente su pubis. John tenía razón, ella no lo necesitaba, solo quería alguien que se quedara esa noche, para que, después de un rato de charla vacía y absurda y algunas cervezas, la pusiera boca abajo en la cama o el sofá y la ayudara a descargar las tensiones acumuladas.
Claro que John lo sabía, y estaba cansado de este jueguito, maldito John, maldito desgraciado que no quería coger con ella. Seguramente estaba enamorándose de la idiota de Jeny, ella podría darle lo que Anne no, una relación sincera. Una relación, fin. Por un segundo dejó de pensar en John y se concentró en su clítoris que sostenía justo entre los dedos, mientras a su vez introducía el mayor entre los labios de la vagina, podía sentir como aflojaba cada músculo de su cuerpo, y concentraba toda la tención en la entrepierna. Dejó caer la lata de cerveza sobre la gran mesada de mármol, se deshizo de la calza y de las bragas que ahora estaban bastante húmedas, soltó el sostén y se recostó para estar más cómoda, desde esa posición estiró el brazo casi hasta el borde de la mesada y tomó su teléfono.
– Hola –dijo una voz suave al otro lado de la línea telefónica.
– ¿Te encuentras libre ahora?
– Hola Anne, acabo de llegar a mi casa, claro. ¿Quieres que vaya?
– ¿Tú qué crees?- respondió la joven
– Creo que esta vez deberás pedírmelo- dijo el muchacho en tono seductor- te escucho…
– Desnuda, en la isla de la cocina, he empezado sin ti, puedo terminarlo sin ti también si no te interesa.
– Dilo Anne, porque si pudieras terminarlo sin mí no estarías llamándome.
– ¿Aun conservas la llave de mi casa? Pregunto ella mientras se acariciaba el pubis lampiño nuevamente.
– Si…
– Ok, tu ganas… ¿Por favor, puedes venir Math?
Anne, escucho como el teléfono enmudecía, luego de formular la pregunta. Al cabo de medio minuto se oyó en la cerradura una llave, era Math, que tras cerrar la puerta de golpe, abandonaba la entrada con paso ligero y se acercaba hasta la joven recostada sobre el mármol, mientras caminaba hacia ella, dejaba caer al piso las llaves con una mano y con la otra bajaba el cierre de los jeans azules que llevaba puestos esa noche, y liberaba su miembro erguido, antes de que ella pudiera decir algo él ya la había tomado por la cintura. La embistió sin preámbulos, ella se estremeció al sentirlo dentro tan bruscamente, el salió de ella y mientras volvía a introducirle su miembro rígido con fuerza, le dijo – La próxima vez, cuando llames, pídelo de una vez y nos ahorramos este jueguito. –Este jueguito es lo que te pone así- dijo ella, mientras reprimía un gemido para poder terminar la oración. – ¿Tú crees? – Dijo él volviendo a penetrarla, pero con suavidad esta vez. Soltó su cintura para deslizarle la mano por las caderas y sentir la tersa piel de Anne, luego la miró fijamente y mientras se inclinaba para llevar uno de los pezones a su boca, la sujetó por las caderas y la levantó en el aire, obligando así a que ella rodeara con las piernas la cintura de Math. Él la llevó consigo hasta una de las paredes blancas de la cocina y siguió propinándole placer con fuerza.
Él lo hacía bien, y ella se volvía loca cuando la cogía, siempre había sido así. Anne, no podría resistir mucho más, deseaba terminar con todas sus fuerzas, descargar por fin sus energías, olvidarse del terrible día que había pasado, pero Math no era de los que hacían las cosas rápido, y cuando notó que ella estaba al límite, la separó de su cuerpo y la sentó nuevamente en el mármol helado, ella saltó por el frío yo observó con atención lo que él hacía. Math caminaba en dirección a la heladera. –Cúbrete lo ojos – le ordenó. Anne no dudó en hacerle caso. Él abrió la puerta del freezer y tomo un hielo que luego mordió y sostuvo con su boca, se inclinó sobre el pubis de Anne, y localizó el clítoris, justo allí la rozó con el hielo, Anne gimió fuertemente, de frio, de placer, de dolor, de excitación, de todo un poco.
Math tomó el hielo y lo dejó a un costado, luego pasó su lengua fría por los pezones de la muchacha que aun mantenía los ojos cerrados. Beso suavemente su piel subiendo por los pechos hasta llegar al rosto, y una vez cerca de su oreja, le dijo al oído – Aunque creas que tengas el control, debes recordar que eres mi puta- Anne se mordía el labio inferior mientras Math continuaba susurrando, él prosiguió- y como tal, harás lo que yo te diga, ¿Me entiendes?- Ella asintió con la cabeza en un gesto rápido, y él tomó la mano de Anne y la llevó hasta su entrepierna – Tócate, tócate para mí, como lo estabas haciendo cuando me llamaste, quiero verte- La joven hizo caso omiso a lo que Math le indicaba y comenzó a masturbarse frente a él. Ella abrió los ojos y le clavó la mirada, se tocaba con deseo y desesperación, se tocaba para él, para mostrarle su excitación, su deseo. Anne gemía, cada vez más alto. Math la contemplo unos segundos y al cabo de un instante, la tomó nuevamente por sorpresa, retiró la mano de la chica y la penetro fuerte e intensamente, una… dos… tres veces, entonces Anne susurro;
–Oh… si, no pares, haré lo que tú quieras, pero no pares… creo que voy a acabar, acabaré… para ti…
-Si, eso quiero – le respondió él embistiéndola aun con más fuerza mientras se sujetaba de sus senos- Vamos quiero escucharte.
-Por Dios, Math si! – Grito ella, y pudo sentir Math sus espasmos, lo que lo excitó aun más, sin previo aviso la tomó por la cintura y la giró sobre la mesada dejándola boca abajo. Pasó su mano por la vagina completamente mojada y empapó sus dedos de fluidos, abrió bruscamente las nalgas de Anne, y la lubricó con su propio néctar. Luego la penetro lentamente por detrás, se inclinó sobre la espalda de la chica y apoyó su mentón sobre la oreja de Anne – Así que harás lo que yo quiera ¿Verdad?, pues lo que quiero es que lo goces. Ella asintió y le dijo –Quiero sentirte Math, quiero sentir como acabas dentro de mi- A penas Anne terminó la oración Math ya la embestía con fuerza, él sentía como a cada movimiento, la joven se dilataba más, dándole paso a su rígido miembro. Math no podía más – Esto es todo para ti, querida – Le dijo, cuando por fin estaba por acabar, gimió con todas sus fuerzas, y en ese momento
Anne pudo sentir como el semen caliente la recorría lentamente. Estuvieron algunos segundo más en la misma posición, luego Math se salió de Anne, y dio la vuelta al otro lado de la mesada, donde se encontraba el rostro de Anne de cara al mármol, le tomó la boca, y le introdujo su pene que aun mantenía rigidez, ella lo lamió hasta dejarlo impoluto, entonces el joven se retiró y buscó sus jeans, también tomó las llaves de la casa de la chica y salió desnudo al pasillo del edificio. Luego Anne escuchó cómo se abría la puerta del departamento de al lado, su vecino ya estaba otra vez en casa.
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