PLACER DE DIOSES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Jotaene.
Mientras ella se abandonaba a su tierno amante, una calma se asento sobre ella. Se desperezo como una gata, frotando sus nalgas contra la ingle de el. La respiracion de el se obstaculizo, y sus golpes se alargaron. El pecho tras ella se volvio mas caliente. El sudor cubrio su piel, facilitando el deslizamiento, mientras se movian en empujes opuestos al otro.
Una mano se alzo para acariciar su pecho, presionando la carne y apretandola gentilmente, antes de tomar el maduro pezon entre sus dedos. Sus habiles dedos lo rodearon y tiraron de ellos, hasta que su punta se puso erguida y exquisitamente sensible a su toque. Elena se convirtio en algo incapaz de pensar. Las sensaciones gobernaron sus movimientos. Cuando su mano se deslizo hacia debajo para encontrar su clitoris, una tension nerviosa serpenteo dulce y profundamente en su vientre. Incoherentes gemidos salieron de su garganta.
—Ah…. Ah….
— Estamos a punto, cariño.— murmuro el.
— Casi – gimio ella.
Abruptamente, el la empujo sobre su estomago, manteniendo la conexion. Sabiendo lo que el queria, ella extendio sus muslos bajo el, y el la puso de rodillas, con una mano alrededor de su vientre, hasta que su trasero estuvo en el aire.
— Dime como lo quieres.— Pidio el, con voz ronca, casi estrangulada.
Recordando otra vez en que ella habia estado de rodillas delante de el, enterro su cara en los brazos y pidio la cosa que mas fervientemente deseaba.
— Azotame, por favor. Hazme arder. Su respuesta fue rapida. Unas largas manos palmearon sus nalgas, luego una cortante palmada fue administrada a cada nalga, seguida por dos rapidos y profundos empujes de su miembro.
Elena gimio y levanto mas su trasero, ansiando la tierna violencia de sus manos. Las palmadas cayeron en rapida sucesion, calentando su trasero, mientras sus caderas bombeaban contra ella, conduciendo su pene mas y mas profundamente. Finalmente, con su piel hormigueante y caliente, el se recosto sobre ella, asiendo sus pechos en sus manos, golpeando ferozmente contra su trasero.
Los mezclados olores de su excitacion sexual perfumaban el aire. Ambos gruñeron y jadearon al ritmo del vientre de el contra el trasero de ella. La friccion la hizo arder, cada vez mas ardientemente, mientras su trasero y su sexo acogian sus castigadores empujes.
Entonces su orgasmo cayo sobre ella, constriñendo sus pezones en unos deliciosamente llenos puntos de dolor, mientras su sexo ondeaba con las contracciones, apretando y latiendo alrededor del miembro de Tino, tirando de el mas profundamente en su interior.
Una repentina ola de calor liquido exploto dentro de su cuerpo. Oyo su bramido de extasis, que salio volando tras el. Mas tarde, los brazos de Tino la acunaron mientras la respiracion de ella salia en cortos sollozos. Una mano enmaraño su pelo, mientras la otra frotaba su escocido trasero.
Mientras ella escuchaba con su oreja pegada a su pecho a su corazon desacelerando. Envueltos en los brazos el uno del otro, se durmieron.
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Ansioso por darle cualquier cosa que quisiera, y ansioso por llenar su cuerpo y su vida, Tino rapidamente desabotono sus pantalones y los deslizo de un empujon por de sus caderas. Elena se levanto para quitarse su traje y lo empujo lejos de la cama. Se reunieron en el centro de la cama, las manos inquietas, buscando los cuerpos del otro, intercambiando caricias y besos. Elena se monto sobre el y buscando entre ellos, agarro su miembro con una mano, introduciendolo poco a poco a su vagina.
Con un solo contoneo de sus caderas el se clavo hasta el fondo, hasta donde podia alcanzar, queriendo ser una parte de ella, queriendo que ella admitiera que era una parte de el.
— Te amo.— susurro Elena y se apoyo sobre su pecho para besarle. El cerro los ojos por un momento, saboreando sus palabras. Te amo, repitio. El la irguio para poder verle lacara.
— Te amo.— le respondio.
Elena contuvo un sollozo y comenzo a moverse, lentamente al principio, con los ojos cerrados de placer. Sus manos se agarraron firmemente a sus hombros, apoyandose sobre el. Sus caderas, suavemente enrojecidas, provocaron la friccion entre su endurecido miembro y su humedo canal. Hasta que el calor los consumio a ambos.
Cuando ella grito aliviada, se relajo, descansando sobre el y el la sujeto hasta que sus corazones se calmaran. Durante un buen rato, se mantuvieron pegados el uno al otro. Luego, en cuanto fue recobrandose, Elena, totalmente despeinada, se limpio las lagrimas de su cara.
— Ahora es demasiado tarde para que cambies tu forma de pensar. Estas unida a mi. No puedes irte
Autor: Jotaene
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