Poda 13 (La continuación)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por renegadomonti.
Los días se fueron sucediendo siempre de la misma manera.
Sexo, sexo y más sexo.
Estas niñas parecían, y lo eran, insaciables.
Con el tiempo Pao también me entregó la virginidad de su culito, y era mí preferido, ya que siempre durante nuestras maratónicas secciones sexuales, su culito, ese hermoso y estrecho culito, recibía la visita de mi viciosa verga en donde me fascinaba depositar mi semen.
Es que el culito de esta niñita parecía que no acusaba la continua incursión de mi verga por su conducto, ya que mantenía siempre su estrechez, y ella disfrutaba ser enculada.
Al principio sufría, pero también le gustaba, luego, con el correr del tiempo y de sucesivas enculadas, seguía padeciendo dolor cuando comenzaba la introducción, pero luego se entregaba por completo al placer de sentirse perforada por mi verga, que sin ser monstruosa, era, y es, bastante importante, sobre todo en su grosor.
En cada encuentro ella misma me pedía ser enculada y competía con su hermana mayor a ver a quién le gustaba más.
Entre Pao y Lara, yo prefería el culito de Pao, aunque como es obvio, esto nunca se los dije, al igual que cuando podía elegir quién me chuparía la pija, por supuesto que elegía a Pao.
Esta criatura era todo sexo.
El solo hecho de mirarla ya despertaba en uno los deseos de poseerla y desplegar en ella y con ella todo el catálogo del sexo.
Lara, también era sumamente sugerente al mirarte y al moverse delante de ti.
Su cuerpo, más formado y desarrollado que el de Pao, pero sin haber perdido totalmente sus formas aún infantiles, te llamaba a cometer las mayores locuras sexuales en el mismo, pero los orificios de Pao eran especiales No se estiraban.
Cada vez que la culeaba, sus huecos retomaban el tamaño anterior.
Se dilataban durante el uso, y luego se contraían al dejar de perforarlos.
Ustedes me dirán que esto es normal y natural, pero sus agujeros volvían a ser casi tan estrechos como antes de desvirgarlos.
Sus orgasmos eran monumentales.
Gritaba como si la estuvieran matando.
Besaba, mordía, me clavaba sus uñitas, apretaba, empujaba y se deshacía en cada orgasmo.
A veces hasta llegaba a llorar.
Otras me insultaba como si yo fuera el peor hombre del mundo.
Pero así era ella.
Y lo sigue siendo.
Al menos cuando ocasionalmente nos reunimos, lo primero que me pregunta es si tengo tiempo para ir a culear.
Y aunque no disponga de ese tiempo, les aseguro que lo invento, lo fabrico, lo hago, pero no pierdo la oportunidad de culearme a tan bella niñita¸ hoy una hermosa joven, ya que ahora tiene 22 añitos.
Su hermana, Lara, siempre más recatada, más reservada pero igual de fogosa y siempre dispuesta a una buena cogida, ha formado pareja con un buen hombre de 35 años y vive en otro país.
Pero esto no es motivo para que cada vez que venga a visitar su familia, su madre y hermana, me avise a mí y concertemos un fogoso y lujurioso encuentro.
Pao vive junto a su madre en otra ciudad.
Acaba de ingresar a la universidad y le va muy bien.
Yo hasta el tercer año del secundario le costee sus estudios y les ayudaba económicamente, pero en ese tiempo, su madre formó pareja con un hombre y se mudaron a la ciudad donde trabaja y vive este hombre.
Su madre luego de aquel desgraciado suceso quedó totalmente desamparada, por lo tanto siempre les ayudaba económicamente.
Creo que ella sabía que yo me cogía a sus hijas, pero miraba para otro lado.
Durante el proceso de investigaciones por el asesinato del marido, salió a la luz que este hombre se culeaba a Lara y que en más de una oportunidad había intentado cogerse a Pao.
Obvio que todo esto trae aparejadas pericias forenses y todo eso.
A raíz de ello las niñas sufrieron algunos trastornos psíquicos, y por ese motivo las hice atender con un psicólogo conocido, que ejercía su profesión en el club al que yo frecuentaba y varias veces llevé a las niñas, por lo tanto este doctor las conocía.
La sorpresa me la llevé cuando Lara me contó que el doctor le había hecho muchas preguntas demasiado íntimas, según ella, y que cuando se ponía nerviosa, él le acariciaba la carita y parte de su cuerpito, sobre todo se detenía sobre su pancita, muy cerca de su monte de venus.
Produciendo en ella cierta inquietud.
Que insistía en preguntarle si el padre la había cogido muchas veces, y si durante esos momentos ella sentía placer.
Esto llamó mi atención, ya que me parecía que ese no tendría que ser el procedimiento adecuado para ayudarle a superar un trauma producido por el accionar de su padre, entonces le pregunté a Pao como procedía con ella, y la nena me dijo lo mismo que su hermana, con la sola diferencia que a ella le acariciaba sus piernitas hasta casi llegar a su conchita.
Me dije que tal vez este doctor tuviera la misma debilidad que yo por las niñas, entonces le dije a Lara que le diera lugar a que continuara con sus caricias para ver hasta donde llegaba, pero Lara me dijo que no, que a ella le daba mucha vergüenza todo eso.
Por lo tanto recurrí a Pao, y esta aceptó hacerlo, y me preguntó que si el doctor le tocaba la conchita y la quería coger que tenía que hacer, le respondí que si a ella le gustaría que se la cogiera el doctor, y para mi sorpresa me dijo que sí, ya que este doctor le parecía lindo.
Bueno, le dije que no se regalara, que se hiciera rogar un poquito si se daba esa situación.
Esta niña cada día me daba una sorpresa.
Llegó el día de la sesión de Lara y me dijo que el doctor insistía en preguntarle siempre lo mismo, y que además le preguntó si el padre tenía un miembro muy grande y se le hacía doler cuando la cogía.
Al día siguiente le correspondía la sesión a Pao, la acompañé al igual que siempre y le dije a la niña que yo me iba a comprar algunas cosas que necesitaba, y que cuando hubiera concluido la sesión que me avisara a mi celu para que la fuera a buscar.
Le pregunté al doctor si no había problemas por esto, y me respondió que de ninguna manera, y que iba a aprovechar para tener una sesión más completa con Pao.
Entonces me di cuenta que este doctor se la iba a coger a Pao, y de solo pensar en esto, se me puso dura la verga.
Me fui y aguardé impaciente a que Pao me avisara que ya había terminado la sesión, y cuando esto ocurrió, volé más que corrí a buscarla, ya que quería que me contara que había pasado.
Al llegar los vi a los dos muy sonrientes, y Pao se despidió del doctor con un beso en la mejilla como siempre, pero observé que este beso era un poco más intenso que el acostumbrado.
Ni bien nos alejamos un poco del consultorio y ya en la camioneta, la urgí a Pao a que me contara que había pasado, y la niña hincándose en el asiento del vehículo, rodeó mi cuello con sus bracitos, me besó, muchas veces por todo mi rostro y con su carita encendida me dijo, —-¡¡¡Me cogió Boni, me cogió!!! ¡¡¡Dos veces me cogió!!! ¡Tiene la pija casi como la tuya de gorda, nada más que un poco más corta! Esto me puso un poco celoso pero también de inmediato mi verga adquirió la dureza acostumbrada, cosa que no pasó desapercibida por la niña, y con esa intuición propia de las mujeres, esta criatura agarró mi pija con una manito y toda mimosa me dijo, —-¡¡¡Pero esta pija es la mejor!!! Y sacando mi verga de dentro de mi pantalón, se abocó a la tarea de mimar mi verga prodigándole caricias con sus manitos y dándole besos en su cabeza y por todo el tronco, emitía suaves gemidos y me decía que quería que la culeara ahora, que ni bien llegáramos a la casa quería que le metiera mi pija por su culito y por su conchita.
Parecía que se hubiera desatado en ella una furia sexual quizás producida por haber recibido antes otra verga dentro de su cuerpito.
Me dijo que el doctor la había querido coger por el culito pero que ella no se lo permitió.
Llegamos a la casa y sin bajarnos de la camioneta la puse a lo perrito en el asiento y con violencia le introduje mi verga en su culito sin preocuparme por el dolor, el sufrimiento que le ocasioné con mi bestial acometida, sin tener en cuenta que a pesar de todo seguía siendo una nena de solo ocho añitos.
Sin duda esta actitud de mi parte se debía a que estaba celoso de que otro hombre hubiera hecho uso de algo que consideraba solo mío, sin tener en cuenta que yo había facilitado esto.
Pero en ese momento solo pensaba en romperle bien el culito a esta niña que se había dejado culear por otro, quería que comprendiera que ella era solo mía, y de nadie más, que tanto su conchita, como así también su culito y todo sus cuerpo eran de mi pertenencia, y que solo yo y nadie más que yo tenía el derecho de culearla cada vez que se me ocurriera y por donde quisiera.
Continué acometiéndola bárbaramente hasta que me di cuenta que la estaba haciendo sufrir demasiado, ya que escuché que lloraba pidiéndome piedad, que no se lo hiciera tan fuerte porque le dolía mucho.
Reaccioné recuperando la cordura y suavicé mis movimientos volviendo a ser el Boni cariñoso y prodigador de placer, no de dolor.
Sacaba mi verga de ese torturado orificio anal hasta dejar la reluciente cabeza de mi pija en la puerta de entrada a su culito, y lentamente, con suavidad, degustando cada centímetro de pija que sepultaba en su recto, me introducía hasta que mi pelvis chocaba contra sus nalguitas y sentía como mis huevos golpeaban los labios de su vulva.
Poco a poco Pao comenzó a gozar ella también y a moverse y pedirme que le llene el culito de leche, y ante este pedido no me pude contener más y dejé que de mi verga brotara una cascada de leche que bañó las entrañas de la criatura que tenía sometida, clavada, ensartada bajo de mi cuerpo.
Sintió Pao mi eyaculación y soltando un largo gemido se entregó ella también a un intenso orgasmo, y gritando desaforadamente me decía, —-¡¡¡Boni, vos sos mi macho!!! ¡¡¡Te quiero y quiero que me sigas llenando de tú leche!!! ¡¡¡Siempre!!! ¡¡¡Siempre!!! ¡¡¡Ay Boni, seguí, seguí echándome tu leche en mi culito!!! ¡¡¡Ahhhhhhhh!!!! ¡¡¡Ahhhhhhh!!! ¡¡¡Qué caliente está tú leche Boni!!! ¡¡¡Nooooo, no la saqués todavía!!! ¡Dejámela adentro un ratito más porque aún está muy dura y muy caliente y me gusta mucho! ¡¡¡Ay Boni, Boni, culeame siempre, todos los días!!! ¡Es hermosa tú pija Boni! ¡Y tiene mucha leche! Yo no tenía palabras para responder a esta retahíla de palabras manifestadas por esta chiquilla.
Solo gemía y trataba de meter lo más adentro posible mi verga.
Lentamente fue disminuyendo la intensidad del momento, y como es lógico, mi verga fue perdiendo consistencia y comencé a retirarla del culito de Pao.
—-¡¡¡Noooo, noooo, no la saqués todavía!!! Me dijo Pao, y fruncía su culito tratando de esa manera de retener mi pija en su interior un momento más.
Me quedé quieto y esperé a que ella aflojara los músculos de su culito para permitir quitar mi verga.
Una vez que lo hice me senté en la butaca de mi camioneta mientras Pao permanecía casi tendida en la otra butaca respirando agitadamente recuperándose del fuerte orgasmo experimentado, Vi que de su hoyito comenzaba a salir mi semen, y también vi que salía mezclado con un poquito de sangre.
Sin querer le había lastimado el culito.
Luego de que ambos recuperáramos la cordura y el aliento, la tomé en mis brazos y nos dirigimos a darnos una buena ducha, ya que estábamos totalmente transpirados, y ella goteaba mi semen de su culito.
La bañé con delicadeza como queriendo borrar la mala impresión que le causé cuando la cogí brutalmente.
Ella toda mimosa a su vez me lavaba mi verga y mis huevos.
Luego se arrodilló y procedió a chuparme la pija como solo ella sabe hacerlo.
¡Una delicia!
Continuará
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!