Poda 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por renegadomonti.
¿Quién podría pedir un despertar mejor que ese? Despertarse con una niñita prendida a tú pija chupando sin que se lo hayas pedido. Chupando tú pija con ganas demostrando placer en hacerlo, y además, bebiéndose todo el semen eyaculado sin dejar escapar ni una sola gota. Realmente era la gloria. Algo inesperado y desquiciante. Esa carita entre temerosa y con un gesto de picardía por lo que había hecho sin que se lo pidieran, como temiendo la reacción del dueño de la verga que ella acababa de vaciar. Esa vocesita de nena saludando al macho que le había llenado la boca de leche y que ella se había tragado sin desperdiciar nada, produjo en mi una reacción a la vez que lujuriosa, como también de ternura, y tomándola de sus bracitos la subí sobre mi pecho y la cubrí de besos , tanto en su boquita, que aún mantenía el sabor y el olor de mi semen, como así también por su cuello, sus orejitas, frente, mejillas. Y ahora, como dije antes, no solo era deseo carnal, también había un gran sentimiento de ternura hacia esa criatura que se entregaba total e incondicionalmente a mis deseos. Fui subiendo su cuerpito cada vez más arriba deslizándola sobre mi cuerpo hasta alcanzar a besar sus pequeñas tetitas, que casi no se destacaban en su pecho, y tomando una cada vez, las succionaba con placer y con ganas de sentirlas crecer en mi boca, de sentir como se endurecían sus pezones al conjuro de mis chupadas.
Luego de disfrutar y hacerla gozar a ella un rato de esta caricia en tan tierno lugar de su anatomía, continué deslizándola sobre mi cuerpo hasta que tuve su vagina en mi boca, vagina totalmente desprovista de pelos, con apenas una incipiente pelusilla sobre su monte de venus, el cual era suave, muy suave. Con mi boca y mi lengua acaricié un rato esa piel hasta que llegué a su clítoris, el que ya se encontraba asomando a medias de su capuchón protector, como espiando para saber porque tardaba tanto esa lengua en llegar a él y prodigarle la caricia que tanto anhelaba y disfrutaba. Tomé este botoncito suavemente entre mis labios y con mi lengua lo acaricié de una manera suave y lenta. Lo solté y bajé siempre besando y moviendo mi lengua a lo largo y ancho de esa ranurita cuyos labios ya se encontraban distendidos e hinchados de placer, ese placer que hacía que lentamente se fueran separando, abriéndose a tan íntima caricia, esperando que esa lengua que se deslizaba constantemente sobre los bordes de tan deliciosa cuevita, comenzara a ingresar a la misma y acariciara su interior, que separara las paredes del infantil útero y se introdujera lo más adentro posible, que se moviera de esa manera constante e infatigable, que siguiera entrando y saliendo, que no se detuviera nunca porque el placer que experimentaba era algo desquiciante, jamás imaginado. Su padre la había desvirgado y en ese acto solamente la hizo sufrir, al igual que en las otras oportunidades en que la había penetrado, pero este hombre, este desconocido, la estaba haciendo sentir cosas que jamás se hubiera imaginado que existían. Era algo demencial. Esa lengua, esos labios, esos dedos no cesaban en trasladarla a lugares insospechados, en donde solo el placer, el gozo imperaban.
Esto no debía, no tenía que terminar nunca. Jamás pensó que un dedo dentro de su culito la pudiera hacer experimentar tanto gusto. ¿Cómo? ¿Es que tenía un dedo metido en su culito? Recién ahí cayó en la cuenta que dentro de su culito, un dedo se movía sabiamente y la hacía experimentar algo distinto y hermoso, y a diferencia de la vez anterior que recibió esa misma caricia, ahora no le ardía, no le dolía ni le molestaba, ahora le daba placer. Sentía que ese dedo se movía haciendo pequeños círculos dentro de su culito, que entraba y salía a veces lentamente y solamente una parte, y en otras ocasiones el movimiento era más acelerado y salía casi en su totalidad y se le volvía a clavar hasta que los nudillos de la mano chocaban contra sus nalgas. Algo distinto. Algo diferente. ¡Algo increíble! Mientras que la lengua de ese hombre hurgaba en su cavernita, la que se encontraba totalmente mojada y abierta, y que se contraía tratando de retener en su interior esa lengua que la volvía loca de placer. Sintió que otro dedo se estaba introduciendo en su estrecho anito. Su esfinter se dilataba ante el empuje del otro invasor, esto le producía una pequeña molestia, algún dolorcillo por la forzada dilatación, pero algo totalmente tolerable.
Lentamente percibió que los dos dedos ya estaban introducidos dentro de su conducto anal, que ya estaban "trabajando" en su culito, la molestia inicial ya había desaparecido y a cambio de ello su culito aceptaba con más placer esos dedos que la estaban haciendo sentir algo nuevo. Ahí cayó en la cuenta de que este hombre, este hombre inmenso que cuando se subía sobre ella la hacía desaparecer, este hombre que poseía un miembro enorme la estaba preparando para hacérselo por el culito. De pronto se sintió aterrorizada al recordar el tamaño de la verga de este hombre. Recordó cuando se la metió por primera vez como le abrió sus carnes, las carnes de su vagina, esa vagina que solo había sido penetrada por su padre, pero que este tenía un miembro que era la mitad del tamaño de la pija del hombre que la estaba preparando para romperle el culito. Recordó que la punta, la cabeza de esa pija era enorme, y en ese momento en que estaba sumida en estos pensamientos y recordando aquellos momentos, sintió que su cuerpo, su cerebro estallaban en mil pedazos, que su vulvita de niña pedía a gritos una verga en su interior y que esta la llenara de leche como lo había hecho anteriormente. Necesitaba sentir el calor de esa leche derramada en su interior, sentir como cada chorro de semen castigaban las paredes de su útero.
También sintió de repente y en pleno orgasmo, que su culito se dilataba más como para darle cabida a otro u otros dedos dentro de su esfinter, y porque no, hasta parecía que la pija de ese hombre era posible que cupiera sin problemas en su pequeño ojetito, y se imaginó como sería sentir que le llenaban el culito de leche. Fue un orgasmo desbastador el que experimentó esta chiquilla, al extremo que gritaba con fuerza, —-¡¡¡Ay Boni!!! ¡¡¡Quiero más!!! ¡¡¡Por favor culiame, meterme tu pija!!! ¡¡¡Boni, Boni, meterme la pija en el culo por favor!!! ¡Ay, ay, Boni, meterme la pija donde quieras pero culiame por favor! ¡Boni, Boni, no quiero que esto termine nunca! ¡¡¡Ahhhhhh!!! ¡¡¡¡Ahhhhhhh!!!!! Y exhalando este último y profundo suspiro, sus manos que habían tomado mi cabeza presionándola con todas las fuerzas que pueda tener una nenita de tan solo 10 añitos contra su conchita de la cual manaban abundantes. perfumados y sabrosos jugos, aflojaron la presión a la vez que también separaba con lentitud su pequeña y ardiente vagina de mi boca, vagina que había pegado a mi boca durante su orgasmo y que empujaba con fuerza hacia ella a la vez que se movía desesperada y desordenadamente en todas direcciones haciendo que sus jugos interiores se desparramaran por toda mi cara. Tanto como su conchita, al igual que mi cara, estaban cubiertas de sus flujos y de mi saliva. La bajé de mi cuerpo, de mi cara y la dí vuelta boca abajo, poniéndola en posición para lo que se venía. La sodomisación. Coloqué debajo de su pancita una almohada quedando así su culito más elevado, listo para ser inaugurado. Con mis dos manos separé sus nalguitas y pude ver el espectáculo maravilloso de su anito enrojecido y latiendo por las caricias recibidas momentos antes. Esa entradita a sus partes más íntimas y secretas parecía que en cada latido me llamaba, me pedía que le metiera mi verga que en esos momentos parecía que había crecido aún más y había adquirido una dureza increíble. La cabeza se encontraba totalmente dilatada, amoratada, hinchada y expandida en su máxima expresión. Al ver esa diferencia de tamaños temí por un momento que iba a ser imposible que se la pudiera meter.
Pero mi calentura era extrema y procedí a chuparle el culito un ratito más. Ante esto su pequeño ano redobló sus latidos haciendo que su entradita se abriera y cerrara continuamente. Aproveché estos movimientos para introducir un la punta de mi lengua en su culito y hurgar con ella un rato en su orto cerrado pero sensibilizado al máximo por la caricia que estaba recibiendo. ¡Qué placer! ¡Qué maravilla! Sentía que por momentos su esfinter al dilatarse permitía que mi lengua ingresara en su interior, y al contraerse aprisionaba mi lengua como si no quisiera que se le escapara, como si la quisiera retener para siempre en su túnel posterior. Y así, metiendo y sacando mi lengua de su culito, sentí que había llegado el momento de romperle el culito a esta nena que gemía con fuerzas y con sus manitos apretaba las sábanas de la cama en una franca expresión de placer. Yo me encontraba totalmente excitado, recaliente, desesperado por entrar al cuerpito de mi infantil amante por su agujerito trasero, al que veía como se contraía constantemente. Me situé sobre ella y tomando con una mano mi verga totalmente enhiesta y endurecida, acerqué la misma a su anhelado y deseado culito. Con mi otra mano, mejor dicho con mis dedos separé sus nalguitas y dejé bien expuesto el hueco que pensaba violar, que pensaba romper. Situé sobre el mismo mi glande bárbara mente dilatado e hice presión suavemente, como tanteando la resistencia que podía encontrar para el ingreso. Ahí Lara tomó realmente conciencia de lo que estaba por suceder, mejor dicho sucederle, y con su vocecita de nena, esa que tanto me encantaba, me pidió, me suplicó que por favor no la hiciera sufrir, que se lo hiciera despacio porque mi verga era demasiado grande para su culito, teniendo en cuenta que nunca nadie se la había metido por ahí. —-Quédate tranquila y relájate, le dije, deja que yo te lo vaya haciendo de a poco, no temas porque seré muy cuidadoso y considerado. Presioné nuevamente tratando de entrar, pero no fue posible. Otro intento, y otro fracaso, mi verga no entraba, era muy chiquito el agujero de ese culito. Luego de haber intentado varias veces por vencer la resistencia de ese esfinter, comprendí que había que buscar dilatarlo más antes de intentar la penetración, entonces nuevamente me aboqué a la deliciosa tarea de besar, lamer e introducir mi lengua y mis dedos en ese culito a los efectos de lograr una dilatación adecuada para permitir que entre mi pija, la cual a cada instante parecía que se endurecía y crecía más. No sé si era por efecto de la gran calentura que tenía parecía que mi verga a cada instante crecía más y más.
Mientras chupaba ese hermoso y apretado culito, mi calentura subía a límites increíbles, entonces opté por metérsela por la vagina. Acomodé la punta del poste de carne venoso y endurecido en la puerta de su conchita y empujé hasta lograr introducirme hasta la mitad de mi lanza. Ella se quejó y me dijo que le dolía porque parecía que mi verga estaba más grande que antes, y que la cabeza le llegaba hasta la pancita, pero ella no se rendía ni retrocedía ante este ataque y empujó sus caderitas hacia mi cuerpo, logrando de esta manera que mi pija se enterrara hasta lo más profundo de su pequeño e infantil cuerpecito. Sentí que había llegado hasta el fondo de tan delicado como delicioso túnel, ya que mi verga por más que empujaba no lograba avanzar ni un milímetro más, parecía que chocaba contra una muralla de carne que no le permitía proseguir en su barrenar. Ella luego de emitir prolongados y angustiosos gemidos que denotaban que si bien sufría por tan profunda penetración, también la disfrutaba, me dijo, —-¡Ay Boni! ¡Qué bárbaro! ¡Me parece que tu pija me va a salir por la boca! ¡Qué lindo Boni! ¡Dame, dame más, dame mucho! ¡Ay, por favor, meteme tus dedo en el culito! —-¿Te gusta que te meta los dedos en el culo? —-¡Si, si, me gusta mucho! ¡Pero dale, no te detengas, dale, seguime culiando! ¡¡¡Ahhhhh!!! ¡¡¡Ahhhhh!!! ¡¡¡Qué hermoso!!! ¡Quiero más, más, más! ¡¡¡Así, así, meteme otro dedo en el culito!!! ¡¡¡Ay, qué lindo!!! Entonces de repente se la saqué y ella gritó, —¡¡¡Noooo, no, no me la saqués!!! La di vuelta y la dejé con su espalda contra el colchón, le separé las piernitas y las coloqué contra mi pecho, quedó su almejita totalmente abierta y a mi entera disposición y voluntad, abierta y ofrecida para lo que sea, también su culito quedó bien expuesto. Le chorreaban los jugos de su conchita hacia la entrada de su culito, mi verga estaba totalmente mojada, lubricada, tanto por los jugos de ella como así también por los míos propios, su ano se me brindaba y sus contracciones me llamaban, me invitaban a que le metiera la pija. Coloqué nuevamente la cabeza de mi columna en la puerta de su culito y empujé, creo que por la posición al estar su culito más abierto, la cabeza de mi pija se abrió paso e ingresó al "vestíbulo" de tan delicioso sitio.
El esfinter había perdido la batalla y el agresor, mi verga, hizo su entrada triunfal no sin haberle producido un intenso dolor a mi pequeña compañera. Se quejó fuertemente y me pedía por favor que se la sacara porque le había roto el culito, le dolía mucho y si seguía le parecía que la iba a matar. —-¡Por favor Boni, sacámela, por favor, me arde mucho! Sacámela un ratito y te prometo que después te dejo que me la metas de nuevo, pero ahora sacámela un ratito. Yo sabía que si se la sacaba ahora después ella no iba a querer saber nada de que se la metiera por el culito, así que hice oídos sordos a sus súplicas y quedé con mi pija clavada, solo la cabeza, en su pequeño anito. Luego de un rato de escuchar sus pedidos de clemencia y tregua, cuando estos empezaron a disminuir de frecuencia, comprendí que el dolor había cedido un poco, así que decidí proseguir con mi demoledora tarea. Bajé mi cabeza hacia su carita y deposité un suave beso en sus labios, los que se encontraban bañados con su transpiración, sus babitas y sus lágrimas, le dije: —Tranquila mi amor, ya pasó lo peor, ahora de a poco vamos a continuar metiéndote la pija hasta que consigamos enterrarla hasta los huevos, ya verás que te va a doler un poquito pero no tanto como ahora cuando te metí la cabeza de la pija. —-¿Solamente la cabeza me has metido?, preguntó. —-¡Si, si, nada más que la cabeza!, pero ahora mirá como empujamos otro poquito y te va a entrar algo más. Y uniendo la acción a la palabra, empujé un poco más y conseguí meter otro pedazo más de mi pija en tan apretado conducto. ¡¡¡Ay, despacio Boni, despacio que está muy grande y muy dura!!! Nuevamente me detuve unos momentos y entre besos, caricias y palabras halagüeñas, de pronto logré introducir otro poco de mi pija. Ella pegó un pequeño grito y nuevamente me pidió clemencia. Me pareció que mi tronco había logrado meterse hasta la mitad. La presión que su esfinter ejercía sobre la dura barra de carne incrustada en su culito hacía que mi calentura siguiera en aumento, si esto era posible. La saqué un poquito e inmediatamente se la volví a meter. ¡Ay! dijo solamente ella, así que repetí la operación varias veces, pero sentí que si continuaba con este movimiento, no iba a aguantar mucho y me iba a volcar ya que era muy intensa la sensación que experimentaba al estar con media pija metida en tan agradable y caliente cueva, así que me quedé quieto y continuaba besándola, acariciándola y elogiando su belleza y su valor por dejarse meter por su culito mi pija, que aunque ahora estaba solamente metida hasta la mitad, lentamente ibamos a lograr meterla a toda, hasta los huevos.
Ella respondía a mis beso metiendo su lengüita en mi boca y diciéndome que era un malo porque le había hecho doler mucho. Lentamente retomé el movimiento de mete y saca y comprobé que su culito se había dilatado un poquito más, pero mi verga era demasiado para ese pequeño esfinter, y a pesar de todo empujé otro poquito y logré entrar otro pedazo, repetí el movimiento y nuevamente ganó terreno mi verga dentro de ese apretado culito, esto me dio nuevos bríos y valor y entonces empujé sin pausa hasta que sentí que mis huevos golpeaban contra sus nalguitas. —-¡¡¡Ay Boni, ay, ay, basta, por favor no la metás más que me duele mucho!!! Ya, ya mi amor, ya te entró toda, ¿no sentís como mis huevos pegan contra tus nalguitas? —¡¡¡Nooo, no, lo único que siento es que me voy a morir, que me duele muy mucho, que me quema!!! Tranquila mi amor, tranquila, y mientras le decía todo esto la besaba y acariciaba su carita. Pero estos mimos no mitigaban para nada el dolor de su recto distendido de una manera exagerada, teniendo en cuenta la edad de esta nena, tan solo 10 añitos, y proseguía con sus quejas y súplicas de que se la sacara, que no la aguantaba. Esto solo hacía que mi lujuria aumentara en proporción a sus lamentos, y entonces ese culito recién estrenado, recién desvirgado, tuvo que soportar un mete y saca violento y veloz, ya que yo sentía que la estrechez de ese recto no me iba a permitir disfrutar mucho tiempo más de tan delicioso accionar.
De pronto, me parecía que todo mi ser se volcaba en el interior de los intestinos de esta niñita, y comencé a lanzar chorros de espeso y caliente esperma en las entrañas más íntimas de tan deliciosa criatura que solo atinaba, ya que otra cosa no podía hacer, a soportar estoicamente el empalamiento a la que se veía sometida por ese pedazo de carne venosa y dura, larga y gruesa, y por cuya punta vomitaba torrentes de leche que le llenaban e hinchaban sus intestinos, produciéndole unos deseos irrefrenables de defecar. Esto me lo hizo saber gritándome que por favor se la sacara porque necesitaba con urgencia ir al baño, que quería hacer caca.
Esto me lo dijo en momentos que yo me encontraba eyaculando mi hirviente simiente, por lo que no pude satisfacer de inmediato su pedido, y a raíz de ello sentí que mi miembro era bañado con sus heces, así que una vez que hube concluido con mi eyaculación, así como la tenía, empalada, la tomé de sus nalguitas y la apreté bien estrechamente contra mi cuerpo para que no se saliera mi pija de su orto, y estaqueada la llevé al baño mientras su mierda se deslizaba por mi verga, mis testículos hasta mis piernas. Al llegar al inodoro la desclavé, y al hacerlo, un río de mierda brotó de su ya desflorado culo, cayendo todo esto en el interior del sanitario. Obviamente el olor a bosta era intenso, y al haber bajado ya mi calentura, me dio un poco de asco al verme cubierto de mierda desde mi verga hacia abajo, por lo tanto me metí rápidamente en la ducha y dejé que el agua se llevara todo el excremento que cubría la parte inferior de mi cuerpo. Ella, al concluir con su evacuación, se unió a mí en la ducha, y así, ambos nos higienizamos completamente mientras ella me decía que le dolía, que le ardía la colita, pero no dejaba de tocarme la pija con el pretexto de lavármela bien, pero en realidad lo que hacía era acariciarme de una manera que pronto, nuevamente estuve en condiciones de continuar con la sesión de sexo.
Claro que una cosa es querer, y otra poder. Con las caricias que le prodigaba Lara a mi pija con el pretexto de lavarla bien, logró que esta se pusiera "morcillona", yo sentía que en mi mente crecía nuevamente el deseo de culiarme a esta nenita, pero no lograba que mi verga se irguiera en su totalidad. Había sido mucho el desgaste debido a la gran calentura que me producía esta criaturita, que con tan corta edad, ya disfrutaba del sexo plenamente. Al disiparse el olor a mierda, mi pija consiguió una aceptable dureza, cosa que no pasó desapercibida por Lara, quien de inmediato se abocó a la deliciosa tarea de mamarme la verga, demostrando de esta manera que aún quería continuar con los "juegos" sexuales. La envolví en un tohallón y en brazos, mientras nos besábamos apasionadamente, la llevé a la cama donde la deposité, y separándole bien las piernitas, hundí mi lengua en su conejito, el que se encontraba con su "boquita" entreabierta, mostrando un rojo intenso en su interior, y procedí a pasear mi lengua sin pausa por los labios vaginales, los cuales se encontraban hinchados. Lamí y penetré esa infantil abertura con mi lengua una y otra vez, hasta lograr que Lara experimentara varios orgasmos quedando extenuada y pidiéndome por favor que no le hiciera más nada porque le dolía su rajita y su colita. Habiendo logrado mi objetivo de, entre otras cosas, agotarla por un rato, le dije que descansáramos un poca, cosa que ella medio adormilada aceptó, y ambos quedamos profundamente dormidos. Al despertarnos, ya era casi mediodía, así que sin tiempo para más, según pensamos, ya que el padre había quedado en venir a buscarla a esa hora más o menos, nos levantamos, nos bañamos y nos dispusimos a preparar algo para comer, cosa de la que se ocupó Lara, ya que según me dijo le gustaba cocinar, y más siendo para mí.
Cuando me dijo esto me acerqué a ella y la abracé y la levanté, y ella con sus piernitas rodeó mi cintura y nos besamos largamente jugando con nuestras lenguas. Eso hizo que ambos de inmediato nos calentáramos y yo comencé a acariciar su sexo. La deposité sobre la mesada de la cocina y haciendo a un lado su bombachita, dejé su conejito totalmente expuesto a mi vista, ya que ella separó bien sus piernitas esperando la caricia que me disponía a brindarle. Posé mis labios sobre los suyos, a los vaginales me refiero, y con mi lengua comencé la dulce y repetida caricia, cuando de pronto sonó el timbre, Como a mi pesar retiré mi boca de tan hermoso lugar, y mirándonos a los ojos, los dos a una estallamos en una carcajada, ya que sabíamos que era su padre que venía a buscarla. Me dijo que no se quería ir, que se quería quedar conmigo, pero, le dije que tratos son tratos, y que yo había pautado con su padre que ella se quedara conmigo hasta el mediodía, pero que de cualquier manera yo iba a hablar con el papá de ella para que arregláramos más encuentros. Cosa que así pasó, ya que logré un acuerdo con el padre de ella para que esta pasara todo el tiempo que ella quisiera conmigo. Pero esto si les agradó el relato, en otra oportunidad les cuento que pasó con posterioridad. Saludos. Para contactarse conmigo para comentar o intercambiar relatos
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!