Poda 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por renegadomonti.
Una vez logrado un acuerdo con el padre de Lara, para que esta pasara más tiempo conmigo, en mi casa, sellamos dicho acuerdo con un apretón de manos, acompañado por cierto con algunos billetes. Además de eso, quedamos en que yo le iba a pagar los estudios a Lara, y que ella cada vez que quisiera venir a mi casa, lo podría hacer, al igual que cuando yo la llamara, también viniera sin tener ningún problema. Luego de esta charla, le dije a Lara que se fuera a su casa con su padre y que a la noche volviera. Esa noche ella volvió. Al verla me gustó mucho, ya que venía bien bañadita, con ropa limpia. En una palabra, venía muy linda. Ni bien entró a la casa y cerré la puerta, se abalanzó sobre mi persona y pegando un salto se colgó de mi cuello rodeándolo con sus bracitos y pegó su boca a la mía, no me pude sustraer a tan efusiva caricia y nos fundimos en un apasionado beso.
No parecíamos una pareja compuesta por un hombre adulto y una niña, a pesar de que lo que se veía era eso, sino más bien una pareja de dos adultos apasionados entregados de lleno a demostrarse lo mucho que se deseaban. Yo la tenía tomada de sus nalguitas y metía profundamente mi lengua en su boca. Ella me respondía chupando mi lengua y entregándome la suya para que yo haga lo propio. Esto me produjo una erección instantánea, y ella lo percibió porque la punta de mi pija se posó sobre la entrada de su culito. Se separó de mi y mirándome asombrada me dijo, —-¿Ya se te paró? —Claro, le dije yo. Y volvimos a besarnos. Ella me dijo que me había extrañado esa tarde que estuvimos separados. —-¿Qué extrañabas, a mi, o a mi pija? —A vos, a tú pija, a tus dedos y a tú lengua. Y continuó besándome y yo correspondiéndole. La bajé un poquito para que mi pija se apoyara bien en su culito. Ella respondió moviéndolo. Me dijo que fuéramos a la cama. Entonces mientras nos besábamos, fuimos al dormitorio.
La posé suavemente sobre la cama sin separar nuestras bocas, fundidas la una en la otra. Nuestras lenguas libraban una batalla sin tregua. Me separé de ella y comencé a quitarle la ropa. Una vez que la tuve completamente desnudita y con sus piernitas bien separadas en una clara actitud de ofrenda, me lancé como un lobo hambriento sobre su conchita que en ese momento era solamente un tajito con un pupito en su parte superior. Rosadita, peladita, aunque ya sabía que no era virgen, al ver sus prietos labios vaginales me imaginé por un momento que lo era y le propinaba unos lengüetazos flamígeros separando con mi lengua sus labios vulvares e introduciéndola lo más que podía tratando de alcanzar el fondo de esa caverna húmeda y caliente. Ella con sus manitos apretaba la sábana y giraba su cabeza de uno a otro lado. Mi calentura llegó al máximo y me separé de su cuerpo colocándome sobre ella en posición para comenzar la penetración, pero ella también tenía sus ideas, y deteniéndome se deslizó hacia abajo y tomando mi verga con sus dos manitos la introdujo en su boca pasándole la lengua en todo su contorno, y luego procedió a succionarla con fuerzas, demostrándome que realmente tenía ganas de chuparme la pija.
Lo hizo de tal manera que me llevó a las puertas de la eyaculación, pero yo quería clavarla, enterrarle mi cipote hasta el tronco, no dejarle nada afuera, así que le quité su "chupete" y la acomodé para introducirle mi miembro. Al apoyar el glande de mi lanza en la entrada de su sexo, percibí que este estaba totalmente empapado, caliente y esperando la penetración, ansiando el próximo ataque a su intimidad que no tardó en producirse. La urgencia era de los dos. Yo por meterle mi cipote hasta donde diera lugar, y ella por recibir en su pequeño e infantil cuerpito esa tibia y dura verga que le iba a dar tanto placer. Los rosados pliegues del estrecho orificio se abrieron complacidos al recibir tan grato y grande visitante, y este lentamente se fue deslizando hacia el interior del cuerpo de esta niña, que a pesar de ya conocer los placeres del sexo, y de haber sido servida varias veces, a su útero le costaba dilatarse para permitir la introducción de este ardiente ariete que pugnaba por llegar al fondo de esta mística gruta.
Tomé sus piernitas y las flexioné colocándolas sobre mi pecho, quedando de esta manera en una posición inmejorable para lograr una total y completa penetración, cosa que logré ya que sentí que mi hueso pélvico chocaba con el de ella, y comenzamos con la siempre dulce y encantadora danza del amor, del amor sexual por supuesto. Entraba y salía de su cuerpo, una y otra vez. Sacaba mi miembro casi hasta la cabeza y volvía a hundirlo, y así hasta sentir que mi dique seminal estaba abriendo lentamente sus compuertas para dejar fluir dentro de esta niña todo mi elixir de la vida, y sin tener en cuenta que quién tenía debajo mío era tan solo una niña de 10 años, desataba con furia mi placer carnal apuñalando su interior con mi miembro rígido. Sentía que mi verga grande e hinchada era envuelta por las entrañas de esta niña que parecía disfrutar al igual que yo esta situación. Sentí que ya me era imposible contener más mi eyaculación y llegué al éxtasis con un sórdido grito de placer bañando, llenando con mi espesa y abundante leche el interior de Lara, la que al percibir esto, gemía y se debatía en contorsiones de placer y lujuria emitiendo un largo gemido agónico mientras se pegaba a mi cuerpo tratando de que mi verga se introdujera lo más adentro posible.
Y lo logró, vaya que si, que lo logró, ya que mi pija estaba enterrada hasta la misma raíz y parecía que su matriz me la aprisionaba y no la dejaba salir mientras los músculos de su vagina seguían succionando mi semen hasta que no me quedó ni una sola gota en mis testículo. Luego de esta explosión orgásmica por parte de ambos, quedamos tendidos uno al lado de otro respirando agitadamente, tratando de recuperar nuestra cordura. Ella con sus bracitos a ambos lados de su cuerpo, laxos, sus piernitas separadas dejando ver su conejito con la entrada entreabierta por la cual manaba abundante semen mezclado con su flujo que caía sobre la sábana . Lentamente nos fuimos recuperando del inmenso placer sentido. Giré mi cabeza y la miré, ella hizo lo mismo y me sonrió desmayadamente mientras que extendía una de sus manos para tomar la mía.
Quedamos otro rato quietos, sin hablar. Me levanté y le dije, —Ven, vamos a bañarnos. No me respondió nada y extendió ambos bracitos en una clara alusión a que la levantara. La tomé entre mis brazos, y al tenerla así, acunada contra mi pecho, no podía comprender como esta criaturita, con tan pequeño cuerpito pudiera haber alojado completamente mi verga en su interior, y que además hubiera sido capaz de experimentar y brindar tanto placer. Luego de bañarnos, con todo lo que ello implica, fuimos a la cocina a buscar algo que nos ayudara a reponer fuerzas, y entre comentarios llegamos a comentar como había pasado esas horas en su casa, y me dijo que su padre la había acosado en cuanta ocasión se le presentaba para que le contara que había pasado conmigo, y que él también la quería coger, cosa que no pudo hacer ya que estaba su madre en la casa. Pero ella se dió cuenta que su hermanita menor, trataba de no quedarse a solas con su padre, y parecía que le tenía miedo. Entonces ella le preguntó que le pasaba, y que porque le tenía miedo al papá. Y la niña le contó que el papá…., bueno eso ya corresponde a otra historia.
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