Poda 8
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por renegadomonti.
Y así, entre risas y juegos, entre caricias y besos, ya participando activamente también Paola, que rápidamente había perdido su extrañeza por lo que hacíamos Lara y yo, y que además su curiosidad iba aumentando a medida que veía cosas que ella no conocía. Así que mientras crecía su curiosidad, disminuía su temor y vergüenza, y se animaba a tomar por iniciativa propia, mi verga. Claro, sus pequeñas manitos no alcanzaban a cubrir mi pija, que de a poco iba recuperando su gallardía y comenzaba a reaccionar ante las caricias de esta nena, y se erguía y endurecía al contacto. Pao miraba por todos lados mi tronco. La levantaba y la bajaba. Corría la piel hacia atrás y hacia adelante. Cubría y descubría la cabeza de esa lanza caliente y dura. Con su pequeña manito acariciaba la cabeza de mi pija. Pasaba sobre ella reiteradamente su manito. De pronto, en una maniobra inesperada, posó su boca sobre el glande, y le dio un beso, retiró su carita y miró a ver que pasaba. Claro, ante este beso mi verga pegó un "cabezazo". Se quedó mirándola un instante más, y al ver que no había ninguna otra reacción, nuevamente beso ese glande, por cuya "boquita" segregaba semen como anticipando una emisión mayor. Pao, con su lengüita, recogió ese semen y lo paladeó, repitió la operación un par de veces más, y entonces le dijo a su hermana, que al igual que yo, en silencio contemplábamos el accionar de esta chiquilina que estaba haciendo sus primeras armas en el sexo. Esta chiquilla que un rato antes nos contaba que le daba asco que su padre la besara y le llenara la cara de babas.
Pero ahora no le daba asco ni temor lamer mi pija. Le dijo a su hermana, —-Lara, esta leche que le sale a Boni de su pija, es un poco saladita, pero no es muy fea. —-No, no es fea, a mi me gusta mucho, por eso cuando le sale esa leche a Boni, me la tomo a toda. ¿A vos te gusta? —-Y…, si, no mucho, pero me gusta algo. Pero no le sale mucha, solo un poquito. —-Noooo, lo que pasa es que para que salga mucha la tenés que meter en tu boca y chuparla un rato. —-¡Ahhh! Por eso sale poquito, ahora voy a tratar de hacer que le salga más, porque la quiero probar bien. Y diciendo esto, trató de meterse mi pija en su boca, cosa que no lo logró ya que la diferencia de tamaños entre su boca y la cabeza de mi pija era notable. Insistió y tampoco consiguió su propósito. —-¿Cómo hago Lara para que me entre en la boca? Entonces Lara acudió en ayuda de su hermana y le dijo, —-Mira, mira, así se hace. Y cubrió mi glande de saliva, abrió grande su boca y se introdujo este perno de carne caliente. Chupó un rato mi pija y luego, como a su pesar, se desprendió de ella y le dijo a su hermanita que no perdía detalle. —-Tienes que mojarla bien con tu saliva, y luego abre grande tu boca, bien grande, bien abierta, y vas a ver que lo consigues. Entonces Pao empuñó una vez más mi pija, que a todo esto estaba dura como una roca, y cada vez segregaba más semen, al extremo que estaba literalmente bañada con este jugo vital, abrió grande su boca y trató de introducirse el chupete al que quería sacarle mucho jugo para ver si le gustaba o no. Insistió dos o tres veces hasta que logró hacer entrar en su boquita todo el glande, pero fue tan de golpe la entrada, que le llegó hasta la garganta, haciendo que se ahogara y que de inmediato la sacara para toser y hacer arcadas. Su carita se puso roja por el esfuerzo y por el ahogo. Le chorreaban las babitas por toda su cara y también por mis piernas, ya que estaba agarrada a ellas para no caerse por las convulsiones.
Una vez que cesaron estas, con sus manitos trataba de limpiar sus babitas de mis piernas y de su carita. —-¡Ahhh, me llegó hasta la garganta y me hizo ahogar!, dijo Pao, con su cara toda mojada y sus ojitos anegados en lágrimas. —-Tenés que meter de a poco la pija en tu boca para que no te ahogues, le dijo Lara. —-¿Pero cómo vos te la metés bien adentro y no te ahoga? —-Lo que pasa es que como lo he hecho varias veces, ya lo se hacer sin ahogarme. —-Bueno, entonces enseñame como hay que hacer para no ahogarse. —Ya te dije, hay que hacerla entrar de a poco. —Bueno, voy a probar de nuevo a ver si puedo.
—-¿Tantas ganas tenés de chuparle la pija a Boni? —-Si, porque quiero probar su leche a ver si es cierto lo que decís vos de que es rica. El dialogo entre las hermanas se desarrollaba sin mi participación activa. Yo permanecía de pié a la espera que Pao me chupara la pija. Por fin logró meter en su boca mi verga sin que esta la ahogara, pero el glande ocupaba toda su cavidad bucal, no permitiéndole realizar ningún otro movimiento. De a poco su boca se fue relajando y permitiendo que moviera su lengüita rodeando un poco el trozo de verga que tenía metido en su boca. Pero el esfuerzo realizado para esto la fatigó, por lo que debió sacar el "chupete" para aspirar ansiosamente un poco de aire, ¡¡¡Ahhhh!!! Es muy grande y no me deja respirar. Aspiró un par de veces más, se notaba que el esfuerzo que hacía la agitaba. Cuando su respiración se normalizó un poco, se metió nuevamente mi verga en su boca y trató de chuparla. Algo logró. Con sus manitos acariciaba la parte que no entraba en su boca, que era casi toda, con excepción hecha del glande. Esta imagen de la nenita tratando de darme una mamada con intenciones de hacer que mi leche se vuelque en su boca, era algo desquiciante, demencial.
Mi calentura era tremenda. Mis ganas de culiarme esta nena eran inmensas. Pero yo sabía que antes de hacerlo tenía que prepararla bien, con paciencia, así que no aguantando más esta situación, le quité su "juguete" de la boca, la alcé entre mis brazos, la apreté contra mi pecho y la besé metiendo en su boca mi lengua, chupándole la suya y bebiendo sus babitas, a la vez que la llenaba con las mías. No me importaba lo que ella pensara y/o sintiera en ese momento. Así, apretada contra mi pecho y con mi lengua metida en su boca, la llevé a la cama y la tiré sobre ella. Quedó de espaldas y con sus piernitas abiertas mostrándome libremente su conejito lampiño. Me lancé sobre ella entre sus piernitas y pegué mi boca a su tajito. Con mi lengua y mis dedos separaba sus labios vaginales. Estos estaban cerrados, sellados. Una vez más tenía a mi disposición una conchita virgen perteneciente a una nena de muy pocos años. Chupé, acaricié, toqué y gocé de esa virginal e infantil argollita un rato dejando aflorar en este acto toda mi calentura y depravación, que al igual que el resto de los mortales, tenemos escondidas estas debilidades muy adentro de nuestro ser, y que solo afloran cuando la libido se eleva a alturas cósmicas. Sabía que no me la iba a poder coger ahora, pero mis deseos de culiarme esta criatura eran enormes, por lo que rápidamente me levanté y deje ese tajito que me enloquecía antes de cometer una locura. Le dije a Pao que se quedara como estaba, de espaldas y con sus piernitas separadas y tomé a su hermana que estaba tendida en la cama al lado nuestro observando todo lo que sucedía. La acomodé de espaldas en el lecho, abrí sus piernitas, con mi lengua humedecía aún más de lo que estaba esa conchita, que a pesar de haber sido penetrada varias veces, aún conservaba la estrechez propia de la edad. Apunté con mi tranca a su entrada, y lentamente, presionando de una manera persistente pero delicada, fui entrando en su cuerpo. Su útero se dilata forzadamente para permitir el paso del invasor que la atacaba y se abría paso firmemente. Sus carnes se separaban para permitir la entrada de la furiosa estaca de carne.
Ella se quejaba y me pedía que lo hiciera despacio porque le dolía. Yo prestaba atención únicamente a mis deseos. Ignoraba sus quejas y pedidos, que de paso yo sabía que eran momentáneos, y que ella deseaba tanto como yo que le metiera bien adentro la pija. Poco a poco logramos satisfacer este deseo compartido, ya que mi pija se había alojado en su totalidad dentro del vientre de esta niña, la que gemía quedamente a cada empujón mío. Pao, continuaba en la posición que le había indicado y observaba todo. —-¿Te duele Lara? —-Nooo, le respondió esta, me gusta, me gusta mucho. la siento en la boca, en la pancita. —-¡¡¡¿Hasta ahí te entró?!!!, le preguntó admirada Pao. —-¡¡¡Siiii!!! ¡¡¡Ahhhh Boni, se te ha puesto tan dura que me hace doler cuando te mueves!!! Entonces, habiendo comprobado que le había enterrado completamente mi mástil a Lara, ubiqué convenientemente a su hermanita para proseguir chupándole la conchita mientras me la culeaba a ella. Metía y sacaba mi pija del interior del cuerpo de Lara. Besaba, chupaba y lamía la conchita de Pao. Las paredes del útero de Lara oprimían deliciosamente mi verga, El sabor de la cuevita de Pao era riquísimo. Ambas conchita latían al compás de los latidos de mi pija una, y de mi lengua, boca y dedos la otra. Las entrañas de Lara soportaban los embates del pistón que tenía encajado en su interior. Pao comenzaba a experimentar sensaciones para ella hasta entonces desconocidas. Lara gemía y se aferraba con sus pequeñas manitos a mi cuerpo. Pao, lentamente posó sus manos en mi cabeza y la empujaba contra su conejito que comenzaba a mojarse con su jugos propios. Lara cada vez se movía con más ímpetu subiendo y bajando su pelvis, yendo al encuentro mi pija para que esta se clavara más hondo y con más fuerza dentro de su cuerpito. Pao apretaba mi cabeza contra su conejito y tomándome de los pelos exclamaba, —-¡¡¡Ay Boni, me hago, me hago!!!
¡Déjame ir al baño porque me hago pis¡ ¡¡¡Me hago Boni, me hago!!! ¡¡¡Ay, ay, se me sale, se me sale Boni!!! Y diciendo esto último, pegó su conchita pequeña y palpitante a mi boca. Había tenido su primer orgasmo. Por primera vez en su corta vida las sensaciones sexuales la habían desbordado. Sus manitos soltaron mis cabellos, su cuevita se despegó de mi boca, y toda ella se relajó. Este orgasmo de la pequeña acrecentó mi lujuria, y también la de Lara, ya que ambos nos dedicamos de lleno y furiosamente a culear buscando completar nuestro placer también. Lentamente ascendimos hasta la cúspide, y desde allí nos deslizamos hacia el fondo del infierno de la carne.
Lara gemía y se convulsionaba epilepticamente en un orgasmo tremendo, inmenso, ¡¡¡Ahhhhh Boni, dame, dame!!! ¡¡¡Ahhhh, ahhhh, culeame más, más, ahhhh!!! ¡¡¡Huuuuyyy Boni, qué lindo, qué hermoso es esto!!! ¡¡¡Boni, Boni, no me saqués nunca tu pija!!! ¡¡¡Ahhhh, ahhhh, me llega a la boca!!! ¡¡¡Ay, ay Boni, ¿porqué no me das tu leche!!! ¡¡¡Dale, dame tu leche, llename la panza con tu leche!!! ¡¡¡Ay, ay, ahhhh, ahhhhh!!! Todo esto, hizo que la presión en mis huevos por la cantidad de semen elaborado por ellos en tan intensas como prolongadas situaciones vividas con estas dos chiquillas, reventaran las compuertas de mi dique seminal, y que mi leche se derramara en intensas oleadas, en fuertes chorros de semen que golpeaban una y otra vez las paredes del infantil útero y las puertas de la matriz de Lara. Bañé sus entrañas con mi copiosa descarga, que a mi me parecía que fueron litros y litros de semen los volcados en su interior. Afiancé mis pies en la cama, y hundí bien profundo mi pene en el cuerpito de Lara, tratando de que mi leche le llegue lo más adentro posible. —-¡¡¡Ahhhh Boni, siento tu leche dentro mío!!! ¡¡¡Ahhhh, ahhhh, qué caliente que está!!! ¡¡¡Auuuu, parece que me quemara, y cuanta leche me echaste!!! ¡¡¡Ay, ay Boni, voy a acabar de nuevo!!! ¡¡¡Otra vez Boni, otra vez acabo!!! ¡¡¡Está muy caliente tu leche Boni!!! ¡¡¡Ahhhh, ahhhhh, ahhhhh!!!
Y con esta última exclamación concluyó el segundo orgasmo consecutivo que experimentó esta chiquilina de tan solo 10 añitos de edad. Quedé destruido, agotado. Fueron muy fuertes las sensaciones experimentadas. Lara aflojó sus manitos y se soltó de mi cuerpo. Pao permanecía como en trance aún con sus piernitas separadas y su conejito expuesto a mis miradas. Salí de encima de Lara y me tendí en la cama cuan largo soy. Ambas hermanitas parecía que estaban en las mismas condiciones que yo. Agotadas, pero satisfechas.
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