Poda 9
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por renegadomonti.
Luego de tan intensa maratón sexual, quedamos tendidos en la cama uno al lado del otro tratando de reponer energías.
Yo sentía que lentamente me iba recuperando.
Mis compañeritas de juegos aún permanecían sumidas en el sopor de la satisfacción.
Giré mi cabeza hacia Paola, y vi que aún estaba con sus cortas piernitas separadas, dejando bien a la vista su hermoso, rosadito, y pelado conejito.
No me pude sustraer a tan bello espectáculo, y con una de mis manos la comencé a acariciar, tratando con un dedo de separar un poquito sus labios vaginales para introducir aunque más no sea la punta de este dedo para acariciar, palpar sus carnecitas interiores, esas carnecitas tiernas y ahora enrojecidas, que según pensaba, tal vez en algún momento se iban a separar, a abrir para dar paso a la introducción de mi verga.
Mi dedo acaricio los bordes gordezuelos de su vagina, y entonces Pao pareció despertar de su letargo y regresar a la realidad diciéndome, —-¡Ay Boni!, no me toques mi conchita porque me duele.
Me asombró lo dicho por esta nena, ya que solo la había acariciado anteriormente con mi lengua y mi boca, si bien es cierto que mis dedos también hicieron lo suyo, y que son de un tamaño considerable, acorde con mi envergadura física, nada como para dejar dolorido tan lindo y apetecible nidito.
Me enderecé en la cama y mirándola a su cara le dije, —-¿Por qué te duele tu conejito si yo tan solo te lo acaricié con mi lengua? —-¡Nnnnnooo sé Boni, pero me duele!
Entonces reflexionando recordé que esta criatura había tenido un orgasmo, el primero de su vida, y que este se veía que había sido intenso, ya que había dejado sensibilizada su conchita al extremo que no soportaba que se la tocaran.
¡Vaya con la nena! ¡Había sido de orgasmos fuertes e intensos! ¡Toda una promesa para el futuro! Miré su hendidura, y vi que los bordes de su vulva, estaban aún húmedos por lo que parecía una fina película cristalina.
Caí en la cuenta de que eran sus jugos internos, que al orgasmar, habían brotado hacia el exterior.
¡Qué belleza! Una nena de tan solo 8 añitos gozando como una adulta en su primer orgasmo.
Sentí unos inmensos deseos de chupar su conejito para quitarle todos sus jugos, pero sabía que Pao seguro no querría porque le iba a doler, y yo quería que cada vez que le chupara su conchita, o se la acariciara con mis dedos, o cuando llegara el momento de que la penetrara, porque seguro que eso iba a suceder, que ella sintiera la misma excitación que experimentare yo.
Continué mirando esa pequeña grieta de su cuerpo.
Se la veía tan chiquita, tan cerrada, que parecía que era imposible que en ese lugar se pudiera introducir una pija del tamaño de la mía.
Estos pensamientos indefectiblemente me fueron haciendo excitar, y mi pene comenzó a revivir.
Sentí que de a poco se iba irguiendo.
Lentamente, a impulsos de mis pensamientos se endurecía.
De pronto, una mano lo agarra y lo acaricia.
Era Lara, que había reaccionado al escuchar que hablábamos con Pao.
—-¡Ya se te ha parado de nuevo Boni!
—-Y.
, si, le respondí, es inevitable teniéndolas a ustedes dos desnudas a mi lado en la cama.
¿Quién no se excitaría y tendría deseos de seguir con la fiestita? —-¡Huy, como se te está poniendo dura! Y mientras hablaba no dejaba de acariciar con su manito mi pija.
Yo también tenía sensibilizada mi verga producto del uso intensivo y placentero que le había dado anteriormente, hacía que esta manito, pequeña, suave, cálida, me produjera cierto escozor, pero esto no era impedimento para que disfrutara de tan delicada caricia.
—-Bueno chicas, hay que levantarse, vamos, vamos.
—-¡Ay no Boni, yo quiero dormir un ratito.
La que dijo esto fue Pao.
—–¿No nos podemos quedar un ratito más en la cama Boni?, preguntó Lara.
—-Nooo, todavía tenemos que bañarnos, comer algo, y luego, no se olviden que tenemos que llevar a Paola a su casa.
—-¡No, no, no, yo no me quiero ir a mi casa, yo me quiero quedar acá con ustedes! respondió Pao.
—–Sabes que no Pao, quedamos con tú papá que te dejaba quedar hasta la noche porque yo le prometí que entonces las llevaría a tu casa, le dije yo haciéndole recordar lo que habíamos acordado con su papá.
—¡¡Boni, porfi, dejá que me quede!! —-No depende de mí, si tú papá te deja te quedas, que es lo que a mí me gustaría, pero si no quiere, yo no puedo hacer nada.
—-¡¡No, no Boni, si me dejás quedar yo te prometo que voy a hacer lo que vos quieras!! —-A ver Pao si me entiendes.
Tú papá es el que decide, y yo voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que te quedes.
¡Qué más quisiera yo que pasar la noche con ustedes dos! Pero si él no quiere, yo no lo puedo obligar.
Y creo que si te portas bien, como una buena nenita, que es lo que eres, y no como una niñita caprichosa, a lo mejor lo convencemos que te permita quedarte.
Pero te tienes que portar bien y hacer todo lo que yo te diga.
—-Bueno Boni.
—-¿Prometido? —-Si Boni, te prometo que me voy a portar bien y no voy a hacer caprichito.
—–¿Y también me prometés que si consigo que tú papá te deje quedarte con nosotros, vas a hacer también todo lo que te diga?
—-Si, si Boni, te prometo hacer todo lo que me digas.
—-¿Pero todo, todo? —–¡Si, todo, todo.
Y esto último me lo dijo mirándome con una sonrisa y una mirada de picardía que me dejó bien en claro que había entendido la segunda intención de mi pregunta.
—-Bueno entonces- ¡Vamos a bañarnos! Levanté a las dos niñas en mis brazos, y así como estábamos, desnudos, nos metimos a bañarnos.
Y ahí jugueteamos, nos tocamos, jugaron ellas con mi pija que nuevamente estaba dura como una roca, me la chupeteaban, tocaban y se reían diciendo que mis huevos eran muy grandotes y peludos.
Yo también jugué con sus culitos y su coñitos.
En fin.
Mientras nos bañábamos, nos divertimos un rato.
Y yo quedé con la pija dura como un caño de acero.
Comimos algo y ya se hizo la hora de llevar a Pao a su casa, según lo acordado con el padre.
Llegamos a la misma y el padre no estaba, y me dijo la señora que hacía más de dos horas que se había ido a buscar algo para comer pero que no volvía.
Bueno le dije, si a usted no le molesta, me voy a quedar a esperarlo un rato.
—¡No, no señor Boni, venga pase, pase por favor! —-Quédese tranquila señora, me quedo en la camioneta.
—-Nooo, venga por favor, entre.
Mi casa es humilde, así que perdone usted.
—-Pero señora, no tiene porque pedir perdón por la humildad de su casa.
Todo lo contrario, siéntase orgullosa de ella, porque seguro que tiene el calor que falta en la mía, ya que vivo solo desde que falleció mi esposa en aquel accidente.
Y diciendo esto ingresé a la casa y me senté a esperar al padre de las niñas para pedirle que la deje a Pao hasta el otro día.
De solo pensar en pasar la noche con estas dos criaturas, se me empezó a parar la pija.
Conversamos con la señora, me ofreció tomar algo, y me dijo que solo tenía vino.
—-No, no señora, no se moleste.
Vi que sobre una mesita chica tenía un mate, entonces le dije que lo que le podía aceptar si no le parecía mal, eran unos mates.
¡¡¡Noooo, por favor, como me va a parecer mal!!! Ahora cebo unos mates.
—-Dejá mamá, dejá, ya los cebo yo, dijo Lara.
Tomamos unos mates, charlamos de varias cosas.
Me contó lo mal que les estaba yendo económicamente, y me agradeció el que le haya dado trabajo a Lara.
-Si supiera cuál era el trabajo!-.
Y así entre mate y mate, y entre charla y charla, pasó más de una hora y el marido no volvía.
—-Bueno señora, le dije, yo me tengo que ir.
—-¡Ay si don Boni, perdone que no haya vuelto mi marido, seguro que se habrá encontrado con sus amigos y no vuelve hasta vaya una a saber que hora.
—-Está bien, no se haga problemas, no es nada, solo que yo quería pedirle si se podía quedar Pao hasta mañana en mi casa, porque quiere dormir en la pieza de Lara, usted sabe, en la habitación de Lara tiene TV y eso les atrae a las niñas.
—-Claro, si, si don Boni, que se quede nomas hasta mañana.
Pero eso sí, le dijo a Pao, te portás bien, no vayas a andar dando trabajo eh.
—-Pero no señora, tranquila, Se portan muy bien sus niñas.
Si esta tarde, Pao si hasta le ayudaba a Lara en sus tareas.
-¡Ja, vaya que si le ayudaba!, pensé yo para mis adentros.
-.
Bueno, que se quede nomas don Boni.
Yo cuando venga mi marido le digo que le di permiso para quedarse.
—-Señora, ha sido un gusto y gracias en nombre mío y de Pao.
Y así, conseguida la autorización para Pao, nos volvimos a casa.
Pao iba recontenta, y Lara también.
Cuando paramos en un semáforo, Pao se subió a mi falda a caballito y me dio un beso en la boca y metió su lengüita en la misma, diciéndome, —-Gracias Boni, muchas gracias, ya vas a ver que voy a hacer todo lo que digas vos.
—-¿Lo que sea? ´—-¡Si, si, lo que sea! Respondió Pao mirándome con picardía.
Paramos en una heladería.
Nos tomamos unos helados, y llevamos una torta helada para casa, porque pensé que la noche iba a ser muy movidita y caliente.
Sobre todo eso, CALIENTE.
Mi excitación aumentaba considerablemente al recibir las caricias de estas nenas mientras manejaba rumbo a la casa.
Ambas se habían confabulado para jugar conmigo, mejor dicho, para jugar con mi excitación, con mi pija.
Habían abierto mi pantalón y se habían apoderado de mi verga, y mientras la tocaban, la movían de uno a otro lado, y hasta le daban besos en la cabeza, se reían y decían, ¡huy, huy, mirá como está! ¡Está redura! ¡Y mirá la cabeza como se ha hinchado! ¡Qué gorda que se ha puesto! ¡Boni, Boni, ¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos a tú casa? Esto último me lo decía Lara mientras las dos me miraban a la cara riéndose.
—-Vos que crees, le respondí yo.
—-¡Yo sé, yo sé! respondió Pao, se la vas a meter a Lara.
—-¿Y vos, no querés que te la meta a vos también?
—–¡¡¡Noooo, noooo, es muy grande!!! ¡No me va a entrar! Y mientras me decía esto, con sus dos manitos acariciaba mi pija y le daba besitos en la cabeza y Lara a todo esto decía,
—-¡A mí si me entra! ¡Y me entra toda, toda, no queda nada afuera! ¿Verdad Boni? —Si, es cierto, y ni bien lleguemos te la voy a meter por el culito.
—-¿¡¡¡Por donde!!!? Preguntó Pao asombrada.
—-Por el culito, le respondí.
—-¿Es cierto Lara que te la va a meter por el culito? —-Si, ya me la metió una vez por el culito.
—-¡Pero.
, ¿se puede meter también por ahí?, preguntó Pao con el asombro pintado en su rostro.
—-Por supuesto que sí, le respondí yo, y si no, pregúntale a tú hermanita si se puede o no.
—-¡Si, si se puede!, respondió Lara, y agregó, ya Boni me la metió a toda.
—-¿Y también te echó la leche en.
, en.
, ahí? —-¡Siii!.
pero eso si, al principio te duele y te dan ganas de hacer caca.
—-¿Y después?, continuó preguntando Pao.
—Bueno.
, después.
, después.
—Bueno, después que te lo haga a vos vas a ver que pasa después, le respondí yo acudiendo en ayuda de Lara que se había quedado como tildada, sin saber que responderle a su hermana menor.
—-¡Noooo, yo no voy a dejar que me la meta por mi culito, se apresuró a responder Pao.
—-¿Y por tú conchita me vas a dejar que te la meta? —Nnnnooo se, primero quiero ver como se la mete por el culo a Lara.
—-¿Y luego me vas a permitir que yo te meta mi pija en tú conejito? —-¡Ayyy, no se Boni!,l me da mucho miedo porque su cosa.
, su pija, es muy gorda, y me va a hacer doler mucho.
—-No, no tienes que tener miedo, porque cuando lo hagamos, te lo voy a hacer con mucho cuidado y bien despacito.
Te la voy a ir metiendo de a poco, pedacito por pedacito, hasta que te la meta a toda.
—-¿Y si me lastima? —-Pero no Pao, ya vas a ver que lindo es que te metan toda la pija en la conchita, intervino Lara.
Y a todo esto, como ustedes se pueden imaginar, yo estaba loco de calentura.
Mi pija, aún entre las manos de estas niñitas, las cuales no parecían tener intención de soltarla, parecía un caño de acero, mientras ellas continuaban hablando de sexo como si se tratara de un recital de música.
Llegamos a mi casa, y una vez en el interior de ella, las tomé a las dos, en el mismo living, las desnudé y las acosté sobre uno de los sillones y hundí mi cabeza entre las piernas de estas dos pequeñas ninfas chupando sus cuevitas con desesperación.
Me desnudé también yo, y con mi verga totalmente enhiesta, apuntando hacia el techo, se la puse en la boca a Pao, la que de inmediato comenzó a besarla y a tratar de meterla en su boquita, cosa que consiguió luego de superar las dificultades que se le presentaron dado el grosor, sobre todo del glande.
Una vez que se la metió en la boca, me la empezó a mamar de una manera espectacular, al menos eso me parecía a mí, mientras que Lara, miraba como su hermanita menor me chupaba la pija.
Sentí que me estaba por venir, y con todo gusto y placer lo hubiera hecho en la boca de Pao, pero yo quería culiar, quería y necesitaba enterrar mi pija hasta el tronco en una conchita tierna y apretada, y esta me era ofrecida sin condicionamientos por parte de Lara.
Le quité el "juguete" sacándolo de improviso de la boquita de Pao, y mi verga, al salir de esa cavidad, sonó como cuando se descorcha una botella de champagne.
Su boca quedó abierta, y de ella manaba abundante saliva que se derramó sobre su pechito plano, pechito de nena, el que quedó completamente cubierto con sus babitas.
Su respiración era agitada y su rostro estaba rojo por el esfuerzo realizado en su afán de chuparme la pija.
Me situé sobre Lara, quién me aguardaba impaciente con sus piernitas bien abiertas, se tocaba su coñito, como preparándolo para lo que se venía.
Coloqué la cabeza de mi pija totalmente endurecida y dilatada en la entrada a su cuerpito.
Empujé.
No entró, se resbaló hacia abajo.
Insistí, y nuevamente ubiqué en el lugar preciso mi enfurecida verga.
De nuevo empujé, y esta vez tuve excito, ya que sentí que mi lanza comenzó el lento pero firme ingreso hacia el templo del placer.
Sus carnes se separaban, su útero se dilataba tratando de contener la estaca que la estaba atacando con furia.
Ella se quejaba suavemente.
Un poco por el dolor que experimentaba ante la excesiva dilatación de su gruta, y también por el placer que sentía por la inserción de este pedazo de carne venoso y cálido en su interior.
—-¡Ay Boni, qué dura y gorda que está! Despacio por favor.
No la metas tan de golpe.
¡Huyyy, ya casi me la has metido a toda! Me parece que me ha llegado a la pancita.
Estas exclamaciones de Lara me encendían más aún, si esto era posible.
La verga me dolía en su tronco por lo excesivamente rígida que estaba.
Mi pelvis se pegó a su pelvis.
Entonces comprendí que se la había enterrado a toda, hasta los huevos.
Con mis brazos a los costados de su cuerpito, me sostenía para no aplastarla.
Vi ese cuerpito pequeñito bajo mio con mi verga ensartada dentro de ella, y entonces comencé con ese movimiento tan viejo como la humanidad misma.
Ese movimiento del cual se vale la naturaleza para que la especie no se extinga.
Lentamente una y otra vez, sacaba y metía mi pene.
Lo sacaba hasta casi extraerlo totalmente, y luego lo metía hasta el fondo.
Ahí sentía que no podía ir más adentro.
Me dí vuelta,siempre con ella clavada en mi poste, y la dejé encima mio.
Quería dejar mis manos libres.
Mi intención era empezar a preparar, a dilatar su culito a los fines de luego meter por ese huequito tan ajustadito mi enfebrecido dardo.
Quería culiarla por su estrecho culito, llenarle de leche sus intestinos.
Con mi dedo del medio comencé a acariciar su arrugado agujero anal.
Había mojado mi dedo en su misma conchita, y lentamente comencé a introducirlo en su esfínter buscando la dilatación necesaria para lograr la introducción de mi columna de carne venosa.
Sabía que la tarea iba a ser ímproba.
La diferencia de tamaño era demasiada marcada.
A pesar de ya haber culiado a esta nena por su ajustado culito, el mismo mantenía esa estrechez propia de la edad.
Mientras intentaba meter por todos los medios mi dedo corazón en su esfinter, no disminuía para nada mis embates a su conchita, y esto hacía que ella gimiera constantemente, un poco por el placer experimentado, y otro poco por el dolor producido por la excesiva dilatación a la que estaba siendo sometido su infantil útero.
De pronto sentía como su culito cedía ante el empuje de mi dedo, y gracias a que este estaba bien lubricado con los jugos que inundaban su conchita conformados por mi líquido preeyaculatorio y los jugos que segregaba su propio cuerpo a impulsos de la gran calentura que estaba sintiendo esta pequeña, mi dedo se fue deslizando hacia el interior del agujero que se contraía con fuerza tratando de impedir el ingreso del invasor.
No lo logró, y mi dedo entró en su totalidad.
Una vez logrado esto, al sentir como mi dedo tocaba mi verga a través de esa fina membrana que separa estos deliciosos hoyos, los cuales en esos momentos totalmente invadidos por sendos apéndices masculinos, cada uno de los cuales se movía acariciando las paredes, tanto de su recto, como así también de su vagina, lo que le producía sensaciones de lujuria intensa que la obligaban a moverse yendo una y otra vez al encuentro de la verga que la taladraba, al igual que al dedo que la perforaba.
Sus suspiros y gemidos cada vez eran más intensos al igual que sus movimientos cabalgando sobre el gran palo que la tenía clavada.
Ella sufría y gozaba.
Pao miraba y se calentaba cada vez más.
Yo gozaba y gozaba cada vez con mayor apasionamiento haciendo que mis movimientos coitales tuvieran una energía mayor, produciendo en ambos una sensación de aislamiento total.
Solo existíamos nosotros dos.
Estábamos entregados de lleno a culiar con fiereza.
Cada uno por su lado pretendía llegar al éxtasis total de una manera extrema.
Ella se brindaba sin retaceos de ninguna clase, ya que se abría de piernas exageradamente sobre mi cuerpo y se incrustaba hasta el tronco la dura lanza que la agasajaba.
Yo disfrutaba de este momento y este contacto con una niña de tan corta edad disfrutando de la presión que ejercían las paredes de su vagina sobre mi hinchado dardo, al que parecía que lo aprisionaba y lo succionaba hacia su interior con la intensión de no soltarlo nunca más y de extraerle todo su jugo, su leche.
De pronto Lara estalló en un intenso orgasmo, el que la hizo lanzar al aire fuertes gemidos y hasta algunos gritos que expresaban con total libertad lo violento de su gozo.
Sus jugos bañaron mi tiesa verga permitiendo que el deslizamiento de esta hacia adentro y afuera se hiciera más suave.
Disminuí la vehemencia de mis embestidas y lentamente casi fui cesando en ellas.
Bajé a mi compañerita de juego e hice que se colocara en 4 patitas sobre el lecho.
Acomodé nuevamente el glande de mi pija en la entrada a su cuevita, y lentamente se la fui dejando entrar otra vez en su cuerpito.
Ella al sentir el nuevo empalamiento al que estaba siendo sometida, empujó su traserito hacia mi cuerpo con el propósito de que mi cañón entrara en su totalidad, cosa que una vez conseguida pegamos nuestros cuerpos nuevamente.
Mi pelvis y mis peludas piernas, contra su suave, aterciopelada piel de sus nalgas y muslos.
De nuevo el inicio de la eterna danza del sexo.
Atrás, adelante.
Atrás, adelante.
Volví a lubricar mi dedo corazón con los jugos que manaban en abundancia de su conchita y lo introduje en su culito.
La posición que habíamos adoptado era muy favorable tanto para la introducción de mi verga la que se enterraba hasta su mismísimo tronco, mi pelvis golpeaba contra sus nalgas y mis huevos se balanceaban pegando contra la boca de su sexo obedeciendo a la cadencia de mis acometidas, como así también para la inserción de mi dedo en su culito, el que ya se abrió sin mucha resistencia ante el empuje del invasor.
Introduje un segundo dedo, el índice, y una vez instalados dentro de su recto, comencé a moverlos hacia adentro y afuera y separándolos y juntándolos y también en forma circular, consiguiendo de esta manera que la dilatación de su esfínter fuera mayor.
Una vez conseguido esto, retiré mi pija de la vagina de Lara, coloqué mi súper dilatado glande en su entrada anal, y me dispuse a encular a esta niñita cuyo culito ejercía una atracción especial sobre mí.
—¡Despacio, por favor Boni!, me pidió la niña sintiendo la presión de la cabeza de mi pija en su ojo posterior.
—Tranquila, le respondí, tú sabes que yo no quiero que te duela.
Tranquila que te la voy a meter despaciiiiiito, despaciiiiito.
Y así fue.
Sobre esa cama, con Lara en posición perruna, Pao con sus ojos muy abiertos tratando de no perder detalles, y yo excitado hasta límites inconmensurables, mi pija hizo presión sobre la entrada al pequeño orificio y lentamente fue ingresando en el templo de Sodoma dispuesta a disfrutar de tan cordial acogida que le era brindada, pues las paredes rectales se dilataron al máximo para recibir a tan enhiesto personaje.
Sentir esa presión en torno a mi verga.
Saber que esa presión era ejercida por las paredes del culito de esa nena que se encontraba sometida, perforada, clavada, estaqueada, hacían que mi calentura alcanzara alturas siderales.
Con cuidado y respetando los tiempos de la niña para que su culito se adaptara al tamaño del intruso incrustado en sus entrañas, comencé a moverme suavemente hacia afuera y hacia adentro, sacando solamente la mitad de mi estaca y volviendo a enterrarla, me quedaba un momentito bien adentro de ella, y nuevamente sacaba mi mástil un poco para volver a enterrarlo hasta el tronco, y así, cada vez lo sacaba un poco más y volvía hacia el interior de esta criatura que soportaba con estoicismo todos estos ataques a su retaguardia profiriendo solamente suaves gemidos, pero a su vez también ella empujando su culito hacia mi pelvis en busca de la introducción total de mi cuña de dura carne en su rincón más íntimo.
Ya sacaba mi verga hasta la punta y la volvía a encajar hasta los pelos de mi pubis.
Mi placer era enorme.
Ver ese cuerpito pequeño, menudito delante mio atravesada por mi verga.
Sentir la presión de su esfinter en torno a mi pija.
Percibir que esta chiquilla, a pesar de su corta edad, alojaba en sus entrañas mi virilidad, y que a pesar del evidente sufrimiento que le producía esto, gozaba y se retorcía en busca de un acoplamiento total.
—¡Ay Boni! ¡¡¡Me gusta, me gusta mucho sentir tu pija en mi culito!!! Pero está muy caliente Boni.
¡Ay me quema, me quema mucho! ¡Qué caliente que está tú pija Boni! ¡Me parece que la cabeza de tú pija está metida en mi pancita! ¡Voy a acabar Boni, voy a acabar! ¡¡¡Ahhhh, ahhhhh!!! ¡¡¡Qué lindo Boni!!! ¡¡¡Qué lindo!!! ¡¡¡Ay Boni, ay Boni!!! ¡Dame tú leche Boni! ¡¡¡Ay si, siiiiii, DAME TÚ LECHE, DAME, DAME!!! ¡¡¡Boni, Boni, acabo, acabo.
!!! Ahhhhh!!! ¡¡¡Ahhhhh!!! !!!Boni, tu leche está muy caliente, me quema mi culito!!! ¡¡¡AHHHH, como me gusta, como me gusta Boni!!! Y mientras se expresaba de esta manera al conjuro de su orgasmo, pegaba sus nalguitas contra mi pelvis tragándose mi pija en su totalidad.
De pronto sus piernitas se aflojaron y cayó de bruces sobre la cama quedando totalmente extendida y con mi pija aún vomitando leche en sus entrañas.
Una vez concluida la eyaculación en su totalidad, lentamente fui retirando mi verga de ese castigado y gozoso culito, el cual quedó bárbaramente dilatado mostrando un enrojecido interior, del cual manaba abundante leche que se deslizaba pesadamente hacia la sábana en donde quedaba depositada siendo una muda demostración de la intensa y caliente batalla que se desarrolló en ese lugar.
Pao, a todo esto, miraba alternativamente tanto al culito abierto y enrojecido de su hermana como así también la gruesa pija que aún conservaba algo de su dureza y de cuya punta colgaba alguna gota tardía de semen y el pequeño charco de leche en la sábana entre las piernas de Lara, mientras con una de sus manitos acariciaba con fuerza y determinación su pequeña y lampiña conchita demostrando de esa manera que lo que había visto, como así también lo que estaba viendo le despertaba sensaciones lujuriosas a su cuerpito, especialmente a su conchita.
Una visión realmente alucinante.
De pronto estiró su otra manito y tocó con la punta de sus deditos la entrada del culito bien abierto de su hermana.
Introdujo uno de sus dedos en el rojo agujero del cual continuaba manando leche.
Con curiosidad propia de una niña que veía por primera vez como se culeaban a su hermana y le dejaban el culo bien abierto y lleno de leche, suavemente palpó el agujero y tomó entre sus deditos un poco del semen que seguía evacuando, lo acercó a su carita y lo olió, sacó su lengüita y probó el sabor del jugo del hombre que nuevamente se estaba excitando al ver todo esto, bajó su manito hasta el pequeño charco que se había formado sobre la sábana, y con más confianza palpó con toda su manito el semen allí acumulado.
Jugó, chapoteó con su manito empapándose con esa leche de hombre, y llevó esa mano también a su conchita y desparramó sobre la misma todo ese semen mientras suspiraba y gemía llegando sorpresivamente a un orgasmo.
Me impresionó la actitud de esta nena, pero comprendí que estaba despertando al sexo de una manera rápida y hermosa.
Mi pija latía.
Mi cerebro me decía que era la ocasión propicia para desvirgar a Pao, pero mi físico me reclamaba a gritos desesperadamente un descanso.
El día había sido largo y lleno de lujuria.
Las chiquillas me excitan de tal manera, que cuando las culeo me entrego totalmente, de allí que cuando como en este caso, que había tenido varias secciones de sexo, necesitaba descansar para reponerme.
Pero parece que ellas no pensaban o no tenían esa necesidad de descanso, al menos Pao, ya que luego de su orgasmo producido al refregarse por su conchita mi semen que brotaba del ano de su hermana, su atención se fijó sobre mi verga que pugnaba por pararse y se mantenía morcillona.
Estiró su manito y comenzó a acariciarla.
A mí me dolía la pija.
Dejé que se diera el gusto.
Lentamente mi verga fue saliendo de su letargo al conjuro de las caricias de esta nena.
Me dije una vez más que era el momento preciso para desvirgar a Pao.
Me concentré en el momento tratando de olvidar mi cansancio.
Ella continuaba con sus caricias.
En un momento determinado inclinó su cabecita y depositó su boca sobre el glande hinchado de mi verga.
Se la introdujo en su boca, y a pesar que no tenía experiencia, empezó a mamarme la pija de una manera tal, que olvidé todo lo demás y me entregué de una manera total a gozar de esa caricia inesperada.
Ella gemía mientras chupaba.
La dejé continuar con su tarea un rato, y luego suavemente le quité su "juguete" de la boca.
La besé en la misma introduciendo mi lengua hasta el fondo de su cavidad bucal.
Ella parecía que se desesperaba por devolverme la caricia, y movía descontroladamente su lengüita yendo al encuentro de la mía.
Disfrutamos un rato de estos besos.
La fui tendiendo lentamente sobre la cama.
Separé sus piernitas.
Lamí su conchita por fuera, y separando sus labios vulvares, también por dentro.
Me apoderé de su pequeño y enhiesto clítoris succionándolo suavemente, ante esta caricia Pao pareció que le había dado un golpe de electricidad, ya que arqueó su cuerpito quebrando su cintura y pegó aún más su conchita a mi boca.
Es el momento me dije.
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