Por culpa de la pandemia fui la hembra de mi cuñado
Estábamos en plena pandemia, confinados y me tocó mi cumpleaños, decidí arreglarme un poco y mi cuñado abrió una botella de Whisky, todo se iba dando para una cogida fenomenal..
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La primera vez que escuché sobre el misterioso virus me pareció algo tan lejano, ciudades y regiones enteras de China en cuarentena, poco después el virus se había propagado por Europa y las alarmas se encendieron en todos los países (excepto unos pocos, entre ellos México).
México reaccionó tarde, mientras otros países cerraban fronteras, aeropuertos y confinaban ciudades enteras, nuestros gobernantes se hacían de la vista gorda, el presidente seguía pidiendo salir y abrazarse, el secretario de Salud rechazaba el uso del cubrebocas y las pruebas de Covid a los sospechosos de tener la enfermedad, una negligencia criminal, hasta que la realidad los rebasó, miles de personas empezaron a fallecer y se empezaron a tomar medidas, entre ellas el confinamiento.
Uno de los fallecidos, en esa primera ola del Covid, fue mi suegro, llevándose a la tumba cualquier posibilidad de saber si era el padre o el abuelo de mi hijo.
El fallecimiento afectó muy fuerte a toda la familia, no podía creerlo, mi suegro era un hombre sano, fuerte y vigoroso, lo que demostraba una vez más las mentiras del gobierno, que torpemente justificaba el exceso de muertes a la obesidad y a la diabetes en lugar de su ineptitud. Su sepelio fue muy triste, sólo permitieron a mi suegra y a los dos hermanos de mi esposo estar presentes en la cremación, no hubo velorio.
Ante tal acontecimiento me dio tanto temor el virus que extremé precauciones, respeté el confinamiento a ultranza y no salía para nada a la calle, incluso el super lo pedía a domicilio, para colmo mi empleada doméstica se regresó a su pueblo a cuidar a sus abuelos, me daba terror cada que iniciaba la etapa de trabajo de mi esposo, pensando si regresaría o no, se sabía tan poco del virus, los 14 días que quedábamos completamente solos mi hijo y yo se me hacían eternos y los 14 días que estaba en casa se me hacían tan cortos, mi hijo ya tenía cuatro años, y precisamente su compañía era lo que evitaba que me volviera loca en ese triste encierro.
Con el confinamiento vino el quiebre de cientos y cientos de empresas, miles de personas se quedaron sin trabajo, entre los que se encontraba Carlos, el hermano mayor de mi esposo.
Mi esposo, por medio de sus contactos, le consigue empleo en una empresa de mi ciudad, y se vino a vivir con nosotros.
Aunque me agradaba el hecho de no quedarme sola en las ausencias de mi marido, me disgustaba el hecho que diariamente tenía que salir a trabajar, lo que rompía el confinamiento y me daba temor que por su culpa entrara el virus a la familia, lo obligaba a salir a la calle con mascarilla, guantes y cubrebocas y lo desinfectaba de pies a cabeza cuando regresaba del trabajo, un ritual que llegué a sentir incómodo, Carlos al igual que mi esposo y su otro hermano, era muy guapo y tenía un cuerpo bien formado, mientras lo rociaba para desinfectarlo, admiraba su firme trasero y su ancha espalda, así como su pecho e incluso su entrepierna y podía visualizar que se le dibujaba un buen bulto.
Los días transcurren uno tras otro en forma rutinaria, 14 días con mi esposo y mi cuñado, 14 días sola con mi cuñado, en ocasiones notaba que se me quedaba viendo, era notorio que le atraía y aunque me hubiera gustado cogérmelo, era mi cuñado y no quería repetir una situación como la que pasé con mi suegro, que, si bien fue muy excitante, también muy riesgosa y me hacía sentir culpable. Creo que él pensaba lo mismo, era el hermano de mi esposo y además gracias a él había conseguido trabajo y donde vivir.
Llegó el día de mi cumpleaños, para colmo fue en la etapa de trabajo de mi esposo.
Muy temprano recibí un enorme arreglo floral, cortesía de mi esposo, siempre tan detallista, eso me levantó el ánimo, era triste pasar mi cumpleaños encerrada, decidí que ese día no debería ser como los demás, así que me arreglé sexy, como acostumbraba antes de la pandemia, me puse un conjuntito de bra y tanga de color negro con encaje y que levantaba mis tetas, un vestido corto negro y entallado con detalles en pedrería y me maquillé un poco, me puse unos zapatos de tacón alto, me miré al espejo y me gustó la imagen que me devolvió, aunque no fuera a salir a ningún lado me gustaba sentirme hermosa.
En la tarde llega Carlos y cuando salí para rociarlo con desinfectante se sorprendió al verme así:
– Cuñada, que bien te ves, ¿vas a salir a algún lado? – preguntó.
– A ninguno, no me arriesgaría a salir, simplemente que hoy es mi cumpleaños y quise arreglarme un poco. – contesté
– Un poco, pero si estás despampanante – añadió
– Gracias- respondí.
– Y muchas Felicidades. no sabía que era tu cumpleaños- dijo al momento que se acercaba y me daba un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
Ese abrazo y ese beso me estremecieron, Carlos era el hermano mayor y el que más se parecía a mi suegro, tenía una complexión muy similar y por un instante sentí como si hubiera sido mi suegro quien me abrazaba, buscó en la despensa y encontró unos panecillos empaquetados, buscó unas velas que sobraron del cumpleaños de mi hijo, puso una en el panecillo y la encendió, llamó a mi hijo y juntos me cantaron Las Mañanitas (canción popular que se canta en México en los cumpleaños), un bonito detalle que me sacó unas lágrimas.
Pidió una pizza y me dijo:
– Voy a abrir una botella de vino, el fin de semana se la repongo a mi hermano.
– No te preocupes por reponerla, son para eventos especiales y gracias a ti hoy lo es.- respondí
– Insisto en que la repongo el fin, mi hermano las tiene guardadas y es lo justo.
Ya no insistí y en un rato llegó la pizza, cenamos junto con mi hijo y vimos una rato televisión, hasta que mi hijo se durmió, en cierta forma sentía como si estuviera mi marido. Subió a mi hijo cargando a su recámara y al regresar puso un poco de música y abrió una botella de Whisky.
– Hay que seguir celebrando, un cumpleaños no se celebra todos los días.
Seguimos charlando, era buen conversador y ocurrente, me hacía reír mucho. El licor y la charla me hacían sentir más relajada y desinhibida, disfrutaba su compañía, era muy caballeroso y me gustaban sus atenciones.
No soy muy asidua a la bebida y pronto me sentí mareada, sin embargo, la estaba pasando tan bien que seguía bebiendo, no sé si era mi idea o no, pero creo que las bebidas que preparaba Carlos estaban muy cargadas de alcohol, de pronto en la plática, expresó:
– Sabes, todos en la familia envidiamos a mi hermano por tener tan bella esposa.
El comentario me ruborizó, no contesté, solamente sonreí sonrojada, pero me encantó el halago.
Carlos cada vez se acercaba más a mí, también estaba bebido y me hablaba muy cerca de mi cara, a unos 30 centímetros a lo mucho, la proximidad de su cuerpo me hacía sentirme un poco nerviosa, mi cuerpo me hormigueaba, un calor extraño me envolvía, y sentía mi vulva extremadamente húmeda, Indudablemente me estaba excitando la presencia de mi cuñado, intentaba seguir la plática, pero ya no recuerdo que tantas cosas decía, creo que empezaba a decir algunas estupideces, solamente recuerdo que reía mucho, la ingesta de tanta bebida hizo efecto y necesitaba ir al baño urgentemente, así que intenté incorporarme y trastabillé con la mesa de centro, afortunadamente Carlos me sostiene de la cintura y evita que caiga de bruces, sentir sus fuertes manos en mi cintura me causó un estremecimiento que recorrió mi cuerpo, me acompañó al baño, sosteniéndome de su brazo para no perder el equilibrio, a pesar de haber bebido la misma cantidad de alcohol que yo, se notaba sobrio, una vez que terminé de orinar me limpié bien, hasta la última gota de orina, pero noté que mis calzoncitos estaban completamente húmedos, regresé al sofá, ya era muy tarde y no me sentía en condiciones de seguir bebiendo, le expresé que me sentía muy mareada y que era hora de irme a acostar, que le agradecía mucho su compañía, intenté levantarme y tropecé nuevamente con la mesa de centro, otra vez mi salvador estaba allí para evitar que cayera al suelo.
– Disculpa, pero no estás en condiciones de subir las escaleras- lo escuché decir al tiempo que toma mis piernas en sus brazos y me levanta en sus brazos como una recién casada rumbo al lecho nupcial.
No puse resistencia, me encantaba estar en sus fuertes brazos, sentir el calor de su cuerpo, instintivamente me acurruqué en su pecho y pasé un brazo por su cuello, me subió a mi recámara y con delicadeza me depositó en la cama, algo me preguntó, no recuerdo qué, no estaba en condiciones, todo me daba vueltas y tenía los ojos cerrados, estaba empezando a quedarme dormida, me quedé esperando el ruido de mi puerta cerrar, nunca lo escuché, entreabrí los ojos y lo descubrí en la orilla de la cama contemplándome, volví a cerrar los ojos, después de un rato sentí su mano acariciando mi pelo y después rozar la piel de mi mejilla, la suave caricia me estremeció y al mismo tiempo me llevó a un estado de mayor lucidez, no protesté, seguí fingiendo dormir, me sentía muy caliente y disfrutaba sus suaves caricias, después de un rato se inclinó y sentí sus labios rozar los míos, muy suave, las caricias me enardecieron, ya no aguanté más y tomándolo del cuello lo besé con pasión, solamente quería ser la hembra de ese macho, sin importarme que era el hermano de mi esposo, sin medir las consecuencias.
Poco a poco nos fuimos desnudando, la ropa nos estorbaba, pronto quedé solamente con mi tanguita puesta y Carlos encima de mi cuerpo, piel con piel, estaba totalmente cachonda.
Sentía el duro miembro de mi cuñado en mi entrepierna, quemante, sentía como se restregaba por encima de mi vulva.
Me lamía la oreja y mordisqueaba el lóbulo de mi oreja divinamente, empezó a susurrarme cosas al oído que me terminaron de excitar.
– Preciosa, divina, no sabes la envidia que le tenía a mi hermano, las veces que me masturbé soñando que te cogía.
Volvió a mis labios, me besaba lenta, suave, despacio, correspondí a sus besos, su lengua entró en mi boca y exploraba la mía, un beso húmedo, jugoso, cachondo, saboreaba su saliva, su aliento, mordisqueaba sus labios, mi corazón palpitaba con rapidez.
Después de un rato fue bajando a mi cuello, sus manos encontraron mis tetas y empezó a apretarlas, estiraba y apretaba mis pezones haciéndome gemir, siguió, sus labios llegaron a mis pezones, una corriente eléctrica me estremeció, no pude evitar dar un respingo y mis pezones se endurecieron al instante, mis gemidos se intensificaron, su boca continuo bajando hasta llegar a mi vientre, pronto llegó a mi entrepierna, allí hundió su cara y encontró mi sexo ardiente, su lengua empezó a recorrer mi rajita divinamente, desde mi culito a mi clítoris, cuando la sentí entrar en mi coñito, sentí que me desmayaba de placer, mis piernas se aflojaron y tomándolo del pelo hundí su cara en mi vagina, succionaba mis labios vaginales, mi clítoris, me sentía desfallecer, pronto sentí que su lengua hacía presión en mi orificio trasero, todo mi cuerpo se tensó y lancé un gemido, su lengua era increíble, abrí las piernas lo más que podía, entregándome por completo, sin dejar de lamer mi coño, empujó uno de sus dedos al interior de mi culo, sólo la punta, lo movía en forma circular, una caricia suave y divina que me encantaba, siguió empujando, mi culo lo recibía sin resistencia, pronto entró por completo, mi ano se contraía de placer, apretando suavemente, lo metía y sacaba, cuando ya entraba y salía con facilidad otro dedo se unió, la sensación de dos dedos rozando mi interior era increíble y la combinación con sus lamidas me estaban llevando al éxtasis, mi vista se nubló, olas de placer recorrían mi cuerpo, mi cuerpo empezó a retorcerse y alaridos de placer salían de mi boca, me corrí en un orgasmo intenso y prolongado, mis fluidos escurrían por mis labios vaginales y sentí que todo mi cuerpo temblaba, cuando terminé de correrme me sentí exhausta, agotada, pero la noche apenas empezaba, Carlos se incorporó y dirigió su enorme rabo a mi boca, entendí que era mi turno de darle placer, su verga tenía un olor fuerte, un olor a macho que hizo que mi boca empezara a salivar, abrí los labios y la enorme cabeza entro en mi boca, gorda, brillante y roja, succioné suavemente, una mano de mis manos buscó sus pesados huevos, la otra recorría su grueso tronco, intenté tragarme lo más que podía hasta que la punta de su nabo tocó mi garganta, eso lo volvió loco y empezó a gemir, metía y sacaba su verga de mi boca, mi saliva escurría por el tronco, entonces sentí el sabor de su precum y con mi lengua recorrí la punta de su verga en busca de su preciado líquido, hilos de precum se formaron entre la punta de su verga hasta mi lengua y mirándolo a los ojos lo saboreé en mi lengua y lo tragué, como una verdadera puta.
– ¿Te gusta?
– Me encanta, papi, tu verga es tan rica.
– Entonces chupa ohhh, si, te daré tu ración de carne todos los días, putitaaa
Cuando parecía que iba a acabar, sacaba su verga de mi boca y la restregaba en mi cara, algo que me hacía sentir tan puta, era un experto, sabía controlar su orgasmo sin que perdiera la excitación, hasta que después de un buen rato me pidió que parará, ya que estaba a punto de correrse y se subió sobre la cama, abrió mis piernas y se situó entre ellas, sentí que posicionó la punta de su nabo entre mis pliegues vaginales y me dijo:
– Siempre soñé con cogerte, hacerte mía, no pudo creer que te tengo en mis brazos.
– Cógeme, por favor cógeme le supliqué,
Sentí que restregó la punta de su verga, buscando la entrada de mi coño y cuando lo encontró empezó a empujar lentamente, mis pliegues vaginales se fueron abriendo entrando poco a poco su enorme nabo, hasta que entró toda la cabeza, me retorcí de placer y gemí cuando sentí esa barra de carne palpitando en mi interior, se quedó quieto, disfrutando el calor de mi vagina en lo que me miraba a los ojos.
– Ya tienes toda la cabeza dentro preciosa, ¿la quieres toda?
– Si papi, métemela toda.
– Ahí te va princesa, disfrútala
Sonrió y siguió empujando lentamente pero sin detenerse, sentía como esa barra de carne se iba abriendo paso, estirando mis pliegues vaginales, me retorcía de placer, mordía mis labios para no gritar, cuando ya tenía la mitad de su verga dentro, me sujetó de la cintura y con un golpe de cadera me empaló de un solo golpe hasta el fondo de mis entrañas, me llegó tan profundo que se me escapó un grito de placer-dolor.
– Ah, mmm, ayyy, papi, despacio, me partes en dos -me quejé.
– Perdona, ya no pude aguantar empalarte de una, tiene un coñito tan suave y estrechito, siento tan rico como me aprietas la verga.
Me tenía bien ensartada, sus pesados huevos chocaban con mis labios vaginales, empezó el vaivén, muy despacio, mientras me besaba la boca y apretaba mis tetas, su aroma a macho me embriagaba, poco a poco aumentaba el ritmo de sus embestidas y mis gemidos y espasmos eran más intensos, me estuvo cogiendo largo rato, tenía un gran aguante y pensaba que me estaba volviendo loca de placer, llegó un punto que le supliqué que parara,
– Aghhh, para, detente, agggh, ya no puedo más, le supliqué.
Lo vi sonreír, pero en lugar de parar aumentó el ritmo de sus embestidas y me susurró al oído:
– Eres una delicia, princesa, aguanta, quiero disfrutarte toda, relájate y goza como buena putita,
Mi cuerpo se arqueaba y se contraía sin control, espasmos recorrían mi cuerpo, las embestidas de Carlos tenían un ritmo infernal, ya no aguanté y me corrí en un intenso orgasmo, gimiendo y jadeando de placer, estaba segura Carlos se correría también de un momento a otro, cuando de pronto sacó su tremenda verga y empezó a frotarla en mi raja, le pedí que nuevamente me la volviera a meter:
– Que pasa, papi, sigue, que bien me coges, anda, preñame- le supliqué
– Sabes, me encantan tus nalgas, me prende el culito que tienes, quiero tu culito, quiero romperte el culito.
No me hice del rogar, me levantó una pierna al máximo y la otra quedó apoyada en la cama de tal forma que mi ano quedó expuesto, escupió en la entrada de mi culito y me ensartó dos dedos, mi ano ya estaba dilatado del juego previo y entraron sus dedos con facilidad, me llenó mi culito bien con su saliva y apuntó su lanza contra mi orificio, justo cuando sacó sus dedos empujó la cabeza de su verga hasta colarse toda dentro, me causó un poco de dolor y no pude evitar dar un grito agudo.
– ¿Te duele?, ¿Quieres que te la saqué?
– Si me duele, me la metiste por sorpresa, no estaba preparada, pero si me la sacas te mato, sólo cógeme con suavidad.-respondí.
Carlos sonrió y fue empujando lentamente, mi colita fue cediendo, estaba feliz de sentir esa verga en mi interior, jadeaba de placer, me metía un poco de su verga y la sacaba, hasta que le pedí que la quería toda dentro y con una sonrisa pervertida me la metió de una hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas, mi cuerpo se retorció y gemí de placer y un poco de dolor,
– Relájate ya la tienes toda dentro.
– Aghhh, ufff, como me aprietas la verga, que rico, aaahhh .- Gruñía
Mis piernas temblaban, pero él las sostuvo bien abiertas, esperando que mi culo se acostumbre al invasor, empezó nuevamente el vaivén, cada vez entraba más fácil, mi culito se iba dilatando poco a poco, despacio me fue dando vuelta y abrazándome apoyó su cuerpo a mi espalda, y empezó a cogerme con mayor velocidad, no habíamos usado lubricante, y sentía como su verga me rozaba por dentro, la saliva no era suficiente, sentía ardor, pero no me importaba, solamente quería que siguiera cogiéndome, sentir esa verga que me lastimaba y me daba tanto placer al mismo tiempo, sentirme taladrada, sentir los pelos de su pubis haciéndome cosquillas en mis nalgas, todo mi cuerpo se zangoloteaba y sentía que me faltaba la respiración, era algo tremendo, intentaba tomar bocanadas de aire, veía estrellas, todo mi cuerpo vibraba, empecé a convulsionar y jadeando me corrí nuevamente, mis piernas se tensaron y mi culito se contraía involuntariamente apretando su rica verga, ya no pudo aguantar más lo escuché gruñir y me empaló hasta el fondo, cerró los ojos y haciendo muecas de placer, sentí su primer chorro de semen inundar mi culo, seguía gesticulando y en cada mueca suya una nueva estocada y un chorro de semen caliente llenaba mis entrañas, se dejó caer sobre mi cuerpo, sudoroso y me dio un beso en la boca sin sacarme su verga, que no había perdido toda su rigidez y seguía embistiendo lentamente, hasta que después de unos minutos su verga salió de mi interior junto con un hilillo de semen, me abrazó y quedamos en posición de cucharita, tardó un buen rato en recuperarse y se levantó sin decir palabra alguna, yo me quedé dormida profundamente, sintiendo como poco a poco iba escapando ese tibio néctar depositado en mi interior y deslizarse entre mis piernas.
Al otro día al levantarme sentía un fuerte dolor en la vagina y el culo, los tenía sumamente rozados y recobré conciencia de lo que había pasado, aunque había sido una cogida fenomenal, era algo que no podía volver a suceder, no quería volver a vivir una situación como la que tuve con mi suegro.
Al levantarme ya Carlos se había marchado al trabajo, era tarde y me puse a prepararle el desayuno a mi hijo, ya no nos conectamos a las clases en línea, no estaba en condiciones, me dolía el culo a cada paso que daba y preferí descansar.
En la tarde regresó Carlos y volvimos a la rutina de siempre, no me tocó el tema, y de momento tampoco lo saqué.
Una vez que cenamos y que mi hijo se durmió, por fin hablé con él, le dije que lo que pasó fue producto de la borrachera, pero que no podía volver a pasar, estuvo de acuerdo, se mostraba apenado.
Sin embargo, esa cogida había sido tan buena que sólo era cuestión de tiempo para repetir, al final y durante algunos meses fue mi amante, cuando mi esposo se iba a trabajar a plataforma.
Si les gustó, espero sus comentarios a [email protected].
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