POR FIN CONSEGUI VER FOLLAR A MI ESPOSA CON OTRO
Somos un matrimonio de quince años de casados la edad de mi esposa treinta y ocho. yo cuarenta y dos, hasta ahora no tenemos hijos por lo cual disfrutamos mucho de fiestas paseos y compartimos con amigos. nuestra vida es más o menos como la de muchas parejas. Ella es de estatura mediana, buen cuerpo.
Somos un matrimonio de quince años de casados la edad de mi esposa treinta y ocho. yo cuarenta y dos, hasta ahora no tenemos hijos por lo cual disfrutamos mucho de fiestas paseos y compartimos con amigos. nuestra vida es más o menos como la de muchas parejas.
Ella es de estatura mediana, buen cuerpo y muy femenina. Me encanta comprarle ropa sexy, sobre todo la íntima, encajes, transparencias, ligueros, etc. Y cuando algo de eso se le puede ver en público, aunque sea un poco, me fascina. Ella lo sabe y aunque en un principio no le gustaba, poco a poco lo fue aceptando y con el paso del tiempo ya lo disfrutamos los dos.
En especial me gusta que use minifaldas. Cabe decir que posee unas piernas hermosas y muy buenas nalgas, por lo que provoca miradas con bastante morbosas.
En una ocasión le dije que vestida así, debía parar cualquier cantidad de vergas por la calle, ella me dijo que no era cierto, hasta que me comentó que un día que llevaba un atuendo similar, entró a un centro comercial y al poco tiempo se le acercó un joven y le dijo que no se molestara por lo que le iba a decir, pero que de solo verla así se le había parado su verga y ella lo pudo corroborar al ver discretamente hacia el bulto en su pantalón. El joven se retiró no sin antes darle las gracias por vestirse así, lo que según él era un regalo para la vista de quienes apreciaban lo femenino de mujeres como ella.
Le pregunté como se sintió con eso y me comentó que obvio le sorprendió y que al principio le molestó un poco, pero al no haberle faltado al respeto y sabiendo que efectivamente había causado el efecto que el joven mencionó se sintió a gusto por sentirse admirada. Así continuamos con esto que a mí me encantaba.
Cuando hacíamos el amor me gustaba preguntarle si le gustaba saber que de alguna manera haya parado ya muchas vergas. Al principio decía que no, pero al paso del tiempo fue aceptando y sentía algo de gusto por eso.
Ocasionalmente íbamos a bailar a algún salón, a ella le encanta el baile, aprovechando eso, le compré algunas faldas con mucho vuelo, de manera que al dar vueltas bailando se le subían dejando ver sus lindas piernas y de vez en cuando su ropa íntima, poco a poco le fue gustando el hecho de provocar miradas. Al grado de aceptar llevar ropa íntima por demás provocativa, tangas de encaje y transparencias, blusas con escotes que dejaban ver una buena parte de sus pechos y a veces medias de liguero.
En ocasiones la invitaban a bailar otros hombres quienes de seguro ya se habían dado un buen gusto con las delicias que mi esposa les dejaba ver.
Incluso varios de ellos le agradecían por lo que les había dejado ver y la felicitaban por tan buen cuerpo y mostrarlo tan generosamente.
Desde luego no faltaron algunos que aseguraban que debido a lo anterior sus vergas se habían parado más de lo habitual y para que ella lo comprobara, en algunos momentos del baile pegaban lo más posible sus cuerpos al de ella con el obvio contacto de sus miembros en las piernas y nalgas de mi esposa.
Eso me lo comentaba ella y podía yo apreciar una cierta dosis de morbo y hasta podría decir que algún grado de excitación, lo que me parecía muy erótico.
También pude darme cuenta que ellos al abrazarla bailando alguna vez sus manos intentaban bajar más de la cuenta y en alguna ocasión llegaron a tocar parte de las nalgas de mi esposa.
Ella me pregunto que si los dejaba que la tocaran o debía dejar de bailar con ellos, le dije que ella tenía la decisión y que yo la apoyaría y que lo viera como un juego o una travesura, y hasta donde ella se sintiera bien lo podía hacer.
Esa noche vi como un hombre joven que se veía encantado de bailar con ella, le tocaba algo más sus nalgas y no quitaba la vista de sus pechos, que se veían preciosos por el gran escote que llevaba. Me di cuenta que a mi esposa no le desagradaba, además que los dos se acoplaban muy bien bailando.
Con música más suave, se acercaban mucho sus caras al grado de quedar en ciertos momentos mejilla contra mejilla. Se veía que a él no le faltaban ganas de darle un beso en los labios a mi esposa.
Ella me lo comentó y también que eso la había puesto nerviosa, a pesar que él sabía que ella iba acompañada. Le dije que se tranquilizara, que como le había dicho, lo tomara como un juego o una travesura y que en todo momento yo estaba al pendiente ante cualquier situación.
Ya más segura continuó bailando, nuevamente sus mejillas de acercaron, vi que algo conversaron y entonces él le dio un beso suave en la mejilla, ella lo aceptó como si nada.
Era evidente como él cada vez tenía su mano más cerca de sus nalgas, de hecho, en algunos momentos sus cuerpos se rozaban.
Ella me dijo que en uno de esos momentos pudo sentir que él ya estaba muy excitado habiendo sentido su erección en su pelvis.
Más tarde, aprovechando la música suave, él la giró quedando ella de espaldas ligeramente separados, así continuaron bailando, y él le dio otro beso en el cuello, pero ahora mucho más lento.
Cuando ella vino a la mesa conmigo, le pregunté como se sentía, me contestó que aun algo nerviosa pero menos que antes, me dijo que él le preguntó si yo era su esposo, ella le dijo que sí, pero que no se preocupara, que nosotros estábamos de acuerdo en todo lo que pasaba, por lo que él nos felicitó por ser un matrimonio tan especial.
Siguieron bailando, otra vez él la volteó, aun algo separados, pero unos momentos más tarde, la abrazó, de tal manera que sus cuerpos quedaban pegados y obviamente por lo delgado de la tela de su falda, ella sentía muy bien lo duro de su verga. Pensé que debido a eso ella se iba a voltear o al menos a despegar de él, afortunadamente me equivoqué.
Estuvieron así bailando muy rico, parecía que nunca se iban a separar, ambos lo estaban disfrutando mucho y la verdad yo también, con mucho morbo, viendo a mi esposa abrazada y bien pegada a un hombre que le estaba demostrando lo mucho que la deseaba.
Finalmente, él la volteó solo para pegarse de nuevo a ella, pero ahora de frente, le dio un beso prolongado en la mejilla y tomándola de la barbilla le dio uno suave en los labios.
Ahí sentí una mezcla de sentimientos, por un lado, algo de celos al ver que otro hombre besaba a mi esposa y que ella lo permitía y disfrutaba, pero por otro lado un placer debido al morbo que me producía eso y a lo relacionado que estaba todo eso con lo sexual, pero estaba decidido a continuar adelante, especialmente al ver que ella lo estaba disfrutando y desde luego con la incógnita de no saber hasta dónde.
Ella vino a la mesa, me preguntó si me di cuenta de los besos, le dije que sí, le comenté de los sentimientos encontrados, le pregunté si a ella le había gustado, me dijo que sí, le pregunté sobre lo que había sentido al estar pegada a él y sentir claramente su miembro ya bien parado y la obvia excitación de su compañero de baile. Ella me preguntó si eso no me había molestado, le dije que no, ella me dijo que sinceramente le había gustado, e incluso la había excitado bastante. Me dijo que, si yo lo decidía, hasta ahí lo dejábamos todo porque ella suponía que él iba a querer algo más, por lo excitado que estaba.
Le comenté que no se trataba solo de mí, que me importaba mucho lo que ella sentía, deseaba y que en verdad me gustó que estuviera disfrutando del baile, los besos y por qué no, hasta la excitación que le provocaba el sentir la verga pegada a su cuerpo. Y, por otro lado, no sabíamos si otro encuentro así se repetiría.
Me dijo que tenía razón, pero que le preocupaba el hecho que en algún momento algo me pudiera molestar y eso que iba muy bien, terminara mal.
Mira, le dije, para que estés tranquila, vamos a los hechos, ambos lo están disfrutando, bueno, a decir verdad, yo también, ambos están excitados, puede pasar que en un rato más nos retiremos, agradecidos todos de lo que ha pasado y hasta ahí. Pero veamos otro escenario posible, son hombre y mujer, repito, ambos ya excitados, imaginemos que esto sigue aumentando de tono y que finalmente, de una u otra forma llegaran a más, es decir a tener intimidad sexual, con esto no hablo precisamente de penetración, sino de muchas cosas que pueden pasar y que por lo visto a ninguno nos molestaría.
Desde luego, por mi parte no habría objeción, pero creo que me parecería bien, que tú lo disfrutarías, ya fuera que hicieran poco o mucho, eso solo tú lo decides.
Y por parte de él, ya ni se diga, lo que hicieran si es que se da, lo disfrutaría al máximo.
Pero te repito, tú eres quien lo decide, si deseas que nos retiremos, así lo haremos, no sin antes agradecerle el buen rato que te hizo pasar o si quieres continuar hasta donde ambos lo deseen, yo estoy de acuerdo.
Ella me dijo, si estás tan seguro me gustaría continuar, aclarando, no precisamente con la idea de tener sexo con él, pero si seguir con esto que por lo que dices, estamos disfrutando todos.
Se levantó nuevamente a bailar, muy tranquilos de inicio, solo con algunos acercamientos, algo platicaron, él la abrazó pegándola bien a su cuerpo, le dio otro beso leve en los labios y unos momentos después la estrechó más y le plantó un gran beso en los labios, ella reaccionó algo sorprendida, pero sin rechazarlo, apenas un rato más e iniciaron un beso de telenovela que parecía interminable. Pude ver como sus cuerpos estaban prácticamente pegados, muy seguramente sus partes genitales en pleno contacto y desde luego ambos ya con cierta humedad producto de la gran excitación que tenían en ese momento.
Por instantes, él le daba discretamente unos breves apretones en las nalgas de mi esposa y también muy discretamente le llegó a dar unos besos en sus pechos que debido al escote se veían al menos la mitad de ellos por fuera.
Yo experimentaba un gran morbo mezclado con excitación al ver a mi esposa manoseada muy rico y lo mejor de todo es que ella lo estaba disfrutando.
A ella le encanta chuparme la lengua cuando la beso y me di cuenta que en ciertos momentos en que se besaban hacía eso a su compañero de baile, después ella me dijo que él le comentó que eso le fascinaba.
Regresó mi esposa a la mesa, pero ahora acompañada de él. Nos saludamos, su nombre Luis, mi esposa se llama Marina, se sentaron, platicamos un poco de trivialidades, después nos comentó lo sorprendido que estaba de encontrar a un matrimonio como nosotros, le dije que sí, que somos una pareja especial, que preferimos hacer todo de común acuerdo en lugar de tener infidelidades o engaños.
Mencionó que celebraba mucho que yo no tuviera problema con lo que hasta el momento habían hecho ellos. Le pregunté con qué de todo lo que habían hecho. Respondió que prácticamente con todo y les pedí que se besaran ahí frente a mí. Él se acercó a mi esposa y la besó en los labios. Les dije, así no se besaban hace un rato, entonces él la abrazó y la empezó a besar más intensamente y estando sentados el uno al lado del otro, como la minifalda de mi esposa estaba recogida, Luis comenzó a acariciarle las piernas y falto poco para que llegara hasta su concha. Aun así, se ven muy tímidos, les dije. Acto seguido él le propinó a mi esposa un beso en cada pecho.
Tienes una esposa deliciosa, me dijo. Así es, le respondí y me encanta verla disfrutar de lo mejor de la vida, una buena cena, un buen espectáculo, un buen viaje, un muy buen baile y desde luego los placeres derivados de lo sexual.
Luis volvió a abrazar a Marina y a besarla, ahora fue más lejos, discretamente le acaricio sus pechos y por un buen rato. La verdad ella se veía encantada, además sus senos son su punto débil que la hacer excitar al acariciárselos.
Ese día era sábado y eran como las once de la noche, le pregunté a Luis si tenía algún compromiso para lo que restaba de la noche, nos comentó que no, que lo que más deseaba era seguir bailando con Marina y hacerla disfrutar en todo lo que ella deseara.
Le dije a Luis que si estaba de acuerdo en ir a cenar algo ligero, y después ir a nuestra casa. Él respondió que si y a Marina le agradó la idea, lo de la cena ligera podía ser en algún lugar que nos quedara de paso.
Así lo hicimos, la cena fue en verdad muy ligera, nadie quería sentirse pesado y unos minutos después llegamos a casa.
Puse algo de música, algunas botanas y algo de tomar. Me dirigí al baño, procuré tardarme deliberadamente algo más de lo habitual, lo que produjo el efecto deseado, cuando regresé a la sala, ellos estaban bailando, él besándola y ella con la lengua de él dentro de su boca, chupándosela.
Sus cuerpos completamente pegados y como buscando cada quien el sexo del otro.
Luis me pidió que yo bailara con ella, ya que deseaba admirar sus lindas piernas y todo lo demás. Así lo hice, dándole muchas vueltas para que él pudiera deleitarse viéndola muy de cerca.
Al regresar Luis reiniciaron el baile y el comenzó a desnudar a mi esposa y ella él llegando los dos a quedar en ropa interior. El bóxer de él revelaba perfectamente el buen tamaño de su verga y lo parada que la tenía.
Él al verla semidesnuda la llenó de piropos y se dedicó unos momentos a contemplarla, la verdad es que se veía estupenda, ya que debido a las transparencias se podía ver bastante lo más íntimo.
Luis me dijo que deseaba bailar unos momentos más con mi esposa, claro si yo no tenía inconveniente, le dije que, si ella quería, no había problema. Acto seguido la sacó a bailar y casi de inmediato se trenzaron en un riquísimo beso tan prolongado como apasionado. Ya en eso, Luis comenzó a acariciar todo el cuerpo de mi esposa semidesnudo estando ella, tan solo con tanga, sujetador y zapatillas y él con su bóxer, besándose y casi a punto de hacer muchas cosas más.
Luis la volteó de espalda y pude ver algo lo más erótico y rico de la noche.
Él la abrazó, la atrajo hacía él, y pude ver perfectamente como le bajo la tanga y colocó su verga justo en medio de las nalgas de mi esposa, ella lejos de resistirse empezó a frotar sus nalgas en la verga de Luis.
Volvieron a quedar de frente, nuevamente se besaron, ahora sus sexos se buscaban con ansias, de hecho, pude ver como la verga de Luis que se había desnudado totalmente presentaba liquido preseminal en la cabeza de su verga y obviamente la parte más íntima de mi esposa estaría en condiciones similares. Las manos de él ahora acariciaban descaradamente las nalgas de mi esposa. Él la cargó y besándola la llevó a nuestra recámara,
En el transcurso de estos hechos la verga de Luis creció enormemente y resulto ser considerablemente más grande y gruesa que la mía.
Luis se subió sobre mi esposa, y su vergota quedó en medio de los muslos de ella.
Era obvio que Marina sentía perfectamente el miembro de Luis.
Luis recorría el cuerpo de Marina con sus manos por la cadera y llegando a la espalda, teniendo que mover el resto de su cuerpo, quedando ahora su verga sobre las nalgas de mi esposa.
Era un espectáculo de verdad hermoso y por demás erótico, mi esposa completamente desnuda, disfrutando de un muy rico masaje y sintiendo sobre ella a un hombre también desnudo y que era más que evidente tenía claras intenciones de penetrarla, lo que de seguro ella también a esas alturas ya deseaba.
Luis se dedicó a acariciar su espalda y a pasear su verga por las nalgas de mi esposa mojándola de paso con el líquido que debido a su excitación salía de la concha de mi esposa.
En esos momentos me acerqué a mi esposa y la besé en los labios, tal parecía que eso era el signo de aprobación de lo que podía ocurrir en los momentos siguientes, y la verdad así fue.
Me separé de ella, queriendo dejarla disfrutar al máximo del placer que estaba teniendo con Luis.
Pude ver como él al frotar su verga en las nalgas de mi esposa, pasaba una y otra vez sus huevos por la división de sus nalgas. En un momento quedó la cabeza de su verga, que por cierto se veía reluciente a la altura de la entrada del culo de ella. Estoy seguro que ganas no le faltaron de presionar a fin de penetrarla por ahí, realmente la tenía a su disposición y sé también que ella lo hubiera aceptado de muy buen gusto, ya que de hecho le encanta la penetración por ahí, pero Luis tenía otros planes, lo que a decir verdad me agradó.
Luis le pidió a mi esposa que se volteara boca arriba, ella se volteó, pudiendo ver la verga de Luis en todo su esplendor. Después de mirarla, volteó un momento a verme, como diciendo: mira que vergota… y tal vez me la vaya a meter y no se equivocó.
Habiendo quedado ambos de frente, él se colocó de nuevo sobre Marina quedando su verga a la altura de su estómago. Él continuó el masaje en los pechos de mi esposa, coronados por unos pezones completamente parados, muy duros, desde luego eso producto de la gran excitación que su nuevo amigo y por lo visto amante le estaba proporcionando.
Ella me pidió que me acercara a ella ofreciéndome uno de sus pechos, lo hice y empecé a mamarle su pecho y muy rico su pezón, la verdad es que no recuerdo nunca antes haberlo sentido tan duro.
Luis al ver eso, se pegó al otro pecho con su boca y ahí estábamos los dos mamando los pechos y pezones de mi esposa y ella disfrutándolo al máximo.
Me retiré un poco para que ellos siguieran disfrutando.
Él dejó de mamar el pecho de Marina para subir y besar de nuevo su boca, desde luego con su lengua dentro de ella, al tiempo que también recorría su verga hacia arriba, quedando ahora en medio de los pechos de mi esposa.
Frotó muy rico durante un buen rato su verga ahí, y en un momento dado subió un poco más, colocando la cabeza de su verga en la barbilla de mi esposa. Ella en ese momento e intuyendo lo que él deseaba, volteó a verme como pidiendo mi consentimiento para probar con su boca el instrumento de Luis.
Yo hice un gesto de aprobación y momentos más adelante él tomo su verga acercándola a la boca de mi esposa y ella abriendo su boca la recibió, de inicio solo la cabeza empezando a mamársela de una forma deliciosa.
Estuvieron así durante varios minutos en los que Luis logró meter algo así como la mitad de su verga en la boca de Marina.
Luego Luis tenía su cabeza en medio de las piernas de mi esposa dándole una mamada muy rica en su parte más íntima. Ella por su parte lo disfrutaba al máximo ya que al parecer Luis era un experto en eso.
Él le siguió mamando un buen rato su concha y cuando comenzó a succionarle el clítoris le produjo a mi esposa un delicioso orgasmo que la hacía retorcer de placer. Luego Luis la dejo descansar unos momentos, y en ese momento él aprovechó para preguntarme si podía penetrar a mi esposa, le contesté que no solo podía, sino que debía hacerlo, ya que ella estaba esperando eso. De paso le autorice hacerlo sin condón, porque a Marina le gusta sentir su concha inundada de semen.
Luis prácticamente se acostó sobre ella quien lo recibió con las piernas abiertas, la verga de él quedó sobre la parte más íntima de ella, se volvieron a trenzar en otro delicioso beso; Luis se movía sobre mi esposa paseando su verga por su monte de Venus sin penetrarla.
Así estuvieron varios minutos, de hecho, ella movía su cuerpo levantando su cadera en clara búsqueda de la verga de él. En un momento dado Luis levantó un poco su cuerpo y pude ver como ahora apuntando su verga hacia la concha de mi esposa, en unos segundos más estaba metiéndosela poco a poco, él ya no la besaba, solo observaba la expresión de mi esposa al irle metiendo cada vez más su verga, ella cerro los ojos pero con un gran gesto de placer disfrutaba cada centímetro del delicioso instrumento de placer que se introducía más y más en ella.
Unos minutos más tarde pude ver con asombro como ya casi toda la verga de Luis estaba dentro de mi esposa, la verdad era sorprendente como le había cabido esa verga tan gruesa y larga y desde luego la explicación era más que obvia, la magnífica lubricación producto de su excitación permitió fácilmente su alojamiento dentro de ella y que tanto placer le comenzaba a dar y a decir verdad yo también estaba disfrutando, ya era un placer ver a mi esposa bien penetrada por otra verga gozando al máximo.
Ambos se movían muy rico, se escuchaba muy bien el sonido que producía el choque de sus pelvis al entrar y salir de la concha de Marina la verga de Luis.
Él se veía encantado con la cogida que le estaba dando a mi esposa y ella por su lado se notaba por demás a gusto con todo lo que hasta ese momento había ocurrido con su amante, en eso, noté que Marina estaba por tener un nuevo orgasmo, de lo que Luis también se dio cuenta por que aumentó el ritmo y en unos segundos vi como ella se retorcía de placer al experimentar un delicioso orgasmo que su amante le provocaba.
Así estuvieron bastante tiempo, la verdad era que él era un hombre con mucha experiencia y de paso con mucho aguante, lo que a Marina le fascinaba y de paso a mí también, ya que era una delicia ver a mi esposa disfrutar tanto tiempo del sexo,
En un momento dado, él le dijo a mi esposa que deseaba que ahora ella se subiera en él, ella aceptó y acto seguido Luis sacó su verga y se acostó boca arriba, su verga se veía en su mejor momento; mi esposa se acomodó sobre él buscando colocar ese gran instrumento en la entrada de su concha y una vez que la cabeza estaba en el lugar adecuado, poco a poco se fue sentando metiéndose cada centímetro y desde luego disfrutándola toda, la que al principio parecía imposible le entrara ese tamaño, sin embargo no solo le entraba, sino que ella al parecer deseaba se la metiera más y más.
Estando así pude ver una imagen muy erótica, Marina sentada sobre su amante, metiendo y sacando esa gran verga mientras él se dedicaba a mamarle los pechos cuyos pezones se veían casi por reventar y a tomarla de las nalgas ayudándola a subir y bajar y de paso de repente, él le propinó una sonora nalgada, lo que al parecer le gustó a Marina, por lo que de vez en cuando lo repetía, lo que también de alguna manera también me excitó a mí.
Me sorprendía el aguante de ambos, ya que estuvieron cogiendo por un muy buen rato y no daban muestras de agotamiento, sino por el contrario, de disfrutar cada vez más lo que estaban haciendo.
Un poco más adelante Luis le pidió a mi esposa que se recostara de lado, ella lo hizo, él se colocó detrás de ella y le volvió a meter su verga por la concha, ella obvio que en cualquier posición disfrutaba al máximo.
Unos momentos más tarde ocurrió algo que no pensé que fuera a ocurrir, pero que a decir verdad yo estaba deseando.
Luis me invito a participar y Marina dijo quiero que los dos me hagan doble penetración. Luis dijo yo quiero tu culo y yo dije para mi tu concha.
Debido a ello le pregunté a mi esposa: ¿ahora mismo?, y ella me contestó muy segura: sí mi amor, ahora mismo, quiero sentirlos a los dos dentro.
Me desnudé por completo, me acosté y ella se subió sobre mí y de paso metió mi verga a su culo. A continuación, Luis se acomodó detrás de Marina y dirigió su verga al culito de mi esposa y pronto sentí la estreches de las dos vergas dentro de ella.
La excitación subió de tono para todos.
Luis viendo que ella estaba muy excitada, empezó a moverse lentamente introduciendo poco a poco algo más de su verga en mi esposa y yo me dedicaba a esperar el momento a que Marina estuviera más caliente.
Él la tomó por la cadera y cada vez metía más su verga en su culito.
Y ahí estábamos los tres, él y yo disfrutando a mi esposa y ella gozando de las atenciones de dos hombres dispuestos a todo con tal de darle la mayor cantidad de placer posible.
Me encantaba ver cada impulso de Luis, sabiendo que eso significaba un poco más de verga que entraba en mi esposa, cuando ya prácticamente se la había metido toda, fue imposible no sentir la estreches de la intimidad de mi esposa.
Seguimos así un buen rato, él ensartando a Marina por las nalgas, yo disfrutando la estrechez de su concha y ella disfrutándonos a los dos.
Finalmente, Luis aceleró el ritmo de la cogida que le estaba dando a ella mostrando que estaba por venirse y ella desde luego encantada de recibir toda la leche de su amante, ella estaba fascinada de tener por completo la vergota de Luis dentro de sus nalgas, escuchaba bien los gemidos de Marina, los que indicaban que también estaba por tener otro orgasmo, el último de esta ocasión, pero afortunadamente no el último que le provocaría su amante.
En eso estaban, cuando pude ver uno de los momentos más eróticos, Luis arremetiendo con todo por las nalgas de mi esposa y ella parándolas lo más que podía, recibiendo toda la descarga que esa verga y lo mejor fue que en esos momentos ella tuvo otro orgasmo más, es decir que los dos se vinieron al tiempo, lo que a Marina le encanta, solo que nunca lo había hecho cuando yo la cogía así, pero ahí estaba mi amada esposa, dando muy rico las nalgas, estando bien ensartada, recibiendo una gran cantidad de leche y viniéndose al mismo tiempo con su amante.
Después de venirse ambos y que Luis inundara por completo el interior de mi esposa, permanecieron pegados unos minutos, él con su verga dentro de Marina y ella disfrutando de esos momentos, gozando que Luis la tuviera ensartada.
Luis finalmente sacó su verga de mi esposa, se levantó y se dirigió al baño para darse una ducha, Marina me volvió a sorprender cuando me pidió follara su concha
Me acosté sobre ella, coloqué mi verga en el lugar exacto y sin ningún esfuerzo se la metí casi toda de una vez. Su interior estaba caliente.
Estuve bombeando ahí muy rico, era una sensación completamente nueva para ambos, no porque no me la hubiera cogido antes, sino porque experimente lo que le había visto hacer a Luis de sacar su verga dejando solo la cabeza a la entrada de la concha de mi esposa, allí la movía dos o tres veces y luego se la metía hasta la raíz y así mi excitación creció rápidamente y aunque escuche gemir a Marina, ya no me importó otro orgasmo de ella, porque ya había disfrutado varios, minutos antes.
No tardé mucho en venirme, la verdad yo estaba también muy caliente, deposité todo mi semen dentro de mi esposa, después que estuve unos momentos muy ricos bombeando su concha.
Este fue el inicio de una serie de encuentros con Luis, la mayoría en casa, pero también saliendo ellos solos, cuando yo no tenía tiempo. Más adelante pude comprobar que fue una buena decisión porque no harían nada a escondidas Y como los encuentros eran en nuestra casa activé una cámara de video conectada a mi celular y así he disfrutado viéndolos a la distancia follar en todas las posiciones.
Como Luis está casado es claro que para él estos encuentros son solo un juego o una travesura, por otra parte, creo que esto no va a durar mucho porque sus encuentros son cada vez más espaciados.
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