Postre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morita.
Llegaste a la recepción del hotel donde acordamos vernos después de degustar esa increíble comida. Volviste a leer la nota que te deje cuando te disculpaste por contestar esa llamada y que con sigilo me escabullí dejándote la misma sobre la mesa: "habitación 3099, en un hora”¸ tamborileabas los dedos con cierto apresuro y preguntaste por algún mensaje al número de habitación, al abrir el sobre, solo encontraste una llave y un pedazo de papel rasgado de un menú con las palabras
postre: gelatina de sabores.
Tomaste el elevador e impaciente por saber que estaba tramando, llegaste a la puerta, dudaste por un momento y verificaste el número; concordaba. Abriste la puerta con un aire de misterio, incertidumbre y recibiste un olor indefinido, agradable te dijo tu cabeza, pero no acertabas su origen. En ese momento recordaste como te dí a catar el vino que nos escogiste, tome la copa, metí dos dedos, los moje y los lleve a tu boca, delineé tus sensuales labios y suspire. El mesero casi se desmaya. Me miraste con aire reprobatorio a lo cual, yo sólo alcancé a decir: “Me gusta provocar” y reí. Sabía que te había provocado una punzada en…
La habitación estaba en penumbra, había algunas velas, y mi ropa en el suelo, dibujando un camino que seguía hasta la única fuente de luz con mayor resplandor. Te aflojaste la corbata, te quitaste el saco remarcando este camino textil. Al aparecer en la puerta del baño, alcanzaste a verme en la bañera, traía el cabello recogido en un chongo y te miré con un toque de picardía. Afuera sonaba música suave que hasta ahora te percataste de ella. No dije nada, solo saque una mano fuera del agua y con un gesto de dedo, te invite a entrar. Sonreíste y terminaste ese striptease enfrente a mí.
Ya notaba que estabas excitado, mis ojos lascivos se posaron en tu cuerpo, y en tu parte masculina sin vello alguno, había crecido. Justo antes de que te metieras a la bañera, notaste que el agua se veía de colores y un poco turbia. Dudaste, pero solo me volteaste a ver, sonreí y te guiñé un ojo. Al meter el pie, sentiste una mezcla de frío coloidal y pegostes. Tu agudeza unió textura- olor -color y conocimiento de una golosa personalidad. Era gelatina!!!. Desorbitaste los ojos y yo solo dije:
"Sr, venga por su postre".
Cuando estuviste envuelto en esta mezcla, empecé a besarte, tomaba un poco de gelatina y la metía en tu boca para enseguida sacarla con la mía. Volví a sentir tu erección. No podías creer que estuvieras en una bañera con gelatina de colores y sabores. Tu cuerpo sintió cosquillas por la mezcla, volviste a verme y como niña con caramelos, empecé a lamer todo tu cuerpo, mi lengua te hacia estremecer. "Ahora, voy a probar la de cereza, mi favorita". Tome tu miembro y lo saque para chuparlo, lamerlo e incluso con darle pequeños mordiscos. Mi sexo mojado por la excitación de tenerte ahí, quería probarte también. Este torrente de sensaciones seguí por espacio de una hora.
Al estar yo tan incontrolable, me tocaba, te chupaba, nos salimos y fuimos a la ducha. Parados, te arrodillaste y, con tono muy serio, me dijiste: "Sra., la tengo que limpiar", y recorriste mi cuerpo, tu lengua le dedico bastante tiempo a mis senos, a mi vientre y paso a "degustar" mis labios, los de arriba y los de abajo. Se sentía como en la gloria. Dios, estaba borracha de placer. También te limpie de arriba abajo, pase por los lóbulos de las orejas, tu boca, tu cuello, ese enorme pecho que tienes y me tarde al llegar al pene, quería comérmelo todo y quien me puede culpar por ser tan golosa. Entraba y salía de mi boca, solo para volverlo hacer. Me viste y con esa mirada tuya, tan penetrante como tu miembro, supe que tenía que tenerte dentro de mi y hasta ese momento, me llenaste, primero suavemente y después mis gemidos solo resonaban en el baño.
Cuando volví en mi, me estabas enjabonando el cuerpo, como si fuera de porcelana delicada y fina, sentía un cansancio en toda mi piel y solo me limite a verte y derrame una lágrima, por la felicidad contenida.
Me la quistaste de la mejilla, con tu dedo y la llevaste a tu boca "necesito algo un poco menos dulce" y me hiciste sonreí.
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