Primer encuentro
nunca pensé que un intercambio de miradas en el transporte público podría desencadenar una historia de amor, sexo y deseo como esta..
Todos los días tomaba aquella ruta para ir a mi trabajo, a la misma hora, las mismas caras, la misma rutina. Ese miércoles el cielo nos regalaba una lluvia torrencial, tanto que no pude salir de mi casa a la hora de siempre, 20 minutos tarde, 20 minutos que harían que todo en mi día se desnivelara, pero no de la manera que yo pensaba.
Llegué a la parada del autobus sosteniendo un viejo paraguas rojo al que le faltaban algunas varillas, cumplía su función, usaba mis jeans y unas botas negras que por lo general me ponía en los días lluviosos para protegerme de los charcos, una blusa rosada con un cardigan negro, era una mañana fría, además mi cabello no lucía su mejor estilo aquella mañana, los días de lluvia solía hacerme una cola de caballo para evitar que la humedad me esponjara el cabello. No me sentía bonita, estaba preocupada y ansiosa porque seguramente llegaría tarde.
Para mi suerte el autobus no tardó tanto en llegar, las puertas se abrieron frente a mi y me subí mientras cerraba de manera aparatosa el paraguas viejo, pagué mi pasaje y caminé al fondo por el pasillo, ninguna cara conocida, como si las personas tuvieran un turno fijo en el autobus y siempre subieran a la misma hora en el mismo vehículo, todos me veían como si fuera una extraña rompiendo el orden en su rutina, entonces un chico que estaba solo en los asientos de atrás me sonrió mientras me ofrecía el puesto junto a él, me senté timidamente y noté que era muy guapo, estaba tan arreglado que sentí algo de verguenza por mis fachas de aquella mañana. Traté de arreglar un poco mi cabello y él se volteó a mirarme con una sonrisa y me dijo «el look despeinado te queda muy bien», sus palabras me excitaron automáticamente, su voz era gruesa y muy sensual, además cada palabra se enredaba y jugaba con su sonrisa enmarcada por unos dientes perfectos, rectos y tan blancos que deslumbraban, solo verlo y oirlo me hizo sentir que mi vagina se estremecía y se humedecía rápidamente, no se si se debía a que tenía más de 6 meses sin tener sexo o que realmente este chico tenía un encanto irresistible para mi, conversamos de cualquier tontería y descubrí que trabajaba en el edificio de enfrente de mi oficina, que casualidad, era como si la lluvia aquella mañana lo hubiera arrastrado hacia mi.
Pasé el resto de la mañana pensando en él y mi excitación al recordar su voz regresaba cada vez con mayor intensidad, después del almuerzo sentí la necesidad de tocarme así que me encerré en el pequeño baño de la oficina y diciendo que estaba indispuesta calme un poco mi deseo con el roce de mis dedos.
Pronto llegaron las 6 de la tarde y la hora de mi salida había llegado, quería tomar una nueva ruta, descubrir nuevos caminos llenos de experiencias excitantes que podía encontrar solo por tomar un camino diferente, realmente quería encontrarlo, quería saber donde estaba ese chico con esa voz tan seductora que me erizaba la piel. Aquella noche no lo ví, y tome distintas rutas y distintos horarios por los proximos días hasta que logré coincidir, él salía del trabajo media hora después de mi y la ruta que tomaba era la misma que yo, comencé a esperarlo y nos ibamos juntos, no era algo oficial pero nos ibamos juntos y nos sentabamos solos en los últimos puestos del autobus. Yo me excitaba con su voz y me masturbaba cada noche al llegar a mi casa, pero mis dedos se hacían cada vez más insuficientes, así que un día me atreví, cuando hablabamos en el autobus como todas las noches puse mi mano en su pierna y la apreté suavemente mientras subía acercandome sutilmente a su miembro, entonces lo descubrí erecto, era mas grande y más grueso de lo que imaginaba, un gemido tímido se escapó de mis labios, quería saborear su pene, él entre sonrisas y palabras excitantes me besó en el cuello mientras bajaba su cierre y dejaba salir su pene duro, brillante con una gota deliciosa saliendo de la punta.
No pude resistir, su voz susurró en mi oido «cometelo» y yo obedecí excitada y ansiosa, sin fijarme de quien pudiera ver, en la oscuridad del vehículo me incliné sobre él y metí en mi boca su pene, estuve saboreandolo el resto del camino, sintiendo como se inflamaba y sus manos jalaban mi cabello presionando mi cabeza contra ese pene delicioso, ya casí debía bajarme y él aumentó el ritmo hasta que llenó mi boca con su semén, tragué y con mi lengua limpié su pene, entonces me besó y por primera vez sentí su lengua jugando dentro de mi boca.
A partir de ese día cada noche teniamos una experiencia sexual en el autobus, pero quería mas, empecé a trabajar utilizando faldas y vestidos, solo para que pudiera aprovechar la oportunidad de que en el autobus pudiera tocar mi vagina, entonces, una noche no resistimos, mientras chupaba su pene como todas las noches sus dedos comenzaron a jugar con mi vagina humeda y sentí como sus dedos rompian esos meses de abstinencia y que suplicaban ser penetrada, entonces me movió y me subí sobre él, comenzó a penetrarme y mi humedad era tal que su pene se deslizaba suavemente dentro de mi, podía ver en la oscuridad que un joven de unos 19 años estaba sentado solo en el asiento de atrás, me sonreía y sobaba su pene por encima del pantalón, entonces me dí cuenta que la gente del autobus sabía lo que haciamos cada noche, yo seguía cabalgando el pene de este hombre mientras el chico en el asiento de atrás sacaba su pene para mostrarme como se masturbaba mientras nosotros nos dabamos tanto placer.
Sus dedos se deslizaron por mi ano y le dije al oido «nos estan mirando, el chico de atrás, nos mira», solo se rió y me respondió «invitalo», fue aquello tan excitante que le hice señas al chico para que se uniera, ya a estas alturas nuestros gemidos habian logrado que varias personas nos vieran, un hombre grababa y una señora se tapaba el rostro mientras se tocaba sobre el pantalón, el chofer había subido el volumen de la música y mientras el chico de atrás se cambiaba de puesto apagó las luces, mi hombre se acostó en el asiento y yo seguía sobre él cabalgando en su pene, él chico de atrás me tomó por la cintura y me penetró por detrás, sentía como ambos penes me bombeaban y me llenaban completamente, no uno sino 2 penes penetrandome con fuerza, estaba tan excitada que no me importaba nada, que escena de sexo tan deliciosa estaba viviendo. Mi clítoris palpitaba y mi vagina alcanzaba los orgasmos uno tras otro, pronto sentí que su pene explotaba en mi vagina mientras el otro chico llenaba con su semen mis nalgas y mi espalda, lo besé apasionadamente y como pude temblando me bajé del autobus.
No podía esperar a la siguiente noche para seguir con mi aventura, pues ahora era definitivamente la prostituta del autobus y cada noche estaría dispuesta a tener una escena de sexo alocado y diferente.
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