Primera vez con una diosa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos, os vengo a contar la historia de mi primera vez, una primera vez real, llena de buenos momentos, una primera vez que es tan tangible como tú o yo, seré lo más fiel a los hechos que me permite mis recuerdos.
Yo era un joven de 18 años era fuerte y vigoroso, cada vena cada músculo rezumaba vitalidad y juventud, eran los años 60 y todavía se vivía en mi pueblo los estragos de la segunda guerra, el mayor que yo concebía en mi mete era dejar viuda a la señora Muller, la mujer más sensual que he conocido.
Ella me pasaba por casi 17 años rondaba los 36, pero su figura no había empeorado nada todo lo contrario había mejorado, sobre todo cuando se iba al campo a trabajar en las plantaciones y el rubio y rizado pelo se mezclaba con los rallos del sol madrugador, cuando esa sonrisa marcada por los blancos dientes como teclas de un órgano, y esa sonrisa carnosa, roja, como una fruta madura que te estimulaba a comértela y ni hablar de esas caderas que harían ver a un ciego, esas caderas eran la envidia de todas las mujeres del pueblo y el deseo de los hombres, ni hablar de los jóvenes, nuestra mayor fantasía era estar a solas con la viuda, con esas tetas generosas peor no excesivamente grandes, esa piel nívea, esos cabellos rizados peinados siempre perfectamente, esas caderas y ese trasero que le otorgaban una imagen como de diosa pagana de la lujuria.
Yo la verdad que no la conocía de vistas en la iglesia, pero lo que me ocurrió esa mañana de Julio estará presente en mi memoria por siempre.
Esa mañana me levanté tarde, estábamos en vacaciones y los padres nos dejaban dormir hasta tarde, a demás se lo merecía por haber aprobado todas mis materias y haber sido admitido en Berlín para estudiar ingeniero automotriz; luego de desayunar fui a la casa de una amiga, una excelente amiga que todavía conservo, hablamos un rato, me insinué varias veces pero no me hizo caso, lo único que pude obtener fue algunos roces de nuestras manos casuales y una vista de su muslo hermoso y firme, ella nunca me ha visto como un novio o algo por el estilo, al parecer estoy en ese lugar destinado sólo para los amigos y que muchos de ustedes se identificaran, pero está historia no es sobre mi amiga, es sobre la señora Muller, así que continuaré, luego de visitar a la sensual de mi amiga me fui a andar por el río, y para mi asombro me encontré con la señora Muller bañándose en el río desnuda, con las aguas verdes sujetando su hermoso cuerpo maduro y firme, esas tetas con pezones pequeños, como es de esperar rápidamente me escondí, detrás de uno de los árboles con intención de observar, y algo sí hice, puesto que las imágenes de aquella mujer ninfa perduran en mi memoria, esas tetas bellas blancas con coronadas por los pezones más perfectos del mundo, esa cadera y ese vientre adornado por un perfecto ombligo, el agua verde ocultando su sexo y fomentando mi imaginación. Como es de esperarse me descubrió y no tuve mejor reacción que alejarme corriendo y maldiciéndome, escondiéndome entre las callejuelas, luego de que me calmé (varias horas) decidí ir a pedirle perdón al casería de la señora Muller, y así lo hile, caminando por el camino que salía del pueblo un kilometro hasta la vivienda de la hermosa mujer, el camino era hermoso lleno de cosas dignas de admiración pero mi nerviosismo era mayor que cualquier distractor externo.
cuando llegué la señora Muller se encontraba en la cocina así que me acerqué y toqué la ventana, ella me miró, y me indico que pasara, mi corazón latía fuertemente en mi pecho, ella me observó, tenía que disculparme pero no hallaba las palabras adecuadas, -señora, yo, quiero decir…..- las palabras no me querían acompañar y me dejaban sólo, ella me miró dijo- te vienes a disculpar por ser un mirón pervertido verdad niño- yo me puse rojo, avergonzado, ella me sería mirando pero de pronto bajo la mirada a mi paquete de bondades, yo no sabía cómo reaccionar, así que me dispuse a irme, era demasiada la humillación, entonces ella habló,-has caminado mucho, se ve en el sudor que perla tu frente, debes tomar un baño, yo te lo preparo mientras sígueme- y así fue, me llevó as u baño pendía el antiguo calefactor dejando que el agua caliente callera sobre la tina, – creo que vas a necesitar una toalla- dijo mientras salía, yo me metí en la bañera acicalándome, luego sentí una presencia que entraba por la puerta, me levanté mirando hacia la ventana, sentí la toalla que se apoyaba sobre mis hombros, la tomé y ella comenzó a secarme luego dejó que la toalla se callera quedando sobre la bañera, mojándose , sentí sus brazos suaves ella tocó mis pectorales y mi mayor reacción fue cuando me abrazó y sentí esos pezones erectos sobre mi espalda ¡estaba desnuda¡¡¡¡ de sólo pensarlo me excité tanto que mi pene hizo un tiempo récor, realizando un ángulo de noventa grados con mi vientre, totalmente erecto, ella bajó sus manos y con una mano agarró mi pene tocándomelo, yo no sabía qué hacer, era mi fantasía, pero también en la iglesia decían que el sexo era pecado, entonces me sobresaltó una duda, todavía no sabía quién estaba detrás mío con una mano en mi pene sabía que era mujer por las tetas que me presionaban en la espalda pero no le había visto, entonces me giré y todas mis dudas se disiparon ahí estaba con esos ojos verdes, esa figura de modelo, esa cara perfectamente simétrica y con esa sonrisa sensual decorado por rizos dorados que le caían sobre los hombros.
Desnuda totalmente desnuda de la impresión y por la mano de ella me corrí, era mi primera vez en contacto con una chica y ocurrió lo más predecible, ella solamente redoblo los esfuerzos sobre mi mástil acariciándolo, mi pene pasó de ser un gallardo capitán a un derrotado marinero que acaba de marearse y vomitar a ser un imponente general, ella me condujo a su cama, yo no podía quitar la vista de ella y me consumían las ansias de poner mis manos sobre esas tetas, tocar esa alfombra castaña que ocultaban sus piernas.
me tumbó en su cama, mi pene erecto, se subió encima mío y con un pequeño movimiento de caderas nos unimos, con mi mástil en su barco, yo no podía creer que esos placeres existieran, era la octava maravilla del mundo, puse mis manos sobre sus tetas, y las sobre con impaciencia ella me guiaba, y me indico la forma correcta de tocar los pezones de como manosearlos con delicadeza pero con firmeza con lentitud pero con vigor.
yo sólo deseaba estar dentro de ella, que mi pene se colara por entre sus labios menores sumergiéndose en su bella vagina rosada.
luego de un rato ella paro, tenía la cara roja y su piel blanca se perlaba de sudor, se recostó al lado mío y me indico que me pusiera encima de ella, pasó una pierna sobre mi hombro y me indicó que me moviera lentamente peo con empuje; sentía mi pene rozando con su vagina y las oleadas de placer me recorrían todo el cuerpo, ella comenzaba a gemir y luego de decirme como quería que la penetrara empezaba a disfrutar lo que nunca se ha escrito, gemía y decía: más fuerte, más fuerte dame con más empuje, yo me excitaba más trataba de controlar el calor que me recorría, el calor que emanaba de nuestros sexos, ese calor sexual y excitante, yo me paré, la tomé y la puse en cuatro patas, le acomodé un cojín y comencé a meterle mi erecto pene, por su húmeda vagina, mientras con una mano le estimulaba el ano y con la otra le tocaba el clítoris o sus hermosas tetas, ella se sentía como en el cielo, gemía y gritaba, la cama de bronce chillaba. Su pelo mojado por el sudor se agolpaba en su espalda, esa espalda que recorría con mis manos recorriendo esas curvas majestuosas, luego, acariciaba sus muslos, cuando gemía más fuerte la recompensaba con una aceleración de mis penetradas, era joven y tenía fuerza.
comenzaba a acercarme al orgasmo y lo grité con todas mis fuerzas, ella pereció excitarse ante la visión de tener un joven inocente encima suyo y un enorme pene que la rellenaba muy bien, se empezó a mover más frenéticamente comenzando a jadear, cada vez era más difícil contenerme, ella se movía más rápido era una sincronía y una dicha, una felicidad sin precedentes, me corría me corría, y pam, solté mi primera eyaculación en una mujer, me sentía libre, mejor que luego de dos horas de ejercicio, mejor que si hubiera visto una película en el cine, mejor que mil encuentros con mi amiga, era fantástico, ella también estaba pletórica, había liberado toda su necesidad acumulada en años de estar sola, luego la besé por un rato, ella me enseñó todos sus secretos. Luego de eso yo me fui a mi casa durante ese verano fui casi todos los días y me folle a la señora Muller muchas veces luego la señora encontró novio y no me dejó entrar más en su cama pero yo me fui satisfecho y con un montón de experiencias y sabiduría sobre el sexo.
FIN
Por favor enviad los comentarios, recordad que los escritores nos nutrimos de esos comentarios ja ja ja.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!