Priscila 14
Vacaciones de verano con una invitada. .
Las Vacaciones
– Papi, te puedo hacer una pregunta? –
– Si, claro, de qué se trata? – me preocupa cuando mi hija me dice eso, por lo general hace la pregunta. Cuando pregunta si puede preguntar es porque tengo que tomar una decisión difícil.
– Puede venir con nosotros Priscila ? – casi se me cae el pelo.
– No sé hija, porqué lo preguntas? –
– Es que ella no va a salir de vacaciones y yo quiero salir sin ella –
– Entiendes lo que me estás pidiendo ? –
– Si, lo sé, por eso te pregunto –
– Vas a dormir con ella? –
– Si, esa es la idea –
– Mira, no sé, déjame que lo converse con tu madre –
– Me dijo que dependía de ti. Conversé con ella primero, que era lo más difícil, me costó convencerla, pero aceptó.
– Ahora depende de ti. Si? Te parece? –
– Si tu madre dijo que si, que puedo hacer yo –
– Papi, te amo – dijo dándome un beso en la boca. La abracé y me quedé pensando en que complicaciones se podrían presentar. La principal sería que mi esposa se diera cuenta de la condición de Priscila. La otra era que ellas hicieran el amor por las noches y ella las escuchara. O que tuviéramos un encuentro amoroso con Priscila sin que nadie se diera cuenta, lo que sería muy difícil.
El día anterior al viaje tenía todo preparado porque íbamos a salir temprano. Llevaba lo justo y necesario. Por lo general ellas llevaban más ropa de la que realmente usaban.
– Por último, si es tan urgente lo compramos allá – les había dicho a las dos. – – Además de que siempre están comprando cosas que al final no las usan el resto del año –
– Hola papi? – me dijo mi hija con un beso en la boca. Estaba en el estacionamiento acomodando los bolsos.
– Hola papi? – me dijo Priscila con un beso en la boca, delante de mi hija.
– Bueno lo que estás haciendo, para que pongas el bolso de Priscila – dijo mi hija.
La preocupación inicial, de que Priscila me hubiese besado delante de mi hija, desapareció cuando vi que Lily lo tomó como lo más normal. Como si las dos fueran hijas mías, entendí que así sería nuestra relación con Priscila y me pareció lo mejor.
Después de la cena y la conversación respecto del viaje, la típica ansiedad anterior, nos fuimos a la cama y las dejamos a ellas conversando. Vimos televisión y después nos dormimos.
Me levanté muy temprano, quería salir temprano, antes de aclarar, antes de la hora punta de la ciudad y quedar atascado en los típicos atochamientos de la mañana.
Me duché y me vestí. Mi esposa dormía, la dejé dormir y fui a despertar a las » niñas «.
Se veían lindas durmiendo, Priscila abrazaba por detrás a mi hija que estaba en posición fetal. Me acerqué con la intención de despertarlas, estaban de espaldas a mi, me incliné para darle un beso en la mejilla a mi hija. Al parecer ella estaba despierta, porque me sintió, dió vuelta la cara y me besó en los labios.
– Hola papi? Buenos días – me dijo sorprendiéndome.
– Hola papi? – me dice Priscila y con su mano con la que abrazaba a Lily, me toma de la cabeza y también me besa en la boca.
– Acuéstate un ratito con nosotras – dijo mi hija girando hacia mi.
– Si papi, métete aquí – dice Priscila abriendo la cama y haciéndome un espacio. Estaba desnuda de la cintura para abajo, al ver su erección dudé, era mucha la tentación, pero estaba vestido y teníamos que viajar. Talvez si hubieran sido otras las circunstancias. Tapé a Priscila y me senté al borde de la cama.
– Tenemos que viajar, tengo todo listo, voy a ir a preparar el desayuno. Ustedes vayan a la ducha y a tomar desayuno – les dije. Priscila aprovechó el momento para acariciar mi erección que lo único que quería era salir. Me levanté, acomodé mi erección y salí de la habitación.
Estaba preparando el desayuno cuando llegó mi esposa en bata.
– Las niñas están en la ducha? – preguntó ella.
– Si, las desperté recién, les dije que se ducharan – en realidad el » recién » había sido un rato largo antes.
– Que rico! Tenemos hambre – dijo mi hija entrando a la cocina.
– Hola mami – dijo dándole un beso en la mejilla a su madre.
– Hola tía – dijo Priscila haciendo lo mismo.
– Siéntense, les voy a servir – dije parándome.
Las niñas estaban felices, comían y se reían, mi esposa reía con ellas.
– Ahora me voy a la ducha yo, va a ser rápida para que nos vamos luego – dijo mi mujer.
– Cómo estuvo la ducha ? – pregunté mientras recogíamos la mesa.
– Exquisita papi, te la perdiste – me dijo Lily. Priscila me miró con una sonrisa burlona.
– No me perdí nada – dije.
– No te gustaría ducharte con nosotras? – me preguntó Priscila, ahora con cara inocente y su voz especial que me llega hondo.
– Vayan a hacer las camas y traigan sus bolsos – dije.
– Vamos – dijo mi hija tomando de la mano a Priscila.
Salimos a tiempo, la autopista estaba con poco tránsito y muy fluida. Después de 20 minutos pasando en parte por arriba de la ciudad, después un túnel y finalmente por debajo de unos pasos a nivel, tomamos el túnel que gira conectando con la carretera al norte.
Estaba amaneciendo y las luces de la ciudad iban quedando atrás. Con la carretera despejada cruzamos el valle y tomamos la cuesta. Las niñas conversaban y se reían. Nos miramos con mi esposa y nos sonreímos. Acaricié su muslo, me gustaba ver a las niñas felices.
– Hacia tiempo que no veía a la niña tan feliz – me comentó mi esposa acariciando mi mano que descansaba en su pierna.
Paramos en una bencinera a cargar combustible, en el balneario hay dos servicentros que pasan llenos y el precio es más caro.
– Niñas, quieren comer algo? – las desperté, se habían quedado dormidas. Priscila apoyaba su cabeza en la cabeza de Lily, que a su vez tenía su cabeza en el hombro de Priscila que la abrazaba por la espalda y mi hija por la cintura. Me dio pena despertarlas.
– Si, yo quiero una bebida – dijo mi hija.
– Yo también y papas fritas – dijo Priscila.
– Vayan a comprar mientras lleno el estanque – dije. Y se fueron las tres caminando tranquilamente. Mis tres hermosas mujeres, pensé. Por detrás se veían iguales las tres.
En el balneario les preguntaron si eran hermanas, ellas dijeron que si y todos las conocieron como las hermanas y en realidad lo parecían. Se vestían parecido, tenían la misma contextura, Priscila era un poco más alta, pero el mismo pelo, se peinaban y las dos me decían » papi «. Mi esposa terminó por aceptarla como parte de la familia, como una hija » adoptada «.
Que rico , espero con ansias el desenlace de estás vacaciones, van a ser muy ardientes.