Priscila 15
Unas vacaciones poco tradicionales. .
Las » niñas » se veían felices, en bikini no se veían tan niñas.
– Oye, disimula un poco, recuerda que una de ellas es tu hija – me dijo mi esposa junto con un codazo.
– Qué? Si no hago nada –
– Nada? Se te cae la baba mirándolas –
– Lo que pasa es que estás celosa – le dije riendo.
– Celosa ? De mi hija? –
– De Priscila –
– No me interesa lo que hagas con Priscila, a mi me interesa Lily, es nuestra hija y su felicidad es nuestro deber –
– Pero si ella es feliz, sólo mírala – mi hija y priscila jugaban con una pelota de playa que se tiraban una a otra muertas de la risa.
No puedo negar que sus piernas, sus nalgas, sus estómagos y sus pecho se veían firmes a saltar.
Eran mis hijas las dos, habían más chicas en la playa con bikini, pero ellas no me importaban. Talvez era por eso que mi esposa me recriminaba.
Pasado medio día nos fuimos a la casa a almorzar y a descansar.
Mi hija estaba acostumbrada a andar sólo con tanga en la casa, incluso sin nada. Especialmente si mi esposa no estaba en casa. Mi esposa regularmente andaba sólo en tanga, por eso mi hija se acostumbró.
Cuando salió de la ducha andaba sólo con el calzón del bikini.
– Pero hija, cómo se va a sentar así a la mesa, con las pechugas al aire –
– Pero mamá, si en la casa siempre ando así –
– Si, pero no para sentarse a la mesa. Mire, Priscila se puso una polera –
Efectivamente Priscila se había puesto una polera ajustada y se le marcaba el busto. Los pezones parecía que iban a romper la tela.
– Ya, no las molestes. Hija vaya a ponerse algo, tiene razón la mamá La blusa de mi hija hacía que no sólo sus pezones se notarán, casi se traslucian y parecían arrastrar la blusa hacia donde se movieran. Se veía exquisitamente sexy.
Después de una siesta volvimos a la playa.
En las noches salíamos a caminar por la costanera, habían juegos, bingos y demás.
Otras veces jugábamos los cuatro a las cartas en la casa, tomando cerveza. Realmente eran unas lindas vacaciones.
A comienzos de la semana siguiente mi esposa recibe un llamado urgente y se tiene que ir.
El día transcurrió con normalidad, si es que se puede decir así, ya que al no estar mi esposa, ellas andaban casi desnudas. Priscila no ocultaba su miembro que se destacaba bajo de la tanga.
– Que te parece papá ? –
– Qué cosa hija? – haciéndome el tonto.
– La tanga de la Priscila, te gusta? –
– Si, es que ella es muy linda –
– Si, verdad? –
– Podemos ver tele contigo? –
– Si, claro – no podía decirle que no.
Se acostó una a cada lado, Lilyta tomó el control y buscó una película. Priscila me abrazó poniendo su cabeza en mi hombro. Lilyta dejó el control y me abrazó poniendo su cabeza en mi otro hombro. Yo tratando de concentrarme en la película. La mano de Lilyta bajó hasta mi erección que estaba al 120 %, estuve a punto de quejarme cuando me lo tomó.
Sentía la dureza de Priscila en mi pierna y mi mano lo tomó, suave, duro, caliente y húmedo. La mano de Lilyta me masturbaba, acaricié su vulva por sobre la tanga, ella abrió las piernas pasando una por sobre la mía.
Metí mi mano por debajo de la tanga, estaba mojada y éso me subió la presión. La mano de Priscila reemplazó la de mi hija, la que comenzó a bajar la ropa de cama.
– Papi, te amo – dijo besándome y acariciando mis testículos.
– Ya Lilyta sube – dijo Priscila. Y mi hija se subió y se sentó lentamente quedándose con las piernas abiertas y sus pecho en mi pecho.
– Ahora tú – le dijo a Priscila, la que se arrodilló entre mis piernas, detrás de mi hija.
Sentí el gemido de mi hija y el roce del miembro de Priscila con el mío mientras entraba.
– Hija estás bien? – le pregunté. Estaba ensartada por los dos lados.
– Si, papi, estoy muy bien –
Priscila comenzó a moverse, me riraba fijamente a los ojos, yo le seguí el ritmo, nos coordinamos con la mirada, cuando ella entraba yo salía.
Mi hija gemia constantemente, pensé que talvez le dolía, los dos adentro simultáneamente. Después de los genidos vinieron algo así como chillidos y temblaba, estaba teniendo un orgasmo. Priscila se dió cuenta y se apuró, yo hice lo mismo, hasta que Lilyta se desplomó en mi pecho, el silencio y la tranquilidad invadió el dormitorio.
– Hija, te sientes bien? – le pregunté dándole un beso en la cabeza.
– De maravilla – dijo
– Quieres que te lo saque? – pregunto Priscila.
– No, quédate así –
Priscila me besó, nos besamos por detrás de la cabeza de mi hija, sentía su miembro contra el mío.
Después de unos minutos Priscila comenzó a moverse y lo hice lo mismo. Los gemidos de mi hija volvieron y estuvimos más de diez minutos cogiendo con ella. Llegó el momento en que ya no podía más y se lo dije a Priscila. Yo comencé primero y Priscila me siguió, comenzamos a llenar a Lilyta por los dos lados.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!