Priscila 17
Revelación inesperada .
– Cuando tenía 8 años, me di cuenta que no me gustaban los juegos de niños – comenzó diciendo Priscila.
– También era tímido y no tenía amigos, sólo jugaba con mi hermana, a sus juegos de niñas –
– A los diez mi hermana me regaló unos calzones que le habían quedado grandes o no le habían gustado –
– Toma, te los regalo – me dijo ella.
– No, son tuyos y son calzones –
– Pruébatelos – me dijo pasándomelo. Los miré con desconfianza pero me gustaron.
– Ahora? –
– Si, quiero ver como te quedan – dijo ella.
Me saqué los pantalones y los slip. Ella me había visto de chica con slip y muchas veces desnudo. Me puse los calzones, algo ajustados, estaba acostumbrado a los slip.
– Te quedan bien – dijo ella.
– Ahora ponte ésto – pasándome una falda. Era de ella y me quedaba corta, a media pierna.
– Cómo me veo? –
– Te ves bien – dijo ella divertida.
– No, son tus cosas –
– Tonto, te ves bien, puedes usar mi ropa cuando quieras –
Ésa fue la primera ves que me vesti de mujer y me gustó.
Después era común vestirme de mujer para jugar con mi hermana.
A los 10 tenía mi ropa propia y me vestía de mujer cada vez que podía.
A los 12 me puse mi primera tanga, mi hermana se río.
– Te ves regia salvo por ésto – dijo pasando la mano por mi bulto que era demasiado notorio. Ya había comenzado a tener erecciones y ella me había visto algunas veces, pero nunca me había tocado. Ahora cuando me tocó tuve una.
– Qué haces? – exclamé porque mi erección salió por arriba de la tanga. Sin decir nada y mirándome a los ojos me lo acarició.
– Déjame hacerlo un poquito – entendí la curiosidad de ella y dejé que me tocara. Sólo quería saber y sentir como era una erección, supongo, ya que después de comprobar la dureza, el tamaño y lo demás me soltó.
Después ella me ayudó a ocultarlo entre mis piernas, le parecía divertido verme de mujer.
– Me gusta verte vestida de niña y que tengas ésto –
Desde hacía algún tiempo que jugaba con mis erecciónes. Una tarde se subió encima y se sentó en mí y mirando a mis ojos comenzó a moverse.
– No me gustan las mujeres – le dije.
– Lo sé y no soy una mujer, soy tu hermana – y siguió moviéndose. Yo tenía 13 y ella 11.
– No debemos hacer ésto – pero se volvió costumbre, cada vez que estaba en calzones o vestida de niña, ella hacía lo mismo.
A los 14 le dije a mi mamá que me gustaba vestirme de niña. Mi mamá dijo que lo sabía pero sólo en la casa y cuando no esté tú padre, había dicho.
– El año que viene voy a ir con uniforme de niña al colegio – le dije al finalizar el año.
Fue toda una revolución, mi hermana me apoyó incondicionalmente.
Todo el verano fue una verdadera batalla por el cambio.
Entraba a la secundaria y a otro colegio. Logré hacer el cambio de nombre y entré como niña al colegio. Nadie notó nada raro, además de que desde los 12 que tomaba hormonas.
Tuve que acostumbrarme a ser tratada como niña, a tener pretendientes y a vivir como mujer.
Mi padre se cerró cuando supo que me vestía de mujer. No entendió ni quiso entender que yo era y soy mejor.
A los 16 tuve mi primer novio, nunca antes había querido tener porque se podían enterar de mi sexo.
Esa vez lo acepté porque me prometió todo. A los 3 meses quería sexo, yo lo tocaba pero no dejaba que el lo hiciera. Al final terminamos. Ahí decidí no tener novio nunca más. Conocí más chicas de mi condición de las que me hice amigas.
Y bueno, aquí estoy, no espero nada de nadie.
….
La abrazamos y le hicimos el amor entre los dos.
Terminadas las vacaciones, todo volvió a la » normalidad «.
Unos meses después caminando por el mall con mi hija, nos encontramos con Priscila.
Pero ella no andaba sola, andaba con su mamá. Nos presentó a su madre, luego de los saludos de costumbre, las niñas se fueron conversando y caminando delante de nosotros.
– Qué felices se ven – dijo ella.
– Si, la Lilyta quiere mucho a Priscila, como si fuera su hermana –
– Si me lo ha dicho, de hecho con sólo verlos a ustedes sentí que ya los conocía –
– En realidad, ella no habla mucho de su familia, pero sin embargo también tengo la impresión de conocerte – le dije.
– No te acuerdas de mi ? – dijo.
Me detuve en seco, la quedé mirando, me parecía cara conocida pero si poder saber de dónde.
– Si, soy yo, tu amor de verano en Puerto Belén –
Habíamos tenido una aventura de verano cuando éramos jóvenes y nunca más supe de ella.
– Si – dijo al ver mi cara de sorpresa.
– Yo también pensé que nunca más volvería a verte. Priscila me habló tan bien de ti, que me di cuenta de que estaba enamorada y quise conocer al amor de su vida. Y resultó que eres tú, su padre –
– Ella es hija mía? –
– Si, biológicamente es tu hija y si te la estas cogiendo, que es lo que creo, es bueno que lo sepas –
Estaba pasmado, miraba a » mis » hijas y la miraba a ella, sin poder asimilar lo que me decía.
– Ya sabes que es tu hijo, sólo que se siente mujer. Ella te ama, lo único que te pido es que no la hagas sufrir, como sufrí yo. Pero lo mío fue mi culpa y lo asumí –
– Perdona, no lo sabía –
– Si, no te preocupes, sólo te pido que la ames –
– La amo, desde el primer día que la vi –
– Ella quiere vivir contigo, como tu hija, si tu la aceptas. No le digas nada de esta conversación –
– Algún día va a saber que soy su padre – dije.
– Ese es tu problema –
– Me voy, cuídate y cuida a tus hijas – dijo empinandose y besándome en los labios.
– No te preocupes, la voy a cuidar y amar como se lo merece – la tomé de los hombros y la besé en la boca, beso que ella ne respondió.
Después de éso caminó hasta donde estaban mis hijas y se despidió de ellas.
Me quedé mirando a Priscila, pensando en que hubiera pasado si ella se hubiera criado conmigo desde chico.
Ahora tengo que decirle a mi esposa, no me lo va a creer…
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