Priscila 4
Cambio de planes. .
Ha pasado una semana y no he llamado a Priscila. Pero no puedo salir todos los viernes por la noche, sería notoriamente sospechoso. Pero tengo ganas de verla.
– Hola, cómo estás –
– Bien y tú? –
– Bien también –
– No me llamaste –
– No pude – su voz me ponía nervioso.
– Cuando vas a venir? Tengo muchas ganas de verte –
– Yo también tengo ganas, si tu vieras –
– Me lo imagino, yo tengo la misma gana –
Me lo imaginaba, sentía un cosquilleo en mi ano.
– Mañana a medio día –
– Nos encontramos donde mismo? –
– Si, te llamo antes de salir –
– Ok, nos vemos –
Estaba nervioso, las manos me sudaban, parecía un adolescente enamorado. Estoy enamorado de ella? O es sólo sexo? No, no puede ser sólo sexo. O sí, la deseo con pasión ? Qué me está pasando?
Al día siguiente estaba nervioso en la mañana pensando en la cita a medio día.
– Tengo una reunión almuerzo a medio día día, me lo recuerdas por si se me olvida? – le dije a mi secretaria.
– Si don Cristian, yo se lo recuerdo –
No era necesario que me lo recordara, las horas pasaban lentas a pesar de mi trabajo.
– Don Christian, recuerde su reunión – me dijo la secretaria. Justo a tiempo, estaba conversando con el jefe de personal.
– Ya don Cristian, entonces en eso quedamos –
– Ok, cualquier novedad te lo informo –
Miré mi reloj, no habíamos quedado en una hora determinada.
– Hola, en media hora –
Sólo el sentir su voz, una voz única, muy especial, hacía que mi corazón se acelerara.
La recogí en el lugar de siempre, se veía hermosa, ahora, a la luz del día se notaba que era joven, muy joven, una mujer adolescente, preciosa.
– Hola amor – me saludó con un beso en la mejilla. Si me besa en la boca seria sospechoso si alguien nos está viendo, en cambio así podría ser mi hija.
– Hola cariño – le respondí dirigiéndome al motel de siempre. Ella acariciaba mi muslo y más arriba. Mi erección estaba al 100 y se notaba. Ella pasaba sus dedos suavemente por encima del pantalón.
En una parada acaricié su pierna, subí por debajo del vestido y la toqué, sentí su miembro duro, cálido, húmedo y suave.
– Te gusta? –
– Si, me gusta mucho – la solté y seguí conduciendo.
En el motel nos besamos, nos desnudamos y nos acostamos al revés.
– Que rico chupártelo, te estaba echando de menos – dijo.
– Si, yo también – chupaba su miembro con deseos, hacia más de una semana que no lo tenía en mi boca y lo saboreaba.
– Lo quieres? –
– Si, lo quiero ahora –
Se puso de rodillas entre mis piernas, levanté las mías con las manos para dejarle expedita la entrada. Para ser una adolescente tenía un hermoso miembro, del tamaño justo, de todo mi gusto.
La penetración me dolió un poco a pesar del lubricante.
– Te dolió? – me preguntó ella, tenía una pechos hermosos.
– Si, un poco pero está rico, sigue –
Y siguió, hasta el fondo, con las manos me agarraba de las sábanas, mientras ella sujetaba una pierna con una mano y con la otra me masturbaba mientras me penetraba lentamente.
– Aaaahhh, que cosa más rica ! – exclamé.
Su miembro, suave ahora, entraba y salía produciendo un gran placer en mi interior. El sonido del golpe de su pelvis contra mis nalgas más me excitaba, sentir su miembro hundido hasta mi estómago, es algo que no se puede explicar, sólo hay que sentirlo y disfrutarlo.
– Ya, suéltate o me vas hacer acabar –
– Está rico amor –
– Si, está muy rico – cerré mis ojos y pensé en la oficina, no quería acabar todavía, pero los chorros saltaron a mi pecho, uno tras otro.
– Estás bien amor? –
– Si, estoy muy bien, tu no acabaste? –
– No, quería que tu lo gozaras –
– Y lo hice, quédate así y dame unos minutos –
Ella, con su hermoso pelo que le caía hacia mí, sus rosadas e hinchadas areolas rosadas y sus pezones apuntando hacia mí la hacía ver más linda. Su miembro duro pero suave, salía y entraba lentamente produciendo un placer en mi que me sentía como ebrio.
– Estas listo? Quieres que siga? –
– Si, estoy listo, sigue –
– Así mismo o quieres otra posición? –
– No sé, házmelo como quieras, soy todo tuyo –
Ella comenzó a moverse, no podía ser otra posición con los jugos enfriandose en mi pecho y estómago. Después de unos minutos volví a tener una erección, Priscila seguía entrando y saliendo, cada vez más rápido y cada vez más fuerte.
– Voy a acabar – era mi segundo orgasmo.
– Yo también – dijo ella y me llenó con su leche mi estómago.
– Hacia cuanto que no hacías el amor – me preguntó en la ducha.
– Como una semana –
– Y con tu esposa no tienes sexo? –
– Si, pero no muy seguido –
– Se nota, por la cantidad que tenias acumulado –
– Y tú? También tenias harto, me llenaste –
– La última vez fue contigo, no tengo novio ni nada, sólo eres tú mi único hombre –
– Vamos a la cama – dijo después de sacarnos.
En la cama nos besamos, nos acariciamos y tuvimos otra erección.
– Sabes? Tengo que volver a la oficina, se supone que estoy en una reunión –
– Pero si estás reunido conmigo –
– Si, tienes razón, pero tengo que volver luego –
– Déjame chupártelo un poco más antes de que te vayas –
– Bueno – le dije y cambiamos posiciones.
Ella lo chupaba muy rico y yo hacía lo posible para que fuera igual para ella. Realmente disfrutaba su miembro en mi boca. No se lo chuparia a ningún hombre, pero el de ella me gustaba mucho. Todo, su forma, su color, su glande tenía el mismo color de sus labios y de la areola de sus pechos. Su calor y su olor, su tamaño que entraba por mi garganta.
De pronto sentí que iba a acabar en su boca, ella se dió cuenta y me sujetó para que no lo sacara. Sentí sus primeros chorros calientes en mi garganta, los demás en mi boca mientras tragaba rápidamente ella hacia los mismo, nos estábamos mamando simultáneamente.
– Que rico, te gustó? –
– Si, estuvo rico, es primera ves que me trago toda tu leche –
– A mi siempre me ha gustado la tuya y esta última estuve muy rica –
– Ahora si, tengo que irme – le dije levantándome y vistiéndose.
Ella hizo lo mismo, era tan hermosa, una linda chiquilla que nadie podría imaginar lo que tenía bajo su falda. Y ella era mía, completamente mía, inclusive éso.
La dejé cerca del metro y me fui a la oficina. Solo espero que mi secretaria no se de cuenta. Pensé.
Cuando llegué esa tarde a mi casa, como de costumbre, me sentía feliz.
Mi hija estaba estudiando, se levantó, me abrazó y me besó. Mire sus labios y me di cuenta que tenían el mismo color de la areola de sus pechos.
– Que linda boquita – le dije. No sé cual es más linda, si la de ella o la de Priscila.
– Tomaste café – me dijo ella. Si había tomado harto café porque no había almorzado y para sacar el olor y el sabor que Priscila me había dejado en la boca. Me dió otro beso pero metió su lengua en mi boca, como buscando algo, se la chupé y después metí la mía en la suya, también me la chupó y me produjo una erección, ella lo notó y chupó con más ganas. No podía sacar mi lengua de su boca. Le di unas palmadas en su nalga y me soltó.
– Casi me comes la lengua – le dije sonriendo.
– Si, te la comerías toda – apretandose contra mi dureza. Entendí el mensaje, pero no di acuso de recibo.
– Y la mamá? – pregunté mientras deshacía el nudo de mi corbata.
– Va a llegar más tarde –
– Bueno, me voy a dar una ducha – dije dirigiéndome al dormitorio.
– Yo te ayudo – me dijo.
– No es necesario hija – sentándome en la cama.
– Deja que te saque los zapatos – arrodillada en la alfombra.
Mientras me sacaba la camisa ella me saco los zapatos y los calcetines. Me empujó hacia atrás y comenzó soltar el cinturón, luego el botón del pantalón y bajó el cierre. El bultos asomó detrás del slip.
– Levanta el trasero – dijo.
Levanté el trasero y ella tiró con todo para abajo, sacándome los pantalones dejándome completamente desnudo y con mi erección en ristre. Se arrodilló y lo tomó con sus manos.
– Espera que me duche – le dije sentándome en la cama.
Me dirigí al baño, caminando desnudo y ella detrás mío. Me metí a la ducha, más que nada para sacarme el olor de Priscila, de su perfume y el olor de su miembro. Ella se metió conmigo. Ni siquiera usé jabón, un poco de champú para la cabeza y todo el cuerpo. Mi hija pasaba sus manos por donde le interesaba.
– Bueno, está bien – dije mientras ella sentada en la tapa de wc, movía mi erección de arriba abajo.
– Vamos a la cama – no había penetrado a Priscila y no tenía intenciones de penetrar a mi hija.
– Ponte para abajo – mi hija que sabia que hacer tomó posición y dejó su vulva en mi cara. La besé suavemente, y si, el color de sus labios vaginales era el mismo de su boca. Pasé la lengua por su clitoris, ella tenía mi miembro hasta su garganta. Introduje un dedo en su vagina con mucho cuidado mientras lamia su clitoris. Ella chupaba con desesperación. Saqué mi dedo y metí mi lengua por su vagina, chupé su ano y metí mi dedo al momento que chupaba sus labios vaginales. Realmente estaba disfrutando a mi hija. Sentí su lengua en mi ano y mi miembro dió un salto. La seguí penetrando con mi dedo y ella hizo lo mismo, me penetraba por mi ano mientras chupaba mi miembro. Me va hacer acabar, pensé. Chupé con más ganas su vulva y seguí penetrandola con mi dedo.
– Para, para – dijo dándose vuelta. Se subió encima y se sentó en mi miembro. Con todo mi miembro es su vagina, ella me miró con una mirada turbia, llena de deseos.
– Te amo papá – me dijo seriamente antes de comenzar a cabalgarme. Seguí su movimiento, sus gemidos me decían que estaba gozando. De pronto fue muy rápido y muy fuerte. Un quejido largo me indicó que estaba teniendo un orgasmo. Después de varios estertores cayó encima mío como hoja de otoño.
– Estas bien, hija ? –
– Si, papi, muy bien – yo no había acabado y mantenía mi erección dentro de ella.
De pronto sentí el portón eléctrico que se abría.
– La mamá! – le dije. Ella no respondió. La bajé hacia un lado, ahí quedó de espaldas, desnuda en la cama. Me vestí rápidamente y la llevé al baño.
– Dese una ducha rápida – le dije mientra me lavaba la boca.
Salí del baño y en la cocina me serví un vaso grande de bebida, el que tragué rápidamente a pesar de las lágrimas. Después caminé hasta la puerta de calle y la abrí, justo al momento que mi esposa venía con paquetes, había pasado a comprar, eso la demoró, en llegar a la casa y en bajarse del auto. El tiempo justo.
– No te quedes parado allí, ayúdame – tomé varios paquetes y entramos a la casa.
– Hola mami? – dijo mi hija entrando a la cocina.
– Hola mi amor – le dijo mi esposa con un beso en la mejilla. Antes se besaban en los labios, pero después de un beso grande que le dió la hija, mi esposa dijo que no era correcto. Y no la besó más en los labios.
– Pero qué tiene fe malo que te bese en la boca? – le pregunté.
– Las lesbianas se besan en la boca y no soy lesbiana –
– Pero es tu hija, como a mi me besa en la boca? –
– Porque eres hombre y también su papá. Tiene todo el derecho de besarte como quiera, ese no es mi problema –
Tratamos de besarnos con cuidado cuando esta mi esposa mirando, de lo contrario me come los labios.
– Papá, me enseñas a besar? – me dijo a lo 14 años. Como me besaba en la boca de chica, no sería mucho problema, pero lo fue, aprendió rápido y me besaba que cada vez que lo hacía, me producía una erección.
He disfrutado los primeros cuatro capítulos al mil!!! Desearía poder estar en esa gloriosa situación 🙂