Priscila 6
Mi hija tuvo un accidente en el colegio. .
Cuando llegué al colegio, encontré a mi hija acostada en una camilla en la Enfermería.
Se había torcido un tobillo y parecía ser un esguince. La tomé en brazos y con cuidado la llevé al auto. La senté en el asiento del copiloto, el que eché hacia atrás y bajé el respaldo. Que grande estaba mi hija, unas hermosas y largas piernas, le bajé la falda que se le había levantado, tapando su blanca y pequeña ropa íntima. Ajusté el cinturón de seguridad y cerré la puerta del coche. Di la vuelta, me senté y me puse el cinturón de seguridad. En esa posición veía las piernas de mi hija todo a lo largo. Un padre se niega a reconocer que su hija ya no es una niña, que es una mujer muy bien hecha, como la mía.
Amo a mi hija y no quisiera que nada malo le sucediera, pero no puedo evitar tener una erección cuando la veo en alguna posición como ésta.
Qué hubiera pasado si mi hija hubiera sido como Priscila? Que debajo de esa pequeña y corta falda tuviera un rico pene?
Mi hija se quejaba con los movimientos del auto, de manera que manejaba despacio evitando movimientos bruscos y frenadas imprevistas. Acariciaba su pierna para consolarla, como ella se sentí mejor con éso, mis dedos aveces llegaban a su ingle rozando sus finos calzones.
Había estado un par de horas con Priscila, mi ano me lo recordaba con un palpitar. No me dolía como al principio, que esa sensación me duraba una semana, ahora también tenía la misma sensación pero sin dolor. Qué es más rico, penetrar o ser penetrado? No tenía la respuesta, pero ser penetrado por Priscila era algo que verdaderamente me producía mucho placer.
Pensando en Priscila llegamos a la casa, entré el auto al estacionamiento, abrí la puerta de la casa y entré con mi hija en brazos y la acosté en mi cama. Le levanté la pierna y observé su tobillo, estaba algo enrojecido e inchado.
– Te quieres duchar y cambiar ropa? – le pregunté.
– Si, pero vas a tener que ducharme tú – era obvio, ella no podía ducharse sola, le saqué los zapatos, la falda y los calzones. Ahí, acostada de espaldas semi desnuda estaba mi hija, había estado tocándola durante el viaje a casa y se notaba mojada, pasé mis dedos por sus gordos labios vaginales, estaba mojada, sus labios húmedos me invitaron a besarlos, a pasar mi lengua por su clitoris. Mi hija se quejaba pero no de dolor, mi lengua recorrió su vulva por entre los labios hasta su vagina donde se introdujo completamente. Después de varios movimientos de penetración con mi lengua, seguidos de sus quejidos, puso su mano en mi frente.
– Papi, cógeme por favor –
Me desnudé rápidamente, tomé mi erección y levantando sus piernas, la penetré profundamente guiado por su mano.
Un largo quejido de placer llenó mis oídos, y con mucho cuidado, de no producirle más dolor que el necesario, la penetré una y otra vez, veía el placer en su rostro y en sus ojos. Mis movimientos eran lentos pero largos, gemidos y la vibración de su pelvis me indicó que su orgasmo estaba llegando, apuré mis movimientos y ella comenzó a tener su orgasmo con contracciones y espasmos involuntarios. Ahí estaba, de espaldas con su blusa desabotonada dejando sus hermosos pechos descubiertos. Su cara vuelta hacia un lado, los ojos cerrados, los nudillos de su mano en su boca, su corazón palpitante, su estómago que sube y baja al compás de su agitada respiración y mi erección que llegaba a su útero. Esperé a que descanzara y recuperará el aliento.
– Acabaste? – dando vuelta la cara y mirándome con sus profundos ojos que me traspasan.
– No, ya te quieres duchar? –
– No, quiero que acabes en mí, quiero sentir que me llenas con tu leche –
Me acerqué y la besé en los labios dulcemente.
– Estas segura? No te duele el pié? –
– No, estando así contigo, nada me duele –
Comencé a moverme lentamente al principio y más rápido después, sus gemidos aumentaban en rapidez y en volumen. Ella lo estaba disfrutando y yo también. Qué padre no es feliz viendo a su hija feliz. Llegó su segundo orgasmo junto con el mío y la llené como ella quería. Después descansamos un rato y la llevé a la ducha, la bañé como cuando era una niña, ella con su pie en alto y afirmada de mí, se dejaba hacer todo lo que yo quisiera.
Después de secarla la llevé a su cama, la senté en la cama y le pasé una camisa de dormir. Tomó mi flacidez y la llevó a su boca húmeda y caliente. Mi miembro recuperó su dureza mientras ella succionaba con pasión.
– Me vas hacer acabar –
– Eso quiero, tu lechita en mi boca – y siguió metiendo y sacando mi erección de su boca. Sentía la succión que llegaba hasta mi ano.
– Tócame el ano – le dije. Ella chupó el dedo medio y lo introdujo en mi ano.
– Te gusta? – preguntó al escuchar mi gemido.
– Sí, me gusta mucho –
Ella siguió chupando y penetrándome con sus dedos, mi eyaculacion salió a chorros, los que ella se tragó completamente.
Después se limpió sus labios con la lengua y la ayudé a ponerse el camisón y a acostarla.
– Quédate conmigo un rato –
Me acosté a su lado y me abrazó.
– Te gustó que metiera mis dedos en tu ano? –
– Si, acaso a ti no te gusta? –
– Sí y si es con tu pene, más me gusta –
– Mi ano es igual que el tuyo, porqué no debería tener los mismos gustos? –
– Te han penetrado? – abriendo sus ojos.
– No, pero hay mucha diferencia entre los dedos y un pene? –
– Si, ambos son ricos, pero el pene es más rico – si que lo es, pensé.
– Deberías probar un día –
– Me estas diciendo que me deje coger por un hombre? – realmente sorprendido.
– No, pero podrías probar con un juguete, de esos que venden en las tiendas de juguetes sexuales –
– Dónde viste éso? –
– En mi computador personal, hay mucha propaganda –
– Bueno, talvez lo haga – dije para terminar la conversación.
– Podríamos buscarlo entre los dos, uno que me guste y que también te guste a ti – dijo ahora moviendo mi miembro que estaba comenzando a levantarse por la conversación.
– Bueno, podría ser –
– Yo voy a escoger varios y tu eliges el que más te guste –
– Está bien, busca tú –
– Mira, pon tu mano aquí – dijo tomando mi mano y poniéndosela en su pelvis.
– Lo sientes? –
– Qué? Estas embarazada? –
– No, pero mi útero se mueve al sentir tu mano – dijo riéndose.
– Me diste un gran susto – le dije tratando de sentir su útero atraves de su piel.
– Porqué, no te gustaría que tuviera un hijo tuyo? –
– De éso ni hablar –
– Me llenaste el útero con tus espermios y no quieres hablar de éso? Te da vergüenza? –
– No hija, no me da vergüenza, no quiero que quedes embarazada de mi ni de nadie, tienes toda una vida por delante, no la arruines –
– Pero más adelante, cuando sea mayor? –
– Si tu quieres, todos los que quieras –
– Te amo papi – besándome en la boca y moviendo mi miembro al 100.
– También te amo hija y te amaré toda mi vida –
– Yo también, ahora ámame de nuevo –
– No podemos hacerlo, la mamá va a llegar en un rato más, además debo vendarte el tobillo –
La conversación con mi hija había abierto una puerta que no conocía.
Después de venderle el tobillo con una venda elástica, me dediqué a ordenar la casa y a preparar la cena.
Yo sabía lo de los dildos, alguna vez pensé en ellos con mi esposa pero para ella, no para mí.
Estábamos viendo una película porno y había una escena de una penetración doble. Mi esposa estaba muy atenta a lo que pasaba en la pantalla mientras su mano soltaba y apretaba mi miembro.
– Te gusta lo que ves? –
– Si, me encanta –
– Dos penes al mismo tiempo? –
– Sí, me encantaría – apretando mi miembro.
– Si quieres podemos buscar un tercero por Internet? –
– Quieres ver como otro hombre me penetra? –
– Como tú dices que te gustaría? –
– No sabes distinguir una fantasía de una realidad? –
Nunca más toqué el tema.
Genial!!!