Priscila 9
El cumpleaños de mi hija. .
Tuve una semana agotadora, mucha tensión, muchas reuniones y la línea de producción bajaba.
No tuve tiempo ni de pensar en Priscila.
La semana siguiente seguíamos con el problema y además mi hija estaba de cumpleaños.
– Qué crees tú? Le hacemos el cumpleaños afuera o aquí en la casa? – pregunté a mi esposa.
– Ya lo conversé con ella, dice que es poca gente y quiere que sea aquí en la casa –
Teníamos que organizar la fiesta, una fiesta con bebidas y cervezas sin alcohol. Todo para picar, pizzas y una barbacoa.
Tampoco tuve tiempo para Priscila y la extrañaba.
Aunque era » poca gente » eran muchas amigas y compañeras de su misma edad, más o menos. Los chicos eran todos adultos, algunos de más de 20 años incluso. Tuve que salir a comprar cervezas con alcohol.
Al volver me encontré con una sorpresa mayúscula. Priscila estaba en medio de la habitación rodeada de jóvenes.
– Papi, mira quién vino – dijo mi hija tomando a Priscila de un brazo y dándola vuelta hacia mí. La sonrisa de Priscila me obligó a esconder mi estupor bajo una falsa sonrisa.
– Hola, cómo estás? – besándola en la mejilla, aspirando su delicioso y conocido perfume, del que ya le había regalado un frasco, caro pero valía la pena.
– Hola, bien y tú? – dándome un marcado beso, caliente y húmedo. Sentí un calor que me recorrió el cuerpo hasta mi miembro.
– No pensé que vendría, cuando la invité, y ahora que rico que viniera, no te parece? –
– Ah, si claro, muy rico, muy bueno, muy bien, quise decir.
Era la primera vez que estaba con Priscila en público y en mi casa.
– Permiso, voy a llevar esto a la cocina – dije.
– Deje algunas aquí – dijo un chico.
Le entregué un pac de cervezas.
– Yo te ayudo – dijo Priscila tomando otro pac.
– Te eché de menos – me dijo en la cocina dejando el pac sobre la mesa.
– Yo también, pero he tenido mucho trabajo y el cumpleaños de Lily –
– Si, me lo imaginé. No hubiera venido, pero necesitaba verte – dijo rozando el dorso de mi mano sobre el respaldo de una silla, con las yemas de sus dedos.
– No hagas éso – le dije sacando mi mano.
– No? Porqué? Te excita acaso? – todo me excitaba, su perfume, su sonrisa, su voz aterciopelada, su linda figura, sus ojos…todo.
– Si y no puedo andar así – dije señalando con la vista mi bulto.
– Yo también estoy excitada – dijo tomando mi mano y pasándola por su vestido. Al sentir la dureza de su miembro, el mío llegó a 100. Saqué la mano y me alise el pelo. Luego tomé el último pac, abrí la puerta del refrigerador y me agaché para ponerlo abajo, en el único espacio que quedaba. Ella me tomó de las caderas y apretó su miembro contra mí trasero. Me paré rápidamente y ella me sonreía maliciosamente. – Aquí estás – dijo mi hija a Priscila
– Hay unos amigos que quieren conocerte – tomándola de la mano.
– Papi, me la llevo, está causando furor – dijo mi hija saliendo de la cocina con Priscila de la mano. Acomodé mi erección y mi ano me hacia cosquillas.
Me serví un whisky con hielo y salí a la terraza del patio a sentarme, tomarme el whisky y fumar un cigarrillo.
– Y como va la barbacoa? – me preguntó mi esposa. Di un salto, me sorprendió pensando en Priscila.
– Si, en eso estoy –
– Cómo, sentado y fumando? –
– Si, ya voy, ya voy – dije parándome, termine el trago y me fui al quincho, al fondo del patio.
– Prendí el carbón, me lavé las manos en un fregadero que está al lado y fui a buscar otro trago.
Me imaginaba la casa con mis dos hijas, Llly y Prisci, comí le decía mi hija. No, no puede ser. Lily se hubiera dado cuenta hace mucho de la condición de Priscila.
– Cómo va la barbacoa – dijo otra vez mi esposa. Otro sobresalto.
– Estoy en éso – dije entre asustado y molesto.
– Cómo? Si cada vez que vengo te encuentro sentado –
Después de la barbacoa nos fuimos a nuestro dormitorio y los dejamos a ellos con la fiesta. Vimos una película, pero yo estaba pendiente de la fiesta, pensaba en Priscila.
Sentí que la música se fue apagando, mi esposa se quedó dormida. Me levanté, abrí la puerta abierta y estaba casi todo apagado y la música. Muy despacio. Fui al baño y de vuelta me topé con mi hija, sólo estaba en calzoncillos.
– Papá, que bueno que estas despierto, la Prisci se quiere ir pero es muy tarde para que se vaya sola –
– Si, claro que es muy tarde – no sabia ni qué hora era.
– Éso le dije, pero se puede quedar a dormir conmigo, cierto? –
– Si, claro, pero talvez mañana tiene algo que hacer –
– No se preocupen, puedo tomar un taxi – dijo Priscila.
– No, por ningún motivo, te quedas conmigo –
– Pero no traje ropa para dormir – dijo ella.
– Yo tengo de sobra, no más excusas – dijo Lily.
– Ya papi, anda a acostarte, nosotras nos vamos a acostar –
Entré a mi pieza, no sabía que hacer, bueno, que sea lo que dios quiera.
Al otro día las encontré durmiendo, Priscila abrazaba a Lily que dormía en posición fetal.
Nos duchamos con mi esposa y preparamos el desayuno.
– Cómo están las niñas? – preguntó ella.
– No sé, estaban durmiendo – dije.
– Anda a verlas –
Fui al dormitorio y no estaban. Fui al baño y estaban duchandose.
– Se están duchando – le dije mi esposa.
– Cabamos de sentarnos, siéntense y sirvanse – dijo mi esposa.
– Hola papi – dijo mi hija dándome un beso en la mejilla, se notaba feliz.
– Hola – dijo Priscila haciendo lo mismo con el beso rozando mis labios. Mi hija saludaba a mi esposa y el pelo de Priscila tapaba la visión. Mi esposa no se dió cuenta.
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