Profesor de colegio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Miguel, y puede decirse que no soy nada especial, tengo 46 años y vivo solo, nunca he estado casado y realmente no tengo exito con las mujeres. Quiza sea porque soy de poca estatura, llevo gafas y me estoy quedando calvo, pero es que ademas de eso soy tremendamente timido en mi relacion con las mujeres. Delante de una mujer me vuelvo inseguro, me pongo nervioso y me transformo en alguien tremendamente torpe y patoso.
Soy de extraccion humilde, mi familia nunca tuvo demasiado dinero, pero gracias a los ahorros de mi padre, yo pude estudiar magisterio y consegui trabajo de profesor en un colegio de pago. Se trata de un internado ingles dirigido por unas monjas. Aqui vienen las hijas de los hombres mas ricos de la ciudad; es un colegio tradicional y estricto donde yo doy clase a las jovenes de 17 años. Siempre he odiado mi trabajo, todas esas adolescentes caminando por los pasillos con aires de superioridad porque ellas gastan mas dinero yendose a esquiar un fin de semana del que yo gano en dos meses. Esas horas de clase tratando que le respeten a uno mientras ellas rien, hablan y te ignoran. Las amenazas y castigas pero es dificil encontrar algo que las infunda respeto.
Todos los años hay una joven que destaca por su rebeldia y que resulta especialmente odiosa, este curso hay una alumna en el piso 3 llamada Cristina que es realmente insoportable. Es la hija de algun brillante hombre de negocios, es rubia, con el pelo largo. Tiene una cara angelical, pero es totalmente insoportable. Me interrumpe cuando hablo, cuchichea y se rie con sus amigas en mis clases etc.
Ayer caminaba por el campus ya entrada la tarde cuando vi que detras del seto del jardin que tenemos en el colegio habia alguien. A esas horas las jovenes tienen que estar en sus habitaciones, asi que me acerque a mirar quien andaba por ahi. Habia seis alumnas fumando que, al verme, trataron de ocultar los cigarrillos. Es algo habitual pillar de vez en cuando a alguna alumna fumando y siempre que asi sucede se envia a la joven a casa por una semana. Me puse muy serio y pregunte a las jovenes que estaban haciendo.
-Nada, solo estabamos aqui -respondio una
-¿Y tu que tienes en la mano? -le pregunte a Cristina que trataba de esconder la cajetilla de tabaco. -Os quiero ver inmediatamente a todas en mi despacho.
Mientras las jovenes se dirigian al edificio donde esta mi despacho yo sali del colegio a tomarme un cafe. Sabia lo que iba a ocurrir, ellas me esperarian en la puerta del despacho, las haria entrar una a una y las hablaria sobre lo malo que es fumar, sobre como deben comportarse en el colegio y esas cosas. Despues mandaria a cada una a su casa por una semana, para que reflexionasen sobre lo que habian hecho. El castigo no serviria para nada pero yo me habria ganado el sueldo.
Acabe mi cafe y volvi al colegio. Al llegar a la puerta del despacho alli estaban las seis alumnas vestidas con los uniformes del colegio, la falda de tablas que siempre se subian por encima de las rodillas, esos jerseis verdes de pico, los zapatitos negros brillantes y los calcetines. Estaban todas con las caras serias, asustadas supongo, ante la posibilidad de irse una semana castigadas a casa. Abri la puerta del despacho y ordene que pasasen de una en una, y que mientras una joven estuviese dentro del despacho, no queria oir ni una voz en el pasillo.
Me sente detras de mi mesa y ante mi tenia a Clara del cuarto piso. Era la hija de uno de los directivos del principal banco de la ciudad, Tenia 18 años y estaba repitiendo curso. Era realmente mala estudiante, y se notaba que era la mayor. Estaba muy desarrollada. Tenia una melenita morena que casi le llegaba a los hombros, y mientras yo la hablaba de la importancia de seguir las reglas no podia evitar mirarla de arriba abajo. La tenia alli enfrente de mi, mirandome con las manos en la espalda y muy seria. Llevaba la falda a la altura de las rodillas. Sus grandes pechos se insinuaban debajo del sueter. Se notaba que estaba nerviosa porque se balanceaba ligeramente de derecha a izquierda, sin despegar los pies del suelo. Eso hacia que su falda se moviese ligeramente de un lado para otro. Me excitaba esa situacion, y como suelo hacer en esas ocasiones, accione el boton del aire acondicionado del despacho. De esta manera ella iba sintiendo el frio mientras se ponia mas y mas nerviosa. Cuando ya llevaba un rato hablandola, la temperatura del despacho habia bajado sensiblemente y sus pezones se marcaban dentro de aquel jersey. En ese momento me quede mirandola fijamente y le anuncie que estaria una semana en su casa como castigo. Ella agacho la cabeza y no dijo nada. Despues de eso la ordene que se fuese a su habitacion y preparase la maleta para el dia siguiente.
Las demas chicas fueron pasando por el despacho y yo me puse realmente cachondo. Me excitaba tenerlas ahi frente a mi, nerviosas. Por fin sentia que esas insolentes jovenes de papa me respetaban. Las seis eran atractivas, unas mas desarrolladas y otras mas aniñadas, pero todas lo suficientemente mayores como para que sus pezoncillos reaccionasen al efecto del aire acondicionado de mi despacho. La mayoria asumio su castigo con dignidad ya que no era la primera vez que eran expulsadas.
Pense que ya habian pasado todas las alumnas y apague el aire acondicionado del despacho y saque unos examenes que tenia que corregir. Me dispuse a trabajar un poco y de pronto entro Cristina. Nada mas verla, me apresure a volver a conectar el aire acondicionado. Era la ultima de todas y estaba realmente nerviosa. Tiene 17 años y aunque es bastante rebelde nunca la habiamos expulsado a su casa. Es mas atractiva que las demas, esta bastante desarrollada. Tiene unas tetitas firmes y respingonas con unos pezones que enseguida se dejaron notar. El pelo rubio y largo le caia a los lados de la cara. Llevaba el uniforme de un modo especial. Se habia subido la falda al menos tres dedos por encima de las rodillas, las monjas del internado la hubiesen reprendido por eso, y yo tambien podia castigarla. Segun entro al despacho cerro suavemente la puerta, se coloco frente a mi mesa y pregunto si podia decir algo. Yo la conteste con otra pregunta:
-¿Acaso no te han enseñado que, en este colegio, al dirigirte a un profesor hay que poner las manos en la espalda?
-Lo siento Don Miguel
-¿Te parece bonito haber estado fumando?
Me divertia aquella situacion, la pobre joven estaba realmente nerviosa, se balanceaba de derecha a izquierda sin parar. Al fin podia vengarme de tanta impertinencia durante mis clases. Ademas despues de cinco alumnas desfilando por mi despacho estaba bastante excitado y me alegraba la idea de que la mas atractiva se hubiese quedado para el final.
-No, no me parece bonito, se que no debia haber fumado, pero era la primera vez que lo hacia y no lo volvere a hacer. Estoy arrepentida de verdad.
-Ya, me parece muy bien que estes arrepentida, pero eso solo no vale
-No me castigue Don Miguel, yo no queria ir a fumar, por favor…
-Eso deberias haberlo pensado antes. Ahora sin embargo ya es tarde para arrepentirse.
Estaba realmente cachondo, me excitaba la idea de que la tenia ahi, en mi despacho y que en ese momento ella estaba asustada y yo era quien tenia el control de la situacion. Sabia que no me podia aprovechar realmente de ello, pero podia divertirme un poco a su costa, al fin y al cabo llevaba todo el curso aguantando sus impertinencias y su falta de atencion en mis clases.
-Estoy muy decepcionado con tu comportamiento en mis clases, otros profesores tambien se han quejado de ti, y ademas ahora te pillo fumando.
-Pero yo no he hecho nada ¿que otros profesores se han quejado? Yo, creo que he sido mas o menos buena.
La verdad era que ningun profesor se habia quejado, solo la profesora de gimnasia me habia comentado que Cristina nunca hacia los ejercicios de flexibilidad. No sabia que decir, asi que utilice eso.
-Me han llegado comentarios de que en clase de gimnasia no colaboras y no haces los ejercicios de flexibilidad.
-Ah, es eso… es que no me gusta, pero a partir de ahora los hare, hare lo que sea pero no me expulse a casa, que mi padre se enfadara.
-¿Por que no haces los ejercicios de gimnasia?
-Jo, es que no me gusta nada, pero si que los puedo hacer, no es que no tenga flexibilidad.
-A ver, a ver que ejercicios son esos que te gustan tan poco
Ya no estaba tan nerviosa, se habia ido relajando a medida que la conversacion se alejaba del hecho de que las hubiese sorprendido fumando y del inminente castigo. Sus piernas se movian sin parar en un interminable balanceo que no podia dejar de mirar. El frio del despacho hacia que sus pezones traspasasen el jersey, me encantaba tener ahi esas fantasticas tetitas, con sus pezoncillos mirandome fijamente a traves del sueter desde apenas dos metros de mi mesa. Lamente que con la falda no se insinuase su culito y me pregunte como serian sus braguitas.
-Vera usted Don Miguel, hay un ejercicio de espalda que consiste en tocarse las puntas de los pies sin doblar las rodillas, a veces no lo he hecho, pero si que puedo hacerlo.
-Vamos a comprobarlo, venga.
-Si señor.
La preciosa alumna se puso de perfil y doblo la espalda hasta que las puntas de sus dedos tocaron las puntas de sus pies. Senti una punzada de lujuria cuando me di cuenta que, con lo subida que llevaba la falda, su culito quedaba practicamente al aire.
-¿Ve como si que puedo?
-Lo veo, lo veo.
-¿Me castigara?
-Mira, escuchame, yo tengo que castigarte, en este internado, cuando una alumna fuma, se va a casa una semana.
-Pero Don Miguel, no me expulse a casa, si lo hace mi padre se enfadara mucho.
Es algo habitual que una alumna trate de engatusarme de vez en cuando para que no la castigue. Se ponen a suplicar y a llorar. Siempre he sido y soy inflexible y no accedo a los lloros de una joven de papa que no quiere que la castiguen, pero esta vez estaba realmente cachondo, y me excitaba verla suplicarme, asi que pense que podia seguirle el juego un rato. La mire fijamente por encima de las gafas y saque su ficha del cajon de la mesa.
-Cristina, aqui tengo tu ficha… Mira, todos los años tenemos una alumna como tu, no eres buena estudiante, y sobre todo tienes dificultad para asumir las normas.
-Jo, eso no es verdad, yo a veces ya se que no me he portado bien, pero en general soy obediente.
-¿Obediente?
-Si, intento hacer lo que los profesores me digan que haga.
-Ya, los profesores te han dicho por ejemplo que te subas la falda por encima de las rodillas.
-Esto…
-Sabes perfectamente que a las hermanas que dirigen este colegio no les gusta nada que lleveis asi el uniforme.
-Si Don Miguel -dijo la pobrecilla mientras se bajaba un poco la falda para colocarsela a la altura de las rodillas.
-No, no, ahora no lo intentes arreglar, vuelvete a ponerte la falda como estaba, ya no tiene solucion.
-Jo, pero lo siento.
-Nada de excusas -dije yo mientras miraba como ella me miraba con expresion de carnero degollado.
Mientras me miraba se volvio a subir la falda, quiza incluso mas que antes. Recuerdo que pense que tal vez me estaba propasando, la alumna me estaba mirando de un modo, poniendo los labios ligeramente hacia fuera, que me hizo pensar que trataba de seducirme para que no la castigara. Una parte de mi penso que debia cortar aquella situacion cuanto antes, pero tenia delante de mi a una preciosa adolescente que se subia la falda mientras me ponia morritos a la espera de convencerme. Habia tenido cientos de veces esa fantasia, y aunque no pudiese realizarla, tampoco queria acabar ya con esa situacion.
-¿Asi era como estaba la falda?, no creas que me puedes tomar el pelo.
-Jo, no se. Si, asi era como la tenia
-La hermana Marisa se ha quejado de ti, y dice que a veces llevas la falda aun mas subida.
-No lo volvere a hacer, a partir de ahora llevare la falda como me digan que he de hacerlo.
-Ahora es inutil lamentarse, enseñame porque la hermana Marisa se queja
-Ehh… no le entiendo Don Miguel.
-¿Como que no me entiendes?, no puedes ir por ahi vestida como te da la gana, este es un colegio muy respetable donde solo acuden jovenes que quieren prepararse para ser señoritas. Debes aprender a llevar el uniforme correctamente, y para enseñarte, empezaremos por ver tus errores. ¿Que hiciste para tener a la hermana Marisa tan enfadada?
-Vera usted Don Miguel, a veces la hermana Marisa se enfada porque llevo la falda por mas arriba.
Mientras hablaba, se iba subiendo la falda por debajo del jersey, poco a poco se iban descubriendo sus preciosos muslos; suaves, inocentes y blanquitos. Ya se habia puesto nerviosa de nuevo, pues la situacion le resultaba extraña. Mientras se subia la falda se balanceaba de un lado a otro ligeramente. Sin mover los pies. En el despacho ya hacia bastante frio, y en el balanceo de todo su cuerpo solo dejaba de mirarla los muslos para comprobar que sus pezones seguian duros.
-Me la pongo asi.
-¿Si?, pues segun la hermana Marisa, a veces te subes la falda aun mas.
-¿Mas?
Al subirse la falda habia abandonado la postura reglamentaria para dirigirse a un profesor. Sus manos ya no estaban en la espalda, sino que tenia los brazos en jarras. Aquello me desilusiono un poco, porque me gusta ver a las jovenes de pie frente a mi con las manos detras de la espalda. Decidi utilizar aquello para ponerla un poco mas nerviosa. Queria que estuviese tan asustada que se limitase a hacerme caso, y no se diese cuenta de lo cachondo que estaba. Di un fuerte golpe en la mesa y exclame:
-¿Es que no sabes donde debes poner las manos al hablar a un profesor?
La pobre se puso colorada y balbuceo:
-Lo… lo siento Don Miguel -dijo mientras colocaba las manos detras de la espalda.
-Te decia que segun la hermana Marisa, a veces te subes mas la falda.
Ya no contesto "¿Mas?", sino que dijo:
-Si, a veces me la subo mas.
Despues de decir eso comenzo a subirse mas la falda, mientras me miraba. La pobre Cristina no se atrevia a parar. Se subia la falda despacito, esperando que yo le dijese que parase. Deje que se subiese la falda hasta que me enseño todos sus muslos. Tenia un hermoso par de piernas delgadas y suaves. Tenia la falda realmente subida, calcule que si se la subia un poco mas, me dejaria ver sus braguitas.
-Asi que tu crees que esa es forma de llevar el uniforme.
-Pero la hermana Marisa no le ha dicho la verdad, yo nunca llevo la falda asi.
-Ya, ¿esperas que te crea a ti en lugar de a la hermana Marisa?
-Pero, es verdad…
-Aqui la unica verdad es que tu has sido desobediente.
-Pues castigueme si quiere, pero no me mande a casa. Mi padre se va a enfadar mucho.
Era un espectaculo increible, no podia apartar la vista de sus piernas. Su inocente balanceo nervioso movia la faldita de un lado a otro. No podia dejar de preguntarme como y de que color seria su ropa interior.
-Ya, ¿y que castigo crees que debo imponerte?
-No se, si quiere a partir de ahora llevare el uniforme como usted me diga, le hare un trabajo especial para su asignatura y hare los ejercicios de gimnasia.
-¿Serias capaz de aprender a ser obediente?
-Si.
-¿Estas segura de eso?
-Si, estoy segura.
-¿Y como puedo estar seguro yo de que vas a hacer todo eso que me has dicho?
-No se. Si quiere a partir de ahora puedo pasar todos los dias a primera hora por su despacho, y entregarle cada dia lo que haya hecho del trabajo.
-Ya, ya ¿y que pasa con las quejas de la hermana Marisa y de la profesora de gimnasia?
-No se…
-Vamos a ver, a partir de ahora vendras a primera hora todos los dias a mi despacho. Quiero ver como haces los ejercicios de gimnasia, y como aprendes a llevar correctamente el uniforme.
-Si profesor, y ¿no me expulsara?
-Por ahora vamos a dejar el castigo en suspenso. Si tengo alguna queja, por pequeña que sea, de tu comportamiento te expulsare; por el contrario si me demuestras que puedes ser una alumna obediente, te libraras del castigo.
-Muchisimas gracias Don Miguel.
-No me des las gracias, ahora te queda por demostrarme que realmente estas arrepentida y que vas a ser mas obediente.
-Si señor, ¿me puedo ir ya?
-Por supuesto que no, pues mal empezamos ¿creias que ibas a salir de este despacho con el uniforme asi?, las señoritas no llevan la falda de esa manera.
Se fue a bajar la falda para irse, pero yo no estaba dispuesto a dejar que se fuese. Sabia que lo mas inteligente era dejar que se fuese y mañana la tendria de nuevo en mi despacho, pero estaba demasiado excitado para eso.
-Dejate quieta la falda. A ver, para que aprendas como se debe llevar el uniforme, y como debes comportarte en clase de gimnasia, vas a hacer unos ejercicios.
-¿Otra vez lo de antes?
-Si, quiero que repitas el ejercicio una y otra vez, pero mirando al rincon, que yo tengo que trabajar.
Se dio media vuelta y se fue a el rincon de mi despacho que esta junto a la puerta. Comenzo a agacharse y levantarse. Cada vez que sus manos tocaban la punta de sus pies, me enseñaba sus braguitas. Tenia un culito pequeño y respingon enfundado en unas bragas de color blanco con puntillas. La pobre Cristina se habia dado cuenta de que -con la falda tan subida-, estaba mostrando su ropa interior, asi que cuando quedaba de pie estiraba del borde de su falda con la esperanza de que esta bajase un poco. Cuando lo hacia, yo la reprendia por parar de hacer el ejercicio. Entonces me di cuenta de que no podia dejarla salir del despacho. Si se iba del despacho y me dejaba asi de cachondo, iba a estallar por dentro. No me creia lo que se me pasaba por la cabeza, pero me levante de la silla dispuesto a acercarme a ella.
Al oir el ruido de la silla al moverse, ella paro de hacer el ejercicio y se volvio para mirarme.
-Continua, nadie te ha dicho que pares
Ella continuo y yo comence a pasearme por el despacho. Como estaba de espaldas a mi, podia mirarla descaradamente. Estaba muy nervioso, sabia que debia acercarme a ella, pero no sabia como hacerlo, asi que continue paseandome por el despacho mirando como aparecia y desaparecia su precioso culito.
-Tienes que hacerlo mas rapido -le dije.
-Es que me canso -dijo sin parar de hacer el ejercicio.
-¿Cual es el lema de este colegio?
-¿El lema?
-Si, el lema, lo que esta escrito encima de la puerta de la entrada.
-Obediencia, estudio, oracion y esfuerzo.
-Eso es, esfuerzo, debes aprender a esforzarte. Venga hazlo mas rapido.
La pobre empezo a acelerar el ritmo, supuse que estaba realmente cansada porque su respiracion se hizo mas profunda. Me excitaba oirla jadear.
-Muy bien, asi es. Debes esforzarte. Recuerda: "Obediencia, estudio, oracion y esfuerzo"
-Si Don Miguel.
Estaba justo detras de ella, con solo alargar mi mano hubiese acariciado ese precioso culito. Estaba a punto de hacerlo, pero me dio miedo que la joven se asustase. Decidi tantear hasta que punto estaba dispuesta a no ser expulsada.
-Estoy pensando que no esta bien que tus amigas sean expulsadas a casa una semana y tu no.
Ella paro de hacer el ejercicio, se volvio y me dijo con un hilo de voz:
-Pero Don Miguel, usted habia dicho que yo…
-Ya se lo que he dicho, continua con el ejercicio. ¿Ves? Nadie te ha dicho que pares y tu has parado. A eso me refiero cuando te digo que debes ser mas obediente.
-Si -dijo ella mientras se esforzaba por seguir con el ejercicio realmente rapido.
-A ver, repite el lema del colegio.
-Obediencia, estudio, oracion y esfuerzo.
-"Obediencia", esa es la clave de todo. Para que no seas castigada debes demostrarme que realmente quieres ser mas obediente.
Despues de decir eso alargue la mano y deje que -al moverse- su culo me rozase la palme de la mano. Ella se movio como si un calambrazo recorriese su cuerpo, pero no dijo nada y continuo haciendo el ejercicio. Eso era lo que necesitaba para animarme. No movi mi mano y deje que su culito me rozase suavemente cada vez que sus dedos tocaban las puntas de sus pies.
-¿Realmente quieres ser mas obediente?
Autor: Anonimo
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!