QUERIDO DIARIO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ErotikaLectura.
• Querido diario: hoy por fin Alberto me ha besado. Ha sido precioso. Justo cuando nos íbamos a despedir y ya pensaba que no lo haría, se ha inclinado sobre mí y ha rozado sus labios con los míos, como pidiéndome permiso, yo he incrementado ligeramente la presión de nuestras bocas y entonces él ha puesto su mano en mi nuca y ha prolongado su beso entreabriendo los labios lo justo para que los míos se humedecieran con su saliva. Ha sido como si el mundo se parase en ese preciso momento y todo hubiese dejado de existir salvo nosotros.
Aún siento el cosquilleo de ese beso en mis labios. Ahora voy a acostarme y soñaré con él.
• Alberto es adorable. Hoy ha hecho un mes que salimos juntos y me ha preparado una tarde llena de sorpresas. Me ha regalado flores, me ha llevado al cine y a cenar, hemos pasado a tomar algo con sus amigos (a los que me ha presentado como su novia) y, antes de traerme a casa, hemos pasado casi una hora besándonos en el coche, aparcados en un rincón oscuro del camino de la fábrica.
Aunque allí la gente va a hacer otras cosas, nosotros no hemos pasado de darnos el lote tocándonos tímidamente por encima de la ropa. A mí la verdad es que me apetecía muchísimo notar sus manos en mi piel, o abrirle el pantalón para ver ese bulto contra el que me froto en nuestros besos más apasionados, pero Alberto dice que va a ir despacio conmigo porque me quiere y me respeta, y quiere que nuestra primera vez sea especial. No es cuestión de decirle que en algunos momentos me muero de ganas de más; sería capaz de pensar que él no me importa tanto como yo a él.
Antes de acostarme tendré que cambiarme las braguitas, porque estas las tengo todas empapadas de tanto magreo.
• Hoy me he cabreado con Alberto.
¡Hay que joderse! Para una vez que conseguimos tener una casa vacía durante una noche entera nos dedicamos a estropearlo peleándonos.
El problema ha surgido precisamente por eso. Mis padres tenían una boda hoy y mi hermana se ha ido con ellos. Han cogido hotel para no regresar de madrugada y me han dejado la casa para mí solita todo el día.
Llevo toda la semana pensando que por fin sería nuestra noche especial (porque al fin y al cabo ya llevamos más de dos meses y medio saliendo) y cuando estábamos los dos en el sofá, en ropa interior, muriéndonos de deseo, y le he dicho que mejor nos íbamos a la cama mientras le enseñaba unos preservativos que había comprado, me ha mirado con cara contrariada y me ha dicho que no le parecía que esa fuese la mejor forma de hacer las cosas; ha empezado otra vez con su cantinela del respeto, de darnos tiempo, de estar seguros, ser responsables y consecuentes y de la importancia de la primera vez. Me he mosqueado tanto que le he echado de casa.
Igual me he pasado, pero me hacía tanta ilusión, tenía tantas ganas y me estaba excitando tanto notarle todo empalmado, con la punta de la polla asomando brillante y dura por el borde de su calzoncillo, que me he descontrolado.
La verdad es que Alberto me gusta muchísimo y me encanta salir con él. Está muy bueno, es atento, amable, inteligente y formal; me ha presentado a sus padres, me ha integrado en su panda de amigos (con los que me llevo fenomenal y me lo paso de muerte) y siempre hace todo lo que está en su mano para demostrarme que me quiere.
Creo que he sido injusta con él esta noche pero… ¡le deseo tanto!,… ¡tengo tantas ganas de saber lo que se siente cuando en vez de meterme los dedos me meta una polla bien caliente!,… ¡tantas ganas de calmar a base de embestidas los latidos que siento entre las piernas!
Ahora mismo voy a buscar el consolador de mi madre. No sé si me atreveré a metérmelo pero al menos podré imaginar que tengo una polla cerca mientras me corro. Luego llamo a Alberto.
• ¡Nos vamos de juerga!
Estoy acelerada hoy. Llevo todo el día preparando cosas para la acampada. Al final vamos todos menos Ángela, la novia de Santi, porque tiene exámenes.
Casi cuatro meses juntos y Alberto sigue “respetándome”; pero hoy estoy demasiado contenta como para rebotarme hablando del tema. Eso sí, pienso pasar el fin de semana provocándole y poniéndole a cien estén delante sus amigos o no. ¡Quiero divertirme!
• ¡Qué fin de semana! Estoy frenética aún y ya es martes. No puedo quitármelo de la cabeza y no quiero contárselo a nadie.
Alcohol y risas, juegos y risas, música y risas, tonteos y risas; hasta aquí todo dentro de lo previsto. Pero lo mejor fue lo del sábado de madrugada, cuando el cansancio nos obligó a amontonarnos como pudimos en un par de tiendas para dormir unas horas y yo me desperté sobresaltada al notar una mano en mi boca, pidiendo que no hiciese ruido, mientras sentía cómo otra mano se deslizaba recorriendo mi cuerpo con prisas, tanteando mis tetas y metiéndose entre mis piernas para obligarme a abrirlas. Todo fue muy rápido, me humedecí enseguida y eso hizo que los dedos que me tocaban se animasen a penetrarme. No tengo ni idea de dónde tocaba ni lo que hacía con ellos, pero tuve un orgasmo bestial mientras ahogaba mis jadeos babeando la mano que aún se mantenía en mi boca. Creo que nadie se enteró. ¡Quiero más!
• Nos hemos puesto como motos hoy en el bar. Hemos empezado a bailar juntos, a reírnos por tonterías y a lanzarnos miraditas de deseo. Ha llegado un momento en el que no hemos podido más y nos hemos ido al baño a meternos mano como locos. Tan cachondos nos hemos puesto que, en un impulso, me he metido su verga en la boca y… ¡me ha encantado!, la piel tan lisa, tan suave, el olor que desprendía, la cara de placer que ha puesto él, las prisas por que no nos pillasen. ¡Qué morbo!
Eso sí, aún soy virgen. Y eso que la semana que viene hará seis meses que salgo con Alberto.
• Ángela y Santi han roto. Ella se empeña en que él le pone los cuernos. Alberto se ha pasado todo el fin de semana pegado a su amigo para consolarle. Me aburro.
• Ayer, aprovechando el desparrame de la fiesta de halloween en la facultad de Sole nos escapamos al parking. Metidos en el coche, nos hicimos de todo; de todo menos follar, claro. Nunca pensé que eso de que te comieran el coño iba a ser tan increíblemente placentero.
No puedo aguantar más; creo que le voy a plantear un ultimátum a mi querido novio.
• Cogimos habitación en un hotel. Les dije a todos que me quedaba a dormir en casa de Sole. No voy a negar que estaba tensa y expectante, pero hubo tiempo de sobra para tranquilizarme.
Por una vez pudimos deleitarnos comiéndonos las bocas, desnudándonos despacio y llegando con la vista a rincones que ya conocían nuestras manos. Mi cuerpo reaccionaba ante la más leve caricia con escalofríos de placer. Los nervios hacían que estuviese más sensible que nunca. Los pezones me dolían cuando me los mordisqueaba, dejándome luego un deseo loco de frotármelos. El cosquilleo entre mis piernas era tan intenso que me costaba no llevar mis propias manos hasta allí para calmarlo.
Cuando descubrió lo mojada que estaba, bajó su cara hasta mi sexo y me hizo gemir al acariciarlo con su lengua; quería mirarle pero el gusto que sentía me hacía cerrar los ojos. Me dejé llevar y me guió hasta el cielo. En realidad no sé si me corrí, pero si eso no fue un orgasmo estuvo tan cerca de serlo y me hizo sentir tan deliciosamente bien, que no hubiese parado nunca de no ser por la urgencia tremenda que sentía de notarle dentro. Se lo pedí y me preguntó si estaba segura. Se lo supliqué.
Me la metió muy despacio, noté la resistencia de mi cuerpo a ser penetrado y una ligera molestia. Él debió notarlo en algún gesto mío porque dejó de empujar y me miró con una sonrisa tierna. “Es delicioso tenerte así. No sabes lo que me tengo que contener para no follarte con todas mis ganas, pero sabes que no te haré daño. Me encantas. Voy a empujar despacio, pero si quieres que pare dímelo”.
Sus palabras me relajaron y las molestias fueron cediendo. Acabó de meterla y no pudo disimular el placer que sentía. Se movió despacio dentro de mí sin parar de susurrarme palabras bonitas. Yo no quería que parase porque veía que él estaba disfrutando mucho, pero debió pensar que me estaba haciendo daño y la sacó muy despacio.
Sin dejarme protestar, se tumbó a mi lado y se entretuvo un buen rato en acariciarme y besarme. Estaba muy excitado y su verga se clavó en mi vientre cuando los abrazos se volvieron pasionales. Me giró hasta dejarme tumbada de lado, de espaldas a él y entonces me la metió de nuevo. Esta vez entró más fácilmente y en vez de molestias sentí un sobresalto nacer dentro de mis entrañas. La postura hacía que sus movimientos fuesen suaves. Sus brazos me rodeaban, me invadió una agradable sensación al estar así, follada y abrazada a la vez. Noté como su respiración se agitaba por momentos y como se tensaban sus brazos en torno a mí y supe que estaba a punto de correrse. Noté su polla clavándose en mí aún más y los espasmos de su orgasmo. Yo no me corrí esa vez, pero no me importó, teníamos toda la noche por delante.
• Dentro de unos días es nuestro aniversario, un año ya juntos. Alberto me está preparando una sorpresa para ese día. Lleva ahorrando tres meses para reservar suite en un hotel de lujo y llevarme a cenar a mi restaurante preferido. Se supone que yo no lo sé, pero me lo ha dicho hoy Santi después de hacer el amor. Desde el día que me metió mano en la tienda de campaña, ha sido rara la semana que no hemos encontrado un rato para estar juntos.
Está bien que me haya avisado, así estaré preparada para mi “noche especial”.
Un relato de Erótika Lectura.
erotikalectura@hotmail.com
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