"Quiero que me acabes en la boca otra vez"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por amantelatina27.
Era el último mes de clases. Yo tenía catorce años, y mi preceptor en la escuela era demasiado lindo. Músico, cantaba en una banda, y pendejo, tendría veinte años. Morocho, alto, hermoso. Un ganador, siempre con una sonrisa, todas las chicas, de todos los años, caíamos desmayadas cuando él pasaba. Al llegar a la escuela te daba un beso, y te dejaba ese perfume, ese olor a hombre en la mejilla, que te duraba todo el día.
Casi todas las mañanas yo me iba al baño por lo menos una vez durante la clase y me masturbaba, me tocaba pensando en él. Sigo siendo muy ruidosa para acabar, pero en ese momento, con mucha menos experiencia, los gemidos se me escapaban sin querer. Y una mañana él me escuchó. Estaba haciendo la ronda, vigilando que no hubiera nadie fuera de clase, y me escuchó acabando en el baño, y se quedó en la puerta, con un pie adentro, esperando a ver quién salía.
Y yo salí, con la ropa desacomodada, roja, transpirada, y con cara de felicidad, y cuando lo vi casi me muero de la vergüenza… pero su actitud me sorprendió. Miró afuera del baño, cerró la puerta, me apoyó contra la pared, me levantó la pollera, y ahí nomás, de rodillas, me chupó la concha como nuca nadie lo había hecho. Me lamió la concha, la mordió, le metió los dedos, me pajeó el clítoris y me hizo tener el primer orgasmo múltiple de mi vida. Casi me desmayo. Me acomodó la ropa y me sonrió desde el espejo. Me besó la mejilla y me dejó parada frente al lavatorio.
Volví al aula como pude, tratando de que no se notara mi estado de absoluta satisfacción, y me quedé sentada el resto de la mañana. A la salida, él disimuladamente se acercó y me sonrió. Con cara de nada, entre dientes, me preguntó si estaba bien, y me dijo “Mañana te la voy a chupar antes de entrar. Quiero que me acabes en la boca otra vez. Te espero en la biblioteca”.
Y allí fui. Durante un mes me chupó la concha casi todos los días, en el baño, en el laboratorio, en el patio, en el pasillo, me la chupaba por adelante y por atrás, me daba vuelta y me lamía el culo, me metía los dedos en el culo y la concha a la vez, me acariciaba las tetas, me apoyaba la pija sucia y chorreada, pero nunca me la metió, aunque yo me moría de ganas. Cada vez que le pedía que me metiera la pija me decía que no, que yo era una nenita muy chiquita y muy puta, y a las nenitas putas como él las hacía gozar, pero que no me podía clavar la pija, aunque quizás cuando yo creciera…
Y de golpe terminaron las clases, y nunca lamenté tato que llegaran las vacaciones.
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