Raúl y yo.
Segunda parte de mi historia..
Durante las clases al día siguiente, no me podía sacar de la cabeza todo lo que había vivido el día anterior, pero sobre todo me fascinaba saber que era esa “lechita de hombre” que había mencionado Raúl. Por este motivo el tiempo se me pasó súper lento, al grado que miraba a cada minuto el reloj, con el fin de saber si ya pronto sería la hora de salida. Y aunque podía ver a Raúl en mis descansos, comúnmente no nos hablamos, ya que había mucha gente.
Por fin tras unas largas horas, que me parecieron semanas, sonó el timbre de la salida, por lo que rauda y veloz me dirigí al cuarto de Raúl con todas mis incógnitas detrás de mí. Al llegar, vi a Raúl sentado en un taburete arreglando una manguera, por lo que corrí hacía él y lo abracé por la espalda. Él se sorprendió, ya que no me esperaba tan pronto, sin embargo, se volteó y me devolvió el abrazo, acompañado de un buen beso de lengua.
Al voltearse y abrazarme, yo aproveché para subirme en su regazo, y quedar sentada justo encima de su entrepierna, la cual sentí que otra vez crecía gracias al beso que nos estábamos dando. No se que se apoderó de mí, pero al sentir ese bulto tocando mis partes íntimas, sentí muy rico, por lo que, empecé a frotarme. Al hacer esto, Raúl me apartó del beso, y hecho su cabeza para atrás, mostrándome una cara de felicidad que nunca había visto.
Yo con mis manitas agarré su cabeza, tratando de acercarlo nuevamente hacía mi boca, ya que yo quería seguir besándolo, mientras que me frotaba en su entrepierna. Empero él se negó diciéndome. – No quiero seguir así, déjame acomodarme, ya que me duele cuando la tela frota mi pene.
Por lo tanto, yo me baje de él, y vi como liberaba una vez más de su prisión a su glande, una vez más me acerqué a verlo con más detenimiento, y una vez más espere a que Raúl me dijera que lo podía tocar.
Raúl. – Puedes tocarlo si quieres bebe, o puedes montarte otra vez. (debo aclarar que el uniforme de la escuela consistía en una larga falda para las niñas, y pantalones para los niños, por lo que el rocé que había experimentado había sido directamente con mis calzones).
Yo. – Prefiero tocarlo como ayer, quiero ver como te sale tú lechita de hombre.
Raúl. – Para eso, voy a necesitar que frotes mi pene de arriba para abajo con tu manita, pero hazlo despacito, ya que me duele si lo haces muy duro.
Yo procedí a tocar nuevamente aquel falo de carne que palpitaba, y como si supiera hacerlo de toda la vida, comencé a masturbar a Raúl, quien una vez más hecho su cara hacía atrás, mientras ponía una gran sonrisa en su rostro. Tras un rato de estar con mi faena, se comenzaron a cansar los brazos, por lo que empecé a detener mi movimiento, a lo cual Raúl me dijo.
Raúl. – No pares bebe, se siente muy rico.
Yo. – Pero es que ya me duelen los brazos.
Raúl. – Si ese es el caso, puedes usar tu boquita, como ayer.
Yo. – Pero sabe y huele raro.
Raúl. – No te preocupes, pronto te vas a acostumbrar, además, si me chupas mi pene con tu boquita, más rápido me va a salir mi lechita de hombre.
Al escuchar esto me motive, iniciando con besos alrededor del glande, a la vez que con mis manos empecé a agarrar sus bolas, las cuales me parecían muy divertidas, aunque por estar jugando con ellas, lastime a Raúl, ya que apreté demasiado, lo cual generó que sacara un gemido de dolor, acompañado de una petición de que lo hiciera más suave.
Raúl. – Si quieres puedes darles besitos a mis bolas, mientras con tus manitas sigues frotándome el pene.
Yo. – Ok -. Momento en el que me puse a darle tiernos besos a su escroto, que en ese entonces no sabía como se llamaba, solo sabía que era una pielecita, como la del pollo que compraba mi mamá. Estuve así unos momentos, hasta que otra vez sentí que Raúl empezaba a temblar, por lo que esta vez me aparté, para ver como salía su lechita de hombre.
Y justo me hice a un lado a tiempo, ya que justo vi como salieron disparados de su pene dos chorros de su lechita, los cuales fueron a dar al piso. Al cerciorarme de que ya no saldría más, me acerque al pene de Raúl, y vi como en la cabecita, la cual parecía un champiñón había residuos de esa substancia blanca, por lo que, movida por mi curiosidad, acerque mi dedo, recogí un poco y me lo lleve a la boca. Comprobando así que tenía un sabor amargo y salado, lo cual no me gustó para nada.
Yo. – Sabe muy raro, no me gusta esta lechita.
Raúl. – Si tomas mucha te vas a acostumbrar.
Yo. – ¿Te gustó sacar tu lechita?
Raúl. – Si, mucho.
Yo. – Oye tengo una pregunta, ayer que llegué a mi casa y me metí a bañar, vi que mi calzoncito estaba mojado, pero no me hice pipi.
Raúl. – Ah, no te preocupes, eso es normal, cuando las niñas y mujeres se sienten muy bien sacan ese ese líquido por sus colitas, para que así los hombres podamos meter nuestros penes en ellas.
Yo. – ¿Meter sus penes en nosotras? Eso me sorprendió mucho, jamás me había imaginado que para eso era mi cuevita.
Raúl. – Si, a eso se le llama hacer el amor, y solo lo hacen las personas que se quieren mucho.
Yo. – ¿Y por qué?
Raúl. – Por qué… se siente muy rico y, además, así nacen los bebes.
Yo. – Entonces, si metes tu pipi en mi colita, ¿voy a tener un bebe?
Raúl. – No mi niña, tú aún estas muy chiquita para tener un bebe.
Yo. – Pero entonces ¿no me puedes meter tú pene?, yo te quiero mucho y quiero sentir rico, como cuando nos damos besos.
Raúl. – Pero es que aún estas muy chiquita, y te puede doler mucho.
Yo. – No importa, yo me puedo aguantar.
Raúl. – Mira princesa, ¿Qué te parece si mejor nos esperamos un poquito?, no te quiero lastimar al intentar meterte mi pene, pero lo que si puedo hacer es lamerte tú florecita, y vas a ver que vas a sentir bien rico, igual que como tú me haces sentir a mí cuando me das besitos en mi pene.
Yo. – Esta bien.
Acto seguido Raúl me pidió que me acostara encima de unos cartones que tenía en ese cuarto, después me subió la falda y con mucho cuidado me quitó mis calzones. Esto me dio algo de pena, por lo que trate de cerrar mis piernas, pero él las mantuvo abiertas con sus manos. Después comenzó a acercar su rostro lentamente hacía mi florecita y fue entonces que sentí una de las mejores sensaciones de mi vida.
Lo primero que sentí cuando Raúl se acercó a mi florecita fue su respiración, esta sensación me dio muchas cosquillas, por lo que comencé a moverme involuntariamente, sin embargo, Raúl subió sus manos a mi cintura y me agarró con fuerza, impidiendo que me moviese. Mientras me agarraba, comenzó a darme algunos besos en mi vagina, los cuales se convirtieron rápidamente en lamidas.
Podía sentir su lengua áspera y su respiración haciéndome cosquillas en mi florecita. Esta sensación fue tan extraordinaria que empecé a sentir una corriente eléctrica recorriendo todo mi cuerpo. Recuerdo que comencé a sentir que todo mi cuerpo se ponía rígido, a la par que sentía muchas ganas de orinar. Como impulsó agarre la cabeza de Raúl, la cual estaba siendo apretada por mis muslos, para con mis manos tratar de alejarlo de mi entrepierna y así poder expulsar mi líquido, sin embargo, el hacía mucha más presión y antes de que me diera cuenta estaba expulsando toda mi orina en su cara.
El expulsar esta orina fue fabuloso, después de sacar todo, mi cuerpo se relajó muchísimo, y me entraron muchas ganas de dormir, por lo que empecé a cerrar los ojos lentamente, hasta que, de un momento a otro, sentí una vez más un líquido caliente sobre mi cabeza. Al abrir mis ojos, lo primero que vi fueron las bolas de Raúl justo enfrente de mi cara, por lo que intuí que el también había sentido rico y por eso me había dado su lechita. Esto lo confirmé al agarrarme el pelo y sentir ese líquido viscoso por toda mi cabeza, estuve jugando con este líquido durante un rato, hasta que por fin decidí llevarlo a mí boca.
Mientras yo analizaba la lechita de Raúl, este se sentó en el suelo con el fin de limpiarse la cara de los restos de mi orina. Cuando terminó su faena, me ayudó a levantarme y ayudo a limpiarme como la vez anterior. Después nos dimos otros besos hasta que llegaron por mí. Este fue el inicio de nuestros juegos, para ser sincera, hasta que entré al quinto año, nuestras interacciones se basaron en puro sexo oral, por lo cual y con el fin de no alargar en demasía este relato, omitiré estos relatos (a no ser que, a ustedes queridos lectores, les interese).
Agradezco mucho sus comentarios de mi relato anterior, si tienen quejas o sugerencias por favor déjenmelo saber en los comentarios.
Guau que hermosa historia y me gustaría muchísimo saber más de tus experiencias, sigue Nadia