Recordando el ayer
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No soy bueno para escribir, pero lo intentaré con detalles.
Soy Guillermo. A la edad de 15 años me fui a vivir con una familia amiga de mis padres, ellos querían que siguiera estudiando el nivel medio (prepa), o sea que llegué como huésped.
La familia estaba compuesta por los padres amigos de mi familia, Claudia de 12, Carmen de 14 y Francisco de 15.
Corría por el año 1991, a mi encantaba las revistas porno, que era más famosas que el internet que estaba aún desarrollándose. A la par de mi habitación estaba la ducha y el baño, que los separaba una puerta de madera que había sido clausurada. Pero yo me encargué de hacerle unos agujeritos pequeños para poder ver al otro lado, frente al agujero me quedaba la tina de baño.
Yo estaba nervioso la primera vez que vi a alguien bañándose, ella fue Claudia, era un niña de tez muy blanca, morocha guerita, delgadita. La vi cuando se quitó la ropita, se quedó en cueros, su cuquita aún no tenía pelitos muy visibles, sus senos eran dos copitos y sus pezones rosaditos. Tuve mi primera tremenda erección, de aquellas que te gotea la pija. Luego vi a su hermanita Carmen, tenía más senos y su cuquita tenía un pequeño parchesito de pelitos dorados. Luego vi a su madre, pero no me gustó para nada. Quien me interesó fue Claudita, por su cuerpecito y su inocencia.
No me perdía ninguna de sus duchas. Tuve la fortuna que le gustaba bañarse con la puerta abierta, su madre la reprendía porque mojaba todo el cuarto de baño, pero ella era miedosa a espacios pequeños cerrados, asi que me facilitaba la vista. Cuando cumplió 13 (yo ya con 16), comencé a observar que se frotaba la cuquita muchas veces, al parecer empezaba a experimentar con su cuerpecito, ella cerraba sus ojitos cuando se frotaba muchas veces. Eso me excitaba tanto que me hacía una paja allí parado viéndola. Yo sabía que las mujeres van madurando antes que los hombres sexualmente hablando y quise aprovechar eso.
Claudita me visitaba en mi habitación, solo estaba esperando el momento justo, y llegó por fin. Sus padres habían salido, Francisco en la casa de sus amigos de colegio y Carmen encerrada en su habitación hablando por teléfono. Claudita llegó conmigo y empezamos a jugar juegos de mesa en la cama. A cada poco yo ponía mi mano en su muslo, ella tenía la falda a cuadros azules del colegio, me di cuenta que ella me permitía la mano allí, cuando me tocaba la mala suerte en el juego, yo metía mas mi mano y le apretaba sus delgados muslos. Luego terminamos, yo ya estaba muy caliente y mi erección formaba un pequeño bulto en mis pantalones. Ella inocentemente se recostó sobre mi, estábamos sentados sobre la cama, entonces la abracé y ella no dijo nada, le puse mis manos alrededor de la cintura y ella acomodó su trasero en mi bulto, no se como ella volteo y su aliento y sus labios quedaron a unos centímetros de mis labios. La besé románticamente, suave y lento, sus labios chocaron con los mios.
Ella no sabía besar y yo tenía regular experiencia, la tomé de la cabeza y la seguí besando mientras recostaba su cabeza en la cama, apreté sus labios con los mios y mi lengua exploró su boca, ella luego imitó lo que yo le hacía. Una de mis manos acarició su rodilla y fue subiendo, entró debajo de su falda y pude tocar la finura de la tela de su calzoncito rosado sobre su rajita, palpé sus pequeños labios vaginales, ella quiso oponerse tratando del levantarse enseguida, pero yo le dije que estaba bien, le dije -te amo!- casi por inercia, entonces nos volvimos a besar, mi mano que no la había quitado de su braguita, siguió acariciando su cuquita ahora con más ahinco, siempre sobre su prenda íntima, llegó un momento en que sentí pegajosos mis dedos, Claudita había mojado su calzoncito, sentir eso la puso avergonzada y se levantó y salió casi corriendo de mi habitación, yo olí mis dedos y sentí por primera vez ese olor de eyaculación femenina.
Solo dos días después, ella llegó a mi habitación a escondidas, entró y me besó en la boca y salió corriendo. Luego ese fin de semana, la invité al cine, siempre a escondidas de sus padres, ella aceptó y nos juntamos en un lugar cercano, ella iba con sus amigas, entramos y se pasó a donde yo estaba sentado y empezamos a besarnos, allí aprendió a besar ya que pasamos la mitad de la peli con las bocas y lenguas entrelazadas. Pero además de los besos, yo volví a meterle mi mano debajo de su falda y acaricie su cuquita de nuevo sobre su braguita, luego de unos minutos, yo la vi muy excitada, como nunca, entonces meti dos dedos debajo de su calzoncito y toqué su rajita piel a piel. Acaricie sus pequeños labios vaginales, llegué a su clítoris y lo froté, ella soltó mis labios y me dio al oído que me amaba mucho y que le gustaba lo que le hacía. Mis dedos quedaron viscosos de nuevo.
Cuando regresamos del cine, cada quien por su lado, nos dimos cuenta que sus padres no estaban, su hermana nos dijo que habían sido invitados a una cena, asi que le dije a Claudia que la visitaría en su habitación más noche. Asi que cuando todos apagaron sus luces, yo me deslicé en las sombras hasta su habitación, Claudita tenía puesta una pijama de pantalón, comenzamos a besarnos con deseo, mientras le fui desabotonando su blusita, no tenía nada por debajo, al abrirsela ella quiso taparse con las manos sus pequeños senos, pero la motivé para que me los enseñara, eran bellos, pequeñitos y sensuales, los besé y los mamé, Claudita pegaba grititos de placer, luego le dije que no podía tocarle su cuquita, que se quitara el pantalón, ella se lo quitó y quedó solo en braguitas, me dijo que nos metiéramos entre la sabanas, le daba vergüenza estar casi en cueros, asi lo hicimos.
Ya debajo le besaba sus pezoncitos y le acariciaba su cuquita con mis dedos debajo de su braguita, al poco rato ella alcanzó un orgasmo y quiso que me fuera de su habitación, le dio vergüenza de nuevo sentir eso, le traté de explicar lo sucedido con lo poco que yo conocía, ella se calmó. Ahora seguí besando su vientre, luego llegué a su braguita, la tenía mojadita, se acaricie su cuquita con la lengua sobre su calzoncito, olía a eyaculación femenina. Cuando vi que ella se relajó y cerró sus ojitos, aproveché para hacerle a un lado su braguita sin quitársela y mi lengua pudo tocar sus partes íntimas por primera vez. Ella ya no puso objeción solo me acariciaba el cabello, mientras yo me comía su tierna rajita. Le lamí todo su sexo, ella ronroneaba como una gatita, la fui llevando a otro orgasmo, esta vez fue enorme y ella instantáneamente me cerró las piernas. Cuando terminó, le volví a explicar lo que había sucedido.
-Y tu no tienes de eso (orgasmos)?- me dijo inocentemente.
Aproveché para decirle que era diferente, que le mostraría mi sexo, me saqué del pantalón mi pija empalmada, ella se asustó y de nuevo tuvo vergüenza. La calmé y le dije la forma en que yo podría tener un orgasmo como el de ella. Le dije que me la debería mamar, metérsela a la boca y chuparla. Ella primero le di besitos desde la cabeza hasta casi los huevos, me preguntó si asi estaba bien, le dije que si pero que la metiera en su boquita y la chupara como lo hace son las paletas o helados. Ella se metió mi glande y lo succionó varias veces, inmediatamente yo tuve placer y le dije que asi era mejor. Ella siguió mamándomela, yo me sentía bien, no era mi primera vez, pero la primera con la chica que yo quería.
Luego de eso, me quité la ropa, me quedé en cueros, le quité a ella su última prenda, debajo de las sabanas me fui subiendo encima, tomé mi pija con la mano y se la froté en los labios vaginales de su rajita, ella gimió y me abrazaba presintiendo lo que vendría, empujé mi pija y sus labios se abrieron lentamente, parecía que era demasiado estrecha para aceptar mi pija erecta, pero seguí insistiendo, por fin mi glande entró y ella gritó más de dolor que de placer. Sin dar tregua, seguí empujando y por fin la penetré, ella me abrazó contra ella, yo usando mis manos por debajo le levanté las piernas, como había visto en algún video porno, para abrir más su cuquita, eso tuvo excelentes resultados, sentí que mi pija se liberó un poco y se fue metiendo dentro de su rajita, se la había metido un poco más de la mitad.
Luego empecé a moverme muy lentamente, al principio cada vez que lo hacía, ella gritaba de dolor, poco a poco eso fue cambiando, primero dejó de gritar y minutos más tarde comenzó a gemir de placer, Claudita tenía los ojos en blanco. Mientras yo le martillaba mi pene en el clásico mete-saca. Yo estaba a punto de estallar, me acordé de mis clases de educación sexual y un segundo antes, se la saqué y eyaculé sobre las sabanas blancas.
Fue nuestra primera experiencia. Claudita pasó con dolor de cuquita por dos días, ella me decía que sentía caliente su partecita exvirgen. A partir de esa noche yo gateaba a su habitación, que está al lado de la de sus padres y lo hacíamos, yo le chupaba su cuquita y ella mi pija, nos causábamos sendos orgasmos por turnos, los cuales ahogábamos con las almohadas, luego comenzábamos a follar inventando posiciones o copiándolas de alguna película o video. Yo por esos días, le comencé a chupar su orto, era de lo más lindo, no pensaba que fuera tan sensual el culito de una hembra y no sabía el placer que puede provocarles. Claudita casi no podía contener sus quejidos cuando le lamía el orto. Uno de esos días traté de penetrarla por allí, pero no pude, por más que empujé y empujé no pude calzarla por allí. Asi que lo dejamos para después.
Cuando tuve 20 y ella 17, éramos unos expertos amantes, cada quien sabía como satisfacer al otro, a pesar que éramos muy jóvenes aún. Para ese entonces yo acababa de romperle su negado culito, fue el momento culminante de sexo y pasión. Nos ayudamos de cremas para manos y por fin le abri su agujerito negro. A ella no le gustó al principio, pero poco a poco le fue sintiendo sabor a sentir mi pene dentro de su recto. A partir de allí siempre agregábamos sexo anal a nuestras relaciones sexuales.
Seguir nuestros estudios universitarios nos fue separando poco a poco, luego habían semanas que ya no nos veíamos. De pronto nos enojamos no se por qué. Y allí finalizó todo. Ella se casó primero y luego yo. No podía creer eso si habíamos sido creados el uno para otro. Ahora yo tengo 28 y ella 25, sigue preciosa como siempre y tiene un bebe. Le hablé hace unas dos semanas por teléfono y nos pusimos a llorar. Quiere que nos veamos. No sé que hacer, eso es peligroso estando ambos casados.
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