Relato interactivo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hay 4 decisiones en las que puedes opinar. Tú mismo puedes escribir el futuro, y muy pronto sucederá en realidad.
Permítanme presentarme, a partir de ahora mi nombre será “Ricardo”, hasta hace meses estuve residiendo en Madrid, pero por motivos laborales tuve que mudarme a una ciudad relativamente cercana en donde resido actualmente. La gente me considera directo, amigo de mis amigos, noble, cariñoso cuando se presta, y un autentico cabrón en la cama cuando la situación así lo sugiere. No soy el típico tío, no soy común, simplemente soy yo…..
Conocí a Nuria hará unos años, una chica sencilla, de menor edad que yo, agradable y extrovertida. Enseguida, esa sencillez captó mi atención, y poco a poco se acabó convirtiendo en una especie de protegida, alguien a quien cuidaba y aconsejaba, sin ninguna intención más allá de estas.
Por desgracia, el contacto se perdió, pasaron los meses y los años, pero nunca me olvidé de ella. Cuando ya supe que debía abandonar Madrid, me decidí a retomar el contacto e invitarla para tomar algo y despedirme de ella.
Ese fue el verdadero comienzo de esta historia.
Maratonianas sesiones de sexo se sucedieron una tras otra, los orgasmos se repetían mientras de fondo resonaban los goles de la selección en la Eurocopa. Fueron tardes y noches donde la palabra “no”, no estaba en nuestro vocabulario. Entrega, sudor, gemidos, gritos de placer,…. Esa es la Nuria que encontré. La chica a la que protegía ya era toda una mujer, con un culo redondo y sugerente, pechos desafiantes, vello púbico rasurado en forma de corazón, ….una tía diseñada para el vicio.
Lamentablemente tuve que abandonar Madrid, pero no deseo perder ciertas cosas, y sigo visitándola de vez en cuando.
Los próximos días volveré a verla y busco que vosotros mismos deis forma a la historia.
1- Hacía rato que había caído la noche en Madrid. Las luces de un coche alumbraban la M50 hasta llegar a la salida. Mostotes….por fin, no quería llegar tarde. El coche serpenteó con habilidad por las calles hasta llegar al punto de encuentro habitual. El motor se detuvo en doble fila, bajo una farola. Busqué el móvil con avidez y escribí un escueto SMS: “Ya estoy. Baja cuanto antes. Me apeteces. “
Pasaron los minutos, la impaciencia me devoraba, la respiración se aceleraba, hasta que vi su silueta acercarse. Bajita y bien formada, con una gabardina que ocultaba ese cuerpo que tan bien conocía. Se montó en el coche y un escueto: “Hola, vamonos” salió de sus labios.
El motor se encendió y el coche giró bruscamente para tomar el sentido contrario. No podía más. El deseo me devoraba, la necesitaba, y la necesitaba ya.
A) Mi mano se escurrió entre su gabardina mientras conducía. Sus pezones pronto estaban entre mis dedos. Los pellizcaba y acariciaba haciéndolos crecer para mí. Su cuerpo se recostó en el asiento. Mi mano derecha amasaba sus pechos mientras serpenteábamos entre el tráfico. Era hora de perderse.
B) Mi mano abrió sus piernas con suavidad, acaricié sus muslos cada vez más cerca de su monte de Venus. La faldita vaquera ya no era ningún impedimento y sus braguitas se apartaron a un lado respondiendo a mis órdenes. Mis dedos derretían su clítoris, su coño comenzaba a gotear y a abrirse de par en par. Mis dedos se mojaron completamente al penetrarla mientras serpenteábamos entre el tráfico. Era hora de perderse.
C) Mi mano descendió por su espalda lentamente, la faldita vaquera pronto estaba a la altura de su cintura mientras mi mano amasaba ese culito redondo que tantas noches de placer me había regalado. Las braguitas se apartaron a un lado y la yema de mi dedo corazón empezó a acariciar su culito. Se abría. Podía notar como las caricias en el culito le estaban empapando el coñito. La miré a los ojos y le dije: “Siéntate en el dedo”. Ella obedeció y engulló el dedo con su culito dibujando una mueca de placer en su rostro mientras serpenteábamos entre el tráfico. Era hora de perderse.
2- El lugar que había elegido era un polígono industrial de aspecto decadente en las cercanías de su casa. Las fachadas desvencijadas de las empresas hacían pensar en tiempos mejores hacía ya años. Busqué el lugar más sombrío y oculto a miradas indiscretas que logré divisar y detuve el vehículo. La miré a los ojos con esas miradas que sólo los depredadores natos alcanzan a mantener. Mis retinas tan solo alcanzaban a expresar un escueto: “Te voy a follar”
A) Abrí sus piernas colocando una sobre mi reposacabezas y otra en el salpicadero, la miré con contundencia y rasgué sus braguitas con mis manos. Pronto mi lengua devoraba su clítoris, mientras mis dedos se hundían en las profundidades de su rasurado coñito y de su redondo culo. Gemía y chillaba ante el placer que obtenía. Se corría y se volvía a correr. Pedía más. El asiento comenzó a humedecerse por las gotas que resbalaban de sus muslos, recién llegadas de jugosos orgasmos. Como siempre había hecho, le hundí la polla hasta el fondo de un golpe seco, provocando que un grito escapara de sus labios. La follé sin contemplaciones. Chilló con un animal en celo entre sus piernas. La follé como si fuera la última vez.
B) La invité a salir del coche y la senté sobre el capó. Besé sus labios mientras abría sus piernas. Rasgué y arranqué sus bragas de su piel. La tumbé boca arriba sobre la chapa aun caliente del motor con sus piernas asidas por mis brazos. Pronto mi lengua devoraba su clítoris, mientras mis dedos se hundían en las profundidades de su rasurado coñito y de su redondo culo. Gemía y chillaba ante el placer que obtenía. Se corría y se volvía a correr. Pedía más. El capó comenzó a mojarse por las gotas que resbalaban de sus muslos, recién llegadas de jugosos orgasmos. Como siempre había hecho, le hundí la polla hasta el fondo de un golpe seco, provocando que un grito escapara de sus labios. La follé sin contemplaciones. Chilló con un animal en celo entre sus piernas. La follé como si fuera la última vez.
C) Bajé del coche y abrí su puerta invitándola a descender. Salió temerosa de lo que pudiera ocurrir. Al bajar, la situé mirando al coche, con un pie apoyado en el suelo y el otro sobre el asiento del copiloto, teniéndome a mí a su espalda mientras besaba su cuello desde atrás. Levanté su falda y arranqué sus bragas de su piel. Pronto mi lengua devoraba su clítoris, mientras mis dedos se hundían en las profundidades de su rasurado coñito y de su redondo culo. Gemía y chillaba ante el placer que obtenía. Se corría y se volvía a correr. Pedía más. El suelo comenzó a humedecerse por las gotas que resbalaban de sus muslos, recién llegadas de jugosos orgasmos. Como siempre había hecho, le hundí la polla hasta el fondo de un golpe seco, provocando que un grito escapara de sus labios. La follé sin contemplaciones. Chilló con un animal en celo entre sus piernas. La follé como si fuera la última vez.
3- Jadeaba todavía en el asiento del copiloto, mientras las gotas de sudor resbalaban por todo su cuerpo. La breve conversación se limitó a decidir donde nos dirigíamos, quizás el Honky, buscando el bullicio de su concierto, quizás algo más tranquilo como el Areia, quizás algo más íntimo como algún bar con encanto de la zona centro. Rompí el silencio para pedirle que sacara las bolas chinas de su bolso y quizás las cámaras del túnel del paseo de Extremadura fueran testigo de cómo se hundieron 1 a 1, con la suavidad que sólo en un coño que acaba de experimentar muchos orgasmos, pueden entrar.
Necesitaba una copa, mis labios y mi boca todavía con el salino sabor de sus corridas en ellos pedían un Bombay Tonic con urgencia. Me dirigí a la barra y lo pedí junto con un botellín de cerveza. Miré a Nuria, ya convertida en la Diosa del sexo en Madrid esa noche como tantas otras anteriores. ….
Mis labios acertaron a decirle: “Ve al baño y masturbate con el botellín, sin beber nada. Hazlo, correte, y vuelve”.
Esos 10 minutos se hicieron eternos, mi mirada creo que no se separó un solo segundo de la puerta de los servicios hasta que volvió a aparecer, con esa mirada que sólo las niñas buenas saben poner después de haberse corrido como putas. La mirada del vicio en persona.
A) Le pedí el botellín con el cuello todavía mojado por sus jugos y miré a una pandilla de chicos que habían al lado. Me acerqué a ellos y les dije que había sacado el botellín a mi amiga pero que prefería una copa y para no desperdiciarlo que se lo tomaran ellos. Nuria observó como todos y cada uno de ellos comían su coño a través de la boca del botellín. Nunca había tenido tantos labios en el coño en una sola noche. Nunca su coño había mojado tantas lenguas. Nunca había estado tan mojada.
B) Le pedí el botellín con el cuello todavía mojado por sus jugos y comencé a lamerlo con disimulo. El sabor a su orgasmo era evidente. Le comí el coño a través del botellín. Pudo sentir mi lengua sin que esta llegara a tocarla.
4- Pasamos por diversos locales esa noche, hasta que llegó la hora de salir hacia Móstoles. Nos dirigíamos hacia el coche en una noche en la que gracias a su capacidad multiorgásmica y a mi habilidad para secuenciarlos, ya había logrado que hubiera perdido la cuenta de ellos y convertirse en la chica más putita de Madrid hasta ese momento. Al pasar por delante de un portal, la empujé contra él, quería comprobar el efecto que el botellín de cerveza y las miradas posteriores habían causado en su coño. Lo tenía empapado, los muslos mojados, con su vagina abierta de par en par. No cabía duda: Ya era la chica más puta de la ciudad en esos momentos, y como tal tenía que tratarla.
A) Mis dedos se hundieron en su culo, fallándomelo con destreza, jugaba a penetrarlo, hundiendo los dedos hasta los nudillos y sacándolos hasta las yemas, momento en el que aprovechaba para abrirlos en forma de V, provocando que su culo quedara abierto de par en par mientras mis labios devoraban los suyos. Se corrió mientras mi boca ahogaba sus gemidos.
B) Mis dedos se hundieron en su coño, fallándomelo con destreza, jugaba a penetrarlo, hundiendo los dedos hasta los nudillos y sacándolos hasta las yemas, momento en el que aprovechaba para abrirlos en forma de V, provocando que su vagina quedara abierta de par en par mientras mis labios devoraban los suyos. Se corrió mientras mi boca ahogaba sus gemidos.
5- Ya en el coche volvíamos para su casa. Curiosa pareja: El tío mas cabroncete de Madrid, y la chica más putita de Madrid. Me gustaba, estaba crecido, me sentía bien y a pesar de que pensaba que ya todo había acabado, algo en mi cabeza me decía que no se podía extinguir tan pronto. La miré a los ojos y le di a elegir: Llamar a un amigo mío, que llamara a un amigo suyo, o terminar la noche solos en otro descampado. Pero, queridos amigos, esa decisión se la reservo únicamente a ella.
El viernes 14 de Noviembre, está historia pasará del plano de las fantasías a la realidad. Responde, opina y vota. Eso se hará.
Ejemplo:
1- B
2- C
3- A
4- B
(Tu opinión)
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