Relatos del gnomo Jack
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de pasar la tarde repartiendo currículos en Coslada tenía que volver a Móstoles así que decidí ir a la estación de Renfe a Coslada central. Al llegar allí me fijé que había en la entrada un coche parado donde se encontraba una chica bajita, con el pelo un poco largo despidiéndose de 2 chicas, ambas un poco mas altas que ella por lo que tuvo que ponerse de puntillas para darle 2 besos de despedida.
Una vez dentro del tren me senté junto con la chica que vi en la puerta de la estación. Empezamos a mantener una conversación bastante interesante, además tenía algo que me gustaba; cara de niña y cuerpo de mujer. Era muy atractiva. El tiempo pasó volando y llegamos a la estación de Atocha. No sabía como decirle que quería volver a hablar con ella así que le pedí el número de teléfono y ella acepto dármelo. Por suerte yo me quedaría en Móstoles toda la semana así que el fin de semana pensé en volver a quedar con ella. Durante toda la semana hablamos y las conversaciones eran bastante divertidas e interesantes.
Ya era viernes y ella sabía que estaba en Madrid así que quedamos en el metro de Princesa. Fuimos a dar una vuelta Estaba en buena compañía y en un lugar tranquilo y agradable, ¿qué más se podía pedir? Después de andar un rato y hablar mientras caminábamos decidimos parar en el Madrid Río. Había buen ambiente y la tensión sexual subía poco a poco, cada vez que hablábamos nos acercábamos más. No me pude aguantar más así que la tumbé en el suelo …y me puse encima de ella. Nos empezamos a besar, mientras yo apretaba su cuerpo contra el mío ella clavaba sus uñas en mi espalda, eso me excitaba tanto que mi pene se empezó a despertar.
Me movía de arriba a abajo mientras mi erección y mi excitación aumentaban bastante rápido. Por desgracia yo tenía que volver al bus o no podría llegar a tiempo para dormir en Móstoles, así que nos levantamos y nos pusimos en camino. Cuando quedaban 5 minutos para llegar me preguntó si me quería quedar a dormir con ella, sin pensármelo dije que sí muy rápido. Durante el camino de vuelta seguíamos tonteando, besándonos y hablando. En un momento de la conversación de vuelta me dijo que en su casa no iba haber nadie así que yo sólo esperaba que llegase el momento d llegar a casa.
Estaba tan nervioso que cuando empezó a abrir la puerta estaba nervioso, hace tiempo que no me pasaba eso con una chica. De repente, cuando ya estamos dentro, cierro la puerta y me pongo detrás de ella acercándome poco a poco hasta estar juntos. Puse mi mano izquierda en su tripa mientras con la derecha le aparté el pelo del cuello para besarlo. Después bajé las manos, desabroché el pantalón y ambas se juntaron en su pubis para poder apretarla hacia mí. Descendí un poco más las manos y tocaban el clítoris. Empecé a hacer movimientos circulares en el clítoris con la mano izquierda mientras que introducía el dedo corazón de la mano derecha.
Eso era puro placer. Cada vez ella se movía más y eso me excitaba mucho. Ella inclinaba hacia atrás para sentir mi dedo dentro y yo la apretaba junto a mí para que sintiese mi pene erecto. Estábamos tan excitados que acabamos quitándonos toda la ropa. Fuimos a su habitación y allí la tire a la cama, me puse encima y le pregunte si confiaba en mí, como dijo que sí me levante un momento y cogí un cinturón de un albornoz que estaba colgado detrás de la puerta. Volví a ponerme encima, le cogí la manos y se las até a la cama. Me tumbe encima de ella y empecé a besarle la boca, después bajé al cuello y continuación a sus pezones. Eran pequeñitos, pero jugosos. Rodeaba con mi lengua ambos pezones alternándolos y por último desplacé mis labios por su tripa, plana y a la vez blanda, hasta llegar a su vagina que tenía los labios pegados y el clítoris sobresalía un poco y estaba muy mojado. Utilicé mi lengua para jugar con él, lo succionaba y movía mis manos de izquierda a derecha, primero lento y después más rápido intercalando estas cosas hasta que empezó a levantar el pubis. Era el momento clave. Descendí un poco más e introduje mi lengua.
Eso hizo que ella gritara e intentaba soltarse las manos pero no lo conseguía. Estimulé su clítoris mientras metía y sacaba la lengua. Después de estar un rato así, empecé de nuevo a succionar su clítoris mientras metía dos dedos dentro de su vagina. Los sacaba y metía rápido. Su excitación era máxima, gritaba y no paraba de moverse. Sabía que no se lo iba a esperar, así que le levanté las piernas, primero roce mi pene …contra su vagina y le pedí que se pusiese boca abajo. Me tumbé encima mientras le separaba las piernas. Dejé mi pene rozando su vagina y estaba tan duro que no tuve que guiarlo, simplemente moviéndome un poco se metió sólo. Fue tal el placer que le produjo que gritó tan alto que lo tuvieron que oir los vecinos. Se empezó a mover tanto que al final el nudo del cinturón cedió y se soltaron las manos. Me miró con cara de poseída y me tumbo en la cama. Se sentó encima de mi pene y se movía en círculos o cabalgaba. El perrito, la cuchara, el misionero, de pie contra la pared, en el baño, en el salón… No había postura ni sitio que se nos resistiera. Al final terminamos los 2 muy agotados tumbados en la cama. No dijimos nada hasta 1 minutos después. Al rato, nos levantamos y fuimos a la cocina, comimos algo y de vuelta a la habitación porque no podíamos más.
Al día siguiente cuando nos despertarnos volvió a pasar lo mismo aunque esta vez sólo estuvimos en su cama y en su habitación. Me empezaron a llamar por teléfono así que tuve que irme. Ella me acompaño al metro y allí nos despedimos. Desde ese día las conversaciones, si eran buenas antes, empezaron a ser mejores, la confianza ha mejorado y ha sido una de las mejores noches desde hace tiempo. Simplemente fue increíble.
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