Relatos del gnomo Jack
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo comenzaba como cualquier día normal. Iba a clase para seguir aprendiendo y poder tener un buen futuro, pero últimamente las cosas estaban cambiando un poco. Ahora iba a clase con más ganas porque había una chica que me llamaba muchísimo la atención. Era preciosa y siempre estaba sonriendo. Hace poco empezamos a hablar con más frecuencia, y siendo sincero me alegra cada vez que pasa. Ambos hemos notado que hay cierta atracción física por los 2. Hoy, mientras los demás estaban en el recreo, me di cuenta de que ella se había metido en el baño de las chicas y que todo el mundo no se había dado cuenta. Así que fui directamente al baño, llamé a la puerta y dije que me abriese porque tenía que explicarle algo importante y no podía decírselo delante de todos. Ella se sorprendió ya que no era el mejor sitio para hablar ya que nos podían pillar a los dos metidos en el baño de las chicas, pero accedió. Cuando me abrió, le dije que me dejara entrar con ella y que cerrase la puerta, que no se iba a esperar lo que había oído.
Cuando lo hizo la empujé contra la pared y la besé. Estaba en shock. Sabía que si alguien pasaba y nos escuchaba íbamos a tener bronca, pero no le importó. Le pregunté que si confiaba en mí y al decirme que sí, agarre sus manos con mi mano izquierda y las subí por encima de su cabeza. Puse la mano derecha en su pelvis y poco a poco empecé a bajar hasta el pantalón. Me di cuenta que en ese momento tenía el botón desabrochado así que aproveche y metí la mano por completo entre su tanga y la pelvis. Todo depilado como me gusta, eso me excito mucho y empecé a bajar nuevamente hasta su clítoris para masajearlo haciendo círculos. Ella no podía más, no podía mover las manos y eso la excitaba. Estaba totalmente inmóvil por lo que aproveche a introducir un dedo dentro de su vagina. Dentro y fuera, dentro y fuera, dentro y fuera… No paraba mi dedo nunca. De repente, le dije que se estuviese quieta. Le quité toda la ropa y sus manos se pegaron a su cuerpo como lapas. Mi lengua comenzó a hacer círculos en sus pezones, absorber de vez en cuando, algún mordisco en el cuello… No podía estarse quieta. Le agarré el culo con mis manos y nos pegamos.
Yo me quedé desnudo completamente y el calor de ambos cuerpos se notaba. Ella, completamente lubricada y excitada quería hacer cosas pero le di la vuelta y la puse de espaldas a la pared. Pasé por delante de ella mi mano y empecé a masturbarla durante un rato. Cuando vi que empezaba a moverse, bajé poco a poco por su espalda y empecé a hacerle sexo oral mientras le masturbaba el clítoris. Nunca se esperaba que pudiese hacer eso teniendo en cuenta el sitio en el que estábamos. Me levanté y puse mi pene erecto entre sus nalga, rozando su vagina. Estaba a punto de girarse de nuevo, pero introduje mi pene y se quedó quieta. Estaba muy excitada y solo pensaba en darse la vuelta para besarme y hacer algo, pero lo evitaba metiendo y sacando el pene constantemente. Cuando me di cuenta que estaba a punto de llegar al climax, con la mano izquierda cogía su pezón, con la derecha masturbaba el clítoris y mientras tanto la penetraba. Era una combinación perfecta que dio su fruto.
Levantó un poco las caderas para que la penetración fuese directa y llegó al climax, emitiendo un pequeño gemido y relajándose. Por fin se dio la vuelta y pudo besarme y agarrarme. Después nos vestimos y salí yo primero para que nadie nos viese, al poco tiempo ella y lo mejor de todo es que salió perfecto porque todo el mundo seguía a su bola y nadie se había dado cuenta del placer que ambas personas habían tenido durante el recreo.
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