Ricardo & Isabel 4
Con mi cumpleaños viene una sorpresa .
Como el año anterior, mis padres llegaron el día anterior.
Después de cenar estaba con mi mamá y Ricardo conversaba con mi papá en el otro salón.
Me preguntaba por todo, como estaba, como me sentía, que hacía y todo lo que una madre le pregunta a una hija que no ha visto en un año.
Después nos fuimos a acostar, Ricardo me preguntó como me sentía al ver a mis padres.
– Bien, me da gusto verlos después de un año –
– Si, me imagino que si, si te quieres ir con ellos…-
– No, porqué dices éso, yo quiero estar contigo –
– Que bueno, yo también quiero estar contigo – dijo haciéndome cariño en mi mejilla. Me besó en los labios, me pegué a él sintiendo su miembro. Me gustaba sentirlo todas las noches antes de dormir. Se lo tomé, estaba algo blando, húmedo y frío en la punta, lo moví un poco y con la palma de mi mano le di calor en la cabeza de miembro, acaricié sus testículos, me gustaba hacer eso todas las noches.
– Te gusta ? –
– Sí, me encanta – dije mientras pasaba su miembro por mi vulva.
Era de todas las noches, esperaba todo el día ése momento, sentirlo entre mis piernas. Conversamos mientras se movía, era un placer que me trastornaba. Hasta que me llevaba al baño y en la tina me llenaba con su leche que me corría por las piernas. Después me lavó, me secó y me llevó a la cama, me tapó, el beso de las buenas noches y hasta mañana.
Después del desayuno fui con mis padres a las caballerizas.
– Aprendiste a cabalgar hija –
– Si papá, quieres verme? –
– Sí, me gustaría – dijo.
– Mira, éste es mi caballo – dije
– Un magnífico caballo – dijo.
Ordené que lo ensillaran y dos caballos más. Cabalgamos los tres por los jardines, le di rienda a mi caballo y salió al galope, me detuve y los esperé.
– Muy veloz tu caballo – dijo mi padre.
– Tuve miedo que te cayeras – dijo mi madre.
– Es mi amigo, lo amo y me ama – dije riendo.
Después nos fuimos a la laguna donde vamos con Ricardo.
– Qué lindo lugar – dijo mi madre desmontando.
– Sí, hermoso – dijo mi padre sentándose en el césped.
– Con Ricardo venimos cada semana y nos acostamos a disfrutar del aire, las aves y el paisaje – nos acostamos a disfrutar el momento.
– Bueno, tenemos que volver, se nos hace tarde – dije levantándome. Mi caballo que lo había dejado suelto, no me gustaba amarrarlo, se había alejado. Di un silbido y llegó corriendo. Eso me lo enseñó Ricardo.
– Tú y el caballo tienen que ser uno sólo, yegado el momento te puede salvar la vida – me había dicho. Y como a mi me gustan los animales, no me costó nada hacerme amiga de él.
– Oye, que bien enseñado tu caballo –
– No es mi caballo es mi amigo – dije acariciando su frente.
Una o dos veces por semana iba a la caballeriza a verlo, a hablarle, le llevaba una zanahoria o una fruta. Le hacía cariño, una vez le toqué su miembro de curiosidad. Cuando asomó su punta rosada me asusté y no lo toqué nunca más ahí.
Llegamos a almorzar justo a tiempo.
Después de almuerzo a descansar y en la tarde una cena especial con torta y me cantaron el cumpleaños féliz.
Ricardo y mi padre conversando de negocios y otras cosas bebiendo whisky.
Mi madre dándome intrusiones de comportamiento.
– No puedes intimar con la servidumbre – me decía porque veía que yo los saludaba a todos y por su nombre.
– Ay mamá, se portan bien conmigo –
– Ése es su trabajo –
– Y tus estudios? –
Me cargaba cuando me trataba como una niña chica. Lo era y me gustaba serlo, no quería ser una mujer.
Esa noche me despedí de mis padres y me fui a acostar. Ellos se quedaron conversando.
Estaba acostada cuando llegó Ricardo.
– Te tengo una sorpresa – dijo sentándose en mi cama. Eso me preocupó, no sé había desvestido.
– De qué se trata ? – tenía miedo hasta de preguntar.
– A contar de hoy vas a dormir conmigo –
– Qué? Es cierto? –
– Si, no era eso lo que querías? Que durmieron juntos? –
Me senté en la cama y lo abracé. Se levantó me tomó en brazos y me llevó a la otra pieza, a su cama. Comenzó a desnudarse y lo ayudé. Nos acostamos y lo abracé, me subí arriba de él metida entre sus piernas y mi cara en su pecho. Me tomó de las nalgas y me tiró más arriba, quedando su miembro en mi vulva. Primera vez que me acostaba sobre él y me sentía muy bien. Moví mi pelvis de manera que la punta de su miembro rozara mi clitoris. Se sentía deliciosos, sus manos acariciando mis nalgas y su miembro en mi clitoris. Poco después comenzó moverse él y su miembro quedó entre mis piernas, seguimos moviéndonos y comenzó a echar su chorros entre mis piernas, empuje mi vulva contra su miembro y sus chorros entraron por mi vagina, sentía su miembro empujar contra mí. Finalmente se quedó quieto. Se levantó conmigo en brazos, me llevó al baño y me lavó. Después nos acostamos de nuevo, el beso de las buenas noches, me di vuelta y me abrazó, me acomodé entre sus brazos y mi trasero contra su pelvis en posición fetal. Su miembro flácido quedó entre mis nalgas y feliz me dormí.
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