¿Rompiendo la Utopía? ¿Consiguiendo el sueño?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Si que hacía calor ese día, lo recuerdo como si fuera ayer. Debía de haber unos treinta grados de calor, suerte que en mi casa había un gran ventilador, estaba tirado en bóxer en la alfombra. Era lo más refrescante de la historia, no me importaría que ahora mismo me tirarán un balde lleno de hielos, ese día no fui al colegio ¿razón? Mera flojera, no quería ir, y bueno, no es que me importara mucho la opinión de mi mama en ese tipo de decisiones, solo importaba yo. Sí, soy alguien egocéntrico, orgulloso, algo arrogante pero este mundo podrido me formó así hace mucho, no miento…yo nací así, como programado para ser así, bueno no importaba eso. Ese día sin colegio era aburrido, a decir verdad, era nuevo y me gustaba serlo, no llamaba mucho la atención, tampoco la necesitaba. Me hice de amigos rápidamente, pero debo decir que quizás escogí mal, eran puros idiotas, no puedo creer que los eligiera pero bueno, así es la vida ¿no? Desde que llegué a ese colegio, desde el primer día me había fijado en una niña, era la definición de diosa, su pelo negro alisado a la perfección, esos ojos cafés tan penetrantes, esa sonrisa que irradiaba felicidad, un cuerpo perfecto, un gran busto y un gran trasero, es que era perfecta…no les voy a mentir, desde que la vi me empezaba a tocar pensando en todo lo que haría, pero…lamentablemente solo podía alcanzarla ahí, en sueños, en algo utópico, en algo de mentira, después de todo, una diosa como ella nunca se iba a fijar en un simple y mundano humano como yo, nuestro niveles eran diferentes….demasiado diferentes.
Pasaron las horas y seguía solo, mi mama debería de llegar a las doce de la noche, es decir, más o menos tendría unas 7 u 8 horas de soledad, ya estaba acostumbrando, nunca tuve un padre y no lo iba a necesitar tampoco, mi mama era más que suficiente como para mantener esta casa, era genial ver esa independencia. Bueno, les ahorraré el cuento largo de explicaciones de mi vida normal y aburrida, tampoco les interesa o por lo menos, a mí no me interesa contarles. Ese día de una falsa rebeldía por faltar al colegio, no tenía mucho que hacer, vi unas cuantas pornos en mi computador y luego me refrescaba en la ducha con agua helada, era exquisita esa sensación, me paseaba totalmente desnudo sin importarme nada lo que mis vecinos opinaran de mí. Ya eran las cuatro menos cuarto, es decir, la tediosa jornada escolar al fin había acabado, sin pensarlo dos veces, me asomé en la ventana de mi cuarto y esperé impaciente a que ella pasara, al amor de mi vida. Tenía la suerte de que vivía justo al frente mío, es que era una gran suerte…de vez en cuando lograba verla cambiandose de ropa, y lograba imaginarla en mi brazos, yo penetrandola a ella con ternura…pero nuevamente eran meras fantasías, una nueva utopía, estaba ahí esperando a verla, seguramente estaría toda sudada con este calor, se le verían aquellos hermosos pezones debajo de su ropa…pasaron los minutos y ahí estaba ella, se frenó en medio de la calle, como si estuviera indecisa…me sorprendí mucho al verla venir en mi dirección, tragué saliva nervioso mientras trataba de mantener a mi bestia dormida. Sonó el timbre.
Bajé corriendo mientras me colocaba una pólera sin mangas, y nada más, eso sería más que suficiente para ver que mi pene no estaba excitado de solo verla, le abrí la puerta con delicadeza, la analice rápidamente con la mirada, y tal como había deducido, ella estaba sudada y sus pezones estaban marcados, verla ahí parada frente a mi de esa forma era una bendición.
– ¿Estás bien, Fabián? Me tenías preocupada porque no fuiste hoy.- me dijo, su tono era angelical, era como si su voz fuera miel, simplemente maravilloso, volví al mundo real y le conteste solo afirmando con la cabeza, la hice pasar con un gesto y ella, algo tímida, entró. Al parecer el destino estaba a mi favor, genial. Se sentó en el sillón y hice lo mismo, nos quedamos callados durante unos minutos, el silencio era incómodo, más nada tenía que decir pero entonces nuevamente la escuché a ella.
– Oye Fabi…hazme el amor….me gustas mucho y quiero hacerlo contigo.- quedé helado al escuchar esas palabras, tragué saliva nervioso mientras la observaba, ¿acaso estaba ruborizada? Miraba el suelo nerviosa mientras jugaba con sus dedos, era un ángel…nuevamente tuve que volver al mundo real, no iba a rechazar tal oferta pero incluso antes de responder, ella se tiró sobre mi y me besó, nuestras lenguas jugaron de forma apasionada, las palabras sobraban y ahora podría dar rienda suelta a la bestia, la separé de mi unos segundos mientras mis manos bajaban y recorrían cada curva de su esbelto cuerpo.
– Esta bien….- le dije mientras ahora le sacaba con cuidado su polera, su sostén era rosado, la volví a besar mientras ella me sacaba la polera, luego de eso sus manos recorrieron mi pecho hasta llegar a mi, sus dedos hicieron círculos en mis tetillas, cosa que solo hacía más que excitarme, estaba al rojo vivo. Usé algo de fuerza para quedar yo arriba de ella, con un suave movimiento le abrí las piernas, la volví a besar mientras ahora era mi mano la traviesa que bajaba por su pecho hasta llegar a aquella falda que ahora molestaba, la desabroche con ritmo mientras mi mano derecha masajeaba aquellos grandes pechos. Y al final, logré quitarle la falda, ahora me dejaba ver su calzón negro en aquella cintura perfectamente trabajada ¿iría al gimnasio? No dude un solo segundo más, la levanté unos segundos mientras le quitaba el sostén, y ella hacía lo mismo con mis bóxer, los bajó prácticamente hasta las rodillas de un solo movimiento, era hora del acto final.
Mi mano izquierda empezó a descender por su cuerpo mientras que ahora le chupaba su pecho izquierdo, escuché un pequeño gemido pero no me importo, con la derecha masajeaba el otro. El sabor de aquel pecho era exquisito, un dulce predilecto, mejor que en cualquiera de mis sueños, al fin estaba rompiendo aquella utopía. Finalmente mi mano llegó a su destino, su vagina, le froté con cuidado el clítoris mientras escucha otro gemido, sentía algo de humedad pero estaba bien, era lo que ella quería, que la hiciera mía, le bajé lentamente aquel molesto calzón y al final, ambos estábamos en carnes, bajé rozando cada poro de su abdomen con mi lengua y entonces llegué a su zona prohibida. Lentamente empecé a jugar con mi lengua en su vagina, su sabor era delicioso, un manjar que quería devorar, estuve unos segundos así mientras escuchaba cada gemido que ella soltaba, era hora de darle algo de emoción, subí un poco mientras ahora jugaba con su clítoris y le metía dos dedos en su vagina sin dudar, ambos empezaron a jugar dentro, salían a un ritmo lento pero luego fui aumentando mientras que succionaba el punto G de ella, de mi amada Paula. Escuchaba como gemía, como es que estaba totalmente entregada a mí, parecía un sueño pero no, su aroma, esta cálidez…todo era tan pero tan perfecto.
– Fabi….rápido…más…dame más….- escuché mientras hacía lo que se me antojaba en su entrepierna, súbitamente subí el ritmo, ella quería placer y yo se lo iba a dar, mis dedos la penetraban con cuidado, pero aun ritmo casi de frenesí, sentía como es que estaba a punto de venirse, saqué ambos dedos para nuevamente empezar a usar la lengua, chupe uno de los labios de su vagina mientras que ahora mis dedos jugaban con su clitoris, era perfecto. Aceleré el uso de mi lengua, y entonces lo sentí…ella se había venido junto con un gran orgasmo, succioné todo sin dejar una sola gota, me levanté algo cansado mientras la miraba con lujuria, era perfecta y ahora era toda mía, yo ya había acabado…le tocaba a ella. Y al parecer no fue necesario palabra alguna, pues rápidamente empezó a jugar conmigo, primero me beso mientras su mano me empezaba a masturbar lentamente, era increíble aquella sensación, su mano era tierna, suave como el algodón, ella lentamente empezó a bajar y finalmente me empezó lo empezó a chupar, su técnica era increíble no podía evitar emitir algunos gemidos ante aquello, su lengua pasaba por cada poro de mi pene mientras que su mano hacía el resto sin dejar aberturas, sin tener alguna brusquedad, sin nada todo era armónico y rítmico, era inclusive mejor que la Sinfonía del mejor músico. Lo hacía de maravillas, estuvo así unos cinco minutos, y ya sentía que estaba a nada de acabar, no quería que la diversión durara tan poco, menos con ella.
– Para…si sigues así de bien…me correré…dentro de tu boca…para….- pronuncie entre gemidos, ella me miró mientras soltaba mi pene, no sin antes darle un tierno beso a mi glande, fue exquisito…se sintió maravilloso, se levantó tranquilamente mientras se tocaba ella misma, no iba a perder el tiempo yo también quería jugar con ella. Sin más con cuidado le agarre ambas manos con mi mano izquierda mientras que ahora empezaba a penetrarla, los 20 cm de largo y unos 5 de grosor entraron sin dificultades, estaba lo suficiente mojada como para hacer que la penetración fuera sencilla, escuché un gemido mientras entraba, no me cansaba de oírla y tampoco podía creer que fuera yo el que le hacía sentir todas esas cosas, se sentía bien adentro de ella, estaba cómodo lo que indicaba que ella no era virgen, tampoco le había dolido…me acerque a su oreja, la lamí mientras bajaba a su cuello y lo besaba, su sabor era exquisito y ahora era hora de hacerla sentir como en un sueño, en la misma utopía que yo estaba antes, cuando me la imaginaba desnuda y haciendo estas cosas con ella. Teniendo este sexo tan rico con ella, le solté las manos mientras empezaba a penetrarla lentamente, con cada penetración un nuevo gemido, vi sus ojos cafés y me quedé inmóvil por una milésima de segundo, entendí a la perfección lo que quería, entendía esos ojos y me decían que quería acabar al mismo tiempo, por lo mismo, empecé a acelerar las penetraciones también aumentaba la fuerza pero sin llegar a dañarla demasiado, escuchaba sus gemidos en mi oreja mientras tanto la besaba en el cuello y masejeaba sus pechos de forma suave, le estaba intentando dar todo el places que ella requería.
– Dame más…mucho…más…eres increíble Fabi…vamos.- escuché entre jadeos, no lo pensé dos veces, en este caso yo era su juguete y ella era la que me dominaba, así que sin más volví a acelerar, sentía su cuerpo, aquel aroma que desprendía de sus poros, el sabor dulce de su cuerpo, aquella cara roja, era hora de acabar de una vez…aumenté el la fuerza de mis penetraciones, la besaba en el cuello, en las orejas, jugaba con su lengua y entonces sentí el climáx, se acercaba, nuestros cuerpos nos lo indicaban, me iba a correr adentro, estaba jadeando al mismo ritmo que ella, sentía su corazón en mis manos, estaba a mil revoluciones por segundos, y entonces el final. Ambos acabamos al mismo, mi pene soltó todo el semen que tenía y ella había soltado finalmente un gran orgasmo, era el fin…habíamos acabado esto, al fin había sido capaz de romper mi propia utopía, había conseguido lo imposible como para ahora morir tranquilo, dejé mi pena adentro unos segundos y me acosté encima de ella, la acaricié suavemente mientras la besaba, su cuerpo seguía húmedo.
– Oye Paula ¿Lo volveremos a repetir?.- le pregunte con algo de miedo a su respuesta, la miré de nuevo, tenía a una diosa enfrenté de mí, era increíble la magia que sentía ahora mismo.
– Si, yo creo que sí…estuvo rico, no me arrepiento de nada.- me respondió, me levanté con cuidado mientras me acomodaba a su lado, ambos al final nos quedamos dormidos, estaba agotado todas mi fuerzas se habían ido con ese sexo tan rico, con aquella hermosa mujer que ahora estaba ahí al lado mío. Me desperté a la media hora, y me extrañé, estaba dormido en mi cama, sin nadie más…con mucho miedo me asomé a la ventana y la vi justo ahí, estaba entrando en su casa, golpee la ventana con fuerza mientras una lágrima recorría mi rostro, había todo sido un maldito sueño.
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