Rosina 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me levanté con mucho cuidado de no despertar a Rosina, que dormía profundamente.
Vi manchas en las sábanas, que imaginé que era la leche que le había dejado en la cola, que mientras dormía se le habrá salido.
Me duche y me puse a tomar mate.
Al rato la veo aparecer en la cocina, solo con su bombacha puesta, descalza, sus tetitas al aire, con cara de tener mucho sueño, «buenos días Pablo», me dice, «buenos días Rosi», le dije y nos dimos un beso medio en los labios y medio en el cachete.
«Donde esta mi camisón?», me dijo, «lo puse para lavar, pero si querés quedarte así, estas hermosa», le dije acariciando una de sus tetitas.
«Me duele la cola», me dijo llendo a la heladera y sacó batido de chocolate para tomar.
«Es normal Rosi, acordate lo que hicimos anoche», le dije tomando un mate.
«Si me acuerdo, pero estas seguro que nadie se va a dar cuenta de que ya no soy virgen de la cola?», me dijo tomando un vaso de batido, «no, quedate tranquila que nadie se va a dar cuenta, de echo, eso te va a dar la posibilidad de cuando estés con tú novio, te la meta por atrás, te gustaría?», le dije.
«Sí, tenes razón, asi no se la estoy tocando», me dijo Rosi, sentándose en una silla a mi lado, «pero Rosi, dale,.
contame que mas hacen, yo no me trago eso de que solo se la tocas», le dije, dándole un suave pellizco en una de sus pezones.
Rosina sonrió bajando la cabeza, «una vez me dijo que le de besos en su pija y que la meta en mi boca, pero se la raspe con los dientes y me dijo que le había dolido», me dijo entre avergonzada y divertida por lo que me contaba.
«Hay mi niña, ya es toda una señorita», le dije, haciendo que se levante de la silla, y la senté en mis rodillas, tirando su pelo hacia su espalda, y le empecé a chupar sus tetitas.
«Hay Pablo, que cosquilleo me da entre las piernas cuando me chupas las tetas», me dijo suspirando y dejando que le chupe sus tetitas y pase mi lengua por sus pezoncitos.
«Mejor me voy a bañar», me dijo levantándose de mis rodillas, «sí, asi después te chupo toda y te enseño como tenes que chupar la pija sin arañarla con los dientes», le dije, dándole una palmada en su cola.
Rosina se bañó, se vistió y nos fuimos a comer fuera, ella iba agarrada de mi brazo, parecíamos padre e hija, nadie pensaría que esa niña anoche se había dejado romper la cola conmigo.
Comimos, salíamos a pasear, entramos en un centro comercial y le compré algo de ropa y como a las seis de la tarde, volvímos a casa.
«Nos ponemos cómodos?», le dije, «a que le llamas que me ponga cómoda?», me dijo, parada en la puerta de su cuarto, «a que estes toda desnudita», le dije.
Rosina sonrió y se metió en su cuarto.
Yo ma abrí una cerveza y estaba en la cocina, «así estoy bien?», me dijo parada en la puerta, completamente desnuda.
Yo la miraba de sus pies, sus piernas delgadas, su conchita con apenas bellos, su barriguita completamente lisa, sus tetitas con sus pezones bien rosados, y esa carita de niña inocente, «estas hermosa», le dije pasando mis manos por su carita, bajandolas hasta sus tetitas mientras bajaba mi cabeza y le besaba muy suave su boca.
Yo saqué mi pija que estaba dura, le dije que la acaricie, que se ponga de rodillas y le de besos.
Rosina de rodillas me empezó a besar la pija, la cabeza, el tronco.
«Ahora pasale la lengua, así como le distes besos», le dije sintiendo como lambia mi pija.
Así la tuve un buen rato haciendo que pase su lengua por mi pija.
«Descabezala y metela en tú boca y chupala como sime fuera un helado de palito», le dije viendo como abría su boquita y se metía un buen pedazo de pija dentro, empezando a chupar como si estuviera comiendo un helado de palito.
«Así, muy bien Rosi, la estas chupando muy bien», le dije pasando mi mano por su cabeza, «si, pero me duelen las rodillas», dejando de chuparla y poniéndose de pie, besando ella mi boca.
Nos fuimos a mi cama, ella se acuesta esperando que me desnude, me acosté boca arriba, y le dije que me la siga chupando, mientras yo le acaricio las nalgas.
«Asi como estás chupando, subí y baja tú cabeza, hace que la pija entre y salga de tú boca», le dije viendo como Rosina hacía lo que le habia dicho, «ha, que bien que la chupas, lo vas a volver loco a tú novio cuando se la chupes y te dejes coger la cola», le decia sin dejar de acariciar su cola.
«Veni, acostate vos ahora», le dije haciendo que Rosina se acueste boca arriba, le abro sus piernas, viendo esa conchita que me moría por desvirgar, pero no quiero que se enoje conmigo, ya que la quiero seguir cogiendo mientras se quede conmigo.
Le abro sus piernitas y le empiezo a lamber y chuparle la conchita a Rosina, escuchando sus gemidos, como movía su cuerpito cuando le mordisqueaba y lambia su clítoris, le levanto sus piernas y empiezo a pasar mi lengua por su ano.
Rosina contraia y aflojaba su ojete mientras yo no dejaba de lamberselo.
Me fui poniendo de rodillas entre sus piernas y empecé a pasar mi pija por su concha, que estaba toda mojada, Rosina solo gemia, le levanté más las piernas, dando besos y pasando mi lengua por uno de sus pies, acomodando mi pija contra su ano y su gemido cuando se la empecé a meter en su cola, despacio, sin apuro sentía como a cada empujón que daba, Rosi daba un quejido y mi pija le seguía abriendo el ojete hasta que le entró toda.
Yo movía despacio mi pija dentro de la cola de Rosina, lamiendo sus pequeños pies, y pasando mi dedo por su conchita.
Los ayes de placer que daba Rosina, eran cada vez mas fuertes a medida que iba sacando y metiendo mi pija en su cola.
Rosina pasaba su mano por mi mano que le acariciaba la concha, «me gusta, me gusta», gemia Rosi, moviendo su cabeza para los costados, «que te gusta mi amor?», le dije pasando mi lengua por entre los dedos de sus pies, «como me coges la cola», dijo dándo un fuerte y largo gemido, empezando a temblar toda, haciendo que al ver eso pierda los estribos y le empiece a coger la cola con fuerza, sacando casi toda mi pija de su cola, y se la clavaba bien fuerte dentro de su cola, escuchando sus gritos, viendo su cara de goce, de placer, siendo cogida así.
Yo era conciente que le estaba reventando el ojete cogiendolo así, pero no me importaba, le estaba destrozando la cola a una niña que una vez fue mi hijastra, y ahora con apenas 15 años la sentía, la veia como una mujer con la que estábamos cogiendo como locos, hasta que grité, le mordi los pies, y le empecé a llenar la cola de leche, esa colita que hasta hace dos días atrás era virgen, como toda ella, y ahora estaba rota, su ojete roto, abierto, y yo se lo seguía cogiendo, abriendolo cada vez más, y no se si voy a poder resistir las ganas de desvirgarla, de romperle su conchita con mi pija.
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