Rosy la putita de Texcoco
En un cambio de casa sacó aún más lo puta que llevaba. .
Ella era una vecina que desde que llegué a esa casa me brindó su amistad, pasábamos tiempo juntas, salíamos de vez en cuando junto con mis hijos, todo era una amistad natural, ella era una mujer abierta, vivía solo con sus hijos, era libre de salir a la hora que quisiera y con quien quisiera, era parte de la vida de ella que yo sabía y ella solo sabía de mí lo que mostraba, solo le conté lo de los albañiles.
La familia que vivía en la casa delante de la nuestra, era una compuesta por 5 personas, el esposo, Agustín, un señor maduro de 40 años, su esposa Elsa, mayor que el, ya que contaba con casi 50 años, sus dos hijas, Sara, de 17 años, y la pequeña Elsa de 11, y una sobrina de la señora, Blanquita, como le decían, ya que era diminuta, de 16 años, ella era bajita, delgada, bonita de cara y de cuerpo, esbelta pero formado, con senos pequeños, caderas pequeñas también pero también una cinturita estrecha, nada parecía anormal en la relación de esta familia, los esposos trabajaban y las chiquillas en la escuela, estaban fuera toda la mañana, la señora era maestra, el señor obrero de una empresa, el trabajaba en turnos diferentes, las mujeres solo estaban por las tardes y no siempre, la señora cuando salía normalmente todas las niñas salían con ella, pero una tarde, como a las 7 de la tarde, me acerqué a la casa de la familia, ya que estaba la puerta abierta pero las luces apagadas aun, iba a pedir un favor a la señora, no escuché ruido alguno y me asomé sin hablar, de pronto escuché un murmullo, en la sala estaba el señor Agustín parado con el pantalón abierto de la bragueta y su verga de fuera, y sentada en el sofá la pequeña Blanquita, con la blusita arriba de sus pequeños senos, y una de sus manitos, tenía tomada la verga de don Agustín, creo que hice ruido, no sé que pasó ni como pasó, pero la vista de los 2 fueron de pronto hacia mi, la niña se levantó disparada y bajándose la blusa salió corriendo afuera de la casa y hacia la calle, yo me quedé entre estupefacta y con la cara ardiendo no sé si de vergüenza o de excitación, cuando alcancé a reaccionar ya tenía a don Agustín cerca de mi, insultándome y diciéndome de cosas, yo no entendía bien lo que decía pero si entendí que me recriminaba por estar ahí y finalmente claro escuché que me dijo, «tu tienes la culpa de que se haya escapado de mis manos, tu pagarás por ella».
Me tomó de la mano y me jaló hacia la pequeña salita donde antes estaban los dos, yo protesté y le alcancé a dar un golpe en los hombros, lo que hizo se enojara mas y me aventara de un manazo al sofá donde caí desmadejada, el se acercó y me miró, yo estaba caída con los pies recogidos en el sofá, mi falda se había subido por mis piernas y estas se mostraban generosas, casi hasta el nacimiento de mis nalgas, el me dijo «creo que saldré ganando con el cambio vecinita, usted tuvo la culpa de que se me escapara blanquita, ahora usted tomará su lugar», dicho esto se acercó a mi y me tomó de las rodillas separándolas y exponiendo mi intimidad frente a el, yo continuaba aturdida, pero reaccioné al sentir que me sacaba la blusa, demasiado tarde mi reacción ya me encontraba solo en sostén, y el mantenía mis piernas abiertas ya que se encontraba parado entre ellas y oprimiendo mis extremidades con sus tobillos, yo le dije que me soltara y me dejara ir, pero el solo me decía que pagaría por entrometida, tomándomele los hombros me recostó totalmente en el sofá y metió una de sus rodillas en mi entrepierna, lo que sentí en ese momento me sacó de las dudas que tenía sobre mis extraños sofocamientos, mi entrepierna empezó como a latir con fuerza y el calor era abrasador, cuando el se separó de mi debió de contar que no habría resistencia, ya que el no me sostenía, ni sus piernas me forzaban, pero yo permanecía con las piernas abiertas, la falda subida con mi cosita expuesta solo tapada con una minúscula tanga, mis pechos solo tapados por mi sostén, el se empezó a desabrochar el pantalón mirándome a los ojos, mientras me decía: » vecinita, te ves deliciosa, siempre pensé que eras una nena ardiente, por como te vistes y tus lindas tangas que usas, que siempre observo por mi ventana», mientras decía eso lentamente sus pantalones fueron cayendo al piso y los deslizó por sus pies mi vista no pudo evitar centrarse en su bulto que se le notaba sobre su boxer,, viendo eso, se acercó y poniéndome su paquete en la cara me tomó pos la nuca acercando mi cara a su paquete, hice la cara a un lado, pero tomándome con las dos manos me refregó su cosa en la cara, los labios, los cachetes, sentir ese pedazo de carne, sentirla palpitar, sentir su tibieza, me puso en un estado sumiso, me paró y me quitó el sostén dejando mis pronunciados senos expuestos a sus manos que se aprovecharon de ellos amasándolos y entonces hizo algo que me enloqueció me tomó de los dos pezones y me los retorció, un largo gemido escapó de mi garganta, eso nunca lo había experimentado, mi esposo nunca descubrió ese punto tan sensible en mí, el dolor y placer hizo que cayera sentada en el sofá, el se sacó la verga del boxer y plantándolo frente a mi lo dirigió a mi boca, yo solo abrí mis labios dejándolo entrar, el empezó a entrar y salir de mi boca, era una muñeca en sus manos, sus manos me tomaban de las sienes haciendo su entrada y salida en mi boca, mientras murmuraba cosas como: «así putita, mamas rico vecinita, que boca tan rica tienes,».
Sacando su verga de mi boca hizo que le mirara, mientras me decía, «ahora te cogeré putita,, sentirás en tu panochita mi verga, la deslizaré dentro de t».
Oírlo decirme esto me hizo sentir unas ganas inmensas de que me penetrara, pero el me dijo, «dime vecinita, ¿quieres que te coja?, yo no contesté nada por un falso pudor que ya no debía existir, después de haberle mamado la verga y permanecer en un estado de sumisión a lo que sabía que sucedería: ser penetrada por otro hombre que no sería mi marido, por mi mente pasó en un santiamén miles de cosas, desde mi niñez, cuando varias veces fui objeto de acoso y de caricias consentidas y no consentidas, de cómo perdí mi virginidad en un estado de semi embriaguez con el único hombre que había entrado en mi cuerpo, de cómo muchas veces en la calle había recibido propuestas desde galantes hasta vulgares, recordar a mi marido me sacó de mi estado de letargo, quise reaccionar y salir de ahí, pero en ese momento sentí lo que sucedía, cuando en la entrada de mi sexo un objeto pugnaba por entrar.
Don Agustín ya se encontraba arrodillado entre mis piernas y con su mano dirigía su verga a mi rajadita,, cuando lo empujé para resistirlo fue demasiado tarde, sentí como su verga resbalaba fácilmente dentro de mi, debido lo humedecido que tenía mi rajada, imposible fue disimular lo que sentía ya que un fuerte gemido salió de mi boca, mientras me derrumbaba de espaldas en el sofá, el me tomó de las caderas para hacer sentir mas su hombría dentro de mí, empezó a martillar mi sexo con fuertes embestidas mientras yo no paraba de gemir y de mover mi cabeza de un lado a otro y con las manos cerradas fuertemente tallando el tapiz del sofá, el me tomó ahora de mis tobillos y los apoyó en sus hombros haciéndome sentir que me llegaba hasta las entrañas, heme ahí, una mujer casada, joven, con su falda hecha un cinturón en la cintura y con la diminuta tanga a un lado totalmente empalada por otro hombre que no era su marido, el me empezó a estrujar los senos, haciendo que gritara prácticamente de excitación al llegarme un orgasmo profundo.
Ese orgasmo no fue suficiente para apagar el fuego que consumía mi cuerpo, seguí recibiendo las embestidas de don Agustín como si estuviera empezando a cogerme, el de pronto se zafó de mi y tomándome de la mano me paró y me volteó de espaldas a el, yo entendí lo que quería, y apoyando ambas rodillas en la orilla del sofá, me apoyé con las manos en el respaldo, exponiendo mis amplias caderas, con mis nalgas, mi sexo y mi culo expuesto a este hombre, el me abrió los cachetes de las nalgas y sentí su lengua resbalar por toda la canaleta de entre mis nalgas, abarcando mi rajada y culo, eso me hacía además de gemir, abrir la boca, desesperada y mover mis nalgas de arriba hacia abajo, cuando me penetro solo necesitó embestir unas cuantas veces para arrancarme otro orgasmo, la penetración era fuerte, inmisericorde, saciándose la calentura que traía, tenía a su disposición a una mujer joven, totalmente entregada a su lujuria.
El tercer orgasmo me llegó con un fuerte espasmo de cuerpo, salía dentro de mi todo lo que quizás había acumulado en mucho tiempo, me desvanecí en el sofá, de tal manera que su verga salió de mi sexo, el me acomodó a lo largo del sofá, dejándome una pierna sobre el sofá y la otra fuera de el, apoyado en el suelo, fácil presa de un hombre que había encontrado saciarse de su hambre de sexo, continuó penetrándome sin ninguna resistencia de mi parte y ya prácticamente a su disposición sin resistencia, sin respuesta solamente un objeto de su pasión. Un resoplido en mi nuca mientras arremetía con mas fuerza sobre mis nalgas fue el indicio de su venida, fuerte y abundante dentro de mi, su cuerpo se desplomó desmadejado sobre el mío, mientras los últimos espasmos de su venido hacían presa de el y oprimía su cuerpo contra el mío y trataba de hacer mas profunda sus últimas penetraciones dentro de mi interior.
No sé cuantos minutos habrán sido los de recuperación de el encima mío, pero sentí que fueron muchos, pero al mismo tiempo me servían para recobrar mi cordura que había perdido en un momento, no sé que pensaría el pero yo no me atrevía a pararme y verlo, cuando el se incorporó dejando libre mi cuerpo, esperé unos momentos en incorporarme, sin alzar la vista acomodé mi diminuta tanga entre mis piernas sintiendo los líquidos de su venida entre ellas, y sin importarme eso, bajé mi falda para tapar mi desnudez casi total, busqué mi sostén que solo enrollé en mis manos y mi blusa me la puse nuevamente, calzando mis sandalias para salir casi corriendo, sin decir nada ni obtener tampoco ningún comentario.
Al llegar a casa mi pequeño hijo me miró como extrañado no sé si en mi cara se notaba algo de lo que había sucedido, verlo a el me hizo sentir mas ruin de lo que ya me sentía, me metí rápidamente al baño, me desnudé completamente, dejando tirada mi ropa ahí mismo bajo la regadera, y me bañé un largo rato, como queriendo con abundante agua y jabón lavar lo que había hecho.
Cuando salí del baño, toda la ropa que me había quitado la metí en un balde de agua y ahí la dejé remojando, me dispuse a atender a mi hijo tratando de borrar de mi mente lo que había pasado.
Esa noche fue intranquila para mi, no podía dormir, cuando cerraba los ojos sentía unas sensaciones de emoción encontrada, por un lado sentía una sensación de satisfacción pero por otra de culpa, mi marido me encontró despierta todavía y empezó a manosearme, lo rechacé pero el no aceptó un rechazo y siguió con su labor de convencimiento y de excitación, pronto me encontré gimiendo y con las piernas abiertas con una mano de el metida en mi entrepierna, cuando me penetró, busqué en el borrar lo que sentía encima de mí, las manchas de otro hombre, me entregué a el y el se dio cuenta de mi cambio ya que me entregué sin reservas y sin negarle nada, terminó en mi trasero, ya que era algo que a el le gustaba mucho pero a mi no, pero lo dejé ya que estaba en un plan desinhibido y a pesar del sexo que había tenido unas horas antes todavía tenía las ganas de mas, mi marido terminó abrazado a mí dándome tiernos besos y diciéndome lo mucho que me quería y lo rico que había sentido al coger conmigo.
Pasaron varios días en los que estuve casi escondida, sin salir con el miedo de tropezar con don Agustín, verle a el sería mortificante, hasta que decidí levantar la cara, no tendría miedo ni le demostraría que le temía, el también tenía familia a quien dar cuenta, así que decidí seguir mi vida normal, después de tres días en que no le vi para nada, me sentí mas segura, no era raro no verlo, ya que el por su trabajo a veces no lo veía, a la que vi fue a la sobrina, blanquita, se me acercó un día para darme explicaciones de lo que había visto, pero no la dejé terminar, le dije que no era de mi incumbencia, solo le recomendé que si ella era partícipe de ello con su consentimiento que no había problema, yo no diría nada, pero que si la obligaba el señor que mejor se fuera de esa casa, no me dijo ni si ni no, pero se sintió relajada deque le aseguré que no diría nada, creo que era eso lo que mas le preocupaba, la señora era buena persona, de vez en cuando me pasaba algo de comida, o algunas cosas para la casa o para mi, o mi hijo, no tuve ningún encuentro con don Agustín, hasta que una noche inevitablemente nos encontramos y de nuevo las cosas corrieron en un cauce natural ya abierto, eso creí.
Serían pasadita de la media noche, me encontraba lavando los trastes y dejó de salir agua, el tinaco de agua se habría vaciado y para llenarlo había que encender la bomba para que subiera el agua, así que salí sin pensarlo, al salir sentí una sensación rara, un ligero escalofrío me recorrió el cuerpo, me dí cuenta de la escasa ropa que traía puesta, una ligera bata de dormir, y debajo solo una pequeña tanga, sin sostén y con mis pechos libres con movimientos caprichosos al caminar, llegué hasta el interruptor de la bomba, que se encontraba en la parte trasera de la casa de los vecinos de enfrente, la encendí , pero también vi que la manguera que se utilizaba para lavar el patio, estaba con la llave abierta y tiraba agua por ella, así que fui a cerrarla, para eso tenía que ir hacia el frente, al cerrar la llave de la manguera, oí que alguien abría el portón de la entrada, era don Agustín que llegaba de trabajar, me sobrevino un ligero temor y por mi mente desfilaron los sucesos de varios días atrás, sentía que mi cuerpo temblaba, terminé de cerrar la llave y antes de tener tiempo de alejarme sentí que se acercaba, llegó hasta donde estaba yo y se quedó viéndome, yo no hice ningún movimiento, como vio mi indefensión, me tomó de una mano y me jaló a que lo siguiera, dócil me dejé conducir, hasta un pequeño zaguán, donde en algunas ocasiones lo veía trabajar, ahí había una mesa en las que hacía algunos trabajos, jaló una cobija que se encontraba en un tendedero y con calma la acomodó en esa mesa, yo solo lo veía hacer sin moverme ni hablar, me tomó de nuevo de la mano y me acercó a la mesa, me recargó en ella de frente a el, sin decirme nada bajó los tirantes de mi bata, lentamente, saboreándose de lo que dejaba descubierto, primero mis hombros, siguieron mis pechos hasta la cintura, donde detuvo el avance de mi bata, para tomarme de la cadera y acercar mi cuerpo semidesnudo hacia el, solo me acercó a el oprimiendo mi cuerpo hacia el, sintiéndome, mis pechos oprimidos en su pecho, sentía que se me endurecían los pezones, vernos así en ese momento era raro, dos cuerpos unidos, sin hablar, solo absorbiendo sus aromas de cada uno.
El se separó de mi, terminó de quitarme mi bata, cayendo esta al suelo, quedando inerme, expuesta a él, solo con mi tanga puesta, y no muy grande ni que tapara mucho, sus manos fueron a mis pechos, sobándolos, ya habiendo encontrado lo que me enardecía oprimiendo mis pezones, su boca se unió a la mía deslizando su lengua dentro de ella, mientras una de sus manos llegaba a mi entrepierna, acariciando suavemente la textura de tela, bellos y piel, yo ya gemía pero el haciendo un susurro me dio a entender la necesidad de acallar mis gemidos, estábamos en un lugar expuesto, aunque muy noche, estábamos expuestos a que alguien se diera cuenta, yo acaté su deseo y solo me abandoné a él, me subió a la mesa y me abrió de piernas y haciendo a un lado mi tanga introdujo uno de sus dedos, eso bastó para que yo me mordiera los labios evitando gritar, y solo emitiendo un ligero gemido, su dedo entraba y salía de mi encharcado sexo, mientras mi cabeza la agitaba de un lado a otro apretando mis labios para no gritar de placer, me desplomé de espaldas en la mesa dejándole hacer de mi lo que quisiera, siguió exprimiendo mi mas sensible órgano sexual para extraer mis jugos, mis piernas totalmente abiertas y los pies colgando de la mesa me hacían someterme a el, el me tomó de los dos tobillos y abriendo mas mis piernas se posó entre mis piernas para posar mis tobillos en sus hombros, mientras me miraba y yo a el se desabrochó el pantalón con parsimonia disfrutando verme en indefensión total ante el.
Era morboso estar así, casi desnuda con mi tanguita solamente y esta a un lado de mi sexo teniéndola totalmente expuesta con las piernas abiertas y los pies al aire apoyados en su hombro, mientras le veía como asomaba su verga de sus ropas, para que el la tomara y empezara a tallármela en mi rajada, pasándola por toda mi rajada, haciendo de nuevo que me ganara una excitación tremenda, cuando entró en mí, de mis labios salió un profundo gemido que fue acallado rápidamente por una de sus manos, y mientras me acallaba con una mano su otra mano estaba en mis pechos, pellizcando mis pezones alternadamente y martillando mi ardiente sexo con su verga, que como pistón entraba y salía de mí que me entregaba plenamente a su lujuria, yo gemía sin restricción ya que su mano me acallaba mis gemidos, cuando orgasmé por primera vez, mi cuerpo se convulsionó ante el de una manera escandalosa, el siguió dándome duro sin detenerse para que me hiciera venir por segunda vez y finalmente venirse el dentro de mi.
Se desplomó encima de mí, mientras resoplaba preso de la agitación de haberme cogido con ansias desbordadas, permanecimos unos momentos así, yo ya con mis piernas a un lado de el y el todavía dentro mío, cuando se incorporó lo hizo en silencio, saliendo de mí mientras nos veíamos a los ojos, el apreció el gesto de satisfacción que me sobrevino al desenchufarse de mi sexo, todavía talló unos momentos su chorreante verga en mi sexo mezclando nuestros jugos, se separó de mi y tomando una prenda del tendedero de su esposa, se limpió su verga y con dedicación comenzó a limpiar mi sexo, mientras nos mirábamos sin mediar ni una palabra, no hacía falta, el sexo había dicho todo.
Me ofreció la mano para incorporarme y me ayudó a bajar de la mesa, mientras el componía sus ropas yo recomponía mi tanguita y buscaba mi bata tomándola del suelo para ponérmela. El se acercó y tomándome de mis caderas, me atrajo hacia el y me besó en los labios con ternura mientras me decía:
-Eres realmente hermosa, pero sobre todo ardiente, gracias por estos momentos, pero quiero pedirte que por momentos así, te entregues a mí sin reservas, ni restricciones, que seas mi putita, no me contestes ahora, piénsalo y te buscaré para que platiquemos, siempre serás la señora de tu casa, la madre de tus hijo, pero quiero que cuando estés conmigo seas mi puta sin restricciones-.
Otro beso selló sus palabras y dando media vuelta se alejó, yo me quedé meditando en lo que de nuevo había sucedido, pero sobre todo en sus palabras, el quería una puta y esa puta sería nada menos que yo, me estremecí mientras esas palabras resonaban en mis oídos.
Había dado un paso muy arriesgado y tenía que afrontar mi futuro, era claro que mi temperatura había aumentado en estos últimos meses y que había encontrado como apagarlo, estaba también claro que necesitaba algo mas que el sexo que mi esposo me daba, un sexo morboso, sin restricción, no había amor en ello, solo sexo fuerte e insaciable, ahora tendría que pensar en ello, ya que don Agustín querría una respuesta y yo tendría que darla.
Ella siempre me decía que salía de copas con amigas, que tenía relaciones con hombres y en cierta forma trataba de insinuarme que hiciera lo mismo, solo que no le hacía demasiado caso a sus pláticas, ella era bajita de estatura casi de la mía, solo que era más llenita y mucho mas nalgona, ese era su atractivo, sus voluminosas nalgas.
Solo que cometí un error, uno de los ayudantes de los albañiles que había participado de la posesión de mi cuerpo, después de terminada la construcción y que desaparecieron de mi vida, el regreso en dos ocasiones a mi casa a saciarse de mi cuerpo y yo lo acepté, solo que la última vez que llegó yo me encontraba sentada en el zaguán de mi casa ya era de noche y me encontraba a oscuras, estaba sola, mis dos hijos ya dormían, cuando lo vi el ya estaba frente a mí, su aliento era de alcohol, andaba bebido, sin darme tiempo a hablar el se aceró donde estaba sentada, se arrodilló frente a mí y sin darme tiempo a nada me tomó de las rodillas con sus manos abriendo mis piernas completamente y dejándome expuesta a él, metió una de sus manos entre mis piernas y sin cuidado ni precaución ni nada hizo a un lado mi tanga introduciendo un dedo en mi sexo, como me encontraba sin excitar ni nada me lastimó y lo empujé y golpee, tratando de quitármelo de encima y diciéndole que me dejara, solo que el impuso su fuerza y sacando rápidamente su verga la posó en la entrada de mi rajada y sin titubear me penetró provocando que me quejara, solo que de quejarme y después de varias embestidas pasé a disfrutar y dejé que me poseyera, aprovechando mi entrega el me subió la blusa que traía junto con el brasier y sacó mis tetas, amasándolas y con su boca me proveyó de caricias y me las besaba e introducía en su boca mordisqueando mis pezones,, mi naturaleza ardiente afloró en medio de un orgasmo intenso, oprimiendo mi cuerpo al de él y tratando de sentir más intensas sus embestidas, después de satisfacerse se vino dentro de mí.
Esperando reponernos permanecimos unidos un momento, después de lo cual le reclamé ya que podrían habernos visto, pero era indudable que yo tampoco puse ningún obstáculo a lo que me hizo, a lo cual el hizo referencia aduciendo que era muy caliente para negarme y que además no negara que lo había disfrutado, palabras más palabras menos, lo despedí diciéndole que ya no me buscara.
Después de unos momentos hizo su aparición mi amiga Luz, su sonrisa indicaba que había visto todo, yo me sorprendí de verla, ella me dijo que no había problema, que el muchacho era guapo y que estaba bien bueno.
Luego de haberme sorprendido, ella era más asidua a mi casa buscando encontrarme de nuevo en una entrega pero eso ya no sucedió ya que este muchacho no regresó más, solo que ya no era solo un secreto mío nada más y tenía miedo de que ella lo divulgara, cosa que no sucedió, pero poco a poco ella se fue introduciendo en mi vida, en mi mente y en mis pensamientos.
Todo empezó cuando ella llevó unas cervezas para brindar conmigo, se hizo común que 2 o 3 veces por semana ella llevara bebidas y tomáramos juntas, hasta ahí todo era discreto, pero poco a poco bebíamos más, hasta que mi marido harto de encontrarme borracha me dijo que dejara de beber o me atuviera a las consecuencias.
Harto de decirme y yo no hacerle caso, me pegó una madrugada que llegó y me encontró bien borracha, después de eso fueron meses de hablar y pelear, me detenía un poco pero luego caía de nuevo, al grado ya de salirme de casa con Luz en las noches cuando mis hijos dormían y antes de que el llegara y empecé a hacerme asidua a ese lugar al que llamábamos la palapa, aunque no se llamaba así, ahí conocí a otras amigas de ellas, la más común con nosotros era una chica llamada Sandra, muy joven ella, solo 20 años, pero de un cuerpazo hermoso, bebía igual de fuerte que nosotras, muchas veces amigos de ellas u hombres que ahí conocíamos nos invitaban.
Ese fue el principio de mi destrucción moral total, al principio solo era convivir y beber, después esos hombres no se conformaban con solo acompañarnos e invitarnos, nos abrazaban, manoseaban, besaban, Luz aunque discretamente se retiraba a acompañarlos para tener sexo, era la más lanzada de todas, pero todo cambió cuando posaron los ojos en mí, era la presa deseada por ellos y realmente no batallaron mucho para obtener de mí lo que querían, mi cuerpo.
No había fin de semana en que no termináramos en la noche en ese lugar al que acostumbrábamos ir, sabíamos que alguien al final nos invitaría a beber, era cuestión solo de ir y siempre había alguien que nos invitaría.
Como dije pronto también, mi cuerpo pagaría esos favores recibidos, a cambio de invitarnos a beber, estos hombres buscaban que les pagáramos el favor con nuestros cuerpos y solo fue cuestión de tiempo para que yo fuera la presa deseada y lograda por ellos, al final comprendí que yo era el pago por beber, mis amigas me ofrecían para que mi cuerpo pagara al final la cuenta, y de esa manera muchos hombres terminaron entre mis piernas al final de cada borrachera, yo ya no era dueña de mis actos solo me interesaba beber y luego recibir sexo.
Pero todo esto sucedió ya cuando en mi vorágine de alcohol y destrampe, mi marido me abandonó, el me había advertido que si no me corregía me atendría a las consecuencias, mi voluntad no pudo superar esa advertencia, llegar y encontrarme borracha muchas veces, e inclusive algunas él llegaba de trabajar y yo no llegaba todavía, una vez, llegué amaneciendo y él me esperaba en la puerta para recibirme a golpes, todo eso no me importaba, e incluso no me importó cuando de plano el se fue sin decirme nada, llevándose su ropa y dejándome con mis hijos. Mi mente ofuscada por el alcohol y andanzas no me permitía ver la inconveniencia de ello.
Solo que con don Agustín no fue solo eso, a él lo engañé varias veces y él se dio cuenta, en una ocasión, fui a unos festejos de carnaval que se daban en nuestro lugar, yo andaba con Luz, ya éramos muy amigas de andanzas, y él nos alcanzó a media noche, Luz ya sabía que algo me traía con él, yo ya llevaba una buena cantidad de alcohol y estaba muy lanzada, bailaba con Luz, ya que a él no le gustaba bailar, los hombres se nos acercaban a bailar con nosotras y les dábamos entrada, estuvimos hasta la madrugada, cuando el nos dijo de irnos, yo le dije que no quería irme todavía, para esto ya un hombre se me había pegado mucho y bailaba con él a cada rato, al grado de invitarlo a la misma mesa, don Agustín no dijo nada y yo seguí divirtiéndome a mi manera, en unas de esas veces fui a los baños, cuando salí de ellos me esperaba este hombre y me abrazó besándome, yo le dejé y él lo tomó como aceptación, abrazados me condujo a las partes oscuras de las instalaciones del carnaval, cuando me di cuenta yo estaba apoyada en una pared con la blusa levantada y los senos fuera de mi brasier, los cuales el abarcaba con su boca mientras sus dedos hurgaban en mi pantalón buscando abrirlo para luego introducir su mano y palpar mi entrepierna por encima de mis braguitas, este cachondeo pronto me hizo gemir, caliente por naturaleza, me entregué a sus lascivas caricias, el abrió mi pantalón bajándolo hasta medio muslo y pronto sentí su erección al natural intentando penetrarme, impedido solo por mi ropa interior, ya entregada abrí lo más que pude las piernas, a lo que él con una de sus manos hiciera a un lado mi tanguita para que su miembro invadiera mi intimidad, el me tomaba con una mano de las nalgas y con la otra apretujaba mis senos, mientras su boca invadía la mía jugando nuestras lenguas en un frenesí de ansia carnal.
Luego él se salió de mí y me volteó de frente a la pared para que yo aceptara su insinuación, inclinándome hacia el frente apoyándome de la pared y levantando mi trasero para que el me tomara de la cadera y apoyando su verga en la entrada de mi ardiente vagina me la introdujera de un golpe para enseguida martillar mi trasero mientras una de sus manos iba a mis desnudos senos amasándolos y pellizcando mis pezones. Me hizo venir dos veces antes de venirse el, solo que antes de venirse me la sacó para hacer que me volteara y arrodillara frente a él para venirse en mi cara embarrándome de semen.
El muy maldito, habiéndose saciado se guardó su verga y se marchó, dejándome ahí casi tirada en el suelo, una vez recuperada me incorporé para arreglar mis ropas y limpiarme la cara lo mejor posible y de nuevo me dirigí a los baños para lavar mi cara, arreglarme y regresar a la mesa, cuando llegué a ella solo vi a Luz, le pregunté por el viejo como le decíamos, y me dijo que él me había seguido a los baños, que demoró y cuando regresó solo pagó lo que habíamos consumido y se había marchado, -pensé que había estado contigo, como los dos demoraron-, dijo ella. La situación fue obvia, me había visto seguramente mientras ese hombre me poseía, sin importarme solo dije, -entonces que se vaya a la verga-.
Después de semanas de enojo de parte de él, regresó por mí y por mi cuerpo, era su puta privada y sabía que conmigo podía hacer lo que quería, mi cuerpo estaba a su disposición.
Pero en otra ocasión con permiso de mi marido había ido a los inicios de las posadas que se ofrecía en un parque, estaba con una prima y su hija y unas amigas de ella, mi prima ya lo conocía así que no había problema, el nos alcanzó allá y estuvimos bebiendo y bailando, solo que llegó un concuño mío, un hombre que siempre me tiraba los perros pero que nunca había logrado nada, sobre todo porque siempre andaba con su mujer, hermana de mi esposo; solo que ahora andaba solo, y a partir de que llegó me acaparó para bailar, casi olvidándome de don Agustín.
Cuando terminó la posada, don Agustín nos llevó a todos en su camioneta, fuimos a dejar a mi prima y sus amigas y solo quedamos en la camioneta mi concuño, el y yo; don Agustín propuso que rematáramos en un antro para las últimas y fuimos los 3, ahí seguimos bebiendo y bailando, solo que casi no le hacía caso a él, y mi concuño me acaparaba, cuando don Agustín iba al baño, mi concuño me atraía hacia él y me besaba, yo ya tomada y desenfrenada aceptaba sus besos y caricias, ya que me agarraba de las caderas y deslizaba su mano por mis nalgas y piernas, llegando inclusive a tocarme la entre pierna, solo que como traía pantalón, no podía hacer mas.
Abandonamos el antro ya borrachos los 3, como a las 3 de la madrugada, solo que al salir ya mi concuño me había dicho que lo dejáramos y nos fuéramos en un taxi, yo no le contesté pero al salir había un taxi a la entrada del antro y el abrió la puerta trasera y tomándome de la cintura me guió a meterme a él, don Agustín se había retrasado, yo solo me metí sin decir nada, ya dentro él le dio la dirección de mi casa, cuando llegamos pensé que él se iría por qué no me insinuó nada, hasta había pensado que me llevaría a un hotel.
Pensé que se despediría, le di la mano, él la tomó y no me dijo nada y me metí, la casa donde ahora rentábamos tenía el baño afuera, me dirigí a él a hacer pis, terminé y al limpiarme y con las bragas y pantalones a la rodilla, una sombra delató la presencia de alguien, era mi concuño, que se acercó a mí y sin darme tiempo a nada me abrazó besándome y manoseándome, una de sus manos viajó a mi entrepierna expuesta desnuda y me masajeó, introduciendo un dedo para de plano abandonarme a sus caricias, él me besaba entrelazando su lengua con la mía mientras me sobaba mi entrepierna, mis nalgas y senos, se sacó su virilidad, la cual tomé con una de mis manos para acariciarla y terminar de excitarlo y endurecer.
La dirigí a mi entrepierna y me la tallé en ella excitándome más, ya solo fue cosa de acomodarse y pronto su miembro resbalaba en las paredes de mi sexo, la posición era incómoda para el ya que era más alto que yo y con los pantalones a la rodilla no había mucha comodidad, me sacó su miembro de mi sexo y terminó de despojarme del pantalón y la tanguita, y poniéndome frente a la pared levanté mi trasero para recibir su embestida por detrás, el me tomaba de la cadera para martillar mi sexo con el suyo, en esa posición mi venida fue inmediata, mordiéndome los labios para evitar gritar.
El se sentó en la taza del baño y me jaló invitándome a montarlo, yo obedecí parándome de espaldas a él y separando mis pies, uno a cado lado de el, me fui bajando para ensartarme por mi misma en su palpitante virilidad, sentir esa sensación al ir tocando su miembro mi intimidad lentamente, era algo que me hacía sentir viva, gozar de esa lenta penetración inducida por mí, era algo que me gustaba disfrutar al máximo, salí de mi ensoñación al sentir el contacto de mis nalgas con sus piernas, en clara muestra de una penetración completa. El me tomaba de la cintura y subiendo y bajando mi cuerpo suavemente, gozaba de mi intimidad, mientras yo me apoyaba en sus rodillas para también colaborar, una de sus manos viajó hacia mis senos por debajo de mi blusa y apartando la parte inferior de mi brassier se apoderó de mis pechos, alternando su manoseo en ellos, y oprimiendo alternadamente mis pezones haciéndome gozar mas, me vine por segunda vez incrementando la velocidad de mis embestidas en el, solo gemía quedamente para no delatar nuestra acción disfrutando de esa sensación placentera de mi orgasmo, el retardo lo mas que pudo su venida para con un resoplido y apretando fuertemente mi cuerpo alcanzar su orgasmo derramando dentro de mí su semen.
Me incorpore después de reponerme y tambaleante por la bebida y los orgasmo experimentados me limpie lavando con agua mi hambrienta rajadita para calzarme mi tanga, el hizo lo mismo acomodando su ropa y manoseando y apretando mis pechos se despidió, dejándome con solo la tanga puesta.
Me quede mojando mi rostro en el lavabo, cuando sentí que me tomaban de la cadera, -eres una puta sin remedio-. Escuche que me decían al oído, mientras bajaban mi tanga nuevamente. Era don Agustín que seguramente habría visto o escuchado lo que había pasado, sentí que se bajaba el pantalón y posaba su verga en la entrada de mi culo, yo solo acomode mi trasero para que el tomara posesión de él, su embestida fue fuerte y sin miramientos, mi culo fue ensartado sin misericordia por el viejo que me empezó a penetrar a su antojo, no hizo ningún comentario más y disfruto de mi trasero solo aferrándose a mi cadera, mientras mi calentura afloraba gozando de sus embestidas y gimiendo quedamente mientras él me penetraba y mordía mi oreja.
Se vino con ansias en mi trasero empujando fuertemente como queriendo meter hasta el fondo de mis entrañas su esencia de hombría, de macho dominante, una vez satisfecho, sin limpiarse ni decir nada se acomodo sus ropas y se marchó, dejándome sumida en una rara sensación de mezcla de placer y culpabilidad porque me había descubierto entregando mi cuerpo a otro hombre y estaba segura que había observado u oído como me poseían y que además me había poseído una vez que ese otro hombre había terminado de venirse dentro de mí.
Fue la última vez que don Agustín se acercó a mí, ya no volvió a buscarme, yo lo busqué varias veces y le hablaba por teléfono pero siempre se negaba a verme, me dijo que era una borracha perdida, que abría las piernas en cuanto un hombre se me acercaba.
Mi esposo me abandonó poco después y me quedé sola con mis hijos, ahora era libre para hacer lo que quisiera, mis salidas ya eran más constantes con mis amigas, bebía casi diario, y ahora mi cuerpo casi siempre terminaba en brazos de alguien que se cobraba lo que gastaba con nosotras en bebidas. Es decir yo era la putita que mis amigas ofrecían al mejor postor para quien quisiera invitarnos a beber.
De esa manera muchos hombres pasaron entre mis piernas y se aprovecharon de mi cuerpo, solo que muchas veces ni siquiera recordaba como llegaba a un hotel, menos si había disfrutado del sexo, para mí lo que más placer me daba era beber.
Ya la cabeza no me dolía, me empezaba a recuperar, me paré y me dirigí a bañarme, el agua tibia recorriendo mi cuerpo me dio una sensación de confort y seguridad, salí del baño a buscar mi ropa, me calcé mi tanga y brasier y cuando terminaba de calzarme el pantalón, mi amante ocasional despertó, casi con las mimas sensaciones que padecí yo al despertar, el buscó una cerveza a medio acabar y se la engulló, hablamos algo de lo sucedido sin que yo le tomara mucho interés, se aseó, se vistió y antes de salir le pedí que me diera algo de dinero, a lo que el amablemente y generosamente me dio lo suficiente para menguar las necesidades de alimentos de mis hijos.
Antes de llegar a mi casa pasé por un six de latas de cerveza, al llegar mis hijos todavía dormían, me apuré a alistar las cosas que mi hijo llevaría a la escuela y me dispuse a cumplir con mis obligaciones.
Durante el día me esforzaba en cumplir con mis hijos, mi problema era al llegar la noche, es donde afloraban mis instintos y mi moral bajaba a los suelos, no sabía que haría ni en brazos de quien caería.
Después de haber sido poseída por segunda vez por don Agustín, mi reacción ya no fue de mortificación, pero sí de una mezcla de temor y excitación por lo que me había pedido, ser su puta, durante unos días esas palabras retumbaban en mi mente y me hacían sentir temerosa, pero a la vez me sobrecogía una acalorada excitación, mi esposo fue el ganador de esto último, ya que me le entregaba sin restricción, mi cuerpo era tratado sin misericordia por el, recibía todo tipo de caricias, mis nalgas , mi sexo y mis pechos eran avasallados por sus manos, mientras que presa de una calentura extrema entregaba mi sexo a el, me penetraba por delante y por mi culo, al que ahora el se había aficionado, no había sesión de sexo en la que el no probara mi culito, y yo ya había encontrado un gran placer en esta sodomización, mi boca le prodigaba caricias extremas a su verga, y mas de una vez había probado el sabor de su semen.
Pero dentro de ese torbellino ardiente que me envolvía había esa petición que habría de afrontar, esto sucedió una tarde en que encontrándome tendiendo ropa, don Agustín se acercó para decirme que quería platicar conmigo, le dije que terminaría de hacer lo que me tenía ocupada en ese momento y que aprovechando que mi hijo dormía podíamos platicar, el quería que nos viéramos fuera de la casa pero le dije que no era posible, quedamos que en cuanto oscureciera nos veríamos en el zaguancito que había entre las dos casas, la suya y la mía.
Presa de nervios y excitación me bañé y arregle para platicar con el, busqué de la poca ropa que tenía, que ponerme, quería parecer bonita, provocativa, en fin, me lamenté de lo escaso de mi guardarropa, pero eso no tenía remedio, así que escogí una de mis minis de mezclilla favorita, una blusa azul, de tirantes y debajo solo una tanguita, sin sostén.
Llegado el momento, nos encontramos platicando de nuestra incipiente relación, el me dijo que me veía preciosa lo que elevó mi estima me hizo sentir mas relajada.
Yo le comenté que mi temor era el que mi esposo se diera cuenta, y a el al parecer no tomaba mucha importancia el hecho de que su mujer se enterara, tenía ya camino recorrido en estas infidelidades al parecer, otra situación que aproveché de su interés por mi cuerpo fue el de que me ayudara económicamente, ya que el sabía de mis carencias, el aceptó ayudarme además de que aceptó que sería de lo mas discreto y paciente posible, ya que no me arriesgaría a que algún vecino se diera cuenta de nuestra infidelidad o alguno de nuestros familiares, tanto de el como mío.
A cambio de eso yo le ofrecí lo mejor de mí misma, de mi cuerpo, que cuando estuviéramos juntos le haría gozar con mis caricias, tanto corporales, como orales o sexuales, el recalcó el hecho de que quería que fuera su puta, que cuando estuviera con el me comportara como eso, como una puta, a lo que le indiqué que me explicara bien a que se refería con eso, y me alivió saber que era su fantasía tratarme como una puta, que le obedecería en la cama en lo que el quisiera y que me trataría como una puta, esto fue el resumen de nuestro acuerdo.
Aprovechando la oscuridad que nos reinaba, ya que yo no había encendido las luces, para poder platicar sin que nos vieran, el metía mano en mis piernas, mientras recalcaba lo de que quería que fuera su puta.
-Me gusta ver que eres sensual y sexy, me gusta verte con esas falditas, con esas blusitas sin sostén, que hacen que tus pezones se noten-; mientras me decía esto una de sus manos, acariciaba mis piernas y la otra abarcaba uno de mis senos, acariciando con toda la palma de su mano, yo me encontraba sentada en una silla y el frente a mi en otra, se había acercado lo suficiente para tomarme.
Con la mano que acariciaba mis piernas me hizo un ademán, indicándome separar mis piernas a lo que obedecí, ofreciendo a su vista mi entrepierna, cubierta por una ligera tanga, su mano se deslizó por mis muslos hasta llegar a mi entrepierna, acariciando suavemente por encima de la tela de mi tanga, su otra mano ya había bajado los tirantes y parte de mi blusa exponiendo mis senos libres a su alcance, y me tomaba de uno en uno, acariciándolos y pellizcando mis pezones, hacer esto hacía que me abandonara plenamente, cerrando los ojos y disfrutando de sus caricias.
Con los ojos cerrados y gimiendo ligeramente disfrutaba de sus caricias, ya uno de sus dedos revoloteaba en el interior de mi sexo, solo había corrido mi tanga a un lado para alcanzar mi mas recóndito parte sexual, ya su boca se prendía de mis pechos, mordisqueando mis pezones y tratando de casi tragarse mis pechos, yo mantenía las piernas separadas al máximo y con la cabeza echada hacia atrás solo disfrutaba de lo que me hacía.
-Abre la boca putita-, escuché que decía, abrí los ojos y frente a mí, tenía su erecta verga pidiendo ser devorada, solo abrí la boca e inmediatamente sentí como era invadida por esa verga palpitante, entrando y saliendo de mi boca, el disfrutaba de lo que hacía, se detuvo un momento y aproveché para darle un poco de lo que sabía hacer, mi boca, ayudada por mi mano empezó a prodigarle una furiosa mamada, haciendo que el se retorciera y exclamara, – ah, que rico mi putita, que rico mamas la verga, así putita, mámamela, trágatela toda-.
El me detuvo al sentir que se venía, y me la sacó de la boca, sentándose en la silla me indicó, -ven putita, móntame, siéntate en mi verga-.
Me puse de pie, y acercándome a el y separando mis piernas me fui sentando en esa rica verga, mientras el tomaba de la orilla de mi tanga y la estiraba dejando libre mi rajadita, me senté lentamente, disfrutando de cómo invadía mi interior, cuando toda su verga hubo entrado en mí, descansé unos segundos sentada y ensartada en su verga, resoplando y jalando aire acompasadamente y con los ojos cerrados.
Abrí los ojos y su vista de el estaba en mi rostro, nos miramos mutuamente, ambos observando el estado de excitación en nuestros rostros, así mirándonos fijamente empecé a subir y bajar mi trasero, abrazada de su nuca mientras las manos de el reposaban en mi cadera, siguiendo el vaivén de mis embestidas, yo observaba como el entrecerraba los ojos y murmuraba frases de calentura, y el a la vez miraba como yo me mordía los labios y abría y cerraba los ojos a la vez que agitaba mi cabeza en un ritmo acompasado al movimiento de mi trasero. Buscó mi boca introduciendo su lengua dentro de ella,, me mordía los labios y friccionaba mis labios entregados a el, ya sus manos abarcaban mis nalgas subiendo y bajando a su antojo y marcando el ritmo de las embestidas, su boca empezó a hacer un recorrido por mis mejillas cuello y pechos, mordisqueando durante el recorrido esas partes, mamaba mis pechos y succionaba mis pezones haciéndome explotar en un orgasmo placentero, gemí y apreté mas mi cuerpo al suyo y restregando su cara en mis pechos y mi sexo en el suyo, disfrutando de esa sensación que nacía de lo mas profundo de mi cuerpo explotando en mi cerebro y cuerpo.
El notó mi orgasmo y hablándome al oído me dijo, -¿Te viniste ya putita?-, mientras mordisqueaba mi oreja y una de sus manos se ocupaba de mis pechos y la otra de mis nalgas.
Yo solo asentí con la cabeza sin verlo, ya que mantenía mis ojos cerrados.
-Vente otra vez putita, vente las veces que quieras, disfruta de mi verga, y déjame disfrutar de tu rico ponchito-. Mientras decía estas cosas a mi oído, resbalaban sus manos por las partes desnudas de mi cuerpo, enrollando más mi falda y blusa a mi cintura.
-Párate tantito putita-, mientras me decía esto con sus manos me tomaba de la cadera para separar mi cuerpo de el, le obedecí y me paré. Me hizo dar vuelta y empujando ligeramente por mi espalda, me hizo inclinar a la silla que tenía enfrente, me hizo separar las piernas exponiendo mis partes íntimas sin ningún pudor, una de sus manos exploraba la totalidad de mis partes, por toda la canaleta de mis nalgas, iban de mi encharcada rajadita a mi orificio trasero y viceversa, mientras su otra mano se ocupaba de mis pechos, que colgando se le ofrecían libremente.
Tomándome de la cadera, hizo que mi trasero bajara y de nuevo me ensartara en su verga, en esa posición el se encargó de marcar el ritmo de entrada y salida de su instrumento en mi sexo, mientras mis manos se aferraban fuertemente a la silla y hundía mi cabeza en ella, reprimiendo mis ansias de gritar del placer que me embargaba.
Mientras me ensartaba sin misericordia, uno de sus dedos hurgaba en mi hoyito posterior, introduciendo la punta de el en mi culito, no pude evitar un gemido fuerte al sentir invadido mi trasero por su dedo al mismo tiempo que su verga entraba y salía de mi rajita. Pronto la casi totalidad de su dedo entraba y salía de mi culo, haciendo que mi trasero rebotara furiosamente en su cuerpo, disfrutando la invasión a mis dos agujeros.
El no soportó mas y empujándome me hizo desensartar de su verga para volver a tratar de ensartar su erecta verga, pero ahora en mi culo, abrió la entrada a su objetivo, separando mis nalgas con ambas manos y yo tomando su verga con una de mis manos, la dirigí a mi culo, me fui sentando lentamente, apretando ojos y labios en una sensación lógica de un invasor atravesando tu trasero e invadiendo tus entrañas, hasta poder soportar el ardor inicial de esa invasión y dar paso a la sensación de placer.
Mi cuerpo ya adicto a esa invasión, empezó a reaccionar dando paso a un placer malsano, queriendo sentir mas dureza en esas embestidas, me sentaba y separaba con fuerza, queriendo sentir mas dura la sensación de invasión, el me abarcaba mis senos y besaba mi espalda que le quedaba a su disposición, una de sus manos soltó mis senos y se dirigió a mi rajita, tallando y penetrando mi sexo delantero mientras mi culito era embestido por su verga.
Un nuevo orgasmo me sobrevino, abundante, efusivo, el tuvo que poner su mano en mi boca cuando empecé a gemir fuertemente, mis gemidos acallados continuaron mientras las sensaciones de placer surgían de mi cuerpo, el empezó a contorsionar sus embestidas, era inminente su venida.
Me tomó de los senos, y apretó mientras me decía al oído, -me vengo putita, que rico tu culito-.
Mi interior de mi trasero sintió la tibieza de su semen invadiendo mi recto, el bufaba apretando fuertemente mi cuerpo, mientras duraba su venida, hilillos de semen escapaba, entre metida y sacada de su verga en mi culo, resbalando hasta su entrepierna de el.
Por un rato se detuvo, mientras se pegaba a mi cuerpo como queriendo fundir nuestros cuerpos en uno, disfrutando los dos las sensaciones que nos invadían, cualquiera que nos viera en esa forma, el sentado y yo sentada encima de el atravesada por el trasero con su verga todavía semierecta, sentiría la sensación emanada de nuestros cuerpos unidos por el placer recibido unos momentos antes.
Habiendo satisfecho nuestro placer de sexo, nos separamos, por mis piernas resbalaba ya el viscoso líquido, prueba inequívoca de mi malsana infidelidad, con una persona casi 20 años mayor que yo y mi marido, el demoró un rato mas sentado, observando como recomponía mis ropas, primeramente, mi tanga tapando y evitando ya el segregamiento del fluido de mi trasero, bajé mi falda y finalmente, subí mi blusa deslizando mis brazos por los tirantes.
Me quedé parada, callada y viéndolo ahora como se subía su ropa interior y su pantalón para por último abrocharlo y acercándose a mi me abrazó por la cintura y me besó, una de sus manos se introdujo en mi blusa entre uno de mis pechos y depositó unos billetes en el.
-Toma putita, te lo has ganado, me has dejado seco y satisfecho, me tiemblan las piernas-. Me dio un beso en los labios, abrí mis labios y el introdujo su lengua y nos fundimos en un abrazo y en un beso apasionado y salvaje, apretando nuestras bocas, uno contra el otro, su mano viajó a mis nalgas apretándomelas y frotándolas fuertemente, nos separamos y me dijo que se tenía que ir a descansar por que tenía que entrar a trabajar a medianoche.
Al quedar a solas metí mis manos en mi blusa y saqué los billetes que me había dado, no pude evitar un suspiro, mi primer pago como puta, me dije, pensando en algunas cosas que aliviaría la escasez en mi casa ese dinero.
Mi marido nunca supo porque en nuestra mesa había mejor comida, tampoco se dio cuenta que mi hijito tenía truzitas, o que yo tenía mas ropa interior, el pobre no alcanzaba ni a detectar eso, o quizás algo intuyó alguna vez y por comodidad nunca dijo nada.
Los encuentros sexuales con don Agustín se hicieron ahora mas seguido, el había encontrado un cuerpo donde dar rienda suelta a sus impulsos sexuales, y por si fuera poco, un cuerpo joven, de buen ver, buenas caderas, bonitos pechos, pero sobre todo, un cuerpo complaciente, que se había hecho adicto al sexo que el le proveía..
Fue tanto la obsesión que sentíamos, que al principio las sesiones de sexo eran casi a diario, con esa fuerza del deseo aflorado en nuestros instintos, yo cogía casi dos veces por día, por el y por mi esposo, que joven aun desataba su sexualidad en mi cuerpo mis encuentros con don Agustín eran en la oscuridad, a media noche, que el llegaba, y yo le esperaba fuera de mi casa, o en ocasiones en su casa cuando anochecía y el estaba solo, para pasar a hacerlo también dentro de mi casa, yo entraba por una puerta trasera que tenía su casa, y el entraba por una puerta de un baño que daba a la parte trasera de su casa, para introducirse a mi casa. En mi casa me tomaba en el baño, en la cocina, y hasta en la misma cama donde hacía el amor con mi marido, y con mi niño durmiendo en la cama de al lado.
Una de las cosas que mas me gustó hacer con el es cuando lo hacíamos de rapidito, una ocasión en que el estaba en su casa como a eso de las 10 de la noche, y con su familia en su casa, el salió a comprar y me encontró en la calle, me dijo que buscaría salir un momento por que tenía ganas de cogerme, que me esperaba en la parte trasera de las casas. Yo me asomaba discretamente esperando verle salir como me dijo, como casi a las 11, lo vi salir, y dirigirse al lugar que me había dicho, fui a su encuentro.
Al llegar a el me tomó en sus brazos, susurrándome que su esposa estaba todavía despierta y que hacía un trabajo de la escuela, ya sus manos viajaban a mis protuberancias delanteras y traseras, me enardecía como me trataba, subió mi falda descubriendo mis nalgas solo semitapadas por una tanguita, clásica en mi, me besaba fuertemente, se sacó su verga ya erecta y susurrándome al oído me dijo: -ya sabes lo que me gusta putita-, para yo arrodillarme y meterme ese caramelo en la boca y prodigarle maravillosas caricias, creo que mi trabajo con la boca era bueno por que el siempre me pedía que se la mamara, esta vez me tomó rápidamente de la cabeza, indicándome que me parara, enrolló mi falda a mi cintura, mientras su boca se encargaba de mis senos, ya fuera de mi blusa, levantó una de mis piernas con una de sus manos mientras que la otra buscaba el elástico de mi tanga para jalarla hacia un lado y calzarla en una de mis glúteos, con sus dos manos me tomó de mis nalgas levantando mi ligero cuerpo para irlo bajando lentamente buscando la unión de su verga con mi rajadita, cuando se encontraron nuestros sexos una de mis manos acomodó su verga en el punto justo de penetración, para que el dejara que la gravedad hiciera el resto.
Dejó que mi cuerpo cayera por su propio peso y que su pene ocupara el espacio disponible para el, la sensación fue placentera, apreté mis labios ahogando el grito que deseaba exclamar, al sentir su verga plenamente dentro de mí, con sus manos en mis nalgas y las mías en su cuello la cogida fue fenomenal, furiosa, rápida con una velocidad que ameritaba el momento que teníamos para ese fin, ya que su mujer lo esperaba.
Mi orgasmo fue inmediato, tallando mi sexo lo mas fuerte que podía en el, y esperando su venida, esta no llegó antes de que me viniera por segunda vez, disfrutaba de mi segundo orgasmo cuando el empezó a venirse, apretando mi cuerpo contra la pared para tratar de introducir su pene hasta lo mas profundo, su venida me excitó grandemente ya que el volteaba a la vez hacia su casa.
Después de satisfacernos, el me besó furiosamente metiendo sus manos en mi cuerpo semi tapado por mis ropas, para despedirse y dirigirse a su casa, dejándome reponiendo mi respiración y de la sensación de placer que todavía embargaba mi cuerpo, para después recomponer mis ropas y también dirigirme a mi casa.
Después de esa posesión fueron como cuatro meses de desenfreno, en que casi cogíamos a diario, el me ayudaba económicamente, y yo le ofrecía mi cuerpo, dejándolo a su disposición para embriagarse de el y hacerme sentir a la vez la sensación de satisfacción a mi natural calentura. Era su puta privada, por que así me trataba cuando estábamos juntos, me decía que era su puta, que me moviera como una zorrita que era, le gustaba que yo le dijera que era su puta, escucharme decirle que me cogiera como una puta, le excitaba al máximo, utilizar lenguaje como ese era el aliciente a nuestra calentura.
Después la intensidad de nuestras entregas bajaron, debido a mi embarazo, ya con una prominente barriga de por medio, es embarazoso entregarse a la lujuria desenfrenada a la que estábamos experimentando, de hecho lo hacíamos con el mayor cuidado, tengo que reconocer que fue comprensible conmigo en mi estado de gravidez, aún así el procuraba encontrar la mayor satisfacción posible y también satisfacerme a mí, también me ayudó en mi alimentación y para que tuviera ejercicios en un hospital para que me fortaleciera.
La última vez que tuvimos relaciones antes del parto, el llegó con un estado de embriaguez considerable, cuando entré a su cuarto, el me despojó de mi ropa, el ya estaba desnudo esperándome, de pie ante el me metía mano en mi rajadita sin importar mi abultado abdomen, así me hacía sentir mas satisfacción, me recostó de lado en la cama y poniéndose detrás de mí me penetró en mi sexo, provocando que gemidos salieran de mi garganta, me gustaba como me poseía, a pesar de ser cuidadoso, utilizaba una forma fuerte de hacerme sentir su hombría en mi sexo, en esa misma posición, el me poseía por mis dos agujeros, me penetraba por el culo, haciéndome sentir fogosas sensaciones de placer.
Esa noche me sorprendió al decirme que tenía un regalo para mí, fue grande mi sorpresa al sacar el de debajo de la almohada un falo de goma de considerable tamaño, un poco más grande que el de su verga, me dijo que era una obsesión que tenía, de verme penetrada por una verga que no era la suya, al decirme esto ya su verga entraba en mi boca mientras que con la mano ponía en la entrada de mi rajada ese aparato de goma y mientras me decía cosas sucias me penetró con él.
-Así putita, mámame la verga, mientras otra verga te coge, yo nunca acerté a decir nada solo me dejé hacer por el lo que quiso, esa noche me penetró con ese aparato por mis dos agujeros mientras yo le mamaba la verga
Debido a su embriaguez no se venía, demoró cogiéndome con su nuevo amigo de la mejor forma que podía, el hecho de no venirse hizo que yo tuviera varios orgasmos, cuando ya no pude mas, le dije que me dejara hacerlo venir.
Lo hice pararse frente a mí, y tomando su verga, se la empecé a jugar con la mano, para después meterla a mi boca y mamársela, así de esa manera el logró venirse, solo que lo hizo dentro de mi boca, y tuve que probar por primera vez el semen de él.
Al llegar mi noveno mes ya ninguno de mis hombres me tomó, mi marido desde antes, ya no quiso tener relaciones conmigo, diciendo que era por la salud del bebé. Y don Agustín también preocupado por mi embarazo, solo me tomó de vez en cuando, pero ninguno de ellos me preguntó si yo quería o no, y mi cuerpo, acostumbrado a mucho sexo, lo reclamaba, pero me tuve que acostumbrar a estar sin sexo. Tenía que esperar a mi parto y la maldita cuarentena.
El embarazo y posterior parto de mi segundo hijo que fue una niña, embarneció aun más mi cuerpo, con la ayuda de don Agustín pude llevar una dieta equilibrada, y un ritmo de ejercicios que le hizo mucho bien a mi cuerpo.
Había rebasado ya la cuarentena posterior a mi parto y me encontraba en mi humilde cuarto, mi hijo ya de 5 años, veía la televisión, y mi pequeña hija dormía placidamente en una pequeña y sencilla cuna, regalo de don Agustín, pero cuando menos ella tenía ese privilegio de tener donde dormir, algo que yo nunca tuve y que pensé mis hijos tampoco disfrutarían.
Me miraba al espejo, mis pechos se veían enormes, por la leche acumulada en ellos para amamantar a mi nena, los pezones por su tamaño sobresalían bajo mi blusa, veía mis caderas que se habían ensanchado y afirmado mas, mis faldas la abarcaban con dificultad ya que sentía se habían agrandados mas, mi cintura aún sufrían los estragos del embarazo, por que me sentía aun inflamada del abdomen, pero no era en eso en lo que pensaba mas, sino en la sensación de vacío en mi cuerpo, este reclamaba ya después de mas de tres meses de abstinencia, del sexo que era lo que me llenaba, mis pechos palpitaban y me dolían los pezones, no se si era por la carga que llevaban o por la falta de caricias, mi entrepierna se me humedecía y sentía cosquilleos en ellas, instintivamente una de mis manos fue hacia mi entrepierna, subiendo la falda que en esos momentos vestía, hasta llegar mi mano a la delicada tela de mi pantaleta, acariciando fortuitamente mi entrepierna para entregarme a mis sensaciones, reaccioné al escuchar el llanto de mi nena, fui a lavarme y dedicar el tiempo a ella.
Mientras amamantaba a mi bebé, mi mente repasaba la noche anterior en que acercándome ami esposo reclamaba sus caricias, y obtener su rechazo argumentando mi poco tiempo de parto, dejándome con las ganas, don Agustín, me había visitado recién había dado a luz para llevarme la cunita de la niña y una que otra visita mas para ver como estaba pero nada mas.
Pero mi cuerpo ahora reclamaba lo que le hacía falta, sexo, la parte complementaria de mi ardiente vagina, que no era otra cosa que un pene que llenara ese vacío de mi cuerpo que solo se saciaría con un hombre que me llenara.
El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos, era don Agustín; -hola putita, como estás?- fue su saludo.
Conversamos de nosotros y me dijo que me visitaría esa noche, que me preparara y vistiera sexy que tenía ganas de saborear mi cuerpo, esa llamada despertó de nuevo esas sensaciones de mi cuerpo, y ansiosa esperé que oscureciera para que el llegara.
Lo esperé vestida solo con un ligero vestido de tirantes que tenía, de color rojo; y debajo solo una minúscula tanga de color rojo también, esperé su llamada que llegó casi a medianoche, para acercarme a la parte posterior de su casa, la puerta ya estaba abierta así que entre en el cuarto y ahí me esperaba el, recostado en la cama que había ahí, totalmente desnudo, al verme llegar se levantó avanzando hacia mí, para tomarme entre sus brazos, tomándome de las caderas para besarme, el beso fue largo, lujurioso, queriendo reponer el tiempo que no habíamos estado juntos, ya sus manos recorrían mi cuerpo por encima de mi vestido, y yo ya gemía de pasión, cuando sentí sus manos deslizarse por debajo de mi vestido, hacia mis nalgas una, y la otra hacia mi entrepierna, solo separé mis piernas para que me acariciara a gusto.
Mis gemidos eran ya altos y los jugos que manaban de mi rajadita, denotaban mi entrega, me vine rápidamente solo con las caricias de sus manos, con mis manos me aferraba a sus brazos mientras mi cuerpo se sacudía en palpitaciones y mi boca gemía sintiendo el gozo natural de mi cuerpo.
Don Agustín deslizó los tirantes de mi vestido por mis hombros y dejó caer mi vestido, dejándome en tanga, tomándome de las manos me hizo dar la vuelta y oprimiendo su cuerpo detrás de mí me sobó suavemente los pechos, estos hinchados por la lactancia, pronto empezaron a dejar fluir el líquido amamantador, el siguió con su tarea, parecía que disfrutaba con esto, y la forma en que lo hacía me gustaba. –Qué rica lechita mamita, pareces una vaquita-. Me dijo mientras esa leche salía de mis pechos, teniéndome así de espaldas me hizo doblar y apoyarme en la cama con las manos manteniendo mis piernas sin doblar y separándomelas, haciendo a un lado la tira de mi tanga colocó su verga en la entrada de mi ardiente vagina.
Solo necesitó empujar tantito su cadera para que su verga se deslizara completamente por mi vagina, era tanto la lubricación que tenía que en cuanto lo sentí deslizarse dentro de mí, me empecé a mover al ritmo de sus embestidas, una de sus manos me jalaba de la cadera y la otra pasaba de mis pechos a la parte superior de mi vagina, tallando mi botoncito, haciéndome venir rápidamente por segunda vez.
Don Agustín al darse cuenta de mis gemidos más intensos y gritos, me tomó con ambas manos de la cadera para taladrarme dura y rápidamente, haciéndome casi perder el equilibrio.
Yo me fui de bruces sobre la cama, y el sacando su verga de mi entrepierna, me dejó acomodar a mi gusto, me tiré boca arriba y abriendo las piernas y haciendo a un lado yo misma mi tanga esperé que me embistiera de nuevo, apoyándose con una mano en el colchón y con la otra dirigiendo su inhiesta vara hacia mi rajada, se volcó sobre mí, de nuevo su verga me penetró y empezó a sacarme más gemidos de placer, le gustaba oírme gemir y gritar.
-Te gusta putita, te gusta cómo te penetro, como entra mi verga dentro de ti?
-Si, viejo, me encanta, cógete a tu putita, soy tu puta, tu perrita, cógeme hasta que te canses, que por eso estoy aquí, para que me hagas totalmente tuya, como tu puta que soy-.
-Sí, pues ponte como una perra, en cuatro para que te coja perrita-.
Saliéndose de mí, dejó que me acomodara de nuevo, y obediente a lo que me decía, me puse como una perra esperando que me penetrara. Su verga se deslizó de nuevo dentro de mí, con mi tanga de lado como a él le gustaba cogerme, me tomó de la cadera para embestirme con fuerza y rapidez, mientras yo enterraba la cara entre las sábanas de esa cama que era mudo testigo de nuestra lujuria.
-Ah perrita, como me encanta tu rajita, me enardece como me aprisiona la verga, así me gusta cogerte como una perrita, me haces sentir riquísimo en mi verga, dime que tan putita eres perrita.
Entre jadeos y suspiros de placer le contestaba. -Si viejo, soy una gran puta, tu puta, para que te sacies con tu perra, cógeme sin piedad, dame tu verga hasta que te sacies, dame por el culo mi vida, penétramelo, hazme sentir que soy tu puta.
Decirle eso lo enardecía más y mas fuerte eran sus embestidas, sacó su verga de mi vagina, para apoyarla en la entrada de mi culo, me lo tallaba entre mi vagina y culo, a lo que desesperada por sentirla de nuevo le urgía: -Ya dámela viejo, mete tu verga en el culo de tu puta, hazme sentir tu puta.
La embestida fue a morir, ya que me penetró de un solo envión, su verga se deslizó de una manera rápida y fácil al interior de mis entrañas, y sin dejarme tomar aire empezó a taladrar mi agujero posterior, me embestía furiosamente como me tenía acostumbrada, yo solo gemía, tratando de no gritar del placer inmenso que me proporcionaba, una de mis manos fue a mi clítoris para tallarme con ansias buscando el encuentro con un orgasmo que no tardó en fluir de mi ardiente cuerpo, como saciándose después de un largo ayuno.
Me desmadejé cayendo de bruces sobre la cama, el se salió de mí, y dándome vuelta me puso bocarriba, alzando mis piernas me las abrió dejando expuesto mi sexo hacia donde apuntaba su verga, esta me penetro nuevamente por mi culo, yo solo lo dejaba hacer, de pronto sentí que mi rajada era invadida, haciéndome salir de mi letargo, alcé la cabeza para ver que me hacía, y me encontré primero con su rostro que me miraba lujurioso, y al bajar la vista, vi como con una de sus manos maniobraba el aparato de goma que usábamos en nuestras sesiones de sexo, pero ahora me penetraba al mismo tiempo con ella en mi rajada mientras su verga me taladraba mi culo.
-Mira como te cojo putita, siente como eres penetrada por dos vergas-.
Mientras decía eso me miraba con lujuria, y su verga y su mano con el falo de goma me penetraban vigorosamente. –Que sientes perrita, que siente mi putita con sus dos huequitos siendo cogidos-.
-Si vidita, así coge a tu perrita, que rico me haces sentir, goza de mí maldito, hazme mas puta de lo que soy-.
-Quiero que sientas así pero con dos vergas de verdad perrita, quiero que seas mi putita completa, que dos vergas te penetren al mismo tiempo, quiero entregarte a oros hombres que disfruten de tu cuerpo, quiero ver cómo te penetran, como entra otra verga en tu panochita y en tu culo, como le mamas la verga a otros hombres, quiero verte como una puta de verdad, ¿Me vas a dar gusto putita?-
Presa de la lujuria desatada de mi garganta salió lo que él deseaba. –Sí maldito viejo, haré lo que quieras, seré tu puta de verdad, quiero sentir dos vergas al mismo tiempo, que veas como otros hombres me cogen-.
Decir esto y sentir como un gran orgasmo me sobrevenía fue una sola cosa, de mi garganta solo salieron gritos de placer que sin nada por evitarlos fluyeron al unísono de los estertores de mi cuerpo que presa de este último orgasmo, se agitaba bajo el cuerpo de don Agustín, finalmente el viejo se vino dentro de mi culo, bañando mi recto con su semen, mientras se agitaba dentro de mí, emitiendo gemidos de placer, su cuerpo se desmadejó sobre el mío, y nuestros jadeos se unieron al intentar reponer la tranquilidad a nuestros cuerpos, fue una entrega salvaje, un encuentro por demás esperado para satisfacer la ansia que mi cuerpo reclamaba. Finalmente ya saciada esa sed de placer, mi cuerpo se adormeció al lado de don Agustín, dormité un rato para reponerme.
Había pasado un buen rato, cuando reaccioné, don Agustín estaba al lado mío completamente dormido, me levante buscando mi teléfono para ver la hora, eran pasadita de las 3 de la mañana, mi corazón dio un vuelco, mi marido, pensé, me vestí rápidamente y con sigilo salí de esa casa, me metí a mi casa y con cuidado busqué indicios de su llegada, pero no había nadie, solo mis pequeños hijos, respiré con tranquilidad, apresuradamente me di un baño sin mojarme el pelo para que mi marido no se diera cuenta, mi tanga la remoje y la dejé en un cubo remojando con otras ropas para disimular y me metí a la cama, mi cuerpo se sentía satisfecho, 4 orgasmos me habían relajado, mi culo resentía el tratamiento, pero nada como para impedirme dormir, no sé a qué hora llegaría mi marido, solo sé que desperté hasta el amanecer por el llanto de mi nena, que reclamaba su leche, mi marido dormía al lado mío, me paré y mientras le daba mi pecho para amamantarla, no pude evitar un escalofrío al recordar lo que esos pechos habían recibido esa noche.
Después de esa noche, cada encuentro que tenía con don Agustín era de lujuria descontrolada con su nuevo juguetito, con él en sus manos me hacía lo que quería, me hacía venirme infinidad de veces, llegué a contar en una ocasión hasta 7 orgasmos en sus manos, el me penetraba de la misma forma en que me había acostumbrado, pero cuando me tomaba con su «amiguito» era yo solo un juguete en sus manos.
Solo que ya se había convertido en una obsesión lo de que me quería entregar a otros hombres, yo lo aceptaba en plena calentura pero ya en frío lo negaba y nunca salimos de esa posición.
Algo vino a cambiar nuestra relación, el dueño de las casas donde vivíamos nos dijo que construiría una casa nueva donde el viviría y que tiraría las casas donde rentábamos, aclarando que eso llevaría su tiempo, pero no hay tiempo que no se cumpla, así que el primero en desocupar fue don Agustín y su familia, ya que en esa posición empezarían la construcción de la nueva casa. Esto trajo algunos inconvenientes para vernos, ahora teníamos que buscar que fuera muy de noche o salir yo e ir a un hotel, aunque esto no era muy fácil por mis hijos. Total que nuestros encuentros escasearon.
La construcción de la nueva casa, trajo otros inconvenientes, como fueron los trabajadores que se ocuparían de la construcción, eran en total 5 trabajadores, uno que le decían maestro y que era el que decía como se hacían las cosas, otros 2 albañiles que se ocupaba de los trabajos y 2 más que eran los ayudantes y hacían de todo, y había un sexto mas, que no estaba siempre pero llegaba varias veces durante el día o en la semana, era un ingeniero y era el jefe de todos. La casa de enfrente casi desapareció, ya que la tiraron quedando solo un cuarto en pie, que era el cuarto donde siempre habíamos tenido nuestros encuentros don Agustín y yo, en una ocasión en que se habían ido todos me asomé a ese cuarto y me sorprendió ver que aun se encontraba la cama donde muchas veces me entregué al viejo.
Yo me mantenía en mi casa, que por estar al fondo, no interfería en nada con la construcción, lo único que me incomodaba era que al tender mi ropa después de lavarla, esta quedaba a la vista de cualquiera que quisiera verla, sobre todo mi ropa interior, que siempre la tendía en el rincón más lejano a ellos, por cuestión de encuentros con ellos, por tener que pasar por donde trabajaban para salir a hacer compras o al entrar, los empecé a saludar, hasta que una tarde el maestro que se presentó como Julián, me pidió que si no les podía hacer comida para todos, y que de esta manera me ganaría un dinero extra, como se prestaba para ganar algo, acepté y todos los días les preparaba comida, que luego les servía, ellos se acercaban al zaguán del frente de mi casa a comer en una mesa que ellos mismo fabricaron y ahí comían.
Todo bien hasta ahí, solo trataba con ellos a la hora de la comida, y los sábados me pagaban, era un dinero extra, que a mi marido le pareció bien para ayudar a la casa. Ellos en ocasiones se quedaban hasta noche, algunas veces bebiendo, sobre todo los sábados, y uno de esos días en que se quedaban tarde yo salí a comprar a la tienda con mi hija en brazos y mi hijo al lado mío, ellos se me quedaron mirando de una manera diferente a como me veían siempre, quizás por que traía una minifalda, cuando regresé, don Julián estaba fuera de la construcción y me saludó diciéndome que estaban celebrando su cumpleaños, que me invitaban a convivir con ellos, que tenían comida y cervezas, le dije que yo no bebía y que gracias pero mis hijos me necesitaban. El me dijo que me esperaban a que se durmieran y que los acompañara, solo le dije que gracias y que vería.
Pasó parte de la noche serían como las 9 de la noche y ya mis hijos dormía, yo me encontraba lavando los últimos trastes, cuando observé que alguien se acercaba por la ventana, era don Julián que nuevamente me invitaba, mi dijo que habían comprado unas caribes para mí, que son unas bebidas dulces con alcohol. Me dije a mí misma que por qué no y le dije que en un momento iba.
Cuando llegué a ellos, solo se encontraban, don Julián con uno de los albañiles y uno de los ayudantes, además del ingeniero, que se encontraba en el baño, los otros ya se había ido según me dijeron, la construcción solo constaba de las paredes, sin techo, pero ocultos de la vista de la gente, me dieron una bebida y brindé con ellos, me ofrecieron de comer pero no acepté porque ya había cenado, tenían música de una grabadora, no acostumbrada a beber me bebía rápidamente las caribes, que no se sienten pero si se suben a la cabeza, me invitaron a bailar, que ya presa de los estragos que empezaba a hacer la bebida en mi, acepté y bailé con cada uno de ellos. Me disculpé de ellos para ir al baño y me fui a mi casa a hacer de mis necesidades, cuando regresé hablaban entre ellos, y sin que se dieran cuenta escuché que hablaban de mis pechos, cuando me vieron callaron, yo les pregunté que decían, a lo que el ingeniero me dijo que discutían acerca de que si mis pechos eran naturales o eran de eso que con ayuda del brasier hacía que se vieran así, me avergoncé de la respuesta directa por preguntona, pero ellos siguieron hablando de mis pechos, que si se me veían bonitos, que si llamaban la atención, hasta alguno de ellos dijo que envidiaban a mi nena. Yo solo les dije que eran naturales, que no necesitaba de nada para ser como eran.
Don Julián, me dijo que porque no les mostraba su naturaleza, a lo que me negué.
Acercándose a mí, me dijo: -Denos gusto solo de ver que tan naturales son, solo eso, es mas solo le pedimos que se quite el brasier y poder ver como son así libres bajo la blusa-.
Me avergoncé del rumbo que había tomado la conversación, pero a la vez mi naturaleza extremadamente ardiente afloró, haciéndome sentir palpitar mis senos y entrepierna, seguimos bebiendo, la bebida y la plática me hizo sentir más ardiente, ellos insistía en lo mismo y yo a negarme.
De nuevo la necesidad de ir al baño, me hizo salir de ahí y fui al baño de mi casa, ya estando haciendo mis necesidades, sentía como mi entrepierna palpitaba, pensé en lo que me decían y sin pensarlo más me saqué la blusa y finalmente el brasier, me puse la blusa nuevamente y palpé mis pechos, los pezones erectos por la calentura que sentía se notaban mucho, pero aun así, me dirigí a ver si mis hijos estaban bien antes de ir hacia ellos.
Al llegar con ellos de nuevo, pronto notaron el cambio y en silencio 4 pares de ojos fueron a mis pechos, sentí que mis pezones crecían aún mas, sin denotar nada ante ellos tomé mi bebida y me tomé lo que quedaba de ella de un golpe, ellos alabaron el cambio.
-Que hermosa visión- comentó el ingeniero, mientras se ponía frente a mí y sin reserva veía mis pechos. Don Julián solo expresó: -Gracias por este regalo señora-.
El ingeniero osadamente se acercó a mí y me dijo: -Quisiéramos que nos los mostrara al natural para tener la dicha de ver lo hermosos que son-.
Me rodearon los 4 y coreando decían; -Sí, que los enseñe-. Yo me quedé sin saber qué hacer y en un arrebato, me levanté la blusa exponiendo ante la vista de esos hombres mis hinchados pechos, presas de la excitación y de la carga de leche que todavía tenían. Ellos se pusieron eufóricos ante lo que veían y de pronto el ingeniero me dice:
-¿Oiga y sus pantaletas, de que tamaño son, son tangas o manga larga? No me esperaba eso pero antes de que alguien dijera algo más, mis manos fueron a la orilla inferior de mi mini falda, levantándola lentamente dejando ver mis muslos y al llegar a la entrepierna me detuve para observarlos, ellos tenían sus ojos clavados en esa parte de mi cuerpo, alcé definitivamente mi mini y mis nalgas quedaron expuestas a ellos al igual que mi triangulo frontal, una tanga blanca cubría mis vellos púbicos y mi entrepierna, mientras que una delgada tira se introducía por en medio de mis nalgas y finalizaba arriba con otro pequeño triángulo, ninguno dijo nada solo me observaban.
Osadamente don Julián se acercó a mí y una de sus manos fue hacia mis pechos, palpándolos, yo permanecí muda, su mano viajaba de un seno a otro, pellizcando mis pezones, pronto otro de ellos, estaba detrás de mí palpando mis nalgas, una mano se introdujo por el frente de mis piernas oprimiendo mi sexo por sobre la tela de mi tanga, en ese momento cerré mis ojos y un gemido escapó de mi boca.
Fue el detonante rápidamente mi blusa fue sacada por sobre mi cabeza al mismo tiempo que alguien mas bajaba lentamente mi tanga, quedando solamente con la falda enrollada en la cintura, pronto 8 manos recorrían mi cuerpo apoderándose de cada uno de mis zonas erógenas, mi rajadita, nalgas, senos, cuello espalda, piernas, todo mi cuerpo era avasallado por esas manos deseosas de mi cuerpo.
Llevémosla adentro fue la orden de don Agustín y me introdujeron al cuarto que todavía quedaba de pie, me acercaron a la cama y me sentaron en ella, don Julián se acercó frente a mí, y con sus pies, me hizo separar mis piernas, quedando totalmente expuesta sentada frente a el, observé como se sacaba su verga del pantalón y lo acercaba a mi rostro, me tomó de la cara con una mano mientras con la otra sostenía su verga y me la acercó a la boca, yo solo abrí mi boca y me introdujo su verga, empezando un metisaca con ella, alguien mas por detrás de mi me acariciaba los pechos, que escurrían la leche almacenada en ellos, también sentía otras manos acariciando mis piernas y entre ellas, alguien mas me besaba en el cuello y hombros y buscaba mis senos también.
Don Julián sacó su verga de mi boca y empujándome de los hombros me hizo recostar, quedando con las piernas abiertas en clara invitación a penetrarme, el terminó de bajar su pantalón y se recostó sobre mí dirigiendo su verga en la entrada de mi sexo, la penetración fue, fuerte y profunda sin delicadeza, sentir una verga dentro de mí me hizo cerrar mis ojos y gozar de sus embestidas, los otros no se quedaban atrás y sus manos recorrían la parte del cuerpo que quedaba a su disposición, mis pechos no tenían reposo, ya unas manos, ya unas bocas las profanaban, pero eso era lo que mas me enardecía, una verga mas buscaba mi boca y me dejé penetrar por ella, mamando una verga mientras otra me saciaba en mi ardiente vagina, no me dieron reposo en ningún momento, se alternaban gozando cada uno de mi cuerpo, perdí la cuenta de mis orgasmos, ellos al darse cuenta de mis constantes venidas me hablaban diciéndome que me viniera mas veces, que gritara, que les pidiera que me cogieran y muchas cosas mas, que yo ya desatada les obedecía, uno a uno se fueron saciando y viniendo, algunos se vinieron en mi vagina, uno de ellos en mi boca, y otros en mis pechos, me imagino que algunos se vinieron mas de una vez, por que fueron varias venidas de ellos que sentí.
Quedé desmadejada en la cama, mi respiración era agitada mientras me reponía, sentía sus cuerpos alrededor mío, poco a poco fui quedando sola en la cama, al llegar la calma y abandonarme la excitación de mi cuerpo, mi mente, ya fría, se negaba a aceptar el hecho, no quería abrir los ojos por temor a verlos a la cara, una señora casada, aparentemente decente, que solo los trataba, se había entregado ardientemente a esos 4 hombres, que sin restricciones gozaron de su cuerpo.
Me senté en la cama sin mirarlos, de hecho solo se encontraban dos de ellos terminado de vestirse, busqué mi poca ropa que me habían quitado, encontrando mi blusa y tanga en la cama, me la puse rápidamente, acomodando la falda enrollada en mi cintura, busqué mis sandalias, encontrándolas al lado de la cama, me puse de pie meditando aún como salir de ahí.
Don Julián se acercó a mí, tratando de decirme algo, a lo que lo evadí buscando la salida e irme deprisa a mi casa. Al llegar a ella me desnudé rápidamente, dirigiéndome al baño, mi marido no tardaría en llegar, me bañé y metí mi ropa usada en la parte mas baja de mi ropa sucia tratando de ocultar mi desliz, pero era solo aparentar, y no era la primera vez, que esto pasaba.
Asimilar la situación no fue fácil, afortunadamente mi marido se había refrenado un poco en cuanto a poseerme, por mi aparente estado de recién parida, pero no sabía lo que hacían con mi cuerpo en su ausencia, al siguiente lunes me ubiqué y preparé la comida como siempre, mi marido estaba en casa, a la hora de la comida, saqué la comida, la dejé en la mesa y dejé que ellos solo se sirvieran y no me acerqué mas, me quedé con mi marido dentro de la casa.
Cuan do mi marido se fue, ellos ya habían acabado de comer, así que solo recogí las cosas y las llevé dentro para lavarlos, pasaron varios días casi en la misma situación, hasta que llegó el sábado, esa semana entre semana, llegó don agustín a reclamar mi cuerpo para su satisfacción, casi a media noche y me cogió dentro de mi casa, en la misma cama en que dormía con mi marido, me hizo lo que quiso, presa de la calentura que me poseía, hablando del sábado, ya de noche, tuve que platicar con don Julián, ya que me tenía que hacer el pago de los alimentos, se acercó a mí y me dijo que me llevaba mi dinero, me lo entregó, no sin antes decirme que lo que había pasado sería un secreto para todos, que no dirían nada, yo no decía nada, solo escuchaba, el me dijo que había sido el regalo mas hermoso que había recibido en su vida, que había disfrutado mucho con lo que le había ofrecido, como yo mantenía la vista baja y en silencio el lo interpretó como una sumisión y se acercó a mí, cuando reaccioné ya una de sus manos estaba en mis nalgas y la otra en mis senos, manoseándolos por sobre la ropa, ante mi silencio siguió avanzando subiendo mi falda, acariciando mis nalgas por sobre mi pequeña tanga.
Tomándome de la mano me jaló hacia la construcción y dócil me dejé llevar, ya dentro de ella me metió al cuartito donde estaba la cama y con mucha calma procedió a desnudarme completamente, quitándome mis prendas una por una, saboreando lo que hacía, una vez desnuda se empezó a desnudar el, y con la verga erecta ya, se acercó a mí y tomando una de mis manos la puso en verga, esta palpitaba y yo se la empecé a acariciar y a masturbar mientras el me besaba e introducía sus manos en mi cuerpo, así de fácil fue mi entrega de nuevo, a este hombre por segunda vez, me llevó a la cama y me puso en cuatro, de perrita, y puso su verga en la entrada de mi sexo, penetrándome fuertemente, tomándome de las caderas para asegurar su presa, yo comencé a gemir gozando de sus embestidas, toda una perra, una puta que a la menor insinuación se ofrecía a un hombre buscando saciar su calentura, me estuvo poseyendo de la forma en que quiso y en que le di gusto, hasta que se vino dentro de mí, ya una vez satisfechos, me abrazaba y me decía lo buena que estaba, lo hermosa que era, me aseguraba que nadie diría nada y que solo quería disfrutar de mi, sin perjudicarme y que me ayudaría económicamente, que el dinero que me había dado había una cantidad extra de parte de todos que el les pidió para ayudarme, platicamos un rato de varias cosas, y al final cuando se fue ya tenía un hombre mas que me ayudaría y que disfrutaría de mi cuerpo.
3 hombres disfrutaban de mi cuerpo, mi marido, don Julián, y don Agustín, aunque este mas escasamente, mi marido había retomado su ímpetu y casi me cogía a diario, don Julián unas 2 veces por semana y don Agustín mínimo una vez por semana me visitaba, hubo un día en que los tres me cogieron el mismo día, ese día mi esposo amaneció con ganas y me poseyó antes de que mis hijos despertaran, terminado de darme por el culito, esa tarde ya casi de noche , mi marido trabajando y ya se habían ido los trabajadores, don Julián me buscó y lo acompañé a la construcción donde solo me levantó mi mini que traía y me hizo a un lado la tanga para poseerme parados, el cuartito donde nos veíamos ya no existía, fue una cogida rápida, de hecho así eran los encuentros con el, de rapidín y en posiciones espontáneas, y para rematar don Agustín me avisó que me visitaba a media noche, lo esperé y dentro de mi casa sin remordimientos de ninguna clase me entregué a el, en la misma cama donde mi marido me poseía, tres hombres diferentes en un mismo día, era una real puta, aunque faltaba mucho mas para realmente ser una puta.
Dirán que pasaría con los otros hombres que me poseyeron aquella vez y solo diré que uno de ellos, el ayudante, que estaba joven y de buen ver, me habló y me convenció y sin que don Julián lo supiera me poseyó algunas veces, cuando se iban todos, el regresaba y me tomaba.
Pero surgió una ocasión en que de nuevo tuvieron la oportunidad de tomarme entre los 3, ya que el ingeniero nunca mas lo volví a ver, al menos para eso, de nuevo una invitación a beber unas caribes, y ya con ellos 3, entonados me insinuaban pero ninguno se animaba, todo comenzó cuando uno de ellos había ido a comprar mas bebidas y otro estaba en el baño, don agustín me empezó a besar y acariciar, cuando entró el otro albañil, que sin decir nada se acercó también y me empezó a meter mano, pronto ya mis senos estaban al descubierto y yo presa de la excitación, entregada a ellos, de pronto entre escuché el llanto de mi nena y zafándome de sus brazos me fui ami casa, efectivamente, mi hija se había despertado y lloraba, la tome en brazos y le di de comer de mis pechos, no se dormía, cuando por la ventana don Julián me hablaba diciéndome que me esperaban, le dije que mi hija no se dormía, que ya no iría, el insistía, pero yo me negaba, y me dijo que fuera, que solo me tomara las bebidas para que no se quedaran y ya se irían ellos.
Acepté y con mi hija en brazos fui de nuevo con ellos, yo la cargaba y bebía mi botella, ellos solo me miraban, hasta que el ayudante se acercó a mí y me empezó acariciar las nalgas, yo me removía, negándome, se acercaron los otros dos para hacer su labor, me subieron la falda y buscaban liberar mis pechos, yo trataba de negarme por mi hija pero ellos no estaban dispuestos perder esa oportunidad.
Don Julián tomó a mi hija en sus brazos y dijo que la cargaría mientras yo disfrutaba, cuando quedé libre de mi hija, 4 manos se encargaron de desnudarme, y llevarme ala cama que ya habían preparado, sabiendo que disfrutarían de su premio, que no era otro que mi cuerpo, pronto mi entrepierna era succionado por la boca de uno de ellos mientras otra boca se apoderaba de mis senos, besándolos y mordisqueándolos, yo estaba entregada a ellos cuando se escuchó el llanto de mi hija, me incorporé quitándolos de encima de mí y corrí por ella, ya don Julián me la traía, la tomé en mis brazos, pero me tomaron del brazo y me llevaron a la cama de nuevo y me recostaron en ella con mi hija en brazos, yo calmaba a mi nena hablándole al oído y acariciándola y una verga entraba en mi sexo, yo gemía y a la vez contentaba a mi nena.
De esa forma fui poseída por ellos, sin importarles que mi hija estaba conmigo, ella en mis brazos y ellos entre mis piernas, lo peor de todo esto era que a mí no me importaba, disfrutaba de la cogida que me daban, me voltearon invitándome a ponerme en cuatro, ya así con mi hija acostadita y yo acariciándola ellos me poseían por detrás, me cogieron los 3, hasta que se saciaron, yo me vine varias veces, hasta que al final me dejaron en paz, tirada en la cama con mi hija, satisfecha pero con cierta culpabilidad por mi hija, hasta ese grado había llegado, de no importarme mi hija por saciar mi calentura, me vestí lo mas rápido que pude y me fui rápidamente a mi casa, y vuelta a la misma rutina de quitar de encima de mí los vestigios de mi putería.
Hubo una ocasión en que mi marido descansaba de su trabajo y eran como las 9 de la noche, el se encontraba tirado en la cama viendo la televisión, yo me encontraba recogiendo las cosas de la cena, cuando vi que don Julián me hacía señas, quería que saliera, me hice la desentendida y seguí con lo mío, ya mas tarde tuve que salir a recoger ropa que había dejado colgada fuera, atrás de mi casa, estaba en lo mío, cuando sentí que me tomaban por la cintura con una mano y con la otra me tapaban la boca, era don Julián, que me hacía gestos de que guardara silencio, me tomó las prendas que tenía en las manos y me arrastró hacia la parte mas alejada, pero de pronto me acercó a la ventana que daba al cuarto de mi casa y desde ahí se veía mi marido acostado semi dormido dizque viendo televisión.
Don Julián me alzó el vestido desde atrás dejando al descubierto mis nalgas, me hizo reclinar sobre la pared cerca de la ventana, sentí que hacía sus movimientos sacando su verga que pronto haciendo a un lado mi tanga la puso en la entrada de mi rajadita, me la dejó ir de un golpe, mientras yo observaba a mi marido dormitar, el tranquilo acostado mientras a su esposa otro hombre la poseía por el trasero, yo me mordía los labios para no gemir mientras don Julián me penetraba y me acariciaba los pechos por encima del vestido, me tomó de las caderas para hacer sus embestidas mas rápidas y fuertes, yo me vine inmediatamente, el morbo de ver a mi marido dentro mientras este hombre me cogía sin misericordia era muy excitante y me calentaba mas, al fin se vino don Julián, embistiendo mas fuertemente y tomándome de la cintura como para evitar que me le escapara y mientras me besaba el cuello, diciéndome lo rico que era cogerme. No puedo descifrar que era lo que me impulsaba a ser como me estaba comportando, una puta entregada a la menor provocación, varios hombres en un lapso de unos meses ya habían y seguían disfrutando de mi cuerpo, que según mi marido y don Agustín ahora era mas torneado, mis caderas eran mas grandes al igual que mis nalgas, mis pechos quizás por la lactancia, habían crecido, pero conservarían ese tamaño, voluminosos y con dos pezones grandes, del tamaño de un dedo pulgar.
Durante casi un año que duró la construcción de la casa, esos 3 hombres disfrutaron de mi cuerpo, muchas veces, unas veces solos, y algunas todos ellos juntos.
La última vez fue cuando ya habían terminado la construcción y para despedirse, bebieron desde en la tarde y nos invitaron a mi esposo y a mí a la despedida, como el descansaba, aceptó y estuvimos compartiendo con ellos hasta ya entrada la noche, resultado, todos bebidos, pero ya en plena carrera, ellos empezaron a insinuárseme y yo ya caliente por el alcohol y mi naturaleza, aceptaba sus resbalos y los dejaba acariciarme discretamente sin que mi esposo se diera cuenta, cuando mi esposo iba al baño entre los 3 me manoseaban y deseaban, y se aplacaban cuando el llegaba, imagínense como me tenían, mi entrepierna, se derretía por la excitación a la que me mantenían, o cuando yo iba al baño se las ingeniaban para alguno encontrarme por el camino y jalarme a los oscuro para besarme y manosearme, uno de ellos incluso me abrió el short de mezclilla que yo traía para bajármelo y sacar su verga y penetrarme de rapidito, pero sin llegar a mas por el miedo a mi marido.
Ya avanzada la noche, de pronto ya mi marido estaba dormido, eso es lo malo en el, que el alcohol lo duerme, ellos lo movieron y como vieron que el no reaccionaba, me empezaron a meter mano, ahí delante de el, como estábamos casi en oscuridad, casi me desnudaron, por que mi short estaba por mis rodillas y mi playera arriba de mis senos con estos expuestos fuera del brassier, entre los tres me manoseaban y buscaban mis zonas de excitación, yo entre veía a mi marido totalmente dormido mientras ellos se apoderaban del cuerpo de su mujer, el dormido y yo a disposición de ellos.
Me levantaron y terminaron de desnudarme, quedé totalmente desnuda entre ellos, uno de los albañiles me levantó entre sus brazos y así parados me penetró, me subía y bajaba a su antojo, ya que el era grande y yo menuda, pronto alguien mas reclamó su turno y pase a otros brazos para ser poseída por otro hombre, finalmente decidieron meterme a mi casa y así sin pudor me dejé conducir a ella y en la misma cama donde mi marido me poseía, fui poseída por todos ellos, 3 hombres deseosos de disfrutar de mi cuerpo, en esta ocasión no desaprovecharon ninguna oportunidad, me poseyeron por todos lados, ahora sí tomaron posesión de mi trasero, ya que nunca lo habían hecho, pero en esta ocasión, todos probaron mi culito, me tomaban entre dos uno por delante y otro por detrás para poseerme con furia, fueron interminables los orgasmos que sufrí, me dejaron tirada en la cama, desnuda, batida de semen, adolorida por el trato recibida y dormida. Fue la última vez que fui poseída por todos ellos, a don Julián y otro de los albañiles nunca los volví a ver, solo uno de los ayudantes regresó en otras ocasiones para tomar mi cuerpo.
Ya nunca sería la misma mujer, la joven esposa, dedicada a su casa e hijos, la señora decente, mi destino estaba marcado, me había vuelto adicta al sexo y también al alcohol, mas adelante nada me importaría con tal de tener lo que necesitaba.
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