Ser profesor de una escuela católica infantil tiene sus privilegios – Parte IV
Morita y Sofía eran mis amantes semanales. Pero como dice el dicho, «El diablo metió la cola».
Si, «El diablo metió la cola», y todo sucedió por culpa de los celos de Morita. Es que la verdad Sofía es una ávida del sexo y prácticamente día por medio buscaba tener sexo conmigo. Y como siempre se daban nuestros encuentros al finalizar el horario de clases, no pasó mucho tiempo sin que alguien sospeche y decida investigar.
La celadora de la galería es Sor Agustina, una acólita que todavía no realizó sus votos ante la iglesia, está estudiando y preparándose para llegar a ser monja. Luego me enteraría que apenas tiene 19 años. Claro que con la cofia y sus largos hábitos, se disimula mucho el físico de las monjas. Tiene una cara hermosa, casi diría fascinante. Sus ojos violetas llaman mucho la atención, es de cuerpo menudo, y a veces parece ser una niña más.
La tarde en cuestión, se pelearon Morita y Sofía para ver cual de las dos niñas se quedaba conmigo para tener sexo, entonces ante el gritería de las niñas se aproxima Sor Agustina para mediar en las dos pibas, a fin de acabar el pleito. Claro, las chicas al ver que la monjita se acercaba a ellas se callaron y salieron de la mano hacia el pasillo. La monjita no es tonta, y supo que algo no estaba bien. Y se quedó con la espina, ya que había visto más de una vez a las niñas alternándose un día una y al otro día la otra, quedarse hasta más tarde en el aula, y siempre con la puerta cerrada. La sospecha creció dentro de la monjita. Y se decidió a investigar que pasaba. Nunca se hubiera imaginado que el maestro se cogía a las dos niñas y con el consentimiento de ambas.
Entonces la monjita se dedicó a controlar el accionar de las niñas, y así pasaron varios días donde Sor Agustina pudo observar el ir y venir de las niñas. Al final cuando ya estaba seguro de que algo raro pasaba, se decidió a tomar cartas en el asunto, pero claro al no tener pruebas de nada, no podía denunciar al maestro por miedo a equivocarse. Por lo que decidió esperar una de las tardes en que se quedó Sofía, y dejando pasar unos quince minutos, ingresa subrepticiamente al aula y siente proveniente del armario biblioteca unos gemidos y suspiros. Se queda helada, y decide quedarse escuchando antes de intervenir, y es así que escucha la voz de Sofía cuando le dice al maestro que se la meta por el culo, que a ella le gusta mucho. Sor Agustina casi se cae de espaldas al escuchar el diálogo entre la niña y el maestro. Pero más pudo su juventud. Sintió una pequeña picazón entre sus piernas. Ella nunca tuvo la oportunidad de tener un novio, o un macho entre sus piernas. Es virgen de todos sus agujeros. Sigue escuchando y así puede enterarse que la niña disfruta de la verga del maestro. Y que en definitiva el pobre hombre es preso de sus instintos. Simplemente se aleja muy despacito sin hacer ruido y sale del salón sin saber que hacer.
Espera un rato y ve como Sofía se retira y poco después el maestro. Entonces decide confrontar al maestro. Pero para eso primero debe hablar con las dos niñas así tiene información de primera mano. Al otro día, en el primer recreo se acerca a Morita y le dice que la acompañe, la niña no sospecha nada y va con la monjita. Salen al jardín y se sientan entre las plantas, entonces Sor Agustina le cuenta que ella está enterada de lo que pasa entre Morita y el maestro. La niña se quiere morir de verguenza y le pide por favor que no cuente nada. Ya que fue ella la que incitó al maestro a tener sexo con ella. Y que el maestro no tiene la culpa. Sor Agustina se queda perpleja y le promete a la niña que no dirá nada por ahora. Vuelven a la galería y las niñas entran al aula para su siguiente clase.
Al segundo recreo se acerca a Sofía y le invita a acompañarla al jardín. Al igual que con la otra niña interroga a Sofía y se sorprende de lo que la niña le cuenta, que ella fue la que presionó al maestro a tener sexo con ella cuando se enteró que el maestro se cogía a Morita. Y que le encanta la verga gorda del maestro. Y la muy atrevida le sugiere a la monjita que en vez de hacer escándalo por algo que las niñas quieren hacer y por lo que no sienten culpa, debería probar la verga del maestro así sabría de primera mano lo que se siente tener una pija dentro. La monja se horroriza y hace la señal de la cruz varias veces, Sofía se ríe y disfruta de la confusión de la monja. Pero logra sacarle a la monja el compromiso de que no dirá nada hasta no tener confirmación de parte del maestro.
Dejó pasar un par de días la monjita y pudo apreciar que las niñas seguían teniendo sexo con el maestro por lo que obviamente les gustaba. Entonces decidió interpelar al maestro. Y ese día llama a Morita y a Sofía, les dice que ese día no deben quedarse ya que ella debe confrontar al maestro. Ambas niñas no dejan de mirarla con pícara sonrisa. Morita se acerca al oído de la monjita y le dice, Sor Agustina, antes de tomar una decisión le sugiero pruebe la tripa del maestro, no se va a arrepentir. Y ambas niñas se alejan riéndose de la monja. Esta queda perpleja y dubitativa. Tiene por delante sus votos de castidad, su compromiso con el Señor, y por otro lado siente un cosquilleo en su entrepierna que la apabulla, es que no puede dejar de pensar en ese tan lindo maestro, el que siempre le gustó.
Suena el timbre de salida de clase y todas las niñas se retiran del aula, entonces el maestro se sorprende con la llegada de Sor Agustina, quien sin mediar palabras se dirige directamente al armario biblioteca, el maestro intrigado va detrás de la monja no sin antes poner traba a la puerta del aula. Por si acaso. Al entrar al armario se encuentra con la monjita que se ha sacado la cofia y ha dejado su pelo suelto, es una cascada rubia que le llega hasta el nacimiento de sus glúteos, el maestro no entiende bien que sucede, pero eso lo excita y su verga se está poniendo dura. La monjita está indecisa, el maestro se le acerca con esa presencia de hombría, ella se está perdiendo, siente el calor en su entre pierna, ve el bulto en el pantalón del maestro y de pronto pierde todo control y se abalanza sobre el maestro quien la recibe en sus brazos y con su boca ávida toma los labios de Sor Agustina, la monjita se rinde a sus caricias, el se adueña de sus pechos por sobre la tela, y descubre que son hermosos y mucho más llenos de lo que aparentan, baja sus manos y la toma de las nalgas, y descubre un culito redondo y firme. Eso lo pone todavía más excitado. Ya perdido los límites, simplemente apoya las manos sobre los hombros de la monjita y la hace arrodillarse frente a el, suelta su cinto, caen sus pantalones y se baja el calzoncillo liberando así sus 19×5,5cms de carne venosa, su cabeza parece una ciruela de 200grs. La monjita con gran esfuerzo se mete la verga a la boca y comienza a darle una rica mamada al maestro. Este se sorprende de lo bien que se la mama la monja. Cuando se aproxima el momento de acabar, retira a la monja de su pija, la acomoda de espaldas a el sobre la banqueta, le sube el hábito y descubre su bombacha blanca, se la baja y allí su tesoro, su vagina está depilada, y sus nalgas blancas son firmes y redonditas. El maestro toma su verga y la posiciona entre los pliegues vaginales y se la comienza a meter, la monja solo suspira, y ruega a Dios pidiendo perdón, el maestro llega a su himen y no lo respeta, se lo rompe con un solo empujón de su tripa y la monja se come los 19 cms de verga con un gritito. El maestro está poseído, la coge con ganas y de pronto sin que la monja quisiera o estuviera preparada le llega un gran orgasmo, acaba con grititos y gemidos, eso hace que el maestro se excite en demasía y clavándole la verga bien al fondo le dispara varios chorros de semen sobre su útero. Pasado el momento de excitación la monjita no puede levantar la vista de verguenza, y el maestro está muy satisfecho de lo echo. Entonces la abraza y le dice que con el su secreto está a salvo. Y que no es necesario hacer un escándalo, total el puede cogerse a las dos niñas y cada tanto cuando Sor Agustina quiera, también a la monjita, ella sonríe tímidamente, y para sorpresa del maestro, Sor agustina le dice, no se como tendrá su badajo Dios, pero el suyo es muy cumplidor, y acomodándose la ropa, sale del aula. Por ahora todo es puro secreto.
Está muy buena la historia, espero pronto poder leer la siguiente parte.👍
Excelente muy excitante y con morbo, espero la continuación
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