Sexo casual con un Taxista
Cumplí mi fantasía sexual.
Salía de una concurrida discoteca en Bogotá, la noche había estado agitada, muchos cerdos creyendo que con una copa y las babosadas que decían en mi oído mientras bailabamos era suficiente para que yo cayera en sus redes y me decidiera salir del lugar con ellos.
Mi nombre es Erika, amante de la vida nocturna, la noche me llama. Se dice que las horas favoritas del diablo están entre las 12 y las 3 de la mañana, por lo que me gusta pensar que son las horas elegidas para el placer y el descontrol de todo tipo.
Unas horas antes de salir de casa, escogí mi outfit: un vestido negro clásico, cómo me encanta la lencería escogí un liguero y unas medias de encaje a juego que abrazaban mis piernas y me hacían lucir súper sexy, acompañado de un gaban gris y unas botas tipo tomboy para hacer una buena mezcla. No soy fanática del maquillaje, pero los labios rojos resaltan la forma natural que estos tienen y hacen juego con mis ojos color miel.
El plan: salir, beber, enloquecer, aprovechar la noche fría, la juventud de mis carnes, probar cosas nuevas, al fin de cuentas…solo se vive una vez.
La discoteca: tecno marcado y diferenciado entre los tres DJ’s de la noche, vodka como trago favorito, marihuana, Popper y tussi, cómo elemento sorpresa.
Cómo dije al inicio, la noche fue movida, estuve atenta por si aparecia algún sujeto agradable, con el que pudiera besarme, darle mi número para luego pactar una cita de sexo casual, pero el lugar se llenó de desadaptados que financiaban putas porque era más fácil que conquistar a alguna de las nenas que iba al lugar.
Salí, pedí un taxi usando una aplicación, decepcionada, algo efusiva por el alcohol y drogas en mi sistema.
Llegó el servicio y el hombre me abrió la puerta de adelante, no le ví problema y me senté, se mostró atento, me regaló una botella de agua que tenía en la guantera y me preguntó que tipo de música quería escuchar, le pedí algo de Reguetón para aliviar mis oidos del tecno, comenzamos una charla amena, con temas variados hasta que me preguntó por mi noche, me dijo que estaba vestida para matar y que se imaginaba que había seducido a muchos hombres en el lugar, fui sincera al responderle explicando que nadie que yo pudiera considerar bueno intento caerme, solo babosos borrachos que no podían formular de forma coherente una oración. (Dividire la conversación, si aparece la letra E, es porque lo dije yo, si aparece la letra T, lo dijo el taxista)
T: Vayaaa…Entonces eres una muchacha difícil? – dijo riendo, mientras me miraba de reojo.
E: No necesariamente
T: Entonces, alguna vez has tenido sexo casual, sin conocer a la persona?
E: Si, me parece la forma más fácil de tener satisfacción, sin explicaciones, follar y no volverse a ver. (Mi fantasía sexual #1)
T: Interesante, parece que eres una muchacha con las ideas claras. Que tan bien conoces tú cuerpo?
E: A que te refieres?
T: Te masturbas? Cual es la parte más sensible de tu cuerpo?
E: jajaja masturbarme? Si. La parte más sensible? Mi cuello.
En ese momento el taxista tomó su mano y rozo mi cuello con sus dedos, lo que me puso nerviosa, un desconocido me estaba tocando, la conversación que teníamos me estaba excitando, podía sentir mi clítoris palpitar al igual que mi corazón. ¿Estaba segura de lo que estaba permitiendo? Un desconocido me estaba tocando y yo no estaba poniendo resistencia, en un segundo desvío su mano a mi pierna y la apretó, en ese momento estábamos en un semáforo, me miró y sonrió:
T: Te gusta más que muerdan o que besen tú cuello?
E: Cualquier contacto en el cuello me excita.
El auto arrancó, dio un giro a la izquierda en una calle que estaba poco transitada debido a la hora, se detuvo justo debajo de unos árboles que impedían que vieran el auto desde algunas de las casas que estaban alrededor.
Desabrochó su cinturón de seguridad, beso y mordió mi cuello. Mi respuesta? Abrir las piernas mientras le preguntaba qué hacía y que mejor siguiera con el camino que marcaba la aplicación. Rápidamente me besó y tiró el asiento del copiloto hasta atrás, quede acostada, metió su mano en mi vestido, sacando una de mis tetas chupando y mordiendo mi pezón, elevó mis piernas y me quito la tanga, dejando mi vagina depilada a su merced, humedeció sus dedos con saliva, algo que no era necesario, y los introdujo, a este punto yo ya estaba gimiendo como una perra, toda la situación me superaba, me sentía muy mojada, con el clítoris hinchado, una parte de mi quería gritarle, bajarme del auto y llegar a mi casa sana y salva, pero otra parte de mi quería vivir la experiencia.
T: Mira, estas empapada perra, si que estás excitada
E: Para y sigamos con el recorrido por favor
T: Porque? Si se nota que quieres, mira como te mueves estás excitada mi amor.
Cerré mis ojos cuando volvió a besarme mientras me metía los dedos en la vagina, sentí la necesidad de tocarme, con mi mano empecé a mover mi clítoris en círculos, el taxista sonrió en mi cuello y alentó mis movimientos, me decía que me veía super sexy buscando placer y que iba a darmelo. Se sentó de nuevo, bajo sus boxers y su pantalón y se acomodó totalmente encima de mi, con una mano cubrí mi vagina, exigí un condón, me miró y me dejó claro que no iba a penetrarme solo a rozarse con mi humedad.
Obviamente no le creí y en ese momento tampoco me importó, escuché mi voz pidiéndole que metiera su pene, que tenía muchas ganas de pene, el hombre sonrió y me susurro en el oído: quieres pene, perra? Toma tu pene perra.
En ese momento lo sentí entrar, no lo había visto pero estaba segura que era más pequeño que el promedio, con mi humedad entraba y salía sin problema, empecé a mover mis caderas como loca buscando un mayor contacto, mientras el mantenía la vista fija en la calle, fijándose que no pasará algún carro o persona interesada en chismosear lo que sucedía.
Realmente me convertí en una zorra, le decía lo mucho que me excitaba la situación, le repetí varias veces que estaba muy mojada y cada vez que me decía que era una perra, que le encantaba sentir mi vagina humeda y escuchar mis gemidos de puta, yo sentía como el calor crecía en mi interior. Me preguntó si me gustaba practicar el sexo anal, le respondi que si, me insinuó irnos a un motel, follar hasta que nos cansaramos, me prometió que iba a comerme la cuca y chuparme el culo hasta que le llenará la cara de fluidos, que iba a follarme la boca, la vagina y el culo hasta que le pidiera piedad, me dejó claro que me quería usar como la perra que estaba siendo en ese momento, hasta que fue inminente, todas sus palabrotas, los comentarios de lo que me decía, me tenían respondiendo si papi, dame más verga, soy una perra, dame pene, lo que lo volvía loco y arremetía con su pene, comiéndose mi cuello y agarrando todo mi cabello con su mano, empecé a decirle, desesperada que iba a venirme.
T: Eso perra, termina en todo mi chimbo puta rica déjalo mojadito
E: sii siii mmm, me encanta, soy una perra
T: Si, toda una puta deliciosa, esa vagina húmeda, calientita, en este carro, no te importa que nos vean, gime perra
Sentí el calor subir por mi vagina y no lo pude evitar, un chorro salió de mi, mojando el pantalón del hombre, gemia sin miedo a que nos escucharán desde las casas de los lados, me sacudí violentamente, mis ojos se nubaron de placer.
Cuando acabe, lo mire y él se sentó de nuevo en su asiento, acomode mi ropa interior y mi cabello, puse mis tetas en su lugar, mientras el hacia lo mismo, el auto olía a fluidos vaginales y sudor, organizo mi asiento y me preguntó:
T: Vamos a un motel? No lo decía por decir, quiero comerme esa vagina
E: No. Esto es sexo casual, recuerdas? No hay más contactos a partir de aquí. Ahora llévame a la dirección
T: No puedo tener tu teléfono?
E: Es sexo casual, no te conozco, no me conoces, no hay porque hacerlo complicado.
Arrancamos, solo estaba la música de fondo, me maldije por dejarme llevar de mis impulsos, acababa de follar con un total desconocido y sin protección, no podía reclamarle a nadie por mi decisión, si llegaba a tener alguna enfermedad era totalmente mi culpa. Me empecé a sentir nerviosa, el hombre tenía la dirección de mi casa, si quería buscarme en algún momento lo podía hacer, así que antes de llegar le pedí que parara, cuando intenté pagarle me dijo que la follada era su pago, que eso hacían algunas perras y él lo aceptaba, me dio asco, me baje el auto y pedi ingresar a un edificio, el portero me miró raro, le expliqué que el taxista se había intentado pasar conmigo y que tenía miedo, me dejó ingresar hasta que el tipo se fue. Salí del edificio, camine dos cuadras más, sola, hundida en mis pensamientos, mi clítoris aún palpitaba, sentía mi tanga mojada, había cumplido una de mis fantasías.
Que rico relato y cuando quieras un taxista acá en Bogotá hablame para hacer cositas casuales