sexo con mi profe de música
a cambio de buenas notas, tuve sexo con mi profesor de música, una experiencia inolvidable.
Queridos amigos lectores: Mi nombre es Andrea, es nombre ficticio de verdad, lo demás es real, tengo 31 años de edad actualmente, soy casada, mido 163 centímetros de estatura, 65 kilogramos de peso, contextura mediana, buena pierna con unas buenas nalgas como una buena hormiga culona, unas tetas talla 34 b, mi piel es clara, mi cabello es lacio color miel, lo tengo corto en este momento, mis ojos son café claros, en fin tengo gracias a Dios, un buen cuerpo, unos atributos que muchas envidian y los hombres desean, mi cuerpo me encanta, sé que no pasa desapercibido, ya que cuando voy por la calle recibo muchos piropos unos muy bonitos, otros un tanto pasados y hasta morbosos, recibo también miradas, gestos y otras cosas de parte de los hombres y muchas mujeres botan su cabeza también para mirar o envidiar mi cuerpo; tampoco tengo hijos debido a que cuando niña me practicaron un aborto en una clínica clandestina, allí me sacaron la matriz, por ese motivo no puedo concebir.
Mi esposo es un buen hombre, 2 años mayor que yo, de 180 estatura, de 72 kilos de peso, trigueño, pelo crespo y negro, delgado, bien aspectado en todos los sentidos, las chicas lo ven y no son indiferentes a sus gustos, llama la atención de ellas en todos lados, profesional, trabajador, juicioso, bueno en la cama, sé que me la ha jugado varias veces, lo he perdonado porque aprendí a pagar con la misma moneda. Aquí sólo quiero desahogarme de estos recuerdos, revivirlos y compartirlos con aquellos que buscan algo de diversión por este medio, dejo constancia de que mis relatos son verídicos y no sacados de la fantasía de alguien.
Hoy quiero contarles un momento de calentura que tuve con un profesor de música y bellas artes, en mi primer año de secundaria, en el colegio José Elías Puyana de Bucaramanga
No bien terminaba el primer periodo bimensual de mis estudios de primer año de colegio, la rectora de esa época y los profesores no paraban de hablar sobre la responsabilidad que implicaba ser estudiantes de colegio, que nuestros malos hábitos deberían cambiar, en fin, un lavado de cerebro en todos los sentidos
Mis calificaciones en general eran buenas en las otras materias, sin embargo, para la música y el inglés, soy un poco negada tanto para interpretar con mi voz, con un instrumento o leer partituras, solo se me dan bien el mamar y chupar vergas.
Todos mis compañeros y compañeras se burlaban de mis interpretaciones de solfeo, por mi parte muy avergonzada a pesar de mis intentos de hacerlo bien, un día le grité desesperada, “profe ayúdeme” ¿qué hago para cogerle el tiro a esta clase? En ese momento llamó la atención a toda la clase, tranquila, me dijo, vamos a entrenar un poco, los viernes en la tarde te puedo ayudar media hora para que practiques, lo mismo ofreció para todos, nadie quiso ni quería quedarse en el colegio después de clases, solamente nos quedamos con mi profesor de música al cual llamaré Carlos.
Comenzó con la flauta a que practicara las notas, ese era el instrumento de los principiantes, no le cogía el tiro por nada, mal de oído, mal de fuerza en mi boca, poca ligereza de mis dedos en los escapes del aire, mi profe se me hizo por la parte de atrás para con sus dedos tratar de que yo sacara las notas, él era un hombre alto, medía como 180 centímetros, moreno, natural de Cartagena, de unos 30 años de edad, yo bien bajita no daba su altura, así pasamos un tiempo tratando de hacer ese solfeo.
¿qué rico hueles, qué perfume usas? tu cabello también huele muy rico, gracias profe, le dije sin vacilar, se le notaba además molesto por mi incapacidad de coger las notas de la flauta, entonces me lancé de una y le dije, profe, ayúdeme a pasar esta materia, yo hago lo que sea, lo que me toque hacer o lo que usted quiera, eso sí, debe de ser un secreto entre nosotros, no me vaya a dejar perder la materia, además yo sigo practicando y sé que lo voy a lograr. Déjeme pensarlo – ¿de verdad lo que yo quiera? Me preguntó, claro que sí, seré tu esclava, tu sirvienta, voy a su casa y le lavo el baño, o lo que sea, te hago aseo en el apartamento o lo que quiera profe, pero me ayuda.
Se le notaba un poco contrariado, pero emocionado, ¿Cuántos años tienes? Ya cumplí los quince (15) voy para diez y seis (16), ¿qué garantía tengo yo que no va a contar lo que pase en el apartamento? Yo tengo mucho por perder y usted por ganar me dijo mi profe, ¿qué quieres de prueba? Le pregunté, no sé, haga algo que me haga entender de que sí quieres colaborar, fue su respuesta. Pensé por un momento y le dije, te puedo mostrar mis pantys o te los regalo ya aquí, después usted me regala para unos nuevos, yo me voy sin nada para la casa, su cara se iluminó, sus ojos brillaban, una sonrisa se dibujaba en su rostro, aquí te lo puedo chupar ya o vamos a otro lado, escoja profe.
Me senté en una silla del pupitre cercano, levanté mi jardinera y me bajé hasta la media pierna una lycra negra junto con unos pantys blancos con flores que llevaba en ese momento, le dejé ver mi sexo, mi vagina depilada, sus ojos se abrieron más, ¿has tenido sexo con algún hombre?, ¿por qué tan gordos esos labios o están hinchados?, Me preguntó con voz entre cortada, ya me había acomodado nuevamente mis ropas, claro que sí son así y he tenido varias relaciones sexuales con adultos, le respondí con seguridad, con dos hombres adultos también y varias veces, me recordaba de Julián, de mi padre y de mis hermanos, está bien, respondió a secas, el lunes te digo si acepto o no, en todo caso siga practicando, póngase bien la ropa nuevamente.
Llegó el lunes y Carlos me llamó en el primer descanso, si quieres nos vemos mañana martes, sales del colegio y te recojo frente al jardín botánico, así que pide permiso en tu casa, busca una excusa creíble, eso sí, mi nombre no debe aparecer en esa disculpa que saques en tu casa, ¿quieres o no? Claro que sí, respondí inmediatamente, mi mente sabía que iba a conocer algo diferente, pues se comentaba que los negros tienen una verga más grande que los llamados blancos. En mi casa le dije a mis papás que me quedaría haciendo aseo en el colegio, luego haría unas consultas en la biblioteca, así que llegaría un poco tarde, sin saber una hora exacta, ellos aceptaron sin problema, perfecto ese plan.
Ese martes Carlos me volvió a preguntar si estaba en firme o no el plan, le dije afirmativo, todo está autorizado en mi casa
Así que se llegó esa tarde, todos salieron, yo fui la última en salir y tomar esa vía del jardín botánico, de pronto un carro rojo me pitó y paró a mi lado de la vía, me abrieron la puerta y subí al puesto de adelante, no hubo saludos formales, ni besos, nada, siguió conduciendo hasta llegar a un conjunto residencial, es mi apartamento de soltero, aquí vivo yo, subimos al tercer piso, se veía una escalera no muy elegante, pero, subimos por el ascensor, al entrar las cosas eran bastante básicas, una sala, un televisor, un equipo de música, algunos instrumentos musicales, todo parecía algo limpio, pero desordenado.
Entramos a la alcoba, yo ingresé primero, él detrás de mí agarrado de mi cintura, cuando sentí que me agarraba mis nalgas con una manota grande, pesada, fuerte, creo que mis nalgas cabían ambas en una sola de sus manos, me apretó con fuerza, mientras nos dirigíamos a la cama, esta era una cama doble, no estaba tendida, dos almohadas, unas chancletas de baño tiradas en desorden debajo de la misma, me abrazó con sus manos tan fuertes que no podía moverme ni resistirme, pero resistirme tampoco era mi plan, me propinó un beso con lengua, una boca áspera, musculosa, fuerte como todo lo que se le notaba en ese cuerpo atlético.
No sé cuánto tiempo duró ese beso, sus manos me apretaban por la nuca y otra mano en mi cintura, mis manos reposaban en su pecho algo tímida, seguramente por el respeto de mi profesor, ¿te gusta? Me preguntó, sí, pero eres muy fuerte, me aprietas muy duro, le contesté, me puso una mano en mi mentón y me dijo, está bien, problema solucionado y me dio un beso ligero en los labios.
A lo que vinimos, dijo Carlos, se desabrochó su pantalón jean desteñido que llevaba, bajó su cierre, metió la mano y sacó una serpiente negra, una vergota impresionante, por lo menos 30 centímetros, cabezona, su cabecita estaba libre de piel y una gota de un líquido incoloro y viscoso se asomaba brillando con la luz del bombillo, mis ojos se abrieron asombrados, cógela, acarícielo y trágueselo que ese no muerde, fueron sus palabras entre una sonrisa burlona.
Me hizo arrodillar con mi uniforme puesto para dirigirme a ese enorme miembro semi-erecto que se salía y colgaba por la bragueta del pantalón, lo cogí un poco tímida con mis dos manos, no había visto nada en la vida real que se asemejara a ese monstruo de carne que se me ponía entre mis manos, ni siquiera la de Julián era así, y eso que él se mandaba una gran verga, esa solo llegaba a la mitad de tamaño, Carlos me colocó una mano detrás de mi cabeza con fuerza, haciéndome acercar mi boca hasta esa cabecita un poco rosada con tintes negros y un cañón totalmente negro, con cierta timidez abrí mi boca para empezar a engullir ese tolete de carne negra y magra, mis labios rodearon su cabecita, sus fluidos tenían el mismo sabor de las anteriores vergas que he probado, punto a favor, empecé a mamar algo tímida por algo que no entendía en ese momento, creo que era susto o respeto.
Empecé a entrar en confianza, mi putería salió en mi ayuda, sentí que por mi raja bajaban chorros de jugos que inundaban mi vagina, sabía que se preparaba para guardar esa serpiente, seguía mamando enterrándome esa verga cada vez más, mis ojos tenían una lágrima por la sensación de vómito que sentía cuando Carlos presionaba para enterrarlo más hondo en mi garganta, solo sé que cada vez era más profundo que llegaba esa vergota, mis ojos parecían salirse de sus cuencas, mucha salivación, mocos o fluidos por la nariz, hasta vómito tuve al no controlar esas arcadas, Carlos no se inmutaba por eso, apretaba mi nariz para que no respirara y abriera mi boca para tragar aire, momento que aprovechaba para hundirla hasta el fondo de un solo golpe, tienes que tragarla toda, tienes pinta de mamona y te vas a lucir siendo una especialista en la garganta profunda, yo tragaba saliva a la par que me metía esa manguera en mi boca.
Carlos me daba como instrucciones para que me tranquilizara, que abriera bien la boca, que respirara, que relajara los músculos de mi boca y mi cara, en fin, era alumna de otra materia extra curricular.
No sé cuánto tiempo duró esa acción de meterme esa vergota en mis boca y garganta, ¿te gustó? Me preguntó Carlos, así se te abre el entendimiento y aprendes a recitar las notas musicales y puedes pertenecer al coro, fue lo único que recuerdo haber escuchado de mi profesor, yo solo dije: esa verga es muy grande.
Me levanté y nos fundimos en un beso, entre tanto sentía su verga contra mi cuerpo, me ayudó a desnudar completamente, él también se quitó toda su ropa, pude apreciar sus músculos, su fortaleza, sentí algo de miedo al ver esa vergota en toda su extensión, no sabía si me iba a caber o no dentro de mi rajita que estaba empapada hasta el punto que una parte se escurría por mis piernas, tampoco sabía que más iba a pasar esa tarde.
Carlos me alzó con sus brazos, teniendo una mano en mis nalgas, mis piernas rodeaban su cintura, mis brazos se agarraron de su cuello, miré hacia abajo y pude ver mi chochita con la boca abierta, como si tuviera hambre o lista para ser llenada, sentía cierta tensión al no saber lo que me esperaba en ese momento con ese monstruo y una posición nueva para mí, colgada a su cuello. Con sus manos me ayudaba a sostener alzada agarrándome por mis nalgas, con una mano se apoyó para coger esa vergota y la enfiló entre mis labios vaginales, creo que yo estaba temblando en ese momento, lentamente fue desapareciendo entre mi humanidad esa manguera de carne, sus manos empezaron a mecerme adelante y atrás, yo gemía como una loca, esa verga me llegaba hasta mi nuca con cada golpe de su cadera, se enterraba toda, al igual que sentía un latigazo en mis nalgas por parte de sus huevas, me fui relajando y comencé a sentir más agrado, le empecé a coger gusto, comencé a relajarme y permitir que se clavara todo dentro de mí cuerpecito.
Me ayudaba haciendo presión con mis piernas para que al empujar esa vergota se clavara más profundo en mi humanidad, hasta que desaparecía en su totalidad, mi vagina producía jugos de manera interminable eso ayudaba a la lubricación para que entrara con mayor facilidad, mi pelvis producía un ruido al golpear contra el cuerpo de mi profe, los líquidos parecía que saltaban pues sonaba como golpeando agua en un charco, muchos orgasmos produjo mi cuerpo ese día, uno tras otro con esa emoción de estar empalada con esa vergota. Nuestros labios se fundían en besos interminables que hacían detener el mete y saca por momentos. Creo que se cansó en esa posición de pies conmigo en sus brazos y se agachó sobre la cama teniéndome enganchada entre sus brazos y su verga dentro de mi humanidad.
Nos acomodamos y siguió el mete y saca en posición misionero, yo sentía ahora sí esa vergota llegar hasta mi estómago o más arriba, me sentía feliz, plena, realizada, muchos orgasmos en esa otra posición tuve ese día, no quería que eso terminara nunca, por momentos Carlos se agarraba de mis piernas levantándolas para apoyarse y tener más a su nivel mi rajita, me vengo- grito Carlos, dámela toda ahí, lléname de tu leche, le dije, con empujones más fuertes sentí que mi canal vagina se inundaba a chorros, la cabeza de su verga se agrandaba varias veces su tamaño, él resoplaba, se quejaba y gemía con cada expulsión de semen, se fue quedando quieto encima de mí, cuando se recobró un poco se volteó y dijo, qué cosa tan rica, eres sensacional, me levanté y comencé a mamarle esa verga sin fuerzas, la hacía llegar hasta lo más profundo que podía sin lastimarme, ya me era un reto tragármela toda, luego me dirigí a su boca y allí nos besamos muchas veces.
Descansamos una media hora, Carlos dijo vamos a ducharnos, así se hizo, allí nos enjabonamos mutuamente por todos lados y de manera muy cariñosa, muchos besos nos dábamos en ese momento, volvimos a la cama y propuso un sesenta y nueve (69) él se recostó boca arriba, yo me acomodé encima suyo, mis rodillas rodeaban su cabeza por los lados, mi cabeza se inclinó hacia su verga que en ese momento parecía dormir, sin embargo, en ese momento esa verga era igual en tamaño a la de mi padre erecta, sentí sus labios en mis labios vaginales, su lengua meterse en mis entrañas, sus manos abrían mis nalgas de par en par, metía también dos o tres dedos a manera de miembro en modo de mete y saca rápidamente, comencé a meterme esa vergota en mi boca, lo hacía con fuerza como gritando o exigiendo que se levantara a trabajar nuevamente, mi vagina producía muchos jugos apoyada por los orgasmos que llegaba uno detrás de otro, sentía en mi interior que me estaba quemando por el calor que producía.
Por momentos sentía uno o dos dedos clavados en mi culito, no podía protestar en ese momento, tampoco se me pasó por la cabeza el hacerlo.
Al rato estuvo nuevamente firme esa vergota, Carlos no dejaba de lamer mi vagina, mi ano era explorado con sus dedos y su lengua, de vez en cuando metía una o dos falanges en ese hoyito, me levanté y me senté encima de esa vergota erecta quedando frente a frente, comencé a cabalgar y enterrarme toda esa manguera dentro de mi humanidad, qué puta eres, sabes coger bien rico, me decía Carlos, con esta herramienta tan buena se vale el esfuerzo, le contestaba.
Me puso en cuatro patas y comenzó a atacarme con ese fusil, mis entrañas me dolían con cada embiste por lo que opté por sentarme, quiero probar ese culito, me dijo, me vas a matar con esa cosota, le dije, tranquila que tengo la solución, sacó un tarrito con algo que dijo era lubricante anal, me lo untó todo en mi colita y me lo frotaba en mis esfínteres con un dedo, luego dos, eso se fue relajando, me acomodó su cabecita y empujó su vergota comenzando el mete y saca, sentía una sensación de estar en el baño con estreñimiento, sin embargo, no podía desengancharme de ese ataque ni de esos embistes, más bien lo disfrutaba de la mejor forma, como la gran puta en que me había convertido ya.
Al rato estando en un vaivén rítmico constante, eyaculó dentro de mi culito y volvió a acostarse boca arriba mientras nos abrazábamos y nos besábamos sin tregua, ¿te gustó? Me preguntó Carlos, claro que sí, creí que no era capaz de tragarme esa vergota pero me di maña de hacerlo, jamás había visto o tenido un miembro de esas proporciones, le comenté. ¿A ti te gustó? Pregunté, es el mejor polvo que he tenido, tienes una chocha muy deliciosa, me acordé de cuando me comía una burra que tenía un vecino allá en la costa, también tenga por seguro que tendrás una buena nota durante todo el año, también espero que vuelvas a venir a hacerlo conmigo, yo te voy a consentir, te voy a dar dinero, eso sí con silencio total ya que me pueden echar a la cárcel o echarme del colegio, me dijo con cierta timidez, tranquilo mi rey, por mi parte soy una tumba en ese sentido, tú me cumples y yo te cumplo, ¿también mis fantasías sexuales? Me preguntó, jajaja, también, pero eso es otro cuento, luego lo hablamos le dije, por ahora solo nosotros dos o depende de la clase de fantasía que tengas.
Nos aseamos y salimos nuevamente en su carro, me llevó cerca de mi casa y allí me dejó feliz, dichosa, encantada, con unos billetes en mi poder; me empijamé y quedé lista para descansar y seguir mi vida normal, ya mi hermano mayor estaba en el ejército y mi papá estaba de turno, así que no había más faena por ese día.
Carlos cumplió todo, dinero me daba todas las semanas, regalos de ropa, buenas notas y me cuidaba como a la niña de sus ojos, nos encontrábamos en su apartamento cada semana para repetir esas tardes de sexo y placer sin límites, un buen día me propuso un trío con un amigo suyo, que me pagaría bien ese momento, como una extra, le dije que lo pensaría, pero en el fondo sabía que aceptaría, pero no quería ser tan evidente, esa será otra de mis historias que iré contando.
Para quienes no hayan leído los otros relatos que he publicado: cogiendo con mi padre, me cogieron mi vagina delante de mi esposo y me prostituyeron desde niña.
Aquí termina otra historia real de mi vida, de mi putería y que me queda como anécdota para mi vejez, que recuerde mi vida y como me la pasé disfrutando de mi sexo, del que me fue enseñado desde temprana edad.
Si te gusta comenta algo, trataré de responder todos.
Que bueno estuvo, esperare con ansias la historia sobre como estuvo ese trío 😋