Sexo zombi
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Stregoika.
De haberle visto las nalguitas toda la tarde a Laurian44, llegué al campamento con unas ganas incontrolables de tirármela. Habíamos estado recogiendo objetos en los rellenos de Doña Juana todo el día, y Laurian44 se había puesto sin dudar unos pantalones de cuero que había encontrado. Le encajaron muy bien. Desde que se los subió y se apretó la panocha con el tiro del pantalón, se le entalló ese glorioso culito de 10 años y me pasé la mano por el paquete. Si no hubiera habido tantos recicladores en la montaña, me la habría follado allí mismo. Pero eran las primeras horas del año 2154, y el relleno prometía jugosos tesoros. Las fiestas en la ciudad de Nueva Santafé habían sido tan movidas y ruidosas que se oyeron hasta el refugio. Recuerdo haber estado rellenándole la arepa a Sandy-42 – mi otra esposa -, haber mirado al cielo y no saber si las luces que rayaban el cielo eran por mi orgasmo, por otra nube radioactiva que llegaba desde Venezuela, o por el año nuevo. En todo caso, me vine como un animal y me tiré boca arriba a pasar el éxtasis y luego a dormir. No sé qué pasó con Sandy-42, quizá se fue a festejar con Laurian44. No solo eran co-esposas, sino que tenían el mismo rango de edad y se llevaban muy bien. Yo, era de una generación diferente. Si hasta tenía un nombre sin números: Yorvan. Cuando al fin llegamos al refugio, si apenas me quedaban fuerzas para pensar en sexo. Los tobillos me palpitaban, como si quisieran desprender los pies para descansar. Eran 6 horas de camino desde los rellenos hasta el centro del refugio, en medio de barrios hechos sobre las ruinas de la vieja Bogotá. No se sabía qué era más peligroso, si las pandillas pro-hipsters de Nueva Santafé, las ratas venenosas o los propios refugiados. Las esposas jóvenes y bien desarrolladas como Laurian44 y Sandy-42 eran muy codiciadas, más que todo por su atractivo, y entre los 10 millones de refugiados que rodeaban a nueva Santafé, se habían formado bandas de crimen organizado que entre otras cosas, operaban con prostitución. Las pandillas pro-hipsters eran bandas de ciudadanos de Nueva Santafé que iban a los refugios a “hacer limpieza”. Había un acalorado debate en los medios de comunicación sobre el origen del grupo, por una minoría que apareció por ahí diciendo que los hipsters fueron personas de ideas pacíficas e igualitarias. Pero muy pocos se comían ese cuento. Estaba muy claro que el mundo había empezado a joderse a principios de milenio por una generación que destruyó el medio ambiente. Lo habíamos visto en todas las películas. Ahora, los pro-hipsters querían borrar la pobreza del mapa, nada menos que eliminando a los pobres. Y, porque se lo deben estar preguntando, las ratas, eran unas ratitas ultraveloces y muy inteligentes que además eran venenosas. Su mordida era como la de las extintas mambas negras. Unos decían que las ratas eran un intento de acabar con los refugios, otros decían que habían mutado por el invierno radioactivo tras la guerra en Venezuela. Yo era de los muchos que tenía esposas legales en los refugios. Desde que el Vaticano tenía sede en Brasil, las cosas se habían facilitado mucho para los pobres. En los refugios, había inclusive mujeres casadas con mujeres menores. Digo “mujeres menores” porque las palabras “niño” y “niña” eran muy relativas. De hecho, su definición y uso eran objeto de otro acalorado debate en los programas de 14 horas de Regiina11, que los habitantes del refugio veíamos de principio a fin los sábados. El conflicto yacía en que, por ejemplo, mis dos esposas estaban normalmente desarrolladas para su edad, tenían enormes y jugosas tetas, caderas para montar y pubis bien poblados. No eran fértiles solo porque nos apegamos al programa de esterilización del Vaticano. Eso no se ajustaba a lo que había significado ser niño, hasta que los organismos genéticamente modificados se legalizaron en todo el mundo hace más de un siglo. Las niñas podían quedar embarazadas a los 8 años. En cambio, los hombres retrasaron su desarrollo. Era lo más normal que un hombre tuviera su primera erección a los 18. Para las mujeres casadas con mujeres, había disponible una pieza de biotecnología que usaba el ADN de cualquier célula para, literalmente hacer espermatogénesis in-vitro de bolsillo. En palabras sencillas, que una mujer pudiera embarazar a otra con oprimir un botón. Los dispositivos eran del tamaño de un lápiz, solíamos encontrarlos mucho en la basura. Y eran costosísimos, no por su tecnología sino por las implicaciones de su uso. No querían que ningún pobre pudiera reproducirse. Pero la fertilización lesbiana era muy popular en las ciudades. Agarré a Laurian44 acostado, apoyando todo el peso en mi cadera, porque con los pies apaleados no podía darme el lujo de hacerle poses ni nada elaborado. Al fin estaba disfrutando ese culito pequeñito después de tenerle ganas todo el día. Me encantó cómo le tallaron esos pantalones de cuero. Le bombeé duro mientras le estrujaba la teta izquierda, que apenas me cabía en la mano. Sandy-42 se tocaba al vernos. Empezó haciéndose círculos con la punta de los dedos sobre el panochón, ahí arrodillada; y con la otra mano sobre las tetas. Miraba el coito de Laurian44 y yo, resoplando y saboreándose. El señor del campamento vecino sintió la faena, pues el toldo que separaba los campamentos iba y venía. Pero todos estaban acostumbrados a eso, y a todo lo demás. El señor se sentó dando la espalda, demostrando una anticuada conducta. La mujer del campamento de en frente hizo algo más normal, pues empezó a masturbarse también. Se desajustó las correíllas con que se amarraba los tetones y los soltó como a perros bravos. Las inmensas bolas saltaron fuera de su prisión y empezaron a ser amasadas por la hambrienta mano de su dueña. La rubia hacía rugidos mientras se dedeaba con desesperación. Sandy-42 se fue con ella. Se pusieron a follar muy a gusto. Incluso, se turnaron para masturbar la una a la otra con una de esas Lesbian-Mother-matic que alguna rica había desechado. Recuerdo haber visto a Sandy-42 darle con tanta a fuerza a la desconocida que sus labios vaginales saltaban como escrotos vacíos. De hecho eyaculó y aulló como perro que ve al diablo. Al instante de sus primeros aullidos, se sumaron cientos más, de muchos de los refugiados que también estaban follando. Se oían aullidos de todas las direcciones y distancias. Los más lejanos llegaban estirados por la distancia. Apreté los dientes, me reí a carcajadas y en medio de muchos peos, de laurian44 y míos, me vine. Los aullidos fueron desvaneciéndose progresivamente. La mujer que se había cogido Sandy-42, tenía una esposa ilegal, una mujer menor, como de 7, que se sentó desnuda delante de ellas y empezó a tomar hologramas con un obsoleto mind-phone. Uno de esos enlazadores satelitales de bolsillo que se suponía, te programaba toda la vida y no tendrías que volver a usar la mente. Pero el Mind-phone, fue un fracaso, ya que su supuesto objetivo lo logró de manera mucho más económica la fluoración del agua. O eso decían a veces los panelistas de Regiina11. La niña era toda una experta manejando el mind-phone. Enfocaba y una pirámide de luz azul envolvía al objetivo por un segundo. Sandy-42 y su nueva amante, abrieron las piernas y dijeron “Whisky”. A los pocos segundos, un millón más de mind-phone se encendieron y el cielo sobre los refugios se convirtió instantáneamente de un rojizo atómico a azul eléctrico. El “whisky” de las chicas se reproducía hasta el infinito en el espacio, y otra vez empezaron los aullidos. Todo mundo estaba masturbándose o teniendo sexo viendo los hologramas. Alguien del refugio se había encontrado o había robado un holobeam, también obsoleto pero más avanzado que el propio mind-phone. Una de las cosas que hacía era, proyectar los hologramas en tamaños descomunales. Lo usaban para ver deportes. Pero esta persona proyectó el holograma de Sandy-42 y su veterana pareja en el cielo, de modo que sus astronómicas vaginas ocupaban todo el firmamento. Se veía muy bien su carne esponjosa y húmeda, y los vellitos aplastados por el lubricante y el sudor. La piel en sus vulvas estaba detallada célula a célula. El sonido revuelto del mismo “Whisky” repitiéndose una y otra vez como los grillos en el monte, cuando había grillos y monte en el planeta, y los aullidos entremezclados y locos, se eclipsaron por el colosal sonido que el holobeam creaba a partir de magnetismo en el mismo aire: “WHISKY…” tronaba una y otra vez, desde dentro de las galácticas vaginas. Parecía la voz del mismo dios hablando desde las alturas. Solo era una noche más en los refugios. Y lo era para casi todos. Como decía el dicho, había que disfrutar la vida, así es que me puse boca arriba a ver esas panochas mientras me cogía el sueño. Laurian44 hizo lo propio. Pero, por una extraña razón, me dio por mirar a un lado. En otro campamento había alguien, pecho a tierra, apretándose visiblemente fuerte la cabeza con las palmas. Parecía que para él había demasiado ruido. Además gritaba y lloraba desesperado. Sentí pena, y agradecí por no tener esos problemas. Ya había sabido de gente como esa. Tenían una maldición, o algo así. Creo que decían que ellos tenían una parte del cuerpo, en la cabeza, específicamente, que los hacía sufrir, y que las cosas que había hecho el estado para erradicarla en la población, no había hecho efecto en ellos. Así que ni el mind-phone ni el agua con flúor los habían podido salvar. Alguien llegó a decir inclusive, que para ellos, el paraíso en que vivíamos, era más bien un infierno. No me extrañó en nada encontrarlo al día siguiente habiéndose suicidado.
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