Shaiwa, la princesa amazona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DelNorte1.
Eran las 3 de la madrugada y hacía calor en la noche. Shaiwa, la jefa de la tribu de las amazonas, no podía dormir. En el tálamo de su aposento en palacio, se revolvía inquieta y desvelada. Mañana iba a crucificar a Valdor, el príncipe caudillo de la tribu enemiga. El ejército de las amazonas arrasó su poblado por sorpresa, aniquilando todo a su paso y apresando a su líder, al que crucificarían mañana por la tarde.
Shaiwa no dormía. Se avariciaba la ingle, dura de montar a caballo, y sus labios vaginales, grandes y fértiles bajo una perilla morena bien depilada. Había visto a Valdor pocas veces, en encuentros puntuales y pactos. Y hoy cuando le trajeron encadenado a palacio. –Te haré crucificar, hijo de puta-, le había dicho como última conversación de despedida.
Pero la mirada verde y vencida de Valdor le había hecho efecto. Y Shaiwa se levanta, se viste un fino camisón blanco, toma una antorcha y dejando su aposento se dirige a la mazmorra subterránea donde lo tienen encerrado. Shaiwa es alta, morena, rostro curtido y grandes labios, larga cabellera rizosa y negra brillante, cual la crin de un caballo asturcón.
Entra en la celda, que no está vigilada y la puerta tiene un simple cerrojo. Valdor está encadenado por las muñecas con unos grilletes a la pared. No puede escapar ni ayudarle nadie…
-Vaya, la princesa asesina viene a visitarme. ¿A qué debo tal cortesía?- dice con su sonrisa blanca, su larga cabellera y su musculatura morena y sudorosa. No en vano, Valdor era el principal semental de su tribu, poseía un harén propio de hembras y engendraba numerosos hijos.
-Cállate, impertinente, y habla cuando yo te autorice. Estoy desvelada y necesito probar algo antes de acabar contigo…-
Shaiwa arranca de un golpe el taparrabos de piel de felino que cubre a Valdor, descubriendo así su identidad de macho. La verga, larga, fuerte, musculosa, emerge erecta, desafiante, escoltada por unos genitales duros y ovalados, haciendo presión en su saco. Shaiwa toma el vástago con su manaza de guerrera y acaricia una pronunciada vena o arteria que le suministra el riego. Tira hacia debajo de la piel para descubrir el soberbio capullo, el fresón salvaje…
-Mmmmm- Los labios carnosos de Shaiwa comienzan a trabajar el capullo, usando también su lengua, jugosa, húmeda, recorriendo el vástago de arriba abajo, besando, chupando, acariciando. Las terminaciones nerviosas del glande ponen en alerta el sistema nervioso de Valdor. La boca experta de Shaiwa hace que se olvide de la mazmorra y la ejecución. Ella magrea un rato sus pectorales y sus durísimos bíceps de guerrero…
-Huuuummm- suspira ella. Se acaballa encima de él y su enorme vagina engulle toda su polla, comenzando así Shaiwa una brutal cabalgada. Todos los músculos de él se tensan, duros de la excitación…
-Mírame a los ojos, cabrón, será lo último que veas, antes de morir mañana- le dice, dando sobre él unas cabalgadas violentas. Él soporta, entre sufrimiento y placer a la vez, pues no puede moverse y siente las rozaduras de los grilletes en sus muñecas…
Las impresionantes paredes vaginales de Shaiwa hacen su efecto eficaz. Ella también tiene un harén de machos elegidos por ella misma, traídos de todos los poblados de la región, haciendo ejecutar a los que no son buenos amantes o no la satisfacen.
Valdor, entre violentos espasmos y convulsiones, se corre dentro de ella, gritando muy fuerte. Luego se desploma rendido. Shaiwa se quita de él y se queda quieta unos instantes hasta controlar su respiración también acelerada…
Cuando Shaiwa se marcha y va a salir por la puerta de la celda, se gira y le dice a Valdor:
-¿Sabes?, pensándolo bien, quizá no te ejecute mañana… Quizá te indulte, al menos por unos días…
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