Shaiwa, la princesa amazona 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DelNorte1.
En su campaña bélica y guerrera por conquistar y destruir, las tropas de la princesa Shaiwa van reduciendo, arrasando y venciendo a las tribus enemigas. Unos potentes escuadrones de amazonas y guerreros van mermando a los enemigos de su feudo. La tribu de Yurena, enemiga feroz de Shaiwa es derrotada, y ésta es llevada ante Shaiwa…
-Me alegro de verte de nuevo, ramera. Qué pena que tu bonito cuerpo colgará mañana de una soga, para regocijo de mis gentes… -le dice Shaiwa a Yurena.
Yurena sabe el odio personal que Shaiwa le profesa. Yurena es una amazona también morenaza, altísima, con unos ojos azul claro leopardo. Experta en lucha y equitación, cruel como ella y felinamente atractiva. Muestra el nacimiento de unos pechos duros y firmes que asoman bajo su peto de cuero de guerrera. Sabe de sobra que Shaiwa la matará sin piedad.
-¿Tienes algo que alegar, furcia? ¿Un último deseo antes de ser ahorcada mañana? Te concedo ese lujo, la horca, aunque preferiría yo misma sacarte esos ojos azules, zorra…
Pero Yurena es aún más taimada y astuta que bella. Conoce las debilidades de Shaiwa…
-Shaiwa, quiero hablar un rato a solas contigo. En privado. En tu aposento.- Sus ojos felinos irradian un brillo impactante, clavándose en los de Shaiwa. Conoce el efecto que causan…
Shaiwa quisiera resistirse, pero no puede. Está intrigada…
-De acuerdo.- Responde. –Guardias,- dice inquiriendo a sus dos escoltas personales- permaneceréis en la puerta; a la mínima señal que yo os haga o llame, clavad vuestras lanzas en las entrañas de esta puta…
Shaiwa conduce a Yurena a la habitación, dejando una abertura en la puerta. Los dos soldados quedan fuera.
-Desnudas hablaremos mejor.- Dice Yurena sosteniendo la mirada azul en los ojos de Shaiwa, y despojándose de su ropa de cuero animal. –Relájate querida, estás muy tensa, mañana ya no seré un problema para ti.-
Yurena desnuda a Shaiwa, que se ha quedado como hechizada, y de un empujón la tumba en el lecho. Luego Yurena trepa despacio por su cuerpo, desde los pies a la cara, como serpiente peligrosa. Pasa su lengua por la comisura de los labios de Shaiwa, un par de veces, humedeciéndolos, y abre su boca, abriendo sus mandíbulas con las manos, e introduce en ella su larga lengua. Pasea bien el cielo de la boca y la campanilla, le da unas chupadas rápidas a la lengua e insiste con la suya debajo de la de Shaiwa.
A continuación se centra en el cuello. Besa la pequeña nuez. Muerde suavemente las carótidas de Shaiwa, que se han hinchado palpitantes de la excitación. Luego acaricia las ubres de Shaiwa, redondas, fuertes, firmes como las de ella misma. Pellizca suavemente los pezones, los mama, los chupa…
Se centra en el abdomen, besa el vientre, el ombligo, los abdominales de Shaiwa. Hace amago de seguir más abajo, pero vuelve a subir. Besa los pelos del pubis de Shaiwa, y vuelve a subir al vientre. Baja unos centímetros, pero vuelve a subir. Insinúa, pero no hace, baja y sube otra vez. Shaiwa tiembla y palpita de placer. Está sometida…
Tras varios besos al comienzo del pubis, vuelve a subir al vientre. Repite varias veces la maniobra. A continuación baja a sus muslos. Los acaricia y besa la parte interior, acercándose peligrosamente a la ingle, pero nada más. Repite la insinuación tres o cuatro veces…
De repente Yurena da un fuerte lengüetazo a la vulva hinchada y húmeda de Shaiwa. Ésta emite un fuerte gemido de gusto. Yurena ataca la vulva de repente, con fuertes besos y lengüetazos. Factor sorpresa. La lengua larga y húmeda, experta, la boca carnosa, chupa ahora sin piedad el coño de Shaiwa, que grita de placer, temblándole todo el cuerpo. Yurena se aplica ahora en esa “zona cero”. Sabe que su vida depende de ello. Se tira un buen rato comiéndole el coño con intensidad. Lubrica bien el clítoris de Shaiwa con su saliva mágica. Trabaja bien el bultito con lengüetadas rapidísimas y certeras. Arranca potentes orgasmos en Shaiwa, que grita de placer…
Los guardias, dos soldados enormes y musculosos, contemplan las escenas desde la puerta. Desenfundan sus pollas enormes y comienzan a masturbarse con violencia…
Yurena insiste en su tarea, hasta que Shaiwa queda exhausta y derrotada de placer. Shaiwa cierra los ojos y descansa unos minutos. Cuando los abre contempla un rato a Yurena, su musculatura desnuda, su cabello negro, sus ojos de leopardo, sus labios aún pegajosos con los humores de su coño…
Demasiado valiosa para ahorcarla…
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