Siempre con chicas mayores
Un chico que sin quererlo era el muñeco de pruebas de chicas mayores.
Hola, soy José y este es mi segundo relato, y al igual que el primero es 100% real.
Les comenté en mi primer relato sobre mi primera experiencia con mi primo cuando tenía 9. Pues bien, antes de tener mi segunda experiencia con él viví un par de situaciones sexuales en mi vida y vengo a contárselas.
En ese entonces vivía con mi mamá y mi abuela, mi mamá trabajaba así que me dejaba al cuidado de mi abuela. Vivíamos en un edificio y todos los vecinos nos llevábamos muy bien, tanto así que mi abuela solía irse algunas tardes a casa de una de las vecinas a charlar y tomar café, y la nieta de la vecina solía ir a mi casa a jugar conmigo. En ese entonces yo tenía unos 10 aproximadamente y ella unos 14 más o menos.
Pues bien, una de esas tardes que mi abuela fue a casa de la vecina, la nieta de esta vino a mi casa. La llamaremos María. Ella jugaba conmigo y siempre decía que yo le parecía tierno ya que era un niño blanquito y gordito con el cabello liso en forma de hongo. Ese día jugamos a las escondidas dentro de la casa, así que yo empecé a contar y ella se escondió. Cuando terminé de contar empecé a buscarla en toda la casa hasta que la encontré debajo de mi cama. Ella se rió y me hizo señas para que me metiera debajo de la cama con ella, cosa que hice.
Estando allí nos empezamos a reír ya que nos parecía divertido estar ambos escondidos bajo la cama, pero cuando pararon las risas ella me miró fijamente y me dió un tierno beso en los labios. Yo le sonreí y ella lo tomó como una invitación a hacerlo de nuevo, así que me volvió a besar pero esta vez más intensamente. Usaba su lengua y me gustaba cómo la usaba para jugar con la mía, no paramos de besarnos hasta que escuchamos la puerta de la casa abrirse y supimos que mi abuela había regresado, así que salimos de abajo de la cama.
Muchas tardes más mi abuela iba a casa de la vecina y siempre pasaba lo mismo: María jugaba conmigo un rato y luego nos metiamos debajo de la cama y nos besábamos durante largo rato, y así fue durante varios meses hasta que ella y su familia se mudaron.
Pasó casi un año y mi mamá conoció a una mujer que vivía a una cuadra de nuestro edificio junto con su hermana menor de unos 13 tal vez. Esta mujer secaba y planchaba cabello así que mi mamá empezó a ir a su casa todos los fines de semana para que ella le secara y planchara su cabello, y luego de ir un par de veces me propuso ir con ella ya que su hermana menor tenía casi mi edad y podría jugar conmigo y así yo no estaría aburrido en casa, y me pareció buena idea así que acepté.
Fui con ella ese fin de semana y me presentaron a la chica en cuestión, se llamaba Ana y era muy linda, un poco hiperactiva y en seguida nos llevamos bien y empezamos a jugar mientras mi mamá y su hermana estaban en lo suyo. Así fueron algunas semanas hasta que un día pasó lo que ustedes esperan.
Luego de un rato jugando juegos de mesa le propuse jugar a las escondidas, a lo que ella aceptó y puso la condición de que el que perdiera debía cumplir un reto. La idea me gustó y acepté.
Fui el primero en esconderme, ella terminó de contar y empezó a buscarme por la casa hasta que me encontró en su armario.
– Te encontré, ahora te pondré un reto – Me dijo mientras yo aún estaba en el armario. – ¡Ya sé! Cierra los ojos.
Cerré los ojos y sentí sus labios en mis labios, instintivamente los abrí y ella también, y empezamos a besarnos intensamente, nuestras lenguas jugaban y a veces ella mordía mi labio aunque no muy fuerte. Luego de varios segundos nos separamos y me dijo: «Ahora me toca a mí esconderme». Así que fui a la sala a contar mientras ella se escondía. Terminé de contar y empecé a buscarla, y creo que quería que la encontrara porque se escondió en el mismo armario donde yo me escondí la primera vez. Le pedí que cerrara los ojos y nuevamente nos besamos con la misma intensidad.
Esa se volvió nuestra rutina, todos los domingos mi mamá iba a casa de su amiga y yo iba con ella para «jugar» con Ana, pero ya no fingiamos que jugábamos a las escondidas, directamente entraba a su cuarto y nos empezábamos a besar durante un largo rato.
Un día Ana se atrevió a más, y mientras nos besábamos agarró mi mano y la metió debajo de su pantalón por la parte de atrás, y empecé a apretar su culo desnudo. Recuerdo que mi mano apretaba sus nalgas y rozaba su ano de vez en cuando, todo esto mientras nos seguíamos besando. Luego ella se separó y se puso de frente a la pared, se bajó sus pantalones y sus pantys, abrió sus piernas y puso sus manos en la pared y me pidió que la lamiera. Para mí era extraño ya que nunca había lamido un culo, ni pensaba que eso generara algún tipo de placer, pero empecé a hacerlo sólo porque ella me lo ordenó. Lamía su ano con afán, la verdad su sabor no me disgustaba para nada, pero lo que sí me gustaba era su reacción, notaba su respiración acelerada y algún que otro gemido ahogado para que no se escuchara en la otra habitación donde estaban mi mamá y su hermana. Seguí lamiendo su ano varios minutos hasta que ella se cansó y me separó de su culo, se subió el pantalón y se acostó en la cama, yo me senté a su lado y le pregunté si estaba bien. Me dijo que sí con una gran sonrisa, se sentó y me besó nuevamente con mucha intensidad.
Cada vez que iba era igual, a veces sólo nos besábamos y la manoseaba, y otras veces me ponía a lamerle su culo otra vez, y así pasaron varios meses.
Mi mamá dejó de ir para allá, supongo que porque consiguió a alguien más que le secara y planchara el cabello más barato. Luego de todo esto fue que ocurrió mi segundo encuentro con mi primo que ya les conté en el relato anterior. Y recuerden que tanto ese como este relato son 100% reales.
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