SIEMPRE QUISE PROBAR INCESTO CON MI HIJO. Primera parte.
Angie es una madre cuya permisividad y libre pensamiento en cuanto al sexo llevó a que su adolescente hijo la tentara a cometer incesto. .
SIEMPRE QUISE PROBAR INCESTO CON MI HIJO. Primera parte.
ESCRITO POR SIREMIS.
Me llamo Angie Lorena Garzón Pataquiva, soy de Bogotá, actualmente tengo 56 años de edad y soy madre de nueve hijos. Ellos son: Facundo, de 39, años; Raulito, de 26; Octavio, de 24; Nataly, de 22; Samantha, de 20; Vilma, de 17; Lina, de 14; Luz Mary, de 12 y la pequeña Lunita, de 10.
Facundo y Lina son hijos de mi marido. Raulito, Octavio, Samantha y Vilma son fruto del intenso y constante incesto que tuve con mi Facundito, todos nacieron bien y sin defectos ni contratiempos. Nataly es hija de Rito, apodado la Rata, sujeto indeseable con el cual tuve muchísimo sexo. Luz Mary y Lunita no tengo ni idea de quiénes puedan ser sus padres, pues por esas épocas hacía muchas orgías y gang bangs.
Lo que voy a contar sucedió en 1998, en ese entonces yo tenía 30 años, era putísima, y solo tenía un hijo, Facundito. Mi niño era un hermoso y provocativo adolescente de 13 añitos.
En casa solo vivíamos mi esposo Javier, mi niño y yo.
Mi marido y yo éramos de pensamiento muy liberado, y por así decirlo, depravado, pues teníamos los ideales de los hippies viciosos de los años 60, movimiento al que perteneció mi madre.
A pesar de que Javier y yo manteníamos una relación abierta mi mamá nos obligó a casarnos. Javier trabajaba bastante en una oficina donde se desempeñaba como psicólogo jurídico. Mi esposo había conseguido buen dinero y me tenía viviendo como reina, no obstante, su obsesión por el sexo, su manía por los fetiches, su afición por las emociones fuertes y extrañas, su enfermizo gusto por la coca y la marihuana me habían convertido a mí también en una completa disoluta y drogadicta, cosa que me encantaba sobremanera.
Javier también hacía que me vistiera como una puta, con pintas exquisitamente sugerentes ante los hombres, con falditas demasiado corticas y blusitas muy escotadas y me exhibía a sus amigos pidiéndome tener sexo con ellos y ofreciéndome en intercambios de parejas y hasta en orgías, yo lo disfrutaba muchísimo, no lo puedo negar.
Mi Facundito, era estudiante, estaba empezando bachillerato en un colegio público. Yo pretendía parecer ante los demás solamente una ama de casa, pero la gente no era pendeja, sabían que yo a menudo fumaba mi hierba, que iba a las discotecas, que me divertía con cuanto hombre pudiera y que me bebía mis tragos.
Mi Facundito sabía muy bien todas las picardías que su padre y yo hacíamos en el aspecto sexual y en el del vicio.
Frecuentemente nos visitaba mi hermanita Katy, niña de 17 años de edad en ese tiempo. Mi hermana estaba en el grado noveno en el mismo colegio que mi hijo, ella era amante consentida de mi esposo. Javier enamoró a Katy desde los 13 años de edad de ella, y a sus 14 la dejó embarazada de Martín, niño que en la época descrita tenía 3 añitos de existencia.
Realmente amaba a mi Javier, él confiaba tanto en mí como yo en él. Mi esposo había sido tan bueno que acepté de buena manera que mi hermanita fuera su amante desde el principio, así es que no me opuse a sus relaciones, y en secreto, sin que nadie lo supiera, excepto mamá, Katy y yo compartíamos a Javier y hacíamos miles de tríos y muchas cosas divertidas que, para cualquier persona, en esos tiempos, eran pecado y motivo de alcanzar el castigo eterno en el infierno.
Menos mal mi hermana era buena muchacha y tan bisexual como yo, simplemente la vida nos hizo ser así de liberados a Javier, a Katy y a mí, era algo que amábamos entrañablemente. Mamá permitía todo eso no solo porque fuera una libidinosa completa sino también porque Javier tenía muchísimo dinero y le daba una buena mensualidad a cambio de favores sexuales, mamá era una arpía muy interesada en lo económico, no le importaba que nosotras y ella misma nos estuviéramos convirtiendo en putas con tal de obtener su dinerito.
Facundito estaba empezando su adolescencia y por ende presentaba las típicas curiosidades sexuales que manifiestan los muchachos en esa etapa. Yo no le había permitido a mi hijo fumar marihuana hasta hacía poco, y por lo visto su deseo sexual se multiplicaba cada vez más desde entonces.
Toda la vida le di gran libertad y confianza a mi Facundito, por eso los temas de sexo no eran tabú en casa, habíamos pasado tardes enteras hablando de vergas, de cucas, de culos, de tetas, de porno, de meter la macana en la chocha, etc. sin embargo, me parecía que mi niño no se sentía tan en confianza al hablar de esto con sus amiguitos, amiguitas, profesores y demás familiares y le daba un temor enfermizo el hecho de intentar proponerle noviazgo a alguna compañerita y mucho más plantearle a una niña hacer el amor.
Facundito y yo nos habíamos acostumbrando a bañarnos juntos desde que él era muy niño, llegó el momento en el que me percaté que su pinga se paraba muy rico, le pregunté si tenía novia o si ya había tenido algo con alguna chica y me dijo que no porque le daba pena proponerles algo. Me dio un poco de tristeza y le enseñé a masturbarse para que desahogara sus ímpetus sexuales, él me dijo que instintivamente ya se pajeaba, pero quedó muy a gusto con que yo le hubiera dado algunos tips masturbatorios.
Todo iba bien hasta que en cierto día se le dio por masturbarse de manera continua, obsesiva, frenética y abierta mientras nos duchábamos y eso se convirtió en su costumbre. Ver su gorda y larga vergota me llenaba de excitación total.
Las primeras veces que se pajeó frente a mí en el baño me pareció bastante divertido, ver cómo se jalaba esa inmensa vergota me contagiaba de un morbo sin límites, pero después de repetir su hazaña por varias ocasiones me preocupé un poco y decidí hablarle al respecto.
Él me confesó que a pesar de darle una pena intensa proponerle tener algo a alguna niña de su edad, no podía evitar pajearse, y lo siguió haciendo sin ninguna vergüenza cuando nos duchábamos, su excusa era que sentía una terrible fuerza que lo impelía a expulsar semen frente a mí a toda costa.
Por esa época también había notado que la ropa interior que guardaba en uno de los cajones de mi chifonier aparecía llenita de semen. Al igual que en el caso anterior, no le dije nada la primera vez, pero al ocurrir por segunda vez decidí llamar a mi Facundito y preguntarle sobre eso, pues yo sabía muy bien que ese esperma era suyo ya que mi marido no lo hacía, aunque Javier era muy dado a los fetiches de todo tipo, además conocía el semen de mi esposo y el que se evidenciaba en mis pantis y brasieres no era como el de él, ni siquiera tenía el olor ni el sabor característico del de mi Javier.
Recuerdo que al llamarle la atención sobre eso a mi Facundito, él, sin ninguna pena, prendió un cigarro de cannabis y en un tono desafiante, aceptó que él era el que me dejaba su semen en mis prendas íntimas y me explicó que sus deseos sexuales se habían intensificado en tal manera que no tenía cómo más desfogarse, y, riéndose, agregó que le gustaba incontrolablemente mi cuerpo, mi culazo, mis tetotas y todas mis buenas curvotas.
Como madre comprensiva traté de entender la situación de mi pobre hijito, y, para no crearle complejos, le hice saber que en realidad no debía preocuparse por esa simpleza, no obstante, las cosas fueron pasando a un nivel superior, pues tras pocos días, lo vi de pie, con los pantalones abajo masturbándose alegremente en la sala y eyaculando todo su semen sobre un retrato mío, a él no le dio pena que yo estuviera ahí mirándolo y descaradamente me guiñó un ojo, me sonrió, se subió sus pantalones y luego se retiró muy orondamente al patio a fumar dejando descaradamente mi retrato lleno de espeso y espumoso semen sobre la mesita de la estancia, yo me sentí entre halagada y preocupada.
Ahí no terminó la cuestión, después de unos días más, al notar que yo no me veía molesta, cogió la costumbre de pajearse sentado en la mesita de la cocina y sus pajazos pasaron a ser muy continuos y enérgicos, a toda hora se la pasaba masturbándose, de día y de noche, y ya no quería asistir al colegio, desmejoró muchísimo en sus estudios.
Recuerdo que la primera vez que se hizo la paja, mientras yo le preparaba el desayuno y lo consentía para ver si accedía a ir al colegio, él me miraba con ojos de pervertido y me decía cosas altamente morbosas y vulgares. A continuación, presento nuestra amena interacción:
FACUNDITO: ¡Uuff!… ¡Mamá! ¡Estás buenísima!… ¡Mira nada más qué curvotas te mandas!… ¡Uuff!…
Como yo estaba frente a la estufa, dándole la espalda a mi pajuelo hijito, el cual se jalaba su cipote de forma febril e impaciente, inmediatamente, sin mover los pies de su lugar, giré mi tronco apenas le escuché decir eso para ver cómo se masturbaba, le vi con asombro y deseo ese enorme y sabroso pipí, se lo jalaba delicioso, le sonreí y le contesté:
ANGIE: ¡Wow!… ¡Gracias, papito!… Jejeje… ¡Tú también estás buenísimo, mi amor! ¡Cada vez estás más grandote y desarrolladito! ¡Sin duda la adolescencia te ha puesto muy varonil!
Facundito se seguía haciendo la paja de manera frenética y mientras seguía mirándome con cara de pervertido, me dijo:
FACUNDITO: ¡Yo también veo que te pones cada vez más rica, mamá!… ¡Severas tetotas tienes!… ¡Hoy te veo más tetona que de costumbre!…
ANGIE: Jajaja… ¡Gracias, papito!
FACUNDITO: ¡Creo que no voy a ir al colegio! ¡Quiero quedarme contemplándote ese cuerpazo que te gastas! ¡Eres súper tetona!
Apenas mi hijo dijo eso yo le quise seguir la corriente, me giré totalmente quedando de frente a su vista, puse cara de mujerzuela barata, me desapunté un botón de mi lujuriosa blusita y con mis manos abrí un poco más mi escote dejando ver mis amplias y cafesosas aureolas, luego miré fijamente su enérgica masturbación y expresé lo siguiente demostrando una buena dosis de lascivia:
ANGIE: ¡Y tú eres súper vergón, papito rico!… Jejeje…
Al escucharme decir eso, mi niño se decidió a decirme lo siguiente sin ninguna clase de disimulo:
FACUNDITO: ¡Esa minifaldota está muy sexy, mamá! ¡Es como de prostituta! ¡Es que es tan chiquita que te veo hasta la cuca!
ANGIE: Jejeje… ¡Gracias, mi vida! ¡Eres muy observador!
Sin dejar de sonreírle a mi pajuelo hijito me giré nuevamente para ver que no se me quemaran los huevos que estaba fritando en la estufa y luego, con toda la intención de exhibirme un poco más a mi niño, procedí a subirme sobre un butaco simulando alcanzar la sal del gabinete de arriba.
Obviamente me subí sobre ese banquito con toda la morbosa pretensión de que mi hijo me viera una buena parte de mi tanguita negra y de mi animoso culazo.
Facundito, fijándose en que mi minifalda era tan cortica que subida en ese butaquito se me veía casi la mitad de las nalgas, pronunció lo siguiente:
FACUNDITO: ¡Uuff!… ¡Tremendas nalgotas te mandas, mamá!
ANGIE: Jejeje… ¡Veo que tienes buen ojo, papi!
FACUNDITO: ¡Buen ojo es el que tienes entre ese buen par de enormes nalgotas, mamasota rica!
Ahí subida sobre ese banquito, con toda la pretensión, lascivia y coquetería, me levanté mi vulgar minifaldita mostrándole todas mis nalgas a su pícara mirada, las moví muy concupiscentemente para deleitar la vista de mi querido nene, la verdad es que me gustaba y me divertía provocarlo y verle la cara de niño morboso y ganoso, y sensualmente le pregunté:
ANGIE: Jajaja… ¡¿Te gustan mis nalgotas? papi!
FACUNDITO: ¡Juemadre!… ¡Mamá!… ¡Uuff!… ¡Cómo las mueves!… ¡Me enloquecen!… ¡Uuff!… ¡Qué pajazo me estoy haciendo en tu honor, mamita rica! ¡Cómo me gustaría hacerle cositas ricas a esas nalgotas!
ANGIE: Jajajaja… ¡Lo dices con un morbo único, amor! ¡Eso me encanta, papi! ¡Sigue así!…
Seguí agitando mis nalgas como si fuera una estriptisera de antro y mi niño continuó pajeándose con energías, él fue más allá al decir:
FACUNDITO: ¡Mierda!… ¡Cómo te vibran de rico esas nalgotas!… ¡Uuff!… ¡Vaya culazo te gastas!… ¡Es que estás como para cogerte y meterte una buena taponada por ese culote y esa chochaza mientras se te agarran esas tetotas tan grandotas, mamacita rica!… Jejeje…
ANGIE: ¡Oohh!… Jajaja… ¡Me sorprendes cada vez más, mi nene!… Jejeje…
FACUNDITO: ¡Ya que estás ahí subida ¿puedes bailar un poco para mí? mamá!
ANGIE: ¡Claro, mi vida! ¡A ver, como si fuera estriptisera!… Jejeje…
Sobre ese banquito empecé a contonearme muy sensualmente ante la vista de mi pajuelo bebé, él seguía haciéndose la paja con gran vitalidad y entusiasmo mientras me miraba extasiado.
FACUNDITO: ¡Por los calzones de la puta de mi abuela! ¡Qué culazo!… ¡Uuff!… ¡Estás fenomenal, mami!
ANGIE: ¡Gracias, cariño! ¡lo hago para que tu vista se entretenga un poco y puedas estimular de mejor manera tu rico pajazo!…
FACUNDITO: ¡Mierda! ¡Me tienes loco, mamá!… ¡Ese culote me mata!… ¡Me tienes extremadamente arrecho!
ANGIE: ¡Se nota, papi! ¡Se nota!…
FACUNDITO: ¡¿Te puedo hacer una pregunta que tengo desde hace rato mientras me sigues mostrando tu sensual bailecito? mami!
ANGIE: ¡Pues claro, amor! ¡Pregunta no más que yo contesto a la vez que sigo bailando!
FACUNDITO: ¡Bueno, mami!… ¡¿Tú te acuerdas de Rito?!
ANGIE: ¡¿Cuál Rito?!
FACUNDITO: ¡Rito Alejo! ¡El hermano mayor de mi mejor amigo del colegio, o sea, de Pedrito?!
ANGIE: ¡¿Rito Alejo?!
FACUNDITO: ¡Sí, Rito! ¡No me vayas a decir que no te acuerdas de él! ¡El mechudo, morenito, con pinta de punk!
ANGIE: ¡Aaahh!… ¡Sí!… ¡Ya recuerdo a ese carechimba asqueroso!… ¡Es que yo lo recuerdo es por el apodo del Rata y no mucho por el nombre! ¡Pedrito y él son hijos de doña María! ¡¿Sabías que Rito es conocido como la Rata porque es bien sucio, dientipodrido, bien feo de cara y porque además se dedica a robar y a consumir drogas?!
FACUNDITO: ¡Ese mismo!… ¡Sí, mamá, claro que lo sé!… ¡Todo mundo lo sabe!… ¡Rito es dientón, cochino y feo como una rata de alcantarilla!… Jejeje…
ANGIE: ¡¿Y qué hay con esa Rata inmunda? papi!
FACUNDITO: ¡Pues que Rito se la ha pasado contándole a todos que ya te ha roto el culo a ti!
ANGIE: ¡Ah sí?! ¡Eso dice de mí ese malparido?!
FACUNDITO: ¡Y mucho más, mami!
ANGIE: ¡¿Como qué más se la pasa diciendo de mí esa rata inmunda?!
FACUNDITO: ¡Que tienes cara de puta y de mamadora!
ANGIE: Jajajaja… ¡Con que eso tenemos!…
FACUNDITO: ¡Te quería preguntar si eso de que te ha roto el culo es cierto, mamá! ¡Rito ya te rompió el culo a ti también?!
ANGIE: ¡Si, bebé! ¡Pues claro que sí!… Jejeje… ¡Ese malparido no cambia! ¡Le rompe el culo a cuanta puta ve por ahí!… Jejeje… ¡Ya hago parte de su colección de culos perforados y rotos!
FACUNDITO: ¡¿Entonces él ya te montó y ya te lo clavó por el ojo del culo? mamá!…
ANGIE: ¡Uuuhh… cuánto hace, amor!… ¡Claro que sí!… ¡¿Hasta ahora te enteras?!… ¡Este famoso culote ya pasó por esa rica vergota, papi!
FACUNDITO: ¡¿En serio?!
ANGIE: ¡Ya te dije que ese cretino le rompe el culo a todas las putas de este barrio!… Jejeje… ¡Esa es la norma!…
FACUNDITO: ¡Entonces es cierto!…
ANGIE: ¡Muy cierto!… ¡Yo no pude ser la excepción a esa norma, ni más faltaba!
FACUNDITO: ¡¿Cuándo ocurrió eso?!
ANGIE: ¡¿Cuándo ocurrió qué? mi amor!
FACUNDITO: ¡Pues la enculada que te pegó el rufián del Rito!
ANGIE: ¡Aahh… ya!… ¡Ese vicioso me lo rompió cuando nos acostamos aquella vez en que se vino a quedar aquí cuando su mamá, doña María, lo echó de la casa a patadas en aquella ocasión porque se le robó una grabadora para cambiarla por vicio! ¡¿Recuerdas que tú mismo lo trajiste para que pasara la noche aquí y no en la calle? amor!
FACUNDITO: ¡Sí, mamá! ¡Lo recuerdo!… ¡Él estaba muy drogado! ¡De hecho me amenazó con un cuchillo para que lo trajera a quedarse en casa!…
ANGIE: Jejeje… ¡Exacto, todo sucedió esa noche!
FACUNDITO: ¡De razón te escuchaba gemir y gritar tanto toda esa noche! ¡Eres muy gritoncita!… Jejeje…
ANGIE: Jejeje… ¡Claro, es que ese hijueputa me estaba encendiendo a verga! ¡Esa rata me dio chimbo hasta por las putas narices esa noche!… Jejeje… ¡Para qué, pero la pasamos muy rico!…
FACUNDITO: ¡A todas estas ¿por qué resultó ese man metido en tu cama? mami!
ANGIE: ¡Me tocó dejarlo entrar a mi cuarto y permitirle acostarse en mi cama aprovechando que no estaba tu papá! ¡Es que me dio pesar con el pobre porque lo vi temblando de frío acostado en el sofá de la sala fumando marihuana y cubriéndose solo con esa mantica tan tenue y olorosa a pecueca que le prestaste! ¡Esa noche heló, me compadecí de él y lo invité a calentarse un poco bajo mis cobijitas a cambio de que me compartiera un poco de su porrito!… ¡Obviamente pasó lo que tenía que pasar entre un hombre y una mujer que duermen en la misma cama, papito! ¡Eso era algo inevitable! ¡Era de saberse que iba a ocurrir! ¡La cuca me picaba muchísimo y no pudo negarse a su delicioso chimbo!… ¡Ojalá me comprendas, mi amor!…
FACUNDITO: ¡Si, mamá! ¡Comprendo que era algo que tenía que pasar!… ¡Pero dime una cosa ¿qué tal folla ese man?!
ANGIE: ¡Solo puedo decir que ese cretino maneja su vergota como los mismísimos dioses, mi amor!… Jejeje… ¡Uuff!… ¡Qué rico!… ¡Y tiene un señor chimbote como así de grandote!
Sin dejar de contonearme sobre el banquito estiré mi brazo y le mostré a mi hijo lo larga que era la verga de Rito poniendo mi otra mano en mi codo.
ANGIE: ¡Y era como así de gruesote es ese hijueputa chorizote!
Junté las puntas de mis dedos índices y pulgares respectivamente haciendo un exagerado círculo con sus bordes.
FACUNDITO: ¡Wow!… ¡O sea que te gustó!…
ANGIE: ¡Completamente, papi!… ¡Aunque ese ladrón hijueputa tenía piojos, olía a puro indigente y me dejó la cama y mi cuerpazo oliendo a pura mierda me encantó su brusca y violenta manera de follarme, mi amor! ¡Ese hampón culea muy duro y muy rico, y mueve su cosota maravillosamente!… ¡Uuff!… ¡Hasta me golpeó! ¡A mí me gusta que me peguen, me insulten y me maltraten fuerte mientras me follan! ¡Me dejó un ojo morado, pero ¡Uuff!… cómo gocé esa puta noche, mi amor!… ¡Ojalá se volviera a repetir!…
FACUNDITO: ¡Pues él se la pasa contándole a todo mundo que te lo ha metido por todos tus huecos! ¡Y no te rebaja de puta, mamá!… ¡Para él no eres más que una puta, una perra, una mujerzuela regalada de calle! ¡Eso nos lo dice a todos los compañeros del colegio cuando nos ponemos a hablar de putas y de sexo!
ANGIE: Jajaja… ¡Al parecer soy más famosa de lo que me imaginaba!… Jejeje… ¡Pero me importa un culo lo que ese gamín ande comentando de mí!… ¡Yo también le he dicho a todas mis amigas que fui yo la que se comió a ese canalla! ¡Les cuento que yo me lo follé a él y no él a mí!… Jejeje… ¡Yo sé muy bien que todo mundo dice que soy una puta, una perra, una cerda, papito! ¡Eso no me importa! ¡Qué hablen lo que quieran!… ¡No te preocupes por esa bobada! ¡La rata del Rito solo repite como lora lo que todo el barrio dice en lugar de venirme a visitar otra vez! ¡Si ves a ese cerdo maldito dile que lo estoy esperando para repetir lo de aquella nochecita, papacito!… Jejeje… ¡Dile que quedé con ganas de más, papi! ¡Comunícale qué cuándo viene a consentirme la cuca, las tetas y el orto de nuevo! ¡Manifiéstale que su puta lo espera con ansias! ¡Y que no se preocupe por vicio que yo aquí le comparto!
FACUNDITO: Jejeje… ¡Se lo diré, mami! ¡No te preocupes!… ¡Él también dice que te quiere volver a culear porque lo chupas rico y mueves el culo y las tetas maravillosamente!
ANGIE: ¡Ah… ahí también está en lo cierto ese puto del Rito!… ¡Pues claro que culeo, muevo las tetas y mamo sabroso, papi!… ¡Eso sí es verdad!… ¡Yo soy toda una hembrota!… ¡Eso es muy cierto!… ¡Tu mami es bien calentona y sabe follar y mamar riquísimo toda clase de verga! ¡Esa es una realidad indiscutible!… Jejeje… ¡Más bien me preocuparía si ese imbécil estuviera diciendo lo contrario!… Jejeje…
Jejeje… Eran comentarios normales entre nosotros, pero muchos dirán que son muy fuertes para un niño de tan temprana edad. Yo comprendí el deseo sexual de mi bebé. Tal vez yo tenía gran parte de la culpa de sus deseos porque yo era demasiado permisiva, putona y coqueta, además porque mi costumbre era ponerme las minifaldas y los escotes más descarados posibles, eran de mi preferencia, y ese estilo no lo pensaba cambiar por nada del mundo, así hiciera excitar hasta a mi propio hijo yo iba a seguir usando esas prendas tan putonas. Y es que también era cierto que realmente me gustaba ser así, descomplicada y atrevida, y me encantaba depravadamente que mi propio hijo me mirara, me deseara y me dijera esas cosas tan cochinotas.
Mi niño se masturbaba muchísimo en la cocina, lo hacía con gran vehemencia, y siempre, al eyacular, entre fuertes gritos de placer, finalizaba sus descomunales pajotas lanzando su abundante semen sobre los platos y pocillos y limpiándose los restos que quedaban en su largo y gordo pene con el mantel, y sin ninguna vergüenza se iba a fumar bareta.
Debo ser franca, me fascinaban los ricos pajazos que mi hijo se hacía, pero lo que no me llegaba a parecer tan bueno es que estas prácticas autoeróticas dejaban sus buenos regueros de semen en el piso y en la silla y eso me representaba más esfuerzo físico, pues a cada rato tenía que ponerme a limpiar yo solita toda esa cantidad de viscoso esperma y a lavar el mantel.
Pasado un tiempo, Facundito ya no solo se pajeaba en la sala o en la cocina, sino que lo hacía en cualquier lugar de la casa, hasta ahí todo iba bien, excepto que me tocaba estar limpiando sus inmensos goterones de leche en las escaleras, en la cocina, en mi alcoba, en las paredes, en la bañera, y en sí, por todo el hogar a toda hora.
Vale aclarar que en cada eyaculación mi hijo arrojaba muchísimo semen que olía bastante fuerte, no es por exagerar, pero en la casa parecían correr ríos olorosos de esperma en su interior.
No quise comentarle nada de eso a mi marido aun, y procuraba limpiar todo ese semen que mi hijo derramaba en toda parte antes de que mi esposo se diera cuenta.
Pensé en buscarle amiguitas a mi bebé, e incluso le propuse darle dinero para que contratara chicas o para que fuera con sus amigos a visitar prostitutas en los bares, tabernas y puteaderos callejeros con el fin de que desahogara sus exacerbadas ganas sexuales con ellas, pero él siempre se negó a tener sexo con esas señoritas.
Facundito se estaba volviendo un drogadicto y un obseso sexual como su padre, el muy cabrón quería pasársela de paja en paja todo el tiempo, iba al colegio solo cuando le daba la puta gana, de resto únicamente se mantenía en casa con la verga afuera masturbándose y llenando todo de espumoso y espeso semen, pero en lo posible se jalaba su cipote y eyaculaba donde yo pudiera verlo, él se pajeaba con la intención expresa de que yo lo viera.
El hecho de que mi Facundito se estuviera convirtiendo en un drogadicto y en un obseso sexual no me molestaba, sus pajazos me gustaban y me llenaban de lujuria desbordada, no obstante, el problema era que, aparte de tener que esforzarme un tanto más para limpiar sus goterones de esperma en toda parte, él ahora se pajeaba también sobre mis cosas, mi nene, al parecer no quería tener sexo con mujeres, sino expulsar su esperma estando yo presente para verlo o si no entonces se hacía notar eyaculando sobre el piso, sobre mi ropa, o sobre mis pertenencias, no le importaba llenar de semen objetos como mi televisor, mi cama, mis retratos, mis bolsos, mis maquillajes, mis collares, mi secador del cabello, mis ollas, mis platos, mis utensilios de la cocina, mis zapatos, mis libros, etc.
El asunto de tener que limpiar el producto de sus pajazos me tenía exhausta y este se agravó desde el momento en que por fin hablé con mi marido sobre el tema, pensé que por ser psicólogo iba a proponer una solución un poco más sesuda que la que me dio, es que, aparte de que justificó todo diciendo frases como: “así somos los hombres a esa edad”, me aconsejó, como profesional estudioso del comportamiento humano, ser más comprensiva con el niño y hacerle las pajas con mis propias manos ya que lo que nuestro hijo inconscientemente ansiaba era precisamente que yo misma accediera a tener alguna clase de sexo manual con él y hasta no obtener eso no iba a dejar de obrar así.
Y, aunque la idea me gustó, digo que todo se agravó desde el momento en que le permití liberar sus ansias de sexo mediante la masturbación con mis propias manitas a mi hijo porque él ya no solo se atrevía a acosarme, sino que además yo me estaba sintiendo más que atraída por su riquísima y tentadora vergota ¡tal como lo oyen! ¡Me enamoré de su cosota! y deseaba con ansías que mi propio hijo me agarrara a fuertes vergazos, me insultara y me penetrara agresivamente con su potente, majestuoso e inquieto órgano viral.
Ese anhelo incestuoso se me convirtió en el sueño más apetecido de toda mi estupenda vida, quería, con muchísimas ganas, tener un intenso acto sexual con mi Facundito divino, es que verle y sentirle ese miembrote en mis manos y escucharle decir, mientras lo masturbaba, sus fuertes morbosidades y barbaridades, me resultaba increíblemente excitante. Sé que esto es criticable por la gran mayoría de personas, pero así ocurrió todo, sin poder tener control ante esa baja pasión, sencillamente comprendí que somos humanos, y, por ende, somos débiles ante las tentaciones carnales, los humanos actuamos como locos, sin pensar, y procedemos de manera muy animalesca e instintiva cuando nuestro cuerpo nos pide sexo.
No sabía qué pensar, me había enamorado de la vergota de mi hijo y quería sentirla muy dentro de mí, pero al mismo tiempo mi angelito guardián me decía que al ser su propia madre no podía tener esa clase de sentimientos. Se formó en mí una guerra entre ese angelito de la guarda y mi demonio sexual que era mi mente cochina, la cual me hacía recordar la potente y durísima vergota de mi hijo siendo pajeada por sus manos y eyaculando semen de su ojo en cantidades alarmantes.
Mi mente me tentaba tremendamente a cometer incesto con Facundito. Fumé un poco de marihuana para relajarme y tener valor, y me sinceré conmigo misma y con Javier. Al poco tiempo le hablé a mi marido, sin tapujos y de manera muy franca, sobre este sentimiento incestuoso que me estaba invadiendo, y mi buen esposo, riendo y tomando todo como algo cotidiano, normal y sin importancia, me dijo que lo que yo estaba sintiendo no era nada malo, me explicó que de tanto hacerle la paja a mi hijo con mis manos eso era lo más probable que podría haber sucedido y que no debía preocuparme por esa simpleza ya que mi atracción por el miembro de mi Facundito era un sentimiento natural y temporal, es decir que así como surgió se iría, y me sugirió que más bien me enfocara en seguir estimulando manualmente a mi bebé, para que él, cuanto antes, superara ese deseo que inconsciente lo llevaba a hacerse la paja frente a mí y sobre mis cosas y así hacer que mi niño transformara ese bloqueo sexo-emocional en virtudes, y viviera su adolescencia sin temores, ni complejos ni traumas.
También hablé sobre esto con mis amigas de confianza, Susan y Flora. Nos encontramos en el salón de belleza de la señora Betania, y, sin importar que la doña y otras empleadas de ella nos estuvieran haciendo el manicure, los maquillajes y los peinados, prendí un cigarro, a ninguna le molestó eso, así que fumé un poco y les comenté sobre el asuntico.
Las mujeres, en lugar de escandalizarse por lo que les dije más bien me contaron, sin ninguna clase de pena, sus experiencias personales con respecto a las situaciones incestuosas con sus hijos y me aconsejaron, sin más ni qué, quitarle las ganas a mi muchacho practicándole una serie de buenas mamadas.
Susan era una charladora, gordita y peliamarilla profesora de primaria de un famoso colegio del sector, de unos 45 años de edad, tenía cabello corto y en ese momento mantenía su cabeza metida entre la cápsula del secador de cabello, y así manifestó lo siguiente con su característica voz potente y fuerte, pues su profesión hacía que tuviera enérgica voz de dominancia, de mando y de autoridad:
SUSAN: ¡No, Angie!… ¡No creo que un simple pajazo funcione, hermana!…
ANGIE: ¡Pero es que eso fue lo que me aconsejó mi esposo, y debo recordarte que él es un psicólogo muy afamado!
SUSAN: ¡Ay, nena!… ¡Con todo respeto te digo que, aunque tu marido sea psicólogo, no sabe las cosas que las madres sabemos y que por experiencia hemos usado para superar problemas en nuestros hijos! ¡Todas hemos pasado por ese tipo de eventos con ellos!
ANGIE: ¡¿A qué te refieres? Susan!
SUSAN: ¡A que no sigas pajeando a tu niño, mujer!… ¡Debes usar un método que no sea tan extremo como dejar que te penetre la cuca, pero que al tiempo sea más efectivo que un simple pajazo! ¡Eso hará que él no vuelva a tirar semen por ahí ni que tú sigas siendo tan tentada por su potente arsenal!
ANGIE: ¡Un método que no sea tan extremo como dejar que me penetre la cuca, pero que al mismo tiempo sea más efectivo que un simple pajazo?! ¡Pues me dejas en ascuas, hermana! ¡No te creo! ¡¿Cuál podría ser ese método?! ¡Un método así no existe!
SUSAN: Jajaja… ¡Yo ya pasé por algo similar, mamita! ¡Créeme y confía en mi método!… ¡Pues como te dije yo ya sé qué debes hacer!
ANGIE: ¡Pues dímelo ya, mujer de Dios! ¡Deja tanta palabrería de culebrero y dímelo ya!
SUSAN: ¡Mira, me refiero a que deberías ser un poquitín más puta con el niño! ¡Lo que deberías hacer es chuparle el pirulo directamente a ese cabrón!…
ANGIE: ¡¿Qué?!… ¡Uy!… ¡Qué consejo tan rico el que me acabas de dar, Susanita!… Jejeje… ¡¿Tú crees que una buena mamada bastará para sanarnos?!
SUSAN: ¡Una no, bobita, varias!…
ANGIE: ¡¿Varias mamadas?!… ¡Wow!… ¡Por mí encantada!… ¡Me gusta mucho ese método!… Jejejeje…
Todas las mujeres que estaban presentes lanzaron una fuerte carcajada al escucharme, y luego Susan rápidamente las hizo callar para decirme:
SUSAN: ¡Mira… yo tenía un problema muy parecido al tuyo, Angicita! ¡Mi hijo se hacía la paja en todas partes y yo me llegué a sentir bastante atraída por su falote! ¡Y fíjate que se me dio, desde un buen día, por hacerle unas cuantas mamaditas a mi niño, a eso de sus 15 añitos! ¡Le chupé el cipote y las turmas al Esteban! ¡A mi propio hijo! ¡Ustedes lo conocen, el que ahora tiene 25 años de edad! ¡Eso sí me tocó chupársela sagradamente todas las mañanas al levantarse y todas las noches antes de dormir por un tiempo y ni más me volvió a llenar mis cucos de semen el muy hijo de puta asqueroso! ¡Y de una vez quedé curada! ¡Me pude despegar así de la tentación de su deliciosa y chorreante vergota!… Jejeje…
Flora, vecina mía, bonita, promiscua y recochera mujer, era igual de fumadora a mí, por tanto, al verme fumando me pidió hierba, se la di y aspiró el cigarro.
Mi vecina Flora era ama de casa como yo, sus 37 años de edad no se le notaban, su esposo, hombre machista, maltratador y terriblemente infiel, constantemente la golpeaba. Flora tenía cabello negro, largo y liso, ojos grandes, coquetos y negros, senos grandes, pero turgentes, nalgotas enormes y ovaladitas, usaba casi siempre una escandalosa minifalda y un escote muy abierto, esa puta definitivamente se parecía mucho a mí.
Una empleada nueva y muy joven, que había acabado de contratar doña Betania, le estaba haciendo un pedicure y, mientras Flora fumaba conmigo, se burló de la profesora Susan diciendo:
FLORA: Jajaja… ¡Claro, Susanita, obviamente el cabrón de tu hijo no te volvió a llenar nunca más tus gigantescos cucos de semen porque te dedicaste a sacarle todo el semen con tu mamadora bocota, so puta! ¡Lo dejaste seco, perrita!… Jajajaja…
Todas las señoras y mamás presentes reímos y la conversadora e imponente Susan continuó hablando.
SUSAN: Jajajaja… ¡Como sea!… ¡El todo es que el problema se acabó automáticamente al chupársela y al hacerlo venir en mi boca por unos cuantos meses!… ¡Es que ese marrano ya me tenía harta limpiándole su oloroso y espumoso semen por todos los pisos y sillas de la casa! ¡Hasta las visitas se untaban de esperma cuando venían, eso daba pena! ¡Y al mismo tiempo desfogué mis ganas de su vergota sin necesidad de llegar al extremo de echarme al Esteban a la cama!
FLORA: Jejeje… ¡Bueno, eso que está diciendo la profe es muy cierto!… ¡Una buena dosis de mamadas es lo que necesitan tú y tu hijo, Angie! ¡Mira que uno se las chupa a los chinos y es santo remedio, ahí mismo cambian su comportamiento y una también calma sus deseos de incesto!…
ANGIE: ¡No me digas que tú también se la mamaste a tu propio hijo, Florita! ¡Sería mucha coincidencia el que mis dos mejores amigas hayan sido juntas unas incestuosas mamadoras de los pirulos de sus hijos!
FLORA: ¡Recuerda amiga que no tengo un solo hijo sino tres!… ¡Y así es, yo también se las hice a mis tres hijitos y ni más volvieron a ensuciar los pisos ni sus sábanas con su lechita caliente! ¡Además me gustó mucho ponerle los cuernos al idiota y mujeriego de mi marido con mis propios retoñitos por un tiempo!… Jejejeje…
Todas las pícaras señoras que estábamos en el salón de Belleza nos reímos a tunantes carcajadas y ahí pusieron a participar en la charla a la manicurista, doña Betania, quien hasta el momento había permanecido muy callada y solo ponía atención a lo que hablábamos.
Doña Betania, señora teti-escurrida y bellaca, tenía tetas muy grandes, ya habían perdido su competición contra la gravedad, su abdomen lo recorría varias llantas, su cabello canoso, junto a todo lo anterior la hacía ver muy vieja, pero no contaba con más de 55 años de edad, la veterana se caracterizaba por ser muy callada, sin embargo, todo mundo sabía que era bastante solapada, y en su morbosa y astuta mirada se le notaba lo obscena, pilluela y borrachita que había sido en toda su cochina vida.
SUSAN: ¡¿Y doña Betania se lo ha mamado a sus hijos alguna vez?!
FLORA: ¡Yo creo que doña Betania sí que le ha mamado las vergas a sus hijos! ¡Se nota que esta vieja picarona ha sido bien zorra toda su puta vida!… Jajajaja… ¡Con esa cara de putona y de mamadora que se manda!… Jajaja…
Nuevamente todas las señoras soltamos tremenda y sonora carcajada, no cabía duda que éramos más de una decena de viejas sinvergüenzas y sin oficio, y doña Betania, muy serena y sin dejar de pulirme las uñas, dijo:
DOÑA BETANIA: ¡Pues aún no, pero aquí entre nos, muchachas, no me han faltado ganas de chuparles esos ricos chorizotes a esos machotes!…
En el salón había unas siete señoras más esperando turno para que doña Betania las peinara y todas nos escuchaban, de manera muy entretenida, hablar muy morbosamente esas tremendas vulgaridades, la verdad era que ninguna se escandalizaba por nada, sencillamente todas le encontraban gracia a nuestras experiencias de mujeres putonas y madres picaronas. Y doña Betania siguió hablando como si nada mientras me hacía el manicure.
DOÑA BETANIA: ¡Ustedes vieran, hermanas! ¡Mis hijitos tienen esos barrotes bien grandotes, babosos, venosos y apetitosos!… Jejejeje… ¡Muchas de las mujerzuelas con las que han estado me han comentado que son todos unos monstruos en la cama! ¡Muy machotes!… Jejeje…
Todas le aplaudimos a doña Betania.
FLORA: ¡Braaavoooo! ¡Vieja puta!… Jejeje…
SUSAN: ¡Bravíísiimo!… Jejejeje… ¡Y yo que pensé que doña Betania era tímida!… Jejejeje… ¡Doña Betania resultó ser más puta y charladora que todas nosotras juntas!… Jejeje…
Doña Betania, sonriente y muy orgullosa, les hacía la venia, y decía:
DOÑA BETANIA: Jejejeje… ¡Soy bien putona! ¡La más puta y perra de todas las aquí presentes a mucho orgullo!… Jejeje… ¡Me gusta serlo desde joven! ¡Y ser putona me hace sentir joven aun!… Jejeje… ¡Y es que mis hijos están tan bellos y vergudos!… ¡De verdad son una tentación muy sabrosa! ¡Lástima que no los aproveché de pequeños!…
FLORA: Jajaja… ¡Pero qué puta es doña Betania!… Jejeje… ¡Oiga, doña Betania, sus hijos ya son todos mayores ¿cierto?!
DOÑA BETANIA: ¡Dos de mis tres hijos ya son mayorcitos! ¡Yo tengo 55 años de edad, y mis hijos tienen 28, 26, y el menor, Carlitos, tiene 13, pero parece de 20, es alto y acuerpado! ¡A Carlitos lo tuve a los 42 años! ¡A él me lo hizo el pillo del Apolonio en aquella época en la que me pasaba de puta metiéndolo a mi cama! ¡Tiempos aquellos en los que le ponía los cachos al guevón de mi conyugue, el Pablito, con ese hijueputa!… Jejejeje…
Otra sonora carcajada se escuchó en todo el salón de belleza, es que doña Betania y su singular manerita de narrar los hechos generaba mucha risa. Y en ese momento dije:
ANGIE: Jejejeje… ¡El menor de los hijos de doña Betania tiene la misma edad de mi Facundito!
DOÑA BETANIA: ¡Sí, y es el más pajuelito!… Jejejeje… ¡Me va tocar chupársela para sanarlo!… Jejeje…
FLORA: Jajaja… ¡Vieja mañosa hijuemadre! ¡Tan vieja y la muy sinvergüenza se la quiere mamar a su chico más pequeño!… Jejeje…
Otra vez se escucharon esas risotadas de las mamás y demás señoras en el salón de Belleza.
DOÑA BETANIA: Jejeje… ¡Ustedes conocen a los tres! ¡Los mayores ya no viven conmigo! ¡Solo me acompaña Carlitos, el menor, y aunque sea aún niño les juro que tiene un cacho de polla muy gordo y largote!… Jajajajajaja… ¡Me dan ganas de abusar un poquito de él y al menos chuparle ese pepinote y aturugarme el gaznate con él!…
No dejábamos de reírnos en ese salón de belleza y la terrible profesora Susan dijo:
SUSAN: ¡Si! ¡Nosotras conocemos a esos machotes, al menos a los mayorcitos! ¡Son unos repapacitos ricos! ¡Me gustaría echármelos a la cama una noche de estas!… Jejeje…
FLORA: ¡Esta profe Susan no se cansa de ser una puta completa!… Jajajaja…
SUSAN: Jajaja… ¡Solo estoy soñando! ¡No creo que esos papasotes me la metan ni siquiera ofreciéndomeles gratis y pagándoles a ellos!… ¡Ojalá se fijaran en mí, en esta vieja gorda, fea, profesora de primaria y calentona!… Jejeje… ¡Yo me les entregaría sin contemplaciones!… Jejejeje… ¡Tengo cuca caliente y aún vigorosa para todos! ¡Y sobre todo para el de bigotico!… Jejejeje…
Las señoras gritamos y chiflamos divertidas.
FLORA: Jejejeje… ¡Yo se las chuparía a los tres y al mismo tiempo, papasotes hermosos!… ¡Aunque más al calvito!… Jejejeje…
SUSAN: Jejeje… ¡Serás puta, Florita!… Jejejeje… ¡Pero sí!… ¡La verdad es que los tres hijitos de doña Betania están muy ricos, bizcochotes sabrosos! ¡Yo les daría hasta culote!… Jajajaja… ¡Que agarren mi culo de diversión! ¡Les daría autorización completa y sin ningún impedimento para eso!… Jajajajaja…
FLORA: Jajajaja… ¡Y mira quién es la puta!… Jajajaja… ¡Pedagoga de mierda!… Jejeje…
SUSAN: Jajaja… ¡Lo que yo estaría dispuesta a ofrecer con tal de que los hombres jóvenes y los muchachitos me la metan sería bastante!
FLORA: Jejeje… ¡Yo dejaría que los hijos de doña Betania me violen y que hagan conmigo todo lo quieran!… Jejeje… ¡Que me lo claven hasta por el ombligo!… ¡Uuff!… Jajajaja…
Nuevamente todas gritamos y reímos, y doña Betania, muy sonriente y relajada, mientras me arreglaba las uñas, exclamó:
DOÑA BETANIA: Jajajaja… ¡Viejas putas, sin oficio!… Jejeje… ¡Mis dos hijos mayores ya se casaron! ¡Pero ahora me parece que quedaron mal casados porque sus mujeres son unas vagabundas! ¡Esas sí que son verdaderas putas mañosas!… Jajajaja…
Y siguió esa morbosa y atrevida charla hasta que estuvieron mis uñas y mi cabello listos.
En resumidas cuentas, mi angelito de la guarda estaba perdiendo su lucha contra el demonio sexual de mi mente porque las tres osadas y licenciosas mujeres me aconsejaron ser un tanto más puta y atrevida y chuparle la verga a mi propio hijo para que, con el tiempo, tanto él como yo desahogáramos esas ganas sexuales que nos tenemos. Esa idea me encantaba, pero mi angelito interno me seguía diciendo que no debía hacer caso a esos malos consejos incestuosos.
Mis buenas amigas me inyectaron muchísima confianza para realizar esa deliciosa práctica incestuosa y cuando salí de ese pernicioso salón de belleza me puse a pensar en cómo sería de rico hacerle sexo oral a mi mismísimo y dotadísimo hijo biológico. Mi terribilísimo diablito me hacía provocar con esas sucias imágenes mentales que me proyectaba en mis pensamientos, pero mi mojigato angelito volvió otra vez para molestarme y hacerme dar cierto remordimiento de consciencia al estar pensando en la suculenta vergota de mi nene.
Yo quería obtener una justificación más para mamárselo a Facundito sin problemas ni remordimientos, y por eso, inmediatamente me puse en contacto con la zorrita de mi hermanita menor Katy para buscar otra opinión más, pues estaba segura que me iba a decir que se lo chupara, eso era lo que yo quería escuchar.
La verdad era que la idea de chuparle la verga a mi bebé me parecía súper y quería tener muchísimas razones y apoyo para hacerlo, pero muy en el fondo quería darle una oportunidad a mi angelito de la moralidad, así que prendí otro cigarro con marihuana, lo aspiré profundamente, llamé a casa de mamá ya que mi hermanita vivía con ella y le conté mi caso a Katy por teléfono, le comenté lo que mis amigas me habían aconsejado hacer.
La Katy, con tan solo 17 añitos de edad, tenía ya mucha experiencia sexual, pues, aunque su responsabilidad consistía en criar a su bebé y a pesar de estudiar en el colegio, se la pasaba de puta muy a menudo, y para mi fortuna, ella también fue precisa al indicarme que debía chuparle la pija a mi nene, es decir, me dijo lo que yo quería oír.
KATY: ¡Sí, hermana! ¡La profe Susan y la Flora tienen toda la razón!… ¡Te toca chupársela cuanto antes a mi sobrinito o nunca desfogarás tus ganas de su verga y él se irá a poner cada vez más raro y cansón! ¡No sé, podría hasta violarte!
ANGIE: ¡¿Tú crees?!
KATY: ¡O aún peor… en el caso de que no te viole podría volverse hasta marica y tú una obsesa de su verga y sin redención!
ANGIE: ¡Dios!… ¡Preferible que el cabrón me viole a que se vuelva marica!
KATY: ¡No sé, pero yo veo que Facundito en el colegio no se junta con las niñas! ¡No las determina! ¡Es que ni les habla!…
ANGIE: ¡Pero eso no implica que mi bebé sea marica! ¡Él las ansía, lo que pasa es que le da pena y miedo hablar con esas putitas por ahora!
KATY: ¡Pues por eso! ¡Me he dado cuenta que cuando una nena se le acerca o le dirige la palabra, él se pone rojo, comienza a temblar, a titubear y finalmente huye y se junta con sus compañeritos para hacerse la paja con ellos!
ANGIE: ¡¿Él se hace la paja junto a ellos?!
KATY: ¡Si! ¡Ellos son tremendos! ¡Hasta se atreven a hacer competiciones para determinar quién es el cerdo que expulsa más lejos el semen o para ver quién aguanta más sin correrse y muchas cosas así, de ese estilo!
Sin querer, mi hermana Katy me había revelado que mi hijo sí se hacía la paja fuera de mi vista, en el colegio, por tanto, me enteré que no siempre se la hacía estando cerca de mí, eso me gustó, por lo que significaba que mi hijo se estaba abriendo a lo que hay más allá de la casa, pero no me pareció muy bueno que se la hiciera junto a sus compañeritos rehuyendo a sus compañeritas.
ANGIE: ¡Pensé que solo se hacía la paja y que eyaculaba en mi presencia o sobre mis cosas!
KATY: ¡Para que veas que no siempre es así!… ¡Lo más interesante es que él prefiere la compañía de sus amigos hombres sobre la de una buena mujercita! ¡No es por asustarte, pero creo que ese niño ya es marica!
ANGIE: ¡Uy no! ¡Aunque yo sea muy liberada la verdad es que no quiero un hijo marica!
KATY: ¡Pues entonces debes mamarle la verga cuanto antes y de aquí en adelante! ¡No seas tonta! ¡Así matarías dos pájaros de un solo tiro, pues evitarías que él se vuelva homosexual y tú calmarías tus desbordadas ansias de su buena babanota y dejarías ya de pensar en cometer incesto con él!…
No sé lo que me ocurría, aunque realmente yo quería que Katy continuara dándome buenas razones y justificaciones para poderle mamar la verga a mi propio hijo mi angelito de la moral seguía diciéndome que no era aconsejable hacerlo y por eso intenté darle una oportunidad a él y de reversarme diciendo:
ANGIE: ¡Oye, aparte de que eres su tía preferida también eres solamente cuatro años mayor que él! ¡Tienes 17 años de edad, lo que implica que aún seas adolescentes! ¡Oye, y si te propongo que tú le hagas esa serie de mamadas a mi hijo ¿aceptarías?!
KATY: ¡¿Yooo?!
ANGIE: ¡Pues sí, tú! ¡Tú eres su tía de más confianza! ¡No me digas que no me vas a hacer ese favorcito!…
KATY: ¡Pero la que debes hacerlo eres tú, mija! ¡Él se pajea frente a ti, no frente a mí! ¡Por tanto tú eres la del problemita!…
ANGIE: ¡Por favor, Katy!… ¡Hazlo por mí!
KATY: ¡Tú eres la de esa responsabilidad! ¡Es tu hijo, no el mío! ¡Tú eres la que tienes qué chupárselo por ser el foco de su deseo! ¡Además tú eres la que quieres cometer incesto con él y mamárselo! ¡Tú deseas hacerle esas mamadas! ¡No sé por qué razón te cohíbes! ¡Se supone que eres liberada y putona! ¡Si quieres hacer incesto con él pues hazlo y punto final! ¡Ahora resulta que te dio miedo y moral! ¡Tan bobita!…
ANGIE: ¡Ay… por favor, Katycita! ¡Ayúdame! ¡Yo quiero tener incesto con él, pero no sé, algo me dice que no lo haga!… ¡Por favor, ayúdame siendo tú la que se lo mame! ¡Mira, él tiene una vergota de Madre y Señor mío! ¡Es gorda, larga y expulsa cantidades ingentes de semen caliente, espeso y espumoso! ¡Te gustarán su gigantesco falote y sus potentes eyaculadas!
KATY: ¡Yo ya sé cómo es esa vergota y sus eyaculadas, pues por eso te digo que lo he visto hacerse la paja con sus compañeros!
ANGIE: ¡Pues si ya has podido ver sus encantos masculinos con mayor razón deberías hacerme el favorcito de mamarle la verga por un tiempo! ¡Hazlo por mí! ¡Mira que yo he sido muy buena contigo, te chupo la cuquita, te meto el dedito por el culo, te comparto a mi esposo!…
KATY: ¡Oye, Angie, créeme que me encantaría ayudarte! ¡Mi sobrinito es apuesto y sé que tiene una vergota inmensa y bonita, tal como a mí me gustan los cipotes, pero no debo hacerlo! ¡Tú eres la que tiene que solucionar eso! ¡Y si no, podría suceder una de dos, por una parte, él se volvería bien marica y tú nunca desfogarías tus ganas, o por otra parte él te violaría y hasta podría matarte!
ANGIE: ¡Te pago diez mil pesos por hacerle esas mamadas!
KATY: ¡A mí sí me gustaría chupársela, sin embargo, eres tú la que debe curarlo de raíz, hermana!
ANGIE: ¡Te pago cinco veces lo que te acabé de ofrecer!
KATY: ¡Cincuenta mil pesos por unas cuantas mamadas es muy buen pago, pero no, hermanita, tú misma debes hacérselas!… ¡Créeme!… ¡Yo debo estudiar, trabajar, cumplir con las tareas diarias de la casa, ayudar a mamá y criar a mi bebé! ¡No tengo tiempo!
ANGIE: ¡¿No tienes tiempo?! ¡Pero si solo te pido 15 minuticos de mamada por las mañanas y otros 15 por las noches durante al menos un mes y ya! ¡Mira, estoy dispuesta a darte hasta cien mil de pesos!… ¡Cien mil!…
KATY: ¡Muy tentadora la oferta! ¡Pero definitivamente no!…
ANGIE: ¡Al menos piénsalo!
KATY: ¡No!… ¡No hay nada qué pensar! ¡Después de que lo hayas curado tú ahí sí me podrías invitar en vacaciones a mamársela y hasta a darle cuquita, a ser su putita de diversión y gratis, pero solo después!… Jejeje… ¡Por ahora debo darle teta a mi Martin, así que tengo que colgar el teléfono, espero que me entiendas hermana!
ANGIE: ¡Martín tiene 3 años! ¡¿Todavía le das teta?!
KATY: ¡Obvio! ¡Tú le diste a teta a Facundo como hasta los 10!
Estúpida Katy. No le seguí insistiendo a la tontita de mi hermanita, ella se perdió imbécilmente de esos cien mil pesitos (lo que en el año 2024 equivale a más de cuatrocientos mil pesos colombianos o a aproximadamente 100 dólares) por no querer ayudarme, no obstante, su decisión se dirigió hacia el apoyo a la opción del incesto con mi hijo, cosa que me alegró y me llenó de entusiasmo.
Sin embargo, aún me seguía molestando el aguafiestas de mi angelito interior, por eso, como último intento a su favor, pensé en pedirle a mamá de que viniera a hacerle esas mamadas a su nietecito, estaba segura de que ella sí aceptaría porque aparte de ser una putona es demasiado interesada en la plata, además a mi hijo le gustaban las mujeres maduritas, es decir, su abuela era la mujer perfecta para la misión, así que le dije a Katy que me la pasara para hablar por el teléfono con ella, pero me respondió que no estaba en el momento y me regañó señalándome de nuevo que yo era la que debía mamárselo a mi niño.
Pues bien, ya que mis tres mejores amigas y mi hermana la Katy me recomendaron mamarle la verga a mi hijo por una buena temporada me tocó dejar mis cuestionamientos a un lado, olvidar a mi angelito interno y disponerme a hacerlo. Igual, eso era lo que yo quería realmente, mi diablito pajero se meneó su vergota e hizo fiesta en mi mente por su rotundo triunfo, el morbo y el deseo se apoderaron nuevamente y sin control de todo mi ser, ahora únicamente pensaba en la vergota de mi niño y en incestar con él mientras me metía ardientemente el dedo en la cuca llena de indecorosa pasión esperando a que llegara la fecha que había escogido yo para tan importante evento.
La fecha para la realización de esa primera sesión de mamadas cayó precisamente en una cálida noche. Que se sintiera calor esa noche era algo muy raro en Bogotá ya que predominantemente se trata de una ciudad fría, y eso era presagio para la ocurrencia de algo bastante especial y hot, por eso me llené de alegría y pensé positivamente en lo que iba a hacer. Mi pensamiento se enfocó en no cumplir estrictamente lo que mis amigas y mi hermana me habían sugerido sino en ir más allá, a algo un poco más extremo, es decir, a darle cuquita a mi niño y no solo hacerle mamadas. La gran vergota de mi Facundito era digna de entrar en mi complaciente rajota, me dije así misma: ¡si todo mundo me mete sus cipotes entonces ¿por qué razón mi hijo no debería de hacerlo? ¿por qué motivo no debería entregarme a él?!
CONTINUARÁ…
ESCRITO POR SIREMIS.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!