Siendo nenas casi todas fuimos (ab)usadas

Las primeras experiencias sexuales casi nunca esperan que hayamos crecido .
No me da orgullo contar cómo fue mi primera vez, no fue a mi adolescencia con un novio de la escuela ni mucho menos en mi noche de bodas. Si alguna amiga preguntaba ya tenía una historia inventada, una generica, como para contarles a todas lo mismo. Lo cierto es que casi todas tenían una historia genérica y me da a pensar en que muchas mujeres tenemos un inicio sexual que no contamos, casi siempre ligados a cuando eramos chiquitas. Lo confirmé hablando con muchas chicas y estoy segura de que puedo afirmar: de nenas todas o casi todas fuimos tuvimos alguna experiencia sexual.

Por ejemplo, me acuerdo que a los 4 años un tío que vino de Paraguay me dio unas moneditas si le mostraba los dibujitos de la bombachita que tenía puesta, me dió las monedas y me ofreció un billete si yo le mostraba que tenía abajo de la bombacha o sea mi vagina… y yo feliz de la vida porque me pude comprar un montón de golosinas.

También dos o tres años después recuerdo que mi padrino me mimaba mucho, pero en ese tiempo empecé a notar que me acariciaba mucho la colita, sobre todo cuando nadie nos veía y cuando venía alguien dejaba de hacerlo. A mí me gustaba porque me hacía sentir bien, siempre fue cariñoso, no cómo mi papá que no me daba ni pelota. Cuando me quedaba a dormir en su casa, me cumplía todos los caprichos y a la noche me contaba un cuento para dormir y me acariciaba las piernas y la pancita mientras me abrazaba por detrás… podía sentir su bulto sobre mi cola dando leves empujoncitos, todo sobre la ropa, obvio. Nunca me daba cuenta cuando me dormía pero al otro día me despertaba y sentía picazón y humedad en mi conchita, con muchas ganas de hacer pipí.

Una de esas veces cuando me estaba quedando dormida, mi padrino me habló para ver si seguía despierta pero yo estaba muy cansada para contestar y quería que se quedara conmigo por lo que fingí y me hice la dormida. No pasó ni un minuto que sentí como mi padrino me bajaba muy despacito el pijama y la bombachita y me apoyó su pito en la cola. Se sentía duro, caliente y húmedo… y muy grande! Sentía como me frotaba el pito entre los cachetes de la cola y después entre mi rajita, se sentía baboso y me daba como cosquillitas ricas, como ganas de reírme y de hacer pis…

Yo no entendía en ese momento por qué él hacía eso pero se sentía bien, lo sentía como que me estaba dando cariño, se sentía a Felicidad… Pero no duraba mucho y al rato el acababa y me secaba la colita con algo, me acomodaba la ropa y se iba.

Así fueron muchas veces y a mí me gustaba, pero un día Alejandra, su mujer, entró a la pieza y lo retó. Le dijo que dejara de molestarme, que estaba muy chiquita y que vaya a la pieza con él. Después los escuché discutir como discutían mis papás. Y lamentablemente mi padrino empezó a verme menos seguido y ya no me invitaba a su casa, ni aunque yo se lo pidiera.

Después ya no tuve contacto sexual con nadie, tampoco andaba pendiente de eso, solo quería jugar y tener amigas y amigos, cómo cualquier chico normal. Pero si cuando sentía cosquillitas en la chulita o extrañaba a mi padrino, me subía arriba de algún osito o de mi almohada.

Mamá un par de veces me sorprendió y me retaba, me decía que era una Pajera y lo peor que se lo contaba a mis tías y hermanas mayores y se reían. Así que con más cuidado pero lo seguí haciendo.

Ya mi primera vez llegó más tarde y sin querer, a mis 13 años. Por insistir en querer acompañar a mi hermana 4 años mayor a una fiesta, y por hacerme la grande terminé bailando y tomando con desconocidos, mayores que yo, que terminaron drogándome para violarme entre tres. Pero eso es para otra historia.