Simplemente placer 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por blu.
Tenía 21 años y llevaba saliendo con Carlos sólo cinco meses cuando ocurrió. Mis padres habían salido esa tarde y vino a casa. Al poco de llegar ya nos revolcabamos salvajemente sobre mi cama…
Cuando me encontraba encima de él, cabalgando su polla con brio, noté como su mano se escurria de una de mis nalgas hacia la raja que las separa. Deslizaba su dedo corazón de arriba a abajo hasta que se posó en mi entrada. Yo estaba tan excitada que no acerté a decir nada. Mi silencio me condenó y poco a poco fué empujando su dedo hacia adentro, lenta y suavemente, para acabar penetrando mi culito ritmica y energicamente, acompañando mi cabalgada.
Fué un polvo estupendo. No me dolió para nada su dedo en mi culo, soló sentía temor de haberselo manchado. Sin embargo cuando me preguntó que me había parecido yo le contesté que había estado muy bien pero mi pudor me llevó a decirle también que no quería repetir lo de su dedo en mi culo.
Pocos meses después de este episodio rompimos, pero aquello del dedo en mi culito me dejó huella, me preguntaba porque le había dicho que no quería repetirlo y ahora me masturbaba recordando aquel polvo, aquel dedo.
Por aquel entonces me aficioné a los chats de internet. Era divertido, cuando ponías que eras chica de 21 años te llovían los privados. Algunos eran decididamente obscenos y no siempre los contestaba todos pero en general me lo pasaba bien.
Chateaba con un chico de mi ciudad cuyo nombre era Poseidón. Era algo parco en palabras pero firme en sus comentarios, me gustaba su rol dominante. Me fascinaba. Una de mis fantasías más recurrentes era que me poseyeran con fuerza, clavandome la polla hasta lo mas profundo de mi ser. Y Poseidon me transmitía precisamente eso.
Un día me preguntó a bocajarro si me habían dado por el culo. Le dije que no. Pero cuando él me contestó: " venga, no me mientas…a ti te la han clavado por detrás y te gustó", me sinceré con él y le conté mi experiencia con Carlos, de lo que disfruté entonces y de las veces que me había masturbado recordándolo.
Me dijo que si no había intentado meterme algo más gordo que el dedo. Le contesté que no y me preguntó si me gustaría intentarlo. Tras dudarlo un instante la excitación que empezaba a inundarme me hizo responder que si, pero que tenía miedo del dolor. Se rió y me dijo que podía hacerse sin dolor pero que tendría que preparar mi culito.
Y así empezó mi aprendizaje con Poseidón. Duró varias semanas durante las cuales por el chat me iba dando instrucciones de lo que me tenía que meter y como hacerlo.
Las primeras veces sólo me aconsejó que relajara mucho el esfinter y fuera acostumbrando mi ojete a las penetración de mis dedos empapados en algún aceite lubricante. Probé despues con un lápiz que luego removía en mi trasero. Mas tarde con una barra de pintalabios. Luego con el mango redondo de un cucharón de cocina para descubrir finalmente los obscenos usos de algún que otro bote del cuarto de baño.
Siempre la operación duraba más de media hora, en la que mi culito pasaba de la cerrazón casi absoluta a una distensión increible en la que cabía casi todo. Y esto todos los días, porque me dejó muy claro que sino me penetraba analmente con algo todos los días mi esfinter se iría cerrando poco a poco.
Cuando entendió que había llegado el momento me ordenó que fuera a un sex shop y me comprara un consolador bien gordo. Me dió mucha verguenza pero terminé comprando uno bien hermoso, negro y con lo que parecía ser imitación de gruesas venas. El dependiente me miró con una sonrisa y se ofreció a enseñarme como utilizarlo, aunque decliné la invitación.
Es obvio que con la preparación que tenía y un poco de lubricante el consolador entró suavemente, abriendome las nalgas con su grosor, provocando en mi sensaciones de placer desconocidas hasta el momento y dejandome absolutamente necesitada de una polla real. La misma tarde que lo probé estaba conectada en línea con Poseidón y él aprovechó para citarme esa misma noche en un pub de la ciudad por si quería que él me la metiese por el culo.
Cuando lo leí en la pantalla mi respiración empezó a agitarse, estaba bañada en sudor, excitada hasta el delirio y con una verga de latex de 5 cm de grosor metida en el culo. Le respondí que cuando y dónde quisiera.
Pero tenía que ser con sus condiciones. Tenía que ir sola. Y así lo hice. Tomarme un cubata junto a la columna de la barra. Y así lo hice. Ir al servicio a la 1:30 h. Y así lo hice. Entrar en el de caballeros. Y así lo hice. Una vez dentro llamar a la puerta del último WC y ponerme de espaldas. Y así lo hice. Una voz grave sonó desde dentro…¿eres mesalina235? ( era mi nick ). Le dije que si. Me dijo muy suavemente que me bajara los pantalones y las bragas. Y así lo hice. Noté como se abría la puerta del WC. Me dijo que estaba sentado en la taza con la verga dispuesta para penetrarme, que diera dos pasos hacia atras. Y así lo hice. Noté como dos manos poderosas me tomaban de las caderas conduciendo mi culo hacia abajo.
De repente sentí como el capullo de una polla se apoyaba en mi agujero, que despues de cuatro semanas de penetraciones estaba rojo y ardiente. De un sólo empujon hacia abajo me clavo su verga hasta el fondo. Empecé a moverme, fué una cabalgada impresionante al final de la cuals e corrió en mi interior.
Con sus manos me izó en vilo, me dió una palmadita en una de las nalgas y me dijo: " hala, servida Paloma ". Me quedé helada, ese era mi nombre real. Me giré como un resorte y allí estaba mi ex Carlos sonriendo. Totalmente abochornada mu subí los pantalones y las bragas y salí de allí. Nunca volví a verlo.
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