Soy viuda
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Lupe, tengo 54 años, soy de Méjico, pero tengo nacionalidad española por mi difunto marido.
Soy una mujer de estatura media, rellenita, todavía atraigo las miradas de los hombres.
Con mi marido vivíamos en una urbanización a las afuera de Madrid.
Mi marido tenía un carácter muy fuerte y la verdad, no nos llevabamos con ningún vecino, ya que él había tenido choques son todos.
Murió de un infarto, y yo me había quedado sola en casa, pero los vecinos me hacían el vacío.
Yo me sentía sola, pero los vecinos tenían razones justificadas para no hablarnos.
El edificio es de tres plantas con seis depsrtamentos por planta.
Yo vivo en el primero, y en el bajo, frente por frente vive un señor argentino, que como con todos no nos hablamos.
Un medio día vengo de hacer unas compras y estaba él paseando su perra, nos miramos y yo lo saludo tímidamente y escucho que me responde el saludo.
A los días nos volvemos a encontrar y nos volvemos a saludar, yo me pare e intenté hablar cualquier.
tontería con él.
Me dijo que se llama Eduardo y a partir de ahí ya nos saludamos y de vez en cuando hablamos unas palabras.
Una mañana bajo a su casa y le pido si me podía revisar un enchufe que no funcionaba.
Eduardo subió, lo revisó y lo arregló.
Le invité un café y nos pusimos a hablar, resultó ser un hombre muy simpático y educado.
Poco a poco nos fuimos haciendo amigos.
«Y Lupe, pensas rehacer tú vida?», me preguntó una tarde que estábamos en casa tomando un café, «no lo sé, es que hace tan poco que quedé viuda, que prefiero esperar un tiempo más», le dije, «y un amigo para salir, que se yo, vos sos una mujer atractiva», me empezó a cortejar.
«Bueno, un amigo tal vez, pero que sea disimulado, no quiero dar que hablar a nadie», le dije y seguimos hablando.
Me invitó a comer fuera y le acepté, nos fuimos en su moto, yo iba nerviosa ya que las motos no me gustan, pero él es un hombre muy tranquilo.
Comimos, después caminamos por un centro comercial, Eduardo me hace reir mucho con sus ocurrencias, yo lo cogí del brazo, y así ibamos caminando.
Me siento muy bien con él.
«Parecíamos marido y mujer caminando del brazo», le dije cuando íbamos a donde había dejado su moto estacionada.
«Si, me sentí muy cómodo caminando de tú brazo», me dijo mirando mis ojos y fue acercando su cara a la mía y me da un beso en los labios.
Lo miré me sonreí sin decir nada, y Eduardo pasa un brazo por mi cintura, me atrae hacia él y me vuelve a besar, pero fue un beso más profundo, senti su lengua en mi boca buscando la mía, yo me pegué bien contra él y le respondí el beso, metiendo mi lengua en su boca.
«A donde vamos ahora?», me dijo dándome piquitos, «a mi casa, te parece bien?», le dije dándole piquitos también.
Cuando llegamos a casa, Eduardo me siguió besando, sus manos pasaban de mi.
espalda a mi culo, me apretaba las nalgas.
Yo sin dejar de besarlo le empecé a sacar la camiseta, acariciaba su pecho bien peludo.
«Eres bien macho con ese pecho así de peludo», le dije pasando mi mano por los bellos de su pecho y nos seguimos besando.
«Yo soy todo peludo», me dijo desabrochando su pantalón, «si, dejame ver», le dije arrodillandome frente a él y le bajé su pantalón.
«Que hermosa verga que tienes», le dije abriendo mi boca y se la empecé a chupar.
Eduardo me cogió de la cabeza y nos moviamos haciendo que su verga entre y salga de mi boca.
«Vamos a mi cama», le dije sacándo su verga de mi boca, pero mientras arrodillada así como estaba, le saqué sus zapatillas y su pantalón, sin dejar de darle besos y pasar mi lengua por toda su verga.
Me puse en pie y delante de él, parados los dos en el salón me desnude, le di la espalda, cogiendo su verga y dándole la espalda, la empecé a pasar por mis nalgas, «quiero que me chingues el culo, me encanta chingar por el culo», le decia apoyando mi cabeza contra su pecho y Eduardo me sobaba las tetas.
Así abtazados cómo estábamos nos fuimos a mi dormitorio.
Me puse en cuatro sonre la cama y me pasé saliva por ella ano, «chingame por el culo, pero fuerte, me gusta que me chinguen fuerte el culo», le dije abriendo bien mis nalgas.
Estaba tan caliente que temblaba.
Siento como Eduardo apoya su verga contra mi ano, y me hace gritar de dolor y placer cuando en dos empujones me metió toda su vega bien adentro de mi culo.
«Así, que rico, fuerte, chingame bien fuerte el culo que me encanta», le decía mordiendo las palabras y sintiendo como la sacabaiba y me la metía con todas sus fuerzas.
Mis tetas iban para adelante y para atrás mientras Eduardo me reventaba el ano con su verga.
Me dolía pero era mucho más el placer.
Le dije que la saque y que se siente en el borde de la cama, le di la espalda, abriendo bien mis nalgas, dejandome caer sobre su verga dando un fuerte quejido cuando su verga volvió a estar bien adentro de mi culo.
Yo me movía en circulos mientras Eduardo metía sus dedos en mi panocha, me estrujaba las tetas.
«Que hermosa verga tienes», le decía sin dejar de mover mis caderas en círculos, volteando mi cabeza buscando su boca con la mía.
Apoye mis manos sobre sus piernas, y empecé a subir y bajar mi cuerpo, haciendo que la verga de Eduardo entre y salga de mi culo.
«Chingame bien el culo mi amor, abrelo bien con tu verga», le pedía disfrutando coml loca de esa tremenda verga.
No es muy larga, unos veinte centímetros, pero es bien gorda, gruesa, el tipo de verga que siempre me gustó.
Me bajé de su verga y me tiré boca arriba sobre la cama, levantando bien mis piernas y dejando que Eduardo me siga chingando el culo, entre gritos de placer.
«Así, así, bien fuerte, chinga bien fuerte mi culo que me gusta, me gusta mucho», le pedía a Eduardo a punto de llegar.
Empecé a gemir fuerte, muy fuerte, sentía que mis entrañas explotaban, cerré los ojos, mordiendo mis labios, mientras Eduardo seguia chingando mi culo.
Lo escuché gritar, como latía su verga dentro de mi culo.
«Si, si, asiiiiiiii», le gritaba mientras retorcia su cuerpo de placer llenando mi culo con su leche.
Que rico, como disfruté, siento mi ano palpitar,.
pero me chingo tan bien, que le dije que se quede conmigo a pasar la noche.
No se que pasará con Eduardo, pero lo que sí es seguro es que vamos a chingar de lo lindo con mi vecino.
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