Sueño húmedo
Relato de un sueño de hotel.
Sueño húmedo
Anoche soñé contigo.
Estábamos tu y yo a solas; se que posiblemente estábamos en el cuarto de un hotel, a fuera se escuchaba el sonido de la lluvia caer, y tras la cortina de este cuarto de luces apagadas, se notaba el fulgor de luces intermitentes de color rojo que brillaban hacía la calle.
El cuarto era pequeño, había una cama matrimonial esquinada al fondo y frente un mueble en el que había una tv apagada, un espejo, y un par de cajones debajo de este mueble, en el centro del cuarto había una mesa y dos sillas.
Tú estabas sentada mirándome, yo te miraba frente a mi, la mesa nos separaba un par de metros, cordialidad sobre la mesa, deseos por debajo de ella.
Se que platicábamos amenamente, realmente no recuerdo de que, podría los tocar temas filosóficos o vanales pero tú voz… un imán de mi atención, un imán de lujuria, una trampa para perderme en ti. Esa voz me seducía, me enamoraba mientras veía mover tus labios imaginando cada beso que te quería dar.
Nuestras piernas juguetaban de bajo de la mesa, dando caricias incitantes al placer y a la pasion.
Te levantabas y te dirijas a una puerta que llevaba al baño. Cerraste y yo bebía agua en un vaso de cristal, pensando en ti, en ti cuerpo, en mis deseos, era feliz, estaba emocionado…
Salias del sanitario después de un rato y tu figura era iluminada por un color rojo de las luces de neón de afuera, una luz intermitente una metáfora del infierno, del pecado y de la lujuria que en ti me esperaba. Una luz que me hacía desearte como a nadie en mi vida.
Cerraste la puerta del baño y te acercaste a mi de una forma provocativa, tus caderas se movían rítmicamente, tu cabellera suelta y salvaje caía por tus hombros, tu rostro, tu mirada, tus labios…
Me levanté del cómodo asiento y fui hacia ti tome tu mano y con mi brazo te abrace de la cintura, uniendo nuestros cuerpos por primera vez, sellando a si nuestro pacto de silencio sobre la travesura que deseábamos vomenzar.
Besé tus mejillas, tu cuello, tus hombros… Y entre tus respiraciones agitadas, te susurraba cosas. Poesía del alma y de la carne, versos que solo salen en la voz del momento y que jamás serán recordadas o repetidas fuera de esta habitación.
Una de mis manos subía por tu vientre y llegaba a tus pechos, y los acariciaba con ternura, mientras con la otra, te acercaba más a mi sintiendo las curvas de tu trasero repegándose a mi pelvis, iniciando el acto marital sobre la ropa.
Tomas mis manos y te soltabas de poco a poco, alejando te de mi, volteaste y me mirabas a los ojos, por un instante nuestras miradas se cruzaron y terminamos besándonos, Abrazandonos haciéndonos amor y amantes de una noche lluviosa, húmeda y ardiente.
Al principio cada caricia fue hecha con ternura… Después todo eso cambio; los besos fueron apasionados, más fuertes y ardientes de deseo, pequeños gemidos emanaban de ti, dulce melodía digna de Afrodita, melodía creada por Eros e interpretadas por tu extasis.
Te separaste y me decías ven, llevandome a la cama, con dulzura pediste que me sentara a la orilla del colchón y te sentabas en mi, abrazándome con tus piernas, mirando e a los ojos. te abracé con mis manos y tú poco a poco te desabrochabas la blusa, mientras desesperada y torpemente besaba tu mentón, tu cuello, hasta donde comienza tu pecho aún protegido por tu brasier. Todo esto a la par de las caricias de mis manos que recorrían tus piernas suaves al tacto, mis ojos te miraban tan hermosa, tan sensual… Dulce fantasía.
Recuerdo no saber cómo seguir este devaneo tuyo, solo seguí besando y probando el sabor de tu piel que era dulce, salado y adictivo.
Poco a poco nos fuimos acostando, la ropa desaparecio o mejor dicho revoloteo como mariposas entre caricias, besos y risas nerviosas. Al final solo nos quedamos en traje de Adán y Eva.
Un par de veces rodamos en la cama, forcejeando, jugando con ternura hasta que quede encima tuyo. Recuerdo que abrí tus piernas, las acaricie, las bese y mis dedos recorrían desde tu rodilla hasta tu vientre.
Tu solo mirabas apretando las sábanas, mordiendo tus labios, mientras más me acercaba a tu sexo. Me acomodaba para besarte de nuevo, mirando tus expresiones como una sublime obra de arte de tonos rojos y negros. Al hacer esto mis dedos recorrían tu sexo sentía tu humedad de mujer, las caricias circulares eran lentas, introducía despacio el primer dedo dentro de ti, entre más lo introducía y lo sacaba sentía la dilatación de tu ser, después fue otro dedo entro acelerando el mete y saca de ellos a través de tus labios vaginales.
Después un tercer dedo entro, tus ligeros gemidos eran una dulce melodía de amor pasión y lujuria, se que perdía el control de mi, mientras una idea pasaba solo en mi mente… deje de masturbarte, bese tu pecho, tu vientre y baje hasta tu sexo. Lo olfatie y no resistí besar tus labios externos, tus labios internos. Mi lengua disfrutaba tu sabor de mujere… tú clítoris crecía, lo succionaba como un dulce manjar, ambrosía del amor, pequeño fruto del pecado.
Tus manos presionaban más mi cabeza a tu sexo, trabas de mi pelo como guiandome al camino de tu orgasmo, sentía tus piernas moverse desesperadamente buscando una postura cómoda para ti. Hasta que de un momento a otro tu cuerpo se relajo, se aflojó. Tratabas de ahogar tu gemido de placer.
Fue un lindo sueño.
Por desgracia a este punto fue donde desperté.
Aún así ame estar contigo aún fuere solo un sueño.
G. Aleck Rusencko.
Una disculpa por mi redacción tan simple, es el primer relato que escribo, espero sea de su agrado. Y gracias por darse su tiempo para leer este onírico encuentro.
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