Sufres del mismo mal, que sufría tu difunta madre.
Su difunta madre tenía el coño muy caliente, y su hija era idéntica a su difunta madre en eso..
Sufres del mismo mal, que sufría tu difunta madre.
Cuando mi hija mayor muy desesperada pasó por mi casa, a pedirme que me ayudara, apenas terminó de contarme mi situación, lo que le dije fue. “De tal palo tal astilla.”
Mi hija se quedó confundida y sin idea a que me refería, y por la expresión de su rostro, deduje que no entendía de lo que le hablaba.
Así que, abriendo una botella de ron, serví dos tragos, le entregué uno a ella mientras de un solo golpe me tragué el mío, para luego continuar diciéndole. “Tú sufres del mismo mal, que sufría tu difunta madre.”
Lo que la dejó asustada y sorprendida, aunque su madre había fallecido en un accidente automotriz, mi hija pensó de inmediato en algún tipo de enfermedad incurable, de la cual ella no tenía conocimiento, fue cuando bien asustada, se terminó de tomar su trago.
Le volví a servir el ron, y continué diciéndole. “No es lo que te imaginas, el mal de tu madre era que tenía el coño muy caliente, y por lo que me acabas de contar tú eres idéntica a ella en eso.”
Momentos antes, mi hija me había confesado que, durante el día anterior, le había sido infiel a su esposo, con uno de sus mejores amigos, y aunque el amigo de su esposo me juró que jamás se lo contaría a nadie, a ella le remordía tanto la conciencia, y me sentía tan mal, que estaba por contarle todo a mi yerno.
En ese momento le dije. “Hija si se lo cuentas de la misma manera, tan detallada que me lo has contado a mí, lo más seguro es que termines metida en la cama con él.”
No sé si fue por el cargo de conciencia, por los nervios, por los tragos de ron que ya se había tomado, o quien sabe por qué razón, pero la verdad es que mi hija no me entendía.
De inmediato continué diciéndole, mientras le servía otro trago. “Si yo mismo siendo tu padre, al escucharte como ese amigo de tu marido, y tu tuvieron relaciones, me has excitado de tal manera que aun siendo tú mi propia hija, lo que me provoca ahora mismo es hacerte todo lo que él te hizo, y algo más.”
Mi hija se quedó sumamente sorprendida, tras escucharme decirle eso, por lo que continúe diciéndole. “Es que la manera en que me dijiste que gemías, y lo mucho que lo disfrutaste, a medida que el amigo de tu marido te enterraba toda su verga una y otra vez, me pareció el estar escuchando a tu madre, cuando me contaba en la cama, alguno de sus encuentros con alguno de sus muchos amantes.”
Mi hija se tomó ese tercer trago de un solo golpe, y lo único que se le ocurrió preguntarme, en ese momento fue. “Y tú sabías que mi mamá te era infiel.”
Sonriendo pícaramente, le dije. “Lo supe en todo momento. Y cuando ella me lo confesó, la verdad es que al principio me incomodé, pero estaba tan excitado que terminé metiéndola en la cama, y haciéndole de todo.”
Yo no sé qué le sucedió a mi hija, pero al escucharme decirle todo eso, y ver como yo estaba tan excitado, me imagino que sintió toda esa misma calentura que recorría todo su cuerpo, cuando se acostó con el amigo de mi yerno, y poniéndose de pie, frente a mí, lo que hizo mi hija fue levantar su falda, mostrándome su depilado coño, apenas tapado por los pequeños pantis semitransparentes que estaba usando en esos momentos.
Yo que estaba sentado en mi sillón se terminé el trago que tenía en la mano, dejé el pequeño vaso en la mesa, y con ambas manos le bajé los pantis, y sin más ni más acerqué mi cara a su coño, y comencé a lamerlo, y mamarlo.
Mi hija dejó que los pantis llegasen al piso, separó sus piernas, y a medida que fue sintiendo mis labios y lengua chupando, mamando y lamiendo todo su abierto coño, comenzó a restregarlo contra mi rostro, hasta que hice que ella disfrutase de un tremendo orgasmos.
Después de eso en un abrir y cerrar de ojos, se desnudó completamente ante mí, y casi de inmediato sobre el sofá de la sala, la recosté, mientras que ella mantenía sus piernas bien abiertas.
Cosa que a medida que la fui penetrando, ella morbosamente me decía que rica verga tienes papá.
Moviendo sus caderas como si fuera toda una puta, al tiempo que, entre gemido y gemido, me pedía que le diera más duro.
En cierto momento metí mis dedos en su culo, y al poco rato le saqué mi verga de su coño, y sin necesidad de que le dijera nada, me ofreció sus nalgas.
No dejaba de pensar en lo rico que mi hija y yo manteníamos sexo, esa mañana en mi casa, hicimos de todo, ambos quedamos rendidos, y nos vinimos despertando cerca de las tres o cuatro de la tarde.
Nos besamos, y le dije. “Por ahora no le cuentes nada a tu marido, antes de hacerlo, trata de que tengan por lo menos unas cuantas semanas de sexo, como el que hemos tenido tú y yo, luego dile que le tienes que contar un sueño que tuviste, en el que con lujo de detalles le cuentas todo, pero eso si sin decirle que fue su amigo o conmigo con quienes llegaste a soñar, dile que fue con un actor de cine, o alguno de esos que trabaja en las telenovelas. Para veas como responde, y ya sabes cuando quieras puedes contar conmigo, para bajarte esa calentura.”
Lo cierto es que mi hija hizo todo lo que le dije, y su sorpresa fue que a su marido todo eso que le contó lo excitó enormemente, tanto que en cierto momento a medida que él le daba por el culo una noche, mi yerno le confesó a mi hija que le gustaría que esos sueños de ella se hicieran realidad.
Cosa que, al poco tiempo ella hizo que así fuera, claro que nunca le ha dicho, que aparte de sus amantes ocasionales, que yo también me acuesto con ella
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