Susi la niña huerfanita {Capítulo 1}
Una historia de un chico que adopta a una niña huerfanita y le cambia la vida a cambio de cumplir sus fantasías..
Capítulo 1
Cambio de vida
Aimi era un joven de 28 años, delgado y de rostro atractivo. Tenía el cabello castaño, liso y algo desordenado, y unos ojos color miel que destacaban sobre su piel clara. Su expresión era tranquila, casi distraída., trabajaba desde casa, lo cual le daba una vida cómoda, aunque solitaria. A pesar de ser feliz con su rutina, el aislamiento de su trabajo hacía que fuera difícil conocer gente y, mucho menos, encontrar pareja.
Vive en un país próspero y tecnológico, pero no todos los países vivían cercanos vivían así, en una región cercana, otro país del mismo continente enfrentaba una época de guerra y pobreza, una realidad completamente distinta.
Aimi visitaba ese país cada año, aunque no le agradaba nada, pero su madre se había mudado ahí después de enviudar, al comenzar una relación común hombre de ese país. Para Aimi el contaste de su vida a la de ese lugar era brutal y lo hacía sentir incómoda cada que iba ahí.
Durante sus vacaciones anuales, tomó un vuelo para visitar a su madre como de costumbre. Todo iba según lo planeado hasta que, un día, salió a divertirse, pues las trabajadoras sexuales eran muy económicas para él y cuando iba aprovechaba para divertirse un poco, ya que durante todo el año no tenía a nadie y ahí podía disfrutar sin pagar muchísimo.
Mientras caminaba por las calles, pudo ver de cerca la realidad de ese lugar: calles destrozadas, precios baratos para él, pero exorbitantes para los habitantes y personas luchando por sobrevivir. Lo que más le impactó fueron varios niños huérfanos, vio a 4 de ellos pidiendo dinero o buscando comida entre la basura.
Fue en un callejón donde algo realmente llamó su atención. Una niña de no más de ocho años estaba sentada junto a un contenedor de basura. Su ropa estaba sucia y rota, y su cabello rubio apenas se asomaba bajo un abrigo con capucha. Tenía la nariz pequeña, el mentón fino y ligeramente puntiagudo, y lo que más destacaba eran unos ojos azul claro que contrastaban con la suciedad. Su cuerpo era delgado y frágil.
Aimi no pudo evitar acercarse.
—¿Qué haces sola en la calle pidiendo dinero? —le preguntó, inclinándose un poco para verla mejor—. ¿Cómo te llamas?
La niña levantó la mirada con timidez. Su voz, suave, temerosa y angelical que conmovió a Aimi.
—Me llamo Susi —respondió—. Estoy pidiendo dinero para comer algo.
Aimi suspiró, conmovido y a la vez indignado.
—Ya veo… Supongo que no tienes un hogar, ¿verdad?
—Lo tenía, pero… —Susi bajó la mirada— mis papás me trajeron aquí. Dijeron que no podían mantenerme y me abandonaron. Se fueron dejándome sola en la calle.
Malditos (pensó Aimi) es difícil de creer que algo así todavía ocurriera en pleno siglo XXI. Una mezcla de enojo y tristeza llenó su pecho.
—Lo siento mucho, Susi —dijo finalmente, sacando algo de dinero de su bolsillo—. Toma, cómprate algo de comer.
Susi tomó el dinero con una sonrisa sincera.
—Muchas gracias, muchacho. Ya tenía mucha hambre.
Aimi se quedó observándola por un momento antes de girarse y seguir su camino. Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en la pequeña. Su historia y su situación lo entristecía. además de su belleza radiante lo dejaba loco. Aimi no solía sentir atracción sexual hacia las niñas, aunque sí las veía bonitas y podía desearlas, pero eran muy raros esos pensamientos. Pero al ver esa niña, hasta se le pasó por la mente darle dinero a cambio de tocarla o algo así. Pero no, jamás haría eso, solo se quedó como un pensamiento sucio en ese momento, pues andaba caliente porque iba camino hacia las prostitutas.
Llegó al lugar, estaba muy cerca de dónde estaba Susi, ahí entró y solicitó el servicio que pide cada que llega al país, masturbaciones, pues Aimi le daba mucho miedo las enfermedades venéreas, entonces solo solicitaba que lo masturbaran. Al terminar regresaba a la casa de su mamá. Al ser ese servicio tan económico, iba todos los días, pues lo disfruta mucho. Pero todos los días se topaba a Susi y este le daba dinero y charlaba un poco con ella.
Pasaron 8 días y Susi ya lo esperaba con entusiasmo, pues Susi sabía que todos los días le daba dinero. Ese día la vio y ella le regaló una flor que arrancó de una casa.
—Toma, muchacho, es un regalo por darme dinero todos los días, eres el mejor —dijo mientras sonreía e inclinaba ligeramente la cabeza.
Ese acto de ternura conmovió el corazón de Aimi, se estaba encariñando con Susi.
—Muchas gracias, Susi —respondió Aimi—. Por cierto, mi nombre es Aimi, toma más dinero, cómprate algo rico.
Luego Susi dijo:
—¿A dónde es que vas tú? Todos los días pasas por aquí.
Aimi respondió:
—Voy a ver a unas chicas para que… jueguen conmigo y me hagan feliz, ya me voy, nos vemos. —dijo mientras siguió su camino.
2 días después llegó el último día donde Aimi iba a estar en ese país, pues en el trabajo tenía 2 semanas de vacaciones y visitaba a la mamá 10 días en total, se dirigió hacia las prostitutas como de costumbre y evidentemente estaba Susi esperándolo, se acercó a ella.
—Hola susi… mira este es el último día que estaré aquí, así que te quiero dar esto. —Le dio casi 5 veces lo que le solía dar.
En ese momento la cara de Susi se apagó por completo, una cara de tristeza completa la invadió. —¿Qué? ¿Por qué? Creí que vivías aquí. —Mencionó mientras sus ojos se ponían llorosos.
—No es así, yo vivo en otro país lejos de aquí, pero vengo a visitar a mi mamá cada año, pero tengo que volver a casa a descansar y trabajar, no te preocupes, estoy seguro que en cualquier momento tu suerte va cambiar y algún orfanato te ayudará. —respondió mientras ponía una mano en su hombro y sonreía.
La cara de Susi empezó a lagrimear, se giró para que no la viera llorando y dijo. —Gracias por el dinero Aimi, me ayudaste demasiado, espero que te vaya bien.
Aimi con tristeza siguió su camino, tenía ganas de llorar, pues sabía que probablemente sin su ayuda iba a pasar mucha más hambre como pasaba antes de llegar al país, ese día incluso le costó eyacular, aunque la prostituta lo masturbaba muy bien, sentía tristeza. Finalmente logró vinirse, se puso los pantalones y salió del local, pero para sorpresa de él, se dio cuenta que Susi lo había seguido y estaba afuera del local esperando a que saliera. Susi se acercó a Aimi con cara de preocupación.
—Aimi, llévame contigo, llévame a tu país, no quiero estar más aquí, la gente no me trata bien, paso mucha hambre y ya casi viene el invierno, la nieve provoca demasiado frío ¡no quiero pasar por eso en la calle! Sé que al menos viviendo cerca de tu casa puedo comer de vez en cuando. —Decía mientras lloraba mucho y suplicaba.
En ese momento él volvió a ver como unas personas miraban eso y la tomó de la mano y se metió en un callejón donde nadie miraba. En ese momento Aimi se le fue todo rastro de ética, pensó en muchísimas posibilidades y la excitación fue tanta que deseaba con todo su corazón llevársela. Pero este le dijo:
—Mira Susi, no es tan simple, no eres una mascota o que puedo solo tomarte de la calle y llevarte, en el Aeropuerto piden papeles y muchos permisos. —Aunque en el fondo Aimi tenía un plan en la mente, pero quería ver si la niña estaba dispuesta.
—Por favor Aimi, sé que puedes hacer algo por mí, te lo ruego, llévame contigo. —Decía mientras cada vez le salían más lagrimas y lo tomaba con fuerza por la camiseta suplicando.
—Bueno podemos intentar algo, pero no sé si quieras hacer esto, como te había dicho hace dos días, yo le pago a unas chicas para que jueguen conmigo y me hagan “feliz”, si tú quieres puedo intentar llevarte a vivir a mi casa y a cambio me hagas lo que ellas hacen, así tendrás comida, ropa, una casa y solo tienes que hacerme unas cositas en la noche, pero es algo que no sé si te vaya a gustar. —Dijo Aimi preocupado de la respuesta de Susi, pues no quería que preguntara y tuviera que explicarle cosas sexuales en ese callejón.
—¡Claro que quiero hacerlo, no importa lo que tenga que hacer! —Dijo mientras una gran sonrisa se dibujaba en su rostro y sus lágrimas dejaron de salir.
—Bien, si aceptas ir conmigo entonces tendremos que hacer varias cosas, primero, te llevaré donde mamá para que te bañes bien, luego iremos a comprarte un par de ropas para que no sospechen que no tienes papeles en el aeropuerto y por último debo conseguir un pasaporte falso para irnos. ¡Vamos! —Aimi se llevó a Susi de la mano a la casa de su mamá a empezar una excitante aventura que le cambiaría la vida.
Continuará.
Que rico relato me excitan cuando son de niñas con adultos continua segunda parte