Tamara 6
Vacaciones permanentes.
Mi hija me dijo que me tenía una sorpresa y yo le tenia otra.
Nuevamente en el aeropuerto expectante de su arribo.
Porfía salió, venía muy hermosa caminamos a nuestro encuentro, nos abrazamos y besamos. Ahora si que se veía como toda una mujer, caminaba segura tomada de mi brazo mientras yo con la otra mano tiraba de la maleta.
– Estas muy muy linda hija-
– Y tú estás muy guapo papá –
A sus 17 años no tenía que envidiarle nada a nadie.
– Ahora a la ducha – dijo entrando al departamento y comenzando a desvestirse.
– No quieres beber algo antes? – le pregunté mientras yo hacía lo mismo, mi corazón saltaba porque sabía lo que venía.
– No, después, ahora primero lo primero – dijo metiéndose a la ducha. Me metí con ella y disfrutamos la ducha caliente, los besos, las caricias y la penetración.
– Ah, que rico papi, no sabes cuanto deseaba éste momento –
– Yo también – moviéndome lentamente. El agua nos caía a chorros sobre nuestras cabezas, por lo que cerré la llave. En el silencio sólo se escuchaba el chocar de nuestras pelvis como un aplauso, uno tras otro rítmicamente. Al aplauso acompañaba los quejidos de ella y mis gemidos de pasión. Finalmente llegó el clímax con sus estertores y estremecimiento.
Después la calma y el jadeo recuperando el aliento.
– Estuviste maravilloso papi – besándome en la boca.
– Y tú deliciosa – nos mantuvimos abrazados así, muy juntos y muy apretados.
– Ok, terminemos la ducha y vamos a comer algo – dije.
– Oh, que rico el sándwich, tenia hambre – dijo.
– Me imaginaba que sí, por éso tenia todo listo –
– Tienes una cerveza? –
– Si, claro – dije sacando dos botellas del refrigerador.
Después de comer nos fuimos a la cama, estando abrazados en silencio me preguntaba si estaba bien o mal lo que hacía.
– Sabes papi? Me voy a quedar dos meses, no te importa? –
– Para nada, tu sabes que te puedes quedar el tiempo que quieras. Qué dijo tu madre? –
– Nada, qué va a decir? Además de que hemos tenido algunas diferencias –
– Diferencias? Y eso porqué? –
– Por lo mismo de siempre, el Mario. Pero no hablemos más de éso, mejor me haces el amor –
Y se quedó los dos meses. Dos meses que fueron una maravilla, además de coger todos los días y varias veces al día los fines de semana, salíamos de compras, al Mall, al cine, a cenar, incluso fuimos a un motel para que ella los conociera. Le gustó tanto que fuimos varias veces, veíamos películas porno y cogiamos toda la noche.
Como todo llega a su fin, los dos meses se hicieron cortos y ella tuvo que partir con el dolor de mi corazón.
– Será hasta el próximo año – le dije en el aeropuerto dándonos un abrazo apretado, sentía la presión de su pubis contra mi erección, porque cualquier abrazo de ella me producía una erección.
De vuelta en el departamento me serví un par de whiskys pensando en la soledad que venía.
Al año siguiente la esperaba impaciente en el aeropuerto.
Venía radiante de felicidad, ahora el abrazo y el beso fuero sin tapujo.
En el departamento se dirigió a su dormitorio y comenzó a desempacar.
– No quieres una ducha primero? – que era lo que siempre hacíamos.
– Después, ahora tengo algo que contarte –
– Dime, de qué se trata – lo dije con temor sin saber a qué se refería.
– Di la prueba para la universidad y me fue bien –
– Que bueno hija, te felicito – con un abrazo y un beso con mucho amor.
– Papi, con tus besos me cortas la respiración –
– Oh, perdona hija –
– Me encanta que lo hagas –
– Pero papi, falta algo importante –
– Qué sería éso ? –
– Que quedé en la universidad, en la carrera que elegí y en la sede de esta ciudad, por lo que vamos a vivir juntos de ahora en adelante –
– Estás hablando en serio? –
– No te parece bien? –
– Me parece fantástico –
– Qué bueno, ahora si vamos a la ducha – comenzando a desnudarse.
– Ah pero yo también te tengo una sorpresa – le dije.
– Qué cosa? – dijo quedando media desnuda.
– Te compré el mejor PC que encontré, es incluso mejor que el mío –
– Ay, papi, estaba pensando en pedirte uno – dijo abrazándome y besándome. La besé y me besó, nos besamos y nos fuimos desnudando, se acostó en la cama de espaldas con las piernas abiertas. Su vulva depilada me invitaba, me arrodillé entre sus piernas y la penetré lentamente, para hacer mayor y más largo el goce. Ella cerró los ojos y emitió un quejido largo.
– Papi, te amo –
– Yo también te amo hija – esa conversación me exitaba más aún.
– Cógeme rico, como tu sabes, como me gusta –
Y vivió conmigo durante toda su carrera y después cuando comenzó a trabajar.
– Hija, tienes que pensar en casarte y tener hijos – le dije un día mientras cogiamos.
– Si, lo sé, pero entro a nadie que me guste –
– Papá, estoy embarazada – me dijo una noche después de hacer el amor.
– Pero cómo hija? –
– Como se hace siempre papi, vas a ser papá de nuevo –
Y así fue que compramos una casa grande y alejada de vecinos para vivir tranquilos…
Fin
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