¿Te gustaría comer desde mi vulva?
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Zoopeque.
Imagínate si tuvieras la oportunidad de tomarme con toda tu fuerza por la cintura y colocarme bruscamente boca abajo, mientras me despojas de las prendas que me visten, rasgándolas de tal forma, que no podrían volver a cubrirme las caderas. Luego me colocas con el trasero hacia arriba y me abres el sexo violentamente con tus toscas y rasposas manos de HOMBRE, para vaciar en mi interior un coctel de frutas trituradas con hielo y yogurt. Mientras yo sufro espasmos vaginales por lo frio del contenido. Después, me cierras con tela adhesiva los labios de la vulva para que nada se escape de mi interior. Y me mandas a vestirme que después saldremos a cenar.
Ya estando fuera de la casa, no tengo manera de frotarme el sexo para aliviar el dolor que siento entre mis piernas, pues estamos en público y tengo que guardar las apariencias, así que entramos a un restaurant y pides una jarra de agua. Mientras yo te hago saber que me siento inflamada y tal vez no logre contener tu postre en mi interior, así que me acaricias el rostro y me dices dulcemente:
-Disculpa cariño ¿qué te hace creer que puedes quejarte?
-Es que yo no puedo seguir así, no puedo contenerlo más.
-Levántate y vamos al baño. (Me ordenas)
Así que nos dirigimos al interior del baño y sierras la puerta para que nadie más entre mientras me atiendes. Me pides que me levante la falda y muestre mis genitales. Pero mientras yo me ocupo de mis trusas no me percato de que traes contigo un despachador de salsa, y en un repentino descuido de mi parte tú me levantas el capuchón de mi clítoris y clavas el recipiente justo en mi uretra, para después presionarlo con fuerza introduciéndome el picante contenido por donde mi cuerpecito hace pipi. Yo me estremezco y comienzo a sentir el calor irritante en mis delicadas y rosadas carnes femeninas.
-Con eso tendrás suficiente para olvidarte del contenido en tu vagina y comenzar a preocuparte de cuanto te dolerá orinar en unas horas.
Volvemos a la mesa y comienzas a pedir nuestra cena; tú ordenas carne y para mí, una ensalada muy ligera, pues no quieres arruinar mi apetito. Al terminar tú te comportas como un caballero y te dispones a pagar el servicio, para marcharnos de una buena vez, que aún quedan algunos pendientes.
Entramos a la casa y me ordenas que traiga un plato porque parece que sientes venir mi cena. Así que corro a traer el plato más grande que tenemos y me arrodillo frente a ti, sosteniéndolo mientras observo como se abre tu ano expulsando mi comida, en trozos grandes, firmes y olorosos. Todo un delicioso manjar.
-Ve a la mesa a comértela.
-Si amor. Gracias, por alimentarme. (Y te doy un besito en tu barriguita)
-De nada becerrita, es toda para ti. Disfrútala!
Me ciento en la mesa y agarro una cuchara para tomar bocados grandes que se disuelvan en mi boca, es tan deliciosa que puedo sentir el amor con el que me la hiciste. Termino y lamo el plato.
-Ya terminaste?
-Si amor.
-Entonces ven y colócate boca abajo levantando tus nalgas que quiero penetrar tu ano y vaciar en ti mi vejiga.
-Si corazón.
Una vez sometida en el piso comienzo a sentir como fluye dentro de mis entrañas toda esa cálida orina que me rellena como el depósito de excrementos que soy.
Terminas y me colocas tela adhesiva a lo largo de todas mis cavidades, para que nada se logre escapar de entre mis piernas. Luego me colocas un enorme pañal para no sufrir accidentes mientras dormimos juntos.
Temprano por la mañana, me giras para despertarme y te percatas de que no pude descansar en toda la noche, al parecer estoy agotada y sudorosa.
-Parece que no pudiste descansar, que pena pendeja, porque el tormento ¡¡¡apenas empieza!!!
Me abofeteas fuertemente en el rostro para conseguir hacerme llorar y tratas de levantar mi peso desde mis tetas estrujándolas como si quisieras arrancarlas, muerdes fuertemente mis pezones y rasgas con tus uñas la piel de mis delicadas mamas haciéndome cicatrices que dejen marca.
Luego me arrancas sin piedad la cinta entre mis piernas y logras dejar salir todo lo que estaba en mi interior.
Pienso que al menos liberare la presión de mi cuerpo pero al defecar y orinar ciento como si barrieran un cuchillo dentro de mis orificios. Lloro, grito y me retuerzo, pido clemencia y perdón.
-Amor, porque me haces esto?
-Lo hago porque me perteneces y puedo usarte como a mí me plazca, eres hembra y por desgracia tienes muchos orificios vacíos por los que puedes ser rellenada.
-Ahora límpiate.
Después de tomar un baño mi Macho se asegura que mi vagina sigue sellada así que decide cargarme hasta el comedor donde me colocas boca arriba y con el trasero sobre un plato, te dispones a desayunar tu exquisito yogurt natural con trocitos de fruta, mucosidad y sangre de mi vagina. Me incorporo un poco para ver cómo ha salido eso y mis lágrimas aparecen de nuevo al ver como mi preciosa y delicada vagina es torturada con una cuchara que trata de raspar y desprender de mi interior el himen que frágilmente pudo perdurar.
-Sabes que es lo más rico del postre, así que ábrete pendeja, tengo que arrancártelo de adentro.
Corazón espero que me estés imaginando recostada en la mesa siendo sometida por ti y que hayas tocado tu miembro durante toda la historia, pues la narre justo como lo experimente.
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