Teatro, cena y buen sexo con María Teresa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DIEGOCUERO.
Mientras mi otra pelirroja divina Estela ya está en Mar del Plata con su marido y obvio sexo fuerte, María Teresa se quedó unos días más acá y siguió saliendo y haciendo de las suyas, como la festichola del 1.
Y el jueves, cuando la llamé para saber cómo la había pasado, me comentó que el sábado tenía una entrada para ir al teatro en un lugarcito de Olivos, El Ateneo, donde se presentaba una amiga suya.
Y me dijo de ir.
Yo no la voy con el teatro, lo mío es música, cantar y recitales, pero después pensé que una noche con la gordota pelirroja se tiene que aprovechar.
Y por suerte no le erré.
Nomás dije sí, arreglamos y la pasé a buscar a María Teresa con un auto, todo bañado, perfumadísimo, muy bien vestido de saco, camisa, pantalón fino y zapatos (estaba un poco fresco) y muy caliente de entrada.
Y más cuando la vi subir a María Teresa tan elegante, remera y pollera estampada con flores, tacos altos, muy maquillada y de exquisito perfume y aroma a cremita, más su fina cartera de cuero.
Tenía ganas de empomarla ahí, pero me tranquilicé y mientras charlamos con la gorda viajamos y llegamos al teatro, que me acuerdo cómo le encanta.
Aunque no soy de teatro como dije, me re divertí, me cagué de risa y disfruté un gran espectáculo.
Silvia, la amiga de Tere, estuvo extraordinaria.
Pero al mismo tiempo, claro, me enredaba con mis ratones por María Teresa, que al estar pegada a mí, con su aroma fuerte a pintura, crema y perfume me sacaba.
Encima caliente de entrada, encima sábado a la noche, y encima otras mujeres alrededor con fuertes perfumes, muy finas, típico público finolli de teatro.
Al fin terminó, me tomé del brazo de ella y tras saludar un montonazo de gente, la gorda con sus sociales divinas, María Teresa me ofreció ir a cenar a su casa, ya que había comprado fiambre y quería convidarme.
Además, lo mejor: estaría sola, ya que Juan Carlos se había ido, mirá vos que suerte, a un cumpleaños, así que estaríamos solitos.
Dije sí caliente y fuimos.
Llegamos, ella preparó todo el fiambre y demás, y mientras comentábamos la noche de teatro genial que pasamos, comimos sandwiches de fiambre con mayonesa, tomamos jugos y luego me convidó genial torta helada, que disfruté a la par que lo hacía con ella.
Su belleza, a pesar de gorda y veterana, su finura, su aroma a perfume y crema que seguía persistente, el fiambre, me daban ganas de darle duro.
Encima sola, para mí que lo planeó.
Y lógico, le empecé a preguntonear cosas, ella me contó, le seguí y le dije si podíamos ir a su pieza a acostarnos.
Y María Teresa, que se ve estaba embroncada porque su marido se fue, fue conmigo a la pieza.
Ahí le dije que nos sacáramos todo, ella lo hizo y me sacó a mí, pero para que estuviera cómodo y me acostara en otra pieza.
No pude más y confesé: "Teresa, Quiero que tengamos sexo, dale, por favor".
Y la respuesta de la loca pelirroja: "A eso iba, Diegui, no seas tan ansioso, vení, venííí, dulce, vení con Tere…", y me trajo hacia ella.
Furioso, le saqué el corpiño, le amasijé las tetas, ella me sacó la camisa y me mimó y apretó suave el pene, me excité, jadeé y le pedí que me sacara.
María Teresa nomás me sacó el calzón, me acarició bien el pene, se me superparó y quise embestirla antes de que se sacara la bombacha, pero ella me frenó, me bailó, se me movió y al fin, luego de toquetearme la punta y apretarme para ver si estaba listo, la gordota mujer se quitó excitadísima su bombacha.
Y ahí sí, fui una tromba encima de María Teresa.
Con furia, locura y potencia despiadada, me le zambullí y le di por la vagina con un pene terriblemente grueso y largo, hasta tuve que retrasar la acabada porque volaba con ese aroma a crema y pintura de labios.
Me revolconeaba encima de la gorda y la besuqueaba, mientras le decía de todo y ella sólo atinaba a gemir y jadear, y al fin eyaculé tremendo semen y ella largó total flujo, orgasmo superexplosivo que nos dejó hechos mierda.
Pero de la excitación ni esperé, la di vuelta y se la puse por la cola, acabando un montonazo de mi espeso semen.
María Teresa pidió más, gimió como la mejor de las putas, le di y le acabé en la vagina, luego en la boca, tragó, lamió mi pene chorreante, nos masturbamos y tragamos nuestros flujos.
Yo tenía meido si venía Juan Carlos, pero María Teresa me dijo que se quedaría a dormir.
Y entonces sí me desenfrené: la apretujé de arriba abajo y me la cogí dos más por cola y tres más por vagina, una locura que no podía parar con semejante linda y fina mujer.
Aparte la cena, los ratones, todo.
Y terminamos en incontrolables orgasmos de semen y flujo a rabiar, María Teresa con la vagina y la cola llenísimas y yo con el pene que no daba más de tanto acabar.
Juan recién llegó al mediodía de su aventura que ya contaré.
Hasta tuvimos tiempo de dormir juntos, como le había dicho, y de un buen desayuno con café con leche y tostadas.
Teatro, cena, sexo, desayuno, todo.
En verano.
Y con una espectacular mujer como María Teresa.
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