Tengo con qué convencer
Después de algunos ajustes con la involucrada, y un par de cogidas adicionales que tuvimos (una en grupo), por fin he concluido mi primera aventura con Gloria quien utiliza los pseudónimos “Vaquita” y “Felix69”..
Desde hace varios años, aparecía la Vaquita en los comentarios de algunos relatos que yo publicaba, y también ella les comentaba a otros autores. Dejaba ver que ella tenía unas tetas tan envidiables como las de Tita en sus años mozos; cabe aclarar que vimos unas fotos de la autora Tita tanto en los avatares como en las portadas que antes se colocaban en los foros.
En uno de esos comentarios, yo le respondí “Me gustaría verlas, aunque sea en foto, porque hay algunas que merecen limpiarlas con la boca, después de haber trabajado en una rusa y esparcir el amor completo que han sacado. «Vaquita» es un buen nombre. Te imagino en época de lactancia.”
Ella respondió “No pienso poner fotos. En mi avatar puedes ver cómo me cuelgan, imagínalas sin ropa y en pose de «vaca» con las ubres colgando. Sí le he hecho unas rusas a mi marido, pero me baño antes de dormirme para darle su teta.
Cuando publicó sus fantasías, me excité tanto que no pude evitar comentarlos: “Puta y chichona. Así me las recomendó el doctor, y si son nalgonas está mejor. ¿Eres nalgona? A lo mejor yo puedo hacer el papel del hombre, distinto de tu marido, que quieres que te apachurre…”
La respuesta de ella fue “Pues, no las tengo grandes, pero sí han motivado a dos que tres, el último en cabalgar en mis ancas fue mi marido. Además del atractivo que yo no conozco (refiriéndose a mis huevos que mencionó Mar de mis fotos), pero sí les has compartido a otras en foto, ¿qué otras gracias tienes? Quiero con Mario, si este año no se me hace, te prometo que lo consideraré. ¿Puedo pedirle a Mar tu catálogo?” De inmediato contesté “Estoy para servirte. Sí, pasas a la acción, yo te acompaño”.
Continuó “Gracias, ya te anoté”, pero me advirtió: “Vamos por pasos. Paso 1, Tirarme a Mario; Paso 2, Tirarme a Chicles; Paso 3, Coger con Ver; Paso 4, hacer un trío con dos o más de los anteriores”. Así que la Vaquita estaba a punto de hacer que su marido estrenara cuernos. Cumplió todos los pasos (aunque cambió de orden los pasos 2 y 3). El paso 4 lo publicó con el título “Tres para mí solita” y fue muy grato para mí haber participado en él.
A partir de ese momento, nuestra comunicación fue más intensa. “Ya tengo tus datos. Mar me dio detalles gráficos. Y sí: pasas la prueba del deseo. Espero que en tu correo ya hayas visto lo que nunca me había atrevido a hacer: pose de «vaquita» frente al espejo. Si te gustó, mándame una prueba de su uso correcto.” Al ver la foto que me envió contesté emocionado: “¡Quierooo! Vaquita, cada vez que leo cómo estás dispuesta a usar esas tetas para doblegar a cualquiera, más ganas tengo. Olvídate de Mario, aquí estoy para satisfacer esa ansia de tener otra verga diferente a la de tu marido.”
Pero ella dejó claro que tenía su plan. “Espera, sí estás anotado. Ya les dije, a Chicles y a ti, que quiero hacer uno trío en la realidad. Pero primero le voy a lanzar el calzón a Mario”. En el relato “Ya me decidí a darme gusto” cuenta cómo sucedió el paso 1 y, en los siguientes relatos, ella cuenta lo que ocurrió después entre su marido, su nuevo amante y la esposa de éste. ¡Relatos muy calientes! No cabe duda que ella se descosió después de haber fantaseado tanto en la lectura de este tipo de foros.
En el presente relato contaré lo que pasó cuando me tocó que ella cumpliera la promesa de coger conmigo.
Un día que abrí el correo, me encontré una foto del tronco de Gloria donde se apreciaba desde el cuello hasta la mitad del muslo, las piernas estaban ligeramente abiertas. “¿Quieres pasar por aquí?”, iniciaba el texto. Explicaba que la foto la tomó Mario, su amante, después de haberle dado el uso cotidiano. En efecto, los pezones se veían puntiagudos, señal clara de que habían sido chupados y, además, entre el pelo revuelto y mojado sobresalía el clítoris entre los labios aún semiabiertos. Por si fuera poco, había una escurrida de lefa en la ingle. “Claro que sí quiero, tú lo sabes”, contesté de inmediato. Horas después, en un WhatsApp, recibí la localización de un hotel con el texto. “Te espero en la planta baja el sábado a las 10 am, contesta si aceptas”. De inmediato contesté que allí estaría. No era un hotel de paso y después de averiguar los precios, me dije, sí vale la pena la puta para pagar eso por el cuarto.
Sin embargo, el día de la cita, mientras miraba unos escaparates de la joyería y florería, me cayó el veinte que posiblemente ese era el lugar donde Mario se la había cogido. Al llegar ella, se colgó de mi brazo y dijo “Vamos a cumplir con nuestras expectativas. Quiero decirte que yo pagaré el hotel, pues no te di opción”. “No, sí puedo pagarlo. ¿Aquí te iniciaste con Mario?”, refuté. “Sí, aquí le puse los primeros cuernos a mi marido, y le pondré los segundos, él ya sabe. No quiero que pagues tú, yo soy la que quería puto”, contestó. “Bueno…”, acepté y callé que yo también quería puta, pero me dispuse a hacer mi mejor esfuerzo para dejarla satisfecha por su inversión. Ella misma pidió el cuarto. En el elevador me dijo que pidió el mismo cuarto que tuvo con Mario y con su marido al día siguiente.
Al entrar, lo primero que hice fue besarla, apretando una chiche en cada mano. Siguieron más besos y caricias mientras nos desnudábamos mutuamente. Cuando me aflojó el cinturón, jalo mi pantalón y luego, ya de rodillas, jalo mi trusa. El pene resorteó por su gran erección y ella se quedó inmóvil con una sonrisa. Tomó mi tronco hacia arriba, para que no le estorbara la visión y, con la boca abierta, se fue a lamer mis bolas. Las tragó una por una con tanta pasión, que si hubiesen sido de dulce, me quedo de eunuco.
–¡Tiene razón Mar, en tercera dimensión, en vivo, a todo color y sabor son magníficas! –dijo al terminar de chupar. Se quitó la pantaleta y me tiró hacia la cama –. ¡Vamos a lo que te traje, puto! –expresó subrayando la palabra “puto”, dejándome claro que yo era a quien ella iba a usar.
Siguió mamando el pene y masajeando mis bolas durante varios minutos, luego se sentó en mí, colocando mi falo en su vagina y meció en círculos sus nalgas.
–¡Qué lindas tetas! –dije jalándole los pezones–. No era mentira lo que me decían las fotos…
–Tampoco era falso lo de tus huevos de tamaño exacto para que no duela la quijada, y de caída perfecta, pero la consistencia para rodar sobre ellos, también es de cuento. ¿No te duele el apachurramiento que hago con mis nalgas? –preguntó con los ojos cerrados sin dejar de moverse, quizá imaginando el deslizamiento que sentía.
–Es un dolor rico y soportable, también me gustan los golpes de las nalgas cuando cabalgan sobre mí –manifesté y eso fue la llave para que comenzara la danza de sus tetas, acompañado del ruido que hacían sus nalgas al golpear mi vientre.
Era delicioso verla enajenada en sus sentones que transmitían el movimiento frenético hacia sus tetas. Procuré alejar mis pensamientos de las sensaciones que tenía mi verga y concentrarme en el bamboleo de su pecho para no venirme y, con ello, demeritar mi trabajo de puto durante el tiempo que estuviésemos allí. Gritó mucho y soltó varias lágrimas de tantos orgasmos encadenados que mi verga y su movimiento le causaban. Cuando me di cuenta que se desmayaría, le tomé las tetas y las mantuve elevadas. Cayó inerte en mi pecho, resoplando, pero tenía los ojos en blanco… La cobijé y acaricié su espalda, para calmar los resoplidos exagerados que daban cuenta del gran esfuerzo que hizo. Durmió allí, con mi pene aún adentro que fue adormilándose hasta que salió y ella aún dormía.
La deslicé hacia la cama y apenas se movió, de manera refleja, quizá ella creía que estaba cayendo. La acomodé de lado y me puse a mamarla a gusto. Pronto despertó. Me acarició el pelo, apretó mi cabeza hacia su pecho y susurró “Eres muy puto…”, pero a mí me quedaba claro que hice bien lo que ella deseaba.
–Ya me repuse, sólo recuerdo que estaba gritando encima de ti –dijo y añadió una orden más para el puto de uso –. Descansemos un poco saboreándonos en un 69.
Al acomodarnos, ella tomó su teléfono y con mi aparato sobre su cara se tomó una selfi que envió a su marido.
–Quiero que mi marido sepa que ya hay uno más, de bellos huevos, que le ha ahorrado trabajo –dijo y me leyó el texto–. “Este amigo ¡está muy rico!”
Luego tomó un video con mi boca sorbiendo sus labios y clítoris, que también le envió al cornudo diciéndole “Mira como disfruta el sabor de tu leche”. “¿También será la tuya, te viniste en mí?”, me preguntó. No le contesté pues seguí chupando y lamiendo con fervor, lo cual la llevó a más placer. Ella continuó también trabajando con su boca hasta que me vine. Se incorporó y me dio mi leche con un dulce beso. Abrazados dormimos un poco.
Tomemos algo, dijo y me paré al frigo bar para sacar unas bebidas. A ella le di el cooler que pidió y yo tomé otro más. Platicamos un poco, tratando de entender cómo reaccionamos a nuestros deseos.
–Cuando leí que lamiste el tronco de tu amigo Cornelio, quien se estaba cogiendo a su exesposa, pensé que eras bisexual, pero lo confirmé cuando Mar contó que hiciste un 69 con su amante y corroboraron que se vinieron ambos en un 69, confirmé que sí eras “bi” ¿Te gusta ser así? ¿No te dan ñáñaras saber eso? –preguntó y se puso a tomar su bebida esperando mi respuesta.
–No soy un bisexual completo, hasta hora no se me ha antojado penetrar a un hombre o que me penetren –señalé.
–Pues deberías probarlo, ¡es delicioso que te den por chicuelinas! –dijo y solamente sonreí –espero que también me des por el culo ¿eh? –añadió.
–Pagaste por un puto, ordena cómo y te lo hago… –contesté.
–¡No seas mamón! –exclamó.
–Cómo no serlo contigo –dije y le chupé una teta.
–¡Ay, que rico mamas, puto! –dijo cerrando los ojos, pero reaccionó –Te digo “puto” porque eres como yo, te gusta disfrutar del sexo. A mí también, me reconozco puta y tú eres el segundo, después de mi marido y Mario que me hacen gozar –. De ninguna manera te estoy pagando para darte el trato de puto pagado. Te traje porque eres puto de corazón, como yo, aunque tengo poca experiencia.
–Lo sé, putita chichona, lo sé y me gustas porque te gusta hacer el amor –dije conciliadoramente revolviéndole en el triángulo la maraña de vellos–. A ti te gustó saberte bisexual, ¿al grado de que querías chupar la panocha de Laura?
–Al principio me asusté, pero cuando lo hice, lo gocé con tu máxima “Caliente es caliente” y me supo riquísimo. Además, Laura me confesó que le gustó diciendo “porque lo hiciste con mucho conocimiento de lo que más nos gusta a las mujeres” –explicó.
–¿Y qué les gusta más? Lo pregunto para saber y hacerlo bien… –aclaré y ella sonrió.
–Tú mamas perfecto las chiches y la panocha… –contestó dándome un beso y muchos cariños tiernos en la cara.
Más tarde, nos metimos a la ducha y la enculé. Sus gritos resonaban en el cubo con mayor fuerza.
–Este día me siento muy puta, gracias, “putito” –dijo antes de vestirse, dejando al último el sostén y la blusa.
Confirmé que la Vaquita se estaba convirtiendo en una puta que disfrutaba del sexo y que era cierto lo de sus desmayos cuando las cogidas eran buenas. Modestia aparte.
Se pusieron de acuerdo para publicarlas el mismo día chicles y tú. Una cosa que sí quiero agradecer, además del buen trato que me dieron en ese hotel y en el de la alberca, es haberlos conocido, aunque sólo en e-mails y el foro, durante muchos años antes, es que me animaron a dar ese gran paso que disfruta hoy mi marido.
Además, doy fe que tú sí sirves de ejemplo de lo que es ser buen testigo.
Besos (y lamidas en cada bola)
Con mujeres como tú, ¿quién va a decir que no? Estoy cuando lo necesites y también cuando se te antoje.
Muy buen comportamiento el tuyo, además de que sí, tienes con qué convencer…
¿Ya te convenciste? ¡Ahora pruébalos, Tita!
¡Cómo me gustaría sentirte otra vez, mi huevos lindos! La Vaquita ya supo lo que es bueno. Me dan celos que se volverá adicta a ti.
A mí también me gustaría volver a estar contigo, mamacita…
Por lo visto, me ganaste, aunque también sus comentarios hacia mí fueron excelentes. No lo hicimos mal, donde ya lleva tres con nosotros, una de ellas grupal.
A seguir atendiendo a la Vaquita cada vez que lo pida, ¡está muy rica!
¡Claro que estaremos cuando ella quiera!
¡Contratados para mi trío!
Tu dices cuando paso a mostrarte mis credenciales…